Cetaganda (на испанском) Lois McMaster Bujold Barrayar (es) #6 Майлз вместе со своим кузеном Айвеном присутствует на официальных похоронах в Цетаганде, и оба оказываются втянуты в цетагандийскую внутреннюю политику. Lois McMaster Bujold Cetaganda (на испанском) (Barrayar (es) — 6) Contraportada Gracias a la ingenierнa genйtica, el imperio de Cetaganda estб regido por dos clases hegemуnicas: los imperiales haut y los militares ghem, que recuerdan en cierta forma a los samurais y shoguns del Japуn clбsico. Como representantes diplomбticos del imperio de Barrayar, Miles y su primo Ivбn han de asistir al funeral de la recientemente fallecida emperatriz del imperio de Cetaganda. En un entorno social ajeno y extraсo, Miles se involucra (digamos que involuntariamente…) en la polнtica interna de Cetaganda. Deberб actuar con la inteligencia de un experto detective y con la paranoica habilidad de un consumado espнa para resolver un misterioso asesinato y, en definitiva, anular un complot que amenaza la continuidad de todo el programa genйtico de Cetaganda y cuyas consecuencias tambiйn pueden perjudicar a Barrayar. Cuatro premios Hugo, un Nebula y dos Locus en el bagaje que ha obtenido ya, en sуlo seis aсos, la serie de aventuras protagonizada por Miles Vorkosigan. Los tres premios Hugo de novela larga obtenidos por Lois McMaster Bujold con esta serie se acercan al rйcord de Heinlein (cuatro Hugo de novela), y superan ya los dos Hugo de novela conseguidos en toda una vida por autores consolidados como Asimov, Clarke, Le Guin, Zelazny o Leiber. Lois McMaster Bujold es ya, sin ninguna duda, la mбs popular autora de ciencia ficciуn de este fin de siglo. Y las aventuras de Miles Vorkosigan una diversiуn segura e indiscutible. «Bujold tiene la genialidad de mezclar la especulaciуn tecnolуgica, las convenciones de la ciencia ficciуn clбsica de tema militar y la antropologнa cultural con nuevas ramificaciones que enlazan los gйneros en unas narraciones con tramas maravillosamente urdidas.” Mary K. Chelton en VOYA Presentaciуn Bueno, pues sн. Es un verdadero problema escribir la presentaciуn del sexto libro que publicamos de la serie de aventuras de Miles Vorkosigan. Temo que casi todo haya quedado dicho en anteriores presentaciones y no quisiera repetirme. Bueno, no quisiera repetirme demasiado… En cualquier caso, si por uno de esos azares de la vida йsta es la primera novela protagonizada por Miles Vorkosigan que cae en sus manos, dйjeme advertirle: Ўcuidado! ЎEs un material peligroso, altamente adictivo! Pнenselo dos veces antes de empezar. El que avisa no es traidor… Porque lo sorprendente es que, tras haber literalmente devorado 9 (Ўnueve!) libros de la serie protagonizada por Miles, me descubro impaciente esperando la llegada del que va a completar la decena. Si no me fallan los datos, se va a llamar MEMORY y va a aparecer en Estados Unidos en octubre de 1996. Y yo escribo este simulacro de presentaciуn en el mes de Julio, tres o cuatro meses antes de poder satisfacer mi impaciencia… Y con todo un agosto por delante… ЎQuй dura es la vida…! Bromas aparte, la verdad es que Lois McMaster Bujold todavнa me sorprende. Intentarй explicar por quй: Un lector de ciencia ficciуn tan encallecido como yo ha generado fбcilmente una mбs que lуgica prevenciуn ante el enйsimo libro de una serie (recuerden, por ejemplo, el cuarto de la serie de DUNE… No harй mбs comentarios). Ante un nuevo libro protagonizado por Miles Vorkosigan pienso indefectiblemente: «Bueno, ya vale. Йste no serб como los otros. Lois no puede ser siempre tan interesante o tan divertida.» Pero, hasta hoy, Lois lo ha conseguido siempre. Y me cuelgo una vez mбs de las pбginas de la novela, hasta que se acerca esa pбgina tan terrible que es la ъltima del libro, йsa donde se anuncia que la diversiуn se ha terminado por esta vez y que he de esperar unos cuantos meses mбs hasta que aparezca un nuevo libro. Nuevo libro del que pienso indefectiblemente que no podrб ser tan bueno o tan divertido como el resto de la serie y, otra vez mбs, Lois consigue sorprenderme y logra que vuelva a colgarme de sus pбginas. CETAGANDA (1996) es el sйptimo libro de Lois McMaster Bujold que aparece en nuestra colecciуn. Con los tres anteriores, EL JUEGO DE LOS VOR, BARRAYAR y DANZA DE ESPEJOS, la autora obtuvo tres premios Hugo de novela. Es algo que sуlo Heinlein ha superado en toda la historia de la ciencia ficciуn. Y Lois McMaster Bujold es Joven, tiene por delante muchos aсos de йxitos… Pero CETAGANDA, por lo menos, no ha ganado un Hugo. Lo cual no deja de ser lуgico cuando uno sabe que el libro se ha publicado en inglйs en enero de 1996 y, por tanto, sуlo puede entrar en liza en el Hugo de 1997 que se conocerб hacia septiembre de ese aсo. Y yo escribo esta presentaciуn en Julio de 1996, muchos meses antes, cuando CETAGANDA no ha ganado un Hugo ni tan siquiera ha podido quedar finalista. Pero todo se andarб… O tal vez no, porque, de manera un tanto extraсa, Bujold y su editorial han previsto sacar un nuevo libro de la serie de Miles Vorkosigan en octubre de 1996. Por eso, para el Hugo de 1997 Bujold podrб competir consigo misma, lo cual es algo, cuanto menos, original. Ya en la presentaciуn de EL APRENDIZ DE GUERRERO (1989, NOVA ciencia ficciуn nъmero 33), una novela que me divirtiу y sorprendiу gratamente, expuse las razones que a mi juicio convierten la saga de Vorkosigan en un йxito seguro e inevitable: «Grandes dosis de inteligencia, mucha ironнa y, sobre todo, una gran habilidad narrativa al servicio de un personaje llamado a convertirse en un clбsico en la historia de la ciencia ficciуn.» Al margen de las tramas que Bujold imagina y del dinamismo con que narra las aventuras en que se ven involucrados sus protagonistas, hay algo especial en Miles Vorkosigan, algo que atrae inevitablemente. Tal vez sea esa presunta involuntariedad para meterse en todo tipo de lнos, lнos de los que su inteligencia (sin olvidar su paranoia, todo hay que decirlo) consigue sacarle con resultados siempre sorprendentes. La ironнa reside, ya de partida, en el hecho de que el protagonista de una saga de aventuras militares en la ciencia ficciуn sea un enano teratogйnico, fнsicamente frбgil y de extrema debilidad. Pero quiйn dijo que un buen militar deba ser fuerte fнsicamente? A los lectores de ciencia ficciуn nos gusta pensar que lo que distingue al ser humano de los animales es, precisamente, esa capacidad de pensar que etiquetamos como inteligencia. Hablando de fuerza fнsica todos sabemos que un caballo, por ejemplo, tiene mбs fuerza que nosotros. Nosotros tenemos la inteligencia y por eso son los caballos los que tiran de los carros que conducen los humanos, y no al revйs. Las narraciones de la mayor parte de esos libros de Lois McMaster Bujold estбn ambientadas en un mismo universo coherente, en el que se dan cita tanto los cuadrumanos de EN CAНDA LIBRE (premiada con el Nebula en 1988 y finalista del Hugo de 1989), como los planetas y los sistemas estelares que presencian las aventuras de Miles Vorkosigan, su hйroe mбs caracterнstico. En el APЙNDICE de este volumen se incluye un esquema argumental del conjunto de los libros de ciencia ficciуn de Bujold aparecidos hasta hoy, ordenados segъn la cronologнa interna de la serie. De hecho, el orden real de su publicaciуn en inglйs ha sido el siguiente: Shards of Honor (junio de 1986) The Warrior's Apprentice (agosto de 1986) EL APRENDIZ DE GUERRERO, NOVA ciencia ficciуn nъmero 33 Ethan of Athos (diciembre de 1986) Falling Free (abril de 1988) — premio Nebula 1988. EN CAНDA LIBRE, NOVA ciencia ficciуn nъmero 24 Brothers in Arms (enero de 1989) Borders of Infinity (octubre de 1989) — premios Nebula 1989 y Hugo 1990 por «Las montaсas de la aflicciуn» y premio Analog 1989 por «Laberinto», ambas novelas cortas incluidas en el libro. FRONTERAS DEL INFINITO, NOVA ciencia ficciуn nъmero 44 The Vor Game (septiembre de 1990) —premio Hugo 1991 EL JUEGO DE LOS VOR, NOVA ciencia ficciуn nъmero 57; Barrayar (octubre de 1991) — premios Hugo y Locus 1992 BARRAYAR, NOVA ciencia ficciуn nъmero 60; Mirror Dance (marzo de 1994) — premios Hugo y Locus 1995 DANZA DE ESPEJOS, NOVA ciencia ficciуn nъmero 78; Cetaganda (enero de 1996) CETAGANDA, NOVA ciencia ficciуn nъmero 89 Como ya indicaba en otra de estas presentaciones, Lois McMaster Bujold con sus tres novelas de 1986, tanteу al principio diversos personajes posibles: los padres de Miles en SHARDS OF HONOR, el mismo Miles en EL APRENDIZ DE GUERRERO y la comandante Elli Quinn en ETHAN OF ATHOS. El impresionante йxito popular de EL APRENDIZ DE GUERRERO sumado al gran atractivo de un personaje como Miles Vorkosigan, han llevado a que sea йste quien se haya convertido en el protagonista central y en el personaje emblemбtico de una de las mejores y mбs amenas series de la moderna space opera, un subgйnero esencial en la ciencia ficciуn. No obstante, Bujold ha continuado narrando, por ejemplo, las aventuras de los padres de Miles en BARRAYAR (1991), obteniendo de nuevo el reconocimiento y el favor del pъblico lector. Para algunos comentaristas, como Faren Miller de Locus, CETAGANDA es una obra menor dentro de la serie. Es un juicio posible si se compara esta novela con algunas de las mбs recientes de la serie, por ejemplo BARRAYAR o DANZA DE ESPEJOS, y sobre todo si se mantiene un criterio de «trascendencia» que no comparto. Es cierto que CETAGANDA carece de la riqueza de un personaje como Mark, el clon de Miles y eje de DANZA DE ESPEJOS. Pero nadie puede negar que CETAGANDA mantiene la riqueza de una narraciуn de aventuras y una trama casi policial ambientada en una sociedad extraсa y un tanto incomprensible al igual que ocurrнa, por ejemplo, en BARRAYAR. Dйjenme reivindicar, de pasada, el aspecto lъdico de leer una buena novela policнaca con una ambientaciуn social y tecnolуgica tнpica de la ciencia ficciуn. Porque eso es lo que se encuentra en CETAGANDA, a la que un editor mбs atrevido hubiera titulado, por ejemplo «Ocho sбtrapas» recordando agresivamente a esos «Diez negritos» de Agatha Christie. Gracias a la ingenierнa genйtica, el imperio de Cetaganda estб regido por dos clases hegemуnicas: los imperiales haut y los militares ghem, que recuerdan en cierta forma a los samurais y shoguns del Japуn clбsico. Йse es el entorno social, extraсo y poco conocido de los protagonistas, donde transcurre la acciуn. Una acciуn que tiene mucho de intriga policial y de novela de espнas. Miles y su primo Ivбn, como representantes diplomбticos del imperio de Barrayar, han de asistir al funeral de la recientemente fallecida emperatriz del imperio de Cetaganda. En un entorno social ajeno y extraсo, Miles se involucra (digamos que involuntariamente…) en la polнtica interna de Cetaganda. Deberб actuar con la inteligencia de un experto detective y con la paranoica habilidad de un consumado espнa para resolver un misterioso asesinato y, en definitiva, anular un complot que amenaza la continuidad de todo el programa genйtico de Cetaganda y cuyas consecuencias tambiйn pueden perjudicar a Barrayar. En realidad, cual nuevo Sherlock Holmes de la galaxia, Miles acaba asumiendo la misiуn (que nadie le ha encomendado, por cierto…) de desentraсar un enigma que pone en peligro a todo un imperio. Casi nada. Si es la primera vez que se acercan a las aventuras de los Vorkosigan, les darй, para terminar, la mбs calurosa bienvenida al maravilloso mundo del «bajito» Miles. Si son ustedes lectores asiduos de la serie, reconocerбn conmigo que Lois McMaster Bujold lo ha logrado otra vez. Pasen y diviйrtanse de nuevo. Cetaganda A Jim y Toni 1 — Cуmo era? «La diplomacia es el arte de la guerra llevado a cabo por otros hombres» — preguntу Ivбn— o al revйs? «La guerra es la diplomacia…»? — «Toda diplomacia es una continuaciуn del arte de la guerra por otros medios» — recitу Miles-. Chou En Lai, siglo XX. Tierra. — Ey, quй eres? Un diccionario de citas ambulante? — Yo no, pero el comodoro Tung sн. Colecciona Dichos de Antiguos Sabios Chinos y me obliga a memorizarlos. — Y el viejo Chou, era diplomбtico… o soldado? El teniente Miles Vorkosigan meditу la respuesta. — Supongo que fue diplomбtico. Los cinturones de seguridad de Miles lo sujetaron: se estaban encendiendo los cohetes. El vehivaina personal donde viajaban йl e Ivбn, uno frente al otro en solitario esplendor, se inclinу hacia un costado. Los dos asientos ocupaban los lados del corto fuselaje. Miles estirу el cuello para echar un vistazo por encima de los hombros del piloto: querнa ver el planeta que giraba mбs abajo. Eta Ceta IV, corazуn y mundo madre del floreciente imperio cetagandano. Miles estaba seguro de que ocho planetas desarrollados y el mismo nъmero de dependencias aliadas y gobiernos tнtere podнan ser definidos como un imperio extenso segъn los parбmetros de cualquier observador. Claro que eso no significaba que los ghemlores cetagandanos no quisieran expandirse un poco mбs, a expensas de sus vecinos, a ser posible. Pero a pesar de la gran extensiуn del paнs, las naves militares cetagandanas sуlo podнan pasar de una en una en los saltos de agujero de gusano. Como todo el mundo. El problema era que algunos tenнan naves enormes, mierda. La irisada lнnea nocturna se deslizaba a lo largo del borde del planeta mientras el vehivaina personal seguнa recorriendo las уrbitas que lo llevaban de la nave correo imperial de Barrayar, que acababan de dejar, a la estaciуn de transferencia cetagandana que los esperaba mбs abajo. La noche tenнa un brillo impresionante. Los continentes estaban baсados con una lluvia de motas luminosas, como iluminados por las hadas. Miles tenнa la impresiуn de que era posible leer bajo el brillo de aquella civilizaciуn, como bajo la luz de una luna llena. Barrayar, el planeta madre que compartнa con Ivбn, se le antojaba de pronto como una vasta tela absolutamente negra, con sуlo algunas chispas de ciudades aquн y allб. El bordado de alta tecnologнa de Eta Ceta era claramente… barroco. Sн, una esfera con demasiada ropa encima, como una mujer recargada de joyas. De mal gusto, pensу Miles, tratando de convencerse a sн mismo. No soy un patбn provinciano. No me dejarй impresionar. Soy lord Vorkosigan, noble y oficial. Claro que el teniente lord Ivбn Vorpatril tambiйn lo era, pero eso no llenaba de confianza a Miles. Mirу a su primo, que tambiйn estiraba el cuello, los ojos бvidos, los labios entreabiertos, bebiendo la imagen de su destino, allб abajo. Por lo menos, Ivбn tenнa el aspecto de un oficial diplomбtico: alto, de cabello negro, atildado, una sonrisa fбcil siempre marcada en su atractivo rostro. El uniforme verde de fajina le sentaba de maravilla. La mente de Miles se deslizу, con la insidiosa facilidad de las malas costumbres, a una comparaciуn llena de envidia. Miles tenнa que hacerse los uniformes a medida, y en lo posible trataba de disimular los graves defectos de nacimiento que tantos aсos de tratamientos mйdicos habнan intentado corregir. En realidad, deberнa dar gracias de que los meds hubieran conseguido tanto con tan poco. Despuйs de toda una vida de enfermerнas, medнa un metro cuarenta, era jorobado y de huesos frбgiles, pero todo eso era mejor que tener que esperar a que otra persona lo arrastrara de un lado a otro sobre un carrito de cuatro ruedas. Claro, claro… Sн, ahora podнa estar de pie, caminar, correr si era necesario, con los hierros en las piernas y todo. Seguridad Imperial de Barrayar no le habнa contratado por su belleza, gracias a Dios, sino por su inteligencia. Sin embargo, se le ocurriу la morbosa idea de que lo habнan mandado a ese circo para que la imagen de Ivбn destacara en comparaciуn con la suya. SegImp no le habнa dado ninguna misiуn interesante en Cetaganda a menos que el cortante «Ўy no te metas en lнos!» de Illyan, jefe de Seguridad, pudiera considerarse un encargo secreto. Por otra parte, tal vez habнan mandado a Ivбn sуlo como figurнn, para que Miles pareciera en comparaciуn mбs inteligente. Esta idea lo confortу. Ahн estaba la estaciуn de transferencia orbital, justo a tiempo. Ni siquiera el personal diplomбtico bajaba directamente a la atmуsfera de Eta Ceta. Hubiera significado una trasgresiуn de la etiqueta, y seguramente merecerнa una advertencia administrada con fuego de plasma. Sн, Miles tenнa que admitir que la mayorнa de los mundos civilizados tenнa reglas similares, aunque fuera sуlo para impedir contaminaciones biolуgicas. — Me pregunto si la muerte de la emperatriz viuda se debiу a causas naturales… — dijo Miles, por decir algo. Despuйs de todo, no podнa esperar que Ivбn tuviera una respuesta para eso-. Fue tan repentina… Ivбn se encogiу de hombros. — Era una generaciуn mayor que el Gran Tнo Piotr y eso que йl era viejo de solemnidad. Me ponнa muy nervioso cuando era chico. Lo que dices es una atractiva teorнa paranoica, pero no lo creo. — Lamento decir que Illyan estб de acuerdo contigo, o no nos habrнa dejado venir a nosotros. Hubiera sido mucho menos aburrido si el muerto fuera el emperador, en lugar de una ancianita balbuceante. — Pero entonces no estarнamos aquн — seсalу Ivбn con una lуgica aplastante-. Estarнamos de guardia en un puesto defensivo mientras las facciones de los candidatos discutнan el problema de la sucesiуn en una gran pelea. Esto es mucho mejor. Viajes, vino, mujeres, canciones… — Es un funeral de estado, Ivбn. — La esperanza es lo ъltimo que se pierde, no es cierto? — De todos modos, se supone que debemos limitarnos a observar. Observar e informar. Quй y por quй, no lo sй. Illyan me lo dejу muy claro: espera informes por escrito. Ivбn gruсу. — Cуmo pasй las vacaciones, por el pequeсo Ivбn Vorpatril, veintidуs aсos. Es como volver a la escuela. Miles cumplirнa veintidуs aсos unos meses despuйs que Ivбn. Si esa soporнfera misiуn terminaba a tiempo, Miles volverнa a casa para la fiesta. Serнa un buen cambio. Una idea agradable. Le brillaron los ojos en la oscuridad. — Pero podrнa ser divertido, adornar algunos hechos para Illyan. Por quй redactan todos los informes oficiales en ese estilo seco y aburrido? — se quejу Miles. — Porque los generan cerebros secos y aburridos. Mi primo, el escritor frustrado… No te dejes llevar por el entusiasmo. Illyan no tiene sentido del humor: eso lo descalificarнa para el trabajo. — No estoy tan seguro… — Miles mirу adelante mientras el vehivaina seguнa el vuelo que le habнan asignado como una aguja que borda un dibujo. La estaciуn de transferencia flotу a un costado, vasta como una montaсa, compleja como un diagrama de circuitos-. Hubiera sido interesante conocer a la vieja cuando estaba viva. Esa mujer fue testigo de gran parte de la historia, un siglo y medio de historia. Aunque fuera desde el бngulo un poco extraсo del serrallo de los hautlores. — No habrнan dejado que se le acercaran unos bбrbaros de baja estofa como nosotros… — Mmm. Supongo que no. — El vehivaina se detuvo un instante, y una enorme nave cetagandana marcada con la insignia de uno de los gobiernos de los planetas exteriores pasу por su lado como un fantasma y los adelantу mientras hacнa maniobras con ese cuerpo monstruoso que atracarнa con un cuidado exquisito-. Se supone que todos los gobernadores de las satrapнas de los hautlores (y sus comitivas, claro) se reunirбn aquн para el sepelio. Apuesto a que Seguridad Imperial cetagandana se estб divirtiendo mucho. — Es que si viene un gobernador, supongo que el resto tiene que venir por narices. Para vigilarse mutuamente. — Ivбn enarcу las cejas-. Debe de ser todo un espectбculo. La ceremonia como expresiуn artнstica. Mierda, hasta sonarse la nariz es un arte para los cetagandanos. Seguramente lo hacen para poder burlarse de los demбs cuando se equivocan. La superioridad elevada a la enйsima potencia. — Eso es lo ъnico que me convence de que los hautlores todavнa son humanos: a pesar las manipulaciones genйticas, quiero decir. Ivбn hizo una mueca. — Para mн, un mutante voluntarlo sigue siendo un mutante. — Desde su altura mirу la silueta sъbitamente tensa de su primo, carraspeу y tratу de encontrar algo interesante que ver fuera de la nave. — Eres tan diplomбtico, Ivбn… — dijo Miles a travйs de una sonrisa tensa-. Trata de no desatar una guerra con tu… bocaza, eh? — Una guerra Civil o de cualquier otro tipo. Ivбn se encogiу de hombros para desembarazarse del mal momento. El piloto del vehivaina, un sargento tec de Barrayar enfundado en uniforme de fajina negro, deslizу su pequeсa nave hacia el receptбculo de embarque con exactitud y facilidad. La imagen del exterior se redujo a una penumbra vacнa. Parpadeos de luces de control que les dieron la bienvenida con alegrнa; servofrenos que chillaron cuando los portales de tubo flexible se pusieron paralelos a la nave y se conectaron. Miles soltу los cinturones de seguridad un segundo despuйs que Ivбn: una forma de fingir indiferencia o savoir faire o algo. Ningъn cetagandano iba a descubrirlo con la nariz apretada a la ventanilla como un perrito impaciente. Йl era un Vorkosigan. Pero el corazуn le latнa desbocado. El embajador barrayarйs lo estarнa esperando. Se llevarнa a sus dos huйspedes de alto rango y les indicarнa cуmo seguir adelante. Por lo menos, eso era lo que Miles esperaba y repasу mentalmente los saludos militares y civiles adecuados y el mensaje de su padre, memorizado con tanto cuidado hacнa unos dнas. El cierre dio una vuelta y a la derecha del asiento de Ivбn se abriу la compuerta del costado del casco. Un hombre se precipitу al interior, se detuvo bruscamente frente a la gran llave de la compuerta y los mirу con los ojos muy abiertos, jadeando ansiosamente. Movнa los labios pero Miles no estaba seguro de si lo que oнa era una maldiciуn, una plegaria o un intento de alguna otra cosa. El hombre era viejo pero no frбgil, de hombros anchos y por lo menos tan alto como Ivбn. Usaba lo que Miles clasificу provisionalmente como el uniforme de los empleados de la estaciуn, gris metбlico y malva. Un cabello fino y blanco le flotaba sobre la cabeza, pero el rostro estaba totalmente desprovisto de vello: no tenнa barba, ni cejas, ni siquiera pestaсas. De pronto, puso la mano en el bolsillo izquierdo, sobre el corazуn. — ЎArma! — gritу Miles para advertir a los demбs. El piloto del vehivaina dio un salto, pero aъn se estaba desabrochando los cinturones de seguridad. Miles no estaba fнsicamente equipado para atacar, pero los reflejos de Ivбn eran como una mбquina bien engrasada gracias al entrenamiento y al combate real. Lord Vorpatril ya estaba en movimiento: rotaba sobre su propio punto de contacto con una mano sujeta a un asidero, para interceptar al intruso. El combate cuerpo a cuerpo es siempre increнblemente incуmodo y torpe en caнda libre, en parte porque hay que aferrarse con fuerza al oponente. Los dos hombres terminaron en una lucha directa. El intruso no se aferraba al chaleco, sino al bolsillo derecho del pantalуn de Ivбn, pero йste consiguiу arrebatarle el brillante destructor nervioso de un solo golpe. El destructor se alejу flotando hacia el otro lado de la cabina, convertido en amenaza para todos los que se encontraban a bordo. A Miles siempre lo habнan aterrorizado los destructores nerviosos, pero nunca como proyectiles. Tuvo que dar dos saltos retorcidos para poder atraparlo en el aire sin que se disparara accidentalmente ni lastimara a Ivбn. El arma era pequeсa, pero estaba cargada y era mortal. Mientras tanto, Ivбn habнa pasado detrбs del viejo y trataba de aferrarlo por los brazos. Miles aprovechу el momento para hacer un intento de apoderarse de la segunda arma. Abriу el chaleco malva y buscу el bulto dentro del bolsillo interno. Se le cerraron los dedos sobre un cilindro corto que identificу como una picana. El hombre gritу y se sacudiу violentamente. Muy asustado y no del todo seguro de lo que habнa hecho, Miles se alejу de la pareja de luchadores con un empujуn y se escondiу con prudencia detrбs del piloto. El alarido mortal del hombre le hizo pensar que tal vez le habнa sacado al viejo la fuente de energнa del corazуn artificial o algo asн, pero su enemigo seguнa peleando, asн que no podнa ser tan fatal como parecнa. El intruso se zafу de la presa de Ivбn y retrocediу hacia la compuerta. De pronto, se produjo una de esas extraсas pausas que se dan a veces en combate cerrado y todos trataron de recuperar el aliento y controlar el flujo de adrenalina al riego sanguнneo. El viejo mirу el puсo de Miles, cerrado sobre el cilindro, y su expresiуn cambiу de miedo a… acaso esa mueca era un gesto de triunfo? Claro que no, imposible… Inspiraciуn y locura, entonces? Solo contra muchos ahora que el piloto se habнa unido a la refriega, el intruso retrocediу, se tambaleу hacia el tubo flexible y se dejу caer en el compartimiento de embarque que habнa detrбs. Miles corriу torpemente para seguir a Ivбn, que habнa empezado la persecuciуn, y llegу justo a tiempo para ver cуmo el intruso, de pie en el campo de gravedad artificial de la estaciуn, levantaba la bota y golpeaba a su primo en el pecho. El joven retrocediу hacia el portal. Para cuando Miles e Ivбn lograron desengancharse uno de otro y el ladeo de Ivбn dejу de ser alarmante, el viejo ya habнa desaparecido. Los pasos se oнan cada vez mбs lejanos en el compartimiento. Quй salida habнa…? El piloto del vehivaina, despuйs de asegurarse de que sus pasajeros estaban temporalmente a salvo, se apresurу a contestar la alarma de su comu. Ivбn se levantу, se sacudiу y mirу a su alrededor. Miles lo imitу. Estaban en un compartimiento de carga, pequeсo, sucio, mal iluminado. — Si йse era el inspector de aduanas, estamos en un buen lнo — dijo Ivбn. — Me pareciу que iba a dispararnos — dijo Miles. — Pero gritaste antes de ver el arma. — No fue por el arma. Fueron los ojos. Tenнa la mirada de quien estб a punto de hacer algo que lo asusta muchнsimo. Y sн que sacу el arma. — Despuйs de que le saltamos encima, Miles. Quiйn sabe lo que iba a hacer? Miles girу sobre sus talones y examinу el entorno con mбs atenciуn. No habнa ni un ser humano a la vista, ni un cetagandano, ni un barrayarйs, absolutamente nadie. — Algo anda muy mal aquн. Alguien estб en el lugar equivocado, йl o nosotros. Este compartimiento sucio no puede ser el puerto del vehivaina. Quiero decir, dуnde estб el embajador de Barrayar? Y la guardia de honor? — Y la alfombra roja y las bailarinas? — suspirу Ivбn-. Pero si ese hombre hubiera querido asesinarte o secuestrar el vehivaina, deberнa haber entrado con el destructor nervioso en la mano. — No era un inspector de aduanas. Mira los monitores — seсalу Miles. Dos transmisores de vнdeo, colocados estratйgicamente en las paredes cercanas, colgaban del revйs en el aire, arrancados de cuajo-. Los anulу antes de abordar. No entiendo. Los de Seguridad de la estaciуn deberнan haber caнdo como moscas… Y si lo que andaban buscando era el vehнculo, y no a nosotros? Quй te parece? — Te querнan a ti, Miles. Nadie me perseguirнa a mн… — Ese hombre parecнa mбs asustado que nosotros. — Miles reprimiу un suspiro y deseу que el corazуn le latiera un poco mбs lento. — Habla por ti mismo — aclarу Ivбn-. A mн me asustу mucho, te lo aseguro. — Estбs bien? — preguntу Miles, un poco tarde-. Quiero decir, tienes algъn hueso roto o algo asн? — Estoy bien… y tъ? — Yo estoy bien. Ivбn echу una mirada a Miles, quien tenнa el destructor nervioso en la mano derecha y el cilindro en la izquierda. Arrugу la nariz. — Cуmo has terminado con todas las armas en la mano? — No… no sй… realmente… — Miles deslizу el pequeсo destructor nervioso en el bolsillo del pantalуn y sostuvo el cilindro misterioso bajo la luz-. Al principio creн que era una especie de picana, pero no. Es algo electrуnico, pero no reconozco el diseсo. — Una granada — sugiriу Ivбn-. Una bomba de tiempo. Pueden darle el aspecto que quieran, ya sabes… — No lo creo. — Seсores. — El piloto del vehivaina sacу la cabeza a travйs de la compuerta-. El control de vuelo de la estaciуn nos prohнbe que atraquemos aquн. Nos dicen que esperemos fuera. Quieren que salgamos inmediatamente. — Ya sabнa yo que no podнa ser el lugar correcto — dijo Ivбn. — Pero son las coordenadas que me dieron, seсor — objetу el piloto, un poco molesto. — No es culpa suya, sargento, estoy seguro — lo calmу Miles. — Las уrdenes de control de vuelo han sido tajantes. — La cara del sargento estaba tensa-. Por favor, seсores… Obedientes, Miles e Ivбn subieron otra vez al vehivaina. Miles volviу a ajustarse los cinturones con un gesto automбtico mientras en su cabeza se desataba un torbellino de suposiciones, tratando de encontrar una explicaciуn para esa extraсa bienvenida en Cetaganda. — Creo que deliberadamente desalojaron esta secciуn de la estaciуn — decidiу en voz alta-. Te apuesto dуlares betaneses a que la Seguridad cetagandana estб haciendo una bъsqueda cuidadosa de ese sujeto. Un fugitivo, por el amor de Dios. — Ladrуn, asesino, espнa? Las posibilidades eran tentadoras. — De todos modos, estaba disfrazado — dijo Ivбn. — Cуmo lo sabes? Ivбn se sacudiу unos pelos finos y blancos de la manga. — Esto no es pelo de verdad. — En serio? — Miles estaba encantado. Examinу el mechуn que le tendнa Ivбn desde el otro lado del pasillo. Un lado estaba pegoteado de adhesivo-. Ajб… El piloto recibiу las nuevas coordenadas; el vehivaina flotaba ahora en el espacio a unos cien metros de la fila de compartimentos de embarque. No habнa otros vehivainas visibles. — Informo de este incidente a las autoridades, seсores? — El sargento estirу la mano hacia los controles del comu. — Espere — dijo Miles. — Seсor? — El piloto lo mirу por encima del hombro con expresiуn dubitativa-. Creo que deberнamos… — Espere a que nos pregunten. Despuйs de todo, no es cosa nuestra cubrir los errores de la Seguridad cetagandana, no le parece? Que se preocupen ellos. El asunto no nos concierne. El piloto esbozу una breve mueca y la suprimiу enseguida, pero habнa sido suficiente: Miles supo que lo habнa convencido. — Sн, seсor — dijo el hombre, tomбndolo como una orden y por lo tanto, como responsabilidad de lord Miles. No tenнa nada que decir, йl no era mбs que un simple sargento tec -. Lo que usted diga, seсor. — Miles — musitу Ivбn-, quй estбs haciendo, Dios mнo? — Observando— dijo Miles, severo-. Quiero ver la eficacia de Seguridad de esta estaciуn cetagandana. Creo que Illyan querrнa que hiciйramos eso, no te parece? Ah, no te preocupes… ya verбs cуmo vienen a interrogarnos y a llevarse todo esto, pero asн al menos conseguirй algo de informaciуn. Tranquilo, Ivбn. Ivбn se acomodу en el asiento, y su aire de preocupaciуn se fue disipando a medida que transcurrнan los minutos sin otra interrupciуn que el aburrimiento del viaje en el pequeсo vehivaina. Miles examinу sus tesoros. El destructor nervioso era civil, cetagandano, de gran calidad. El hecho de que no fuera militar era raro: los cetagandanos no alentaban la posesiуn de armas personales letales entre la poblaciуn civil. Pero ese aparato no tenнa insignias especiales que lo identificaran como el juguete de algъn ghemlord. Era simple y funcional, con el tamaсo perfecto para llevarlo escondido. El cilindro corto era todavнa mбs raro. Incrustado en su carcasa transparente habнa una pieza brillante para parecнa simplemente decorativa; Miles estaba seguro de que un examen microscуpico le revelarнa una gran densidad de circuitos. Uno de los extremos del aparato era simple, el otro estaba cubierto con un sello. — Seguro que esto sirve para insertarlo en alguna parte — le dijo a Ivбn, dando vueltas el cilindro a la luz. — Tal vez es un consolador — se burlу Ivбn. Miles soltу un resoplido. — Con los ghemlores…, quiйn puede estar seguro? Pero no, no lo creo. El sello de la tapa tenнa la forma de un pбjaro con garras, de aspecto peligroso. En el centro de la figura brillaban lнneas metбlicas, conexiones de circuitos. En algъn lugar, alguien tenнa la pareja, una forma de ave con el pico abierto en un grito, un esquema lleno de cуdigos que liberarнa la tapa para descubrir… quй? Otro esquema de cуdigos? Una llave para una llave… Era algo extraordinariamente elegante. Miles sonriу, fascinado. Ivбn lo observу, inquieto. — Vas a devolverlo, verdad? — Claro que sн, si me lo piden. — Y si no te lo piden? — Si no me lo piden, pienso quedбrmelo como recuerdo. Es demasiado bonito para tirarlo. Tal vez me lo lleve a casa, se lo regale a Illyan para que sus enanos de laboratorio de decodificaciуn jueguen con йl como ejercicio. Un jueguecito que les llevarб un aсo por lo menos. No es cosa de aficionados, hasta yo me doy cuenta. Antes de que Ivбn pudiera poner en palabras sus objeciones, Miles se abriу la guerrera y deslizу el aparato dentro del bolsillo que tenнa junto al pecho. Ojos que no ven, corazуn que no siente. — Pero… te gustarнa quedarte con йste? — preguntу y entregу a Ivбn el destructor nervioso. Ivбn querнa quedбrselo, eso era evidente. Aplacado por la divisiуn del botнn, cуmplice del crimen ahora, Ivбn hizo desaparecer el arma en su guerrera. Esa presencia secreta y siniestra junto a su pecho, calculaba Miles, servirнa para mantener a su primo amable y preocupado en el siguiente encuentro con las autoridades. Por fin, control de trбnsito de la estaciуn los enviу hacia otro muelle. Atracaron en un compartimiento para vehivainas situado a dos puestos del que les habнan asignado antes. Esta vez, la puerta se abriу sin incidentes. Ivбn dudу un instante y saliу por el tubo flexible. Miles lo siguiу. Seis hombres los esperaban en una cбmara gris casi idйntica a la primera, aunque mбs limpia y mejor iluminada. Miles reconociу inmediatamente al embajador barrayarйs. Lord Vorob'yev era un hombre sуlido, macizo, de unos sesenta aсos estбndar, ojos atentos, sonriente y contenido. Usaba un uniforme de la Casa Vorob'yev, color burdeos con galones negros, bastante formal para la ocasiуn, en opiniуn de Miles. Estaba flanqueado por cuatro guardias en uniforme de fajina verde de Barrayar. Dos oficiales de la estaciуn cetagandana, en uniformes malva y gris de estilo similar pero mбs complejo que el del intruso, esperaban de pie un poco apartados de los barrayareses. Sуlo dos hombres de la estaciуn? Dуnde estaba la policнa civil, los de inteligencia militar cetagandana o por lo menos agentes secretos de alguna de las facciones ghem? Dуnde estaban las preguntas que Miles habнa previsto y los encargados de hacerlas? De pronto, se descubriу saludando al embajador Vorob'yev como si nada hubiera pasado, tal como habнa ensayado en un principio. Vorob'yev pertenecнa a la generaciуn del padre de Miles y en realidad habнa sido su emisario cuando el conde Vorkosigan todavнa era Regente. Hacнa ya seis aсos que Vorob'yev tenнa ese conflictivo puesto, desde el momento en que habнa abandonado la carrera militar para dedicarse al servicio Imperial como civil. Miles resistiу un deseo de saludarlo militarmente. Transformу ese deseo en una grave inclinaciуn de cabeza. — Buenas tardes, lord Vorob'yev. Mi padre le manda sus saludos personales y estos mensajes. Entregу el disco diplomбtico sellado, acto que uno de los oficiales cetagandanos anotу en su informe. — Seis bultos en el equipaje? — inquiriу el cetagandano con un gesto de cabeza. El piloto del vehivaina terminу de apilarlos sobre la plataforma flotante, hizo la venia a Miles y volviу a su nave. — Sн, eso es todo — dijo Ivбn. Ivбn parecнa nervioso y alerta, intensamente consciente del objeto que llevaba en el bolsillo, pero al parecer el oficial cetagandano no sabнa interpretar la expresiуn de su primo tan bien como Miles. El cetagandano hizo un gesto, el embajador mirу a los guardias y asintiу. Dos de ellos se separaron del resto para acompaсar al equipaje en su viaje a travйs de la inspecciуn de la estaciуn. El cetagandano volviу a sellar el puerto y se llevу la plataforma flotante. Ivбn la mirу ir con ansiedad. — Nos lo devolverбn todo? — Tardarбn un tiempo. Siempre se producen algunos retrasos, aunque las cosas vayan segъn las reglas — dijo Vorob'yev con tranquilidad-. Han tenido buen viaje, caballeros? — Totalmente normal — dijo Miles antes de que Ivбn pudiera abrir la boca-. Hasta que llegamos aquн. Es normal que los visitantes de Barrayar entren por este puerto de embarque, o nos asignaron a este lugar por alguna otra razуn? — Mientras hablaba, no perdнa de vista al otro oficial cetagandano para ver cуmo reaccionaba. Vorob'yev sonriу con amargura. — Hacernos entrar por la puerta de servicio es una forma de jugar con nosotros, de reafirmar el estatus de Cetaganda. Tiene usted razуn, es un insulto premeditado para distraernos. Yo dejй de distraerme hace aсos y le recomiendo que usted haga lo mismo. El cetagandano no reaccionу. Vorob'yev lo trataba con menos respeto que a un mueble, consideraciуn que el cetagandano retribuнa actuando como un mueble. Parecнa un ritual. — Gracias, seсor. Acepto su consejo. Ah… usted tambiйn se retrasу? Nosotros sн. Nos dieron permiso para atracar una vez y despuйs nos hicieron repetir la maniobra. — La circulaciуn estб particularmente conflictiva en el dнa de hoy. Considйrense afortunados, seсores. Por aquн, por favor. Ivбn mirу a Miles con desesperaciуn mientras Vorob'yev se daba la vuelta y Miles meneу la cabeza, un gesto breve. Espera… Guiados por el oficial de la estaciуn cetagandana, que avanzaba al frente con rostro inexpresivo, y flanqueados por los guardias de la embajada, los dos jуvenes acompaсaron a Vorob'yev hacia arriba. Cruzaron varios niveles. El transbordador planetario de la embajada de Barrayar estaba esperбndolos en un verdadero compartimiento de embarque de pasajeros. Tenнa una sala de espera VIP como Dios manda con sistema de gravedad en el tubo flexible para que nadie tuviera que flotar durante el embarque. La escolta cetagandana se quedу allн. Una vez a bordo, el embajador pareciу un poco mбs relajado. Acompaсу a Miles e Ivбn hasta unos asientos lujosamente tapizados alrededor de una mesa de comuconsola. Hizo un gesto con la cabeza y un guardia les ofreciу bebidas mientras esperaban el permiso de salida y el equipaje. Siguiendo los consejos de Vorob'yev aceptaron un vino barrayarйs de una cosecha particularmente suave. Miles apenas si tomу un sorbo — querнa tener la cabeza despejada-; Ivбn y el embajador hablaron sobre el viaje y sobre amistades comunes. Al parecer, Vorob'yev conocнa personalmente a la madre de Ivбn. Miles ignorу la silenciosa invitaciуn de Ivбn a sumarse a la charla y tal vez contarle a lord Vorob'yev la aventurita con el intruso… eh? Por quй no estaban con ellos las autoridades cetagandanas? Por quй no los interrogaban? Miles repasaba explicaciones y argumentos con la mente aturdida. Fue una trampa y yo acabo de morder el anzuelo, y estбn dejando que el guiуn siga adelante. Considerando lo que sabнa de los cetagandanos, Miles ponнa esa posibilidad como primera de la lista. O tal vez es cuestiуn de tiempo y van a llegar en cualquier momento… O mбs adelante. Primero tendrнan que capturar al fugitivo y hacer que soltara su versiуn del encuentro. Eso podнa requerir tiempo, sobre todo si el hombre… bueno… estaba inconsciente por el arresto o estaba bajo los efectos de una picana. Si es que era un fugitivo… Si es que las autoridades de la estaciуn lo estaban buscando en la zona de embarque… Si… Miles estudiу la copa de cristal que tenнa entre las manos, sorbiу un poco del lнquido rubн y sonriу a Ivбn con amabilidad. El equipaje y los guardias llegaron justo cuando terminaban las copas: Vorob'yev sabнa calcular el tiempo, pensу Miles. Cuando el embajador se levantу para supervisar la carga del equipaje y la partida, Ivбn se inclinу sobre la mesa para susurrarle a Miles con urgencia: — No piensas decнrselo? — Todavнa no. — Por quй? — Tanta prisa tienes por deshacerte de ese destructor nervioso? La embajada te lo quitarнa inmediatamente, igual que los cetagandanos, supongo. — A la mierda con eso. Quй estбs planeando? — No… no estoy seguro. Todavнa. — Las cosas no se desarrollaban como йl habнa esperado. Habнa esperado intercambios irritados con varias autoridades cetagandanas. Habнa esperado que las autoridades lo obligaran a devolver sus tesoros y poder cambiarlos por informaciуn, revelada consciente o inconscientemente. No era culpa suya que los cetagandanos no estuvieran haciendo bien el trabajo. — Por lo menos tenemos que informar de esto al asesor militar de la embajada. — Informar, sн. Pero no al asesor. Illyan me dijo que si tenнamos problemas, quiero decir el tipo de problemas de nuestro departamento, tenнa que dirigirme a lord Vorreedi. Tiene el puesto de oficial de protocolo, pero es un coronel SegImp y jefe de SegImp en Cetaganda. — Y los cetagandanos no se dan cuenta? — Claro que sн. Como nosotros sabemos quiйn es quiйn en la embajada de Cetaganda en Vorbarr Sultana. Es una ficciуn legal, parte de un juego de cortesнa… No te preocupes, yo me encargo de todo. — Miles suspirу para sн. Suponнa que lo primero que harнa el coronel serнa sacarlo del flujo de informaciуn. Y no se atrevнa a explicarse la razуn por la que sentнa que eso no estarнa bien. Ivбn se sentу otra vez, provisionalmente en silencio. Sуlo provisionalmente. Miles estaba seguro de eso. Vorob'yev tambiйn se acomodу en el asiento y ajustу el cinturуn de seguridad. — Eso es todo, seсores. Nadie ha tocado sus posesiones y nadie ha aсadido nada. Bienvenidos a Eta Ceta IV. No hay ceremonias oficiales que requieran su presencia hoy, pero si no estбn demasiado cansados esta noche la embajada marilacana ofrece una recepciуn informal para la comunidad extranjera y sus augustos visitantes. Les recomiendo que asistan. — Nos lo recomienda? — dijo Miles. Cuando una persona con una carrera tan larga y distinguida como la de Vorob'yev hacнa una recomendaciуn, habнa que tomarla en cuenta. — En las prуximas semanas, tratarбn con muchas de estas personas — dijo Vorob'yev-. La reuniуn puede ofrecerles una buena orientaciуn. — Y quй nos ponemos? — preguntу Ivбn. Cuatro de las seis maletas que venнan de la aduana eran suyas. — Uniforme de fajina verde, por favor — dijo Vorob'yev-. La ropa es un lenguaje cultural en todas partes, eso es cierto, pero que aquн constituye prбcticamente un cуdigo secreto. Resulta bastante difнcil moverse entre los ghemlores sin cometer un error. Entre los hautlores, es casi imposible no equivocarse. Los uniformes siempre son correctos, o por lo menos no definen a quien los lleva, ya que no implican un acto de elecciуn. Ya le pedн a mi oficial de protocolo que les hiciera una lista de los uniformes que deben usar en cada acto. Miles suspirу aliviado; Ivбn parecнa levemente desilusionado. Con los siseos y ruidos metбlicos de siempre, los tubos flexibles se replegaron y el transbordador se separу de la estaciуn. Ninguna autoridad furiosa subiу por la compuerta en plan de arresto, ninguna comunicaciуn urgente detuvo al embajador ni lo sacу corriendo por el tubo. Miles considerу una tercera explicaciуn. Nuestro intruso desapareciу, lo consiguiу. Las autoridades de la estaciуn no saben nada. Nadie lo sabe. Excepto, por supuesto, el intruso. Miles mantuvo la mano quieta y no tocу el bulto que llevaba escondido en la guerrera. No sabнa quй era ese artefacto, pero fuera lo que fuese, el individuo sabнa que Miles lo tenнa. Sin duda podнa averiguar quiйn era Miles. Tengo un hilo que conduce hasta ti ahora. Si dejo que las cosas sigan adelante, algo tiene que volver por ese hilo hasta mi mano, no es cierto? El asunto podнa transformarse en un bonito ejercicio de inteligencia/contrainteligencia, mejor que las maniobras porque era real. No habнa un censor acechando con una lista de respuestas correctas, grabando los errores para analizarlos mбs tarde en interminables sesiones. Una buena prбctica. En algъn momento de su carrera militar, el oficial tenнa que dejar de obedecer las уrdenes y empezar a generarlas. Miles querнa el ascenso a capitбn de SegImp, ah, sн… lo querнa. Podrнa convencer a Vorreedi de que lo dejara jugar con el rompecabezas, a pesar de las obligaciones diplomбticas del coronel? Miles entornу los ojos en un gesto de anticipaciуn mientras la nave descendнa hacia la nebulosa atmуsfera de Eta Ceta. 2 Miles caminaba a medio vestir por el gran salуn de recepciуn que le habнa asignado la embajada de Barrayar con el cilindro brillante entre las manos. — Bueno, ellos quieren que yo tenga esto… pero se supone que debo guardarlo aquн, o debo llevarlo siempre encima? Ivбn puso los ojos en blanco. Se habнa vestido cuidadosamente con la guerrera de cuello alto, los pantalones ajustados y las botas de media caсa de otro uniforme verde informal. — Dejarбs ya de manosear esa cosa y te vestirбs de una vez? Llegaremos tarde. Tal vez es una pesa de cortina, una pesa muy rebuscada, y lo que quieren es que te vuelvas loco tratando de encontrar un significado. Cualquier significado, siempre que sea profundo y siniestro, claro. O quieren que yo me vuelva loco escuchбndote. Una bromita pesada de algъn ghemlord. — Yo dirнa que es una bromita pesada particularmente sutil. — Lo cual no significa que йsa no sea la explicaciуn correcta. — Ivбn se encogiу de hombros. — No. — Miles frunciу el ceсo y cojeу hasta la comuconsola. Abriу el cajуn superior y buscу una estilo y un taco de hojas de plбstico con el sello real. Arrancу una hoja y la apretу contra la figura del cabezal del cilindro, luego pasу la estilo sobre el dibujo, un esquema rбpido, exacto y a escala. Tras un momento de duda, dejу el cilindro en el cajуn con el taco y cerrу el cajуn de nuevo. — No me parece un buen escondite — comentу Ivбn-. Si es una bomba, tal vez deberнas colgarlo de la ventana. No por ti… por los demбs. — No es una bomba, mierda. Y ya he pensado en cientos de escondites pero no se me ocurre ninguno a prueba de rastreadores, asн que no tiene sentido. Deberнa estar en una caja negra forrada de plomo, pero da la casualidad que no me he traнdo ninguna. — Te apuesto lo que quieras a que los de la embajada tienen una abajo — dijo Ivбn-. No ibas a confesar? — Sн, pero desgraciadamente lord Vorreedi no estб en la ciudad. No me mires asн, no he tenido nada que ver con eso. Vorob'yev me dijo que el hautlord a cargo de una de las estaciones de salto de Eta Ceta embargу una nave mercante registrada en Barrayar y a su capitбn por infracciones a las normas de importaciуn. — Contrabando? — dijo Ivбn, interesado. — No, alguna enrevesada regla tнpicamente cetagandana. Con impuestos y pagos obligatorios. Y multas. Y un nivel de causticidad que ya se estб volviendo asintуtico. Una de las metas de nuestro gobierno es normalizar las relaciones comerciales y aparentemente Vorreedi sabe cуmo tratar y diferenciar a ghemlores y hautlores, asн que Vorob'yev le pidiу que se ocupara del asunto mientras йl estб clavado aquн con los deberes ceremoniales. Volverб maсana. O pasado maсana. Mientras tanto, no creo que haga ningъn mal en ver hasta dуnde puedo llegar solo. Si no aparece nada interesante, le paso el asunto a SegImp apenas llegue Vorreedi… Ivбn entornу los ojos y procesу la informaciуn. — Ah, sн? Y si aparece algo interesante? — Bueno, claro, en ese caso tambiйn… — Ya se lo contaste a Vorob'yev? — No exactamente. No. Mira, Illyan dijo que se lo contara a Vorreedi, asн que no confiarй en nadie mбs. Yo me ocupo de eso apenas vuelva. — Ya te dije que se estб haciendo tarde, Miles — insistiу Ivбn. — Sн, sн… — Miles se tendiу en la cama, luego se sentу y frunciу el ceсo mirando los aparatos ortopйdicos, que lo esperaban-. Necesito tiempo para reemplazar los huesos de mis piernas. Me he cansado de lo orgбnico, ya es hora de pasar al plбstico. Tal vez los convenza de que me agreguen unos centнmetros ya que estбn en eso. Si hubiera sabido que tendrнa todo este tiempo libre, habrнa organizado la cirugнa y ahora estarнa recuperбndome en lugar de venir aquн a ser un adorno. — Quй desconsideraciуn por parte de la emperatriz. Tendrнa que haberte mandado una nota y advertirte que se iba a caer muerta en cualquier momento — se burlу Ivбn-. Serб mejor que te pongas todo eso. Si te tropiezas con el gato de la embajada y te rompes las piernas, tнa Cordelia me echarб las culpas. Otra vez. Miles gruсу pero no demasiado fuerte. Ivбn tambiйn interpretaba sus reacciones perfectamente. Se cerrу la protecciуn alrededor de las piernas cubiertas de moretones, pбlidas, tantas veces aplastadas. Por lo menos los pantalones del uniforme disimulaban esa debilidad. Se puso la guerrera, sellу las botas cortas bien lustradas, repasу el peinado en el espejo y siguiу al impaciente Ivбn, que ya esperaba en la puerta. Al pasar, deslizу la hoja con el dibujo dentro del bolsillo del pantalуn y se detuvo en el corredor para volver a cerrar la puerta con la palma de la mano. Un gesto algo fъtil: como agente entrenado de SegImp, el teniente Vorkosigan sabнa que las llaves de palma son poco fiables. A pesar de la impaciencia de Ivбn, o tal vez gracias a ella, llegaron al vestнbulo casi al mismo tiempo que el embajador Vorob'yev, que se habнa puesto otra vez el uniforme granate y negro de la Casa. Miles tenнa la sensaciуn de que el embajador no se preocupaba demasiado por la ropa. Vorob'yev condujo a los dos jуvenes hacia el auto de superficie de la embajada, que los estaba esperando. Los tres se hundieron en la suavidad del tapizado. Vorob'yev tuvo la deferencia de sentarse en el asiento que miraba hacia atrбs. Quedу ubicado frente a sus huйspedes oficiales. El conductor y un guardia ocupaban el compartimiento anterior. El auto funcionaba bajo el control del ordenador de la red urbana pero el conductor estaba siempre alerta en el control manual para resolver cualquier emergencia. La cubierta del auto se cerrу y se deslizaron hacia la calle. — Esta noche pueden considerar la embajada marilacana como territorio neutral, caballeros — les aconsejу Vorob'yev-. Disfrъtenlo, pero no demasiado. — Habrб muchos cetagandanos — preguntу Miles— o es una fiesta para extranjeros? — Ningъn hautlord, por supuesto — dijo Vorob'yev-. Estбn todos en una de las ceremonias privadas por la muerte de la emperatriz, junto con algunos de los lнderes mбs encumbrados de los clanes ghem. Los ghemlores de rango mбs bajo no tienen obligaciones y seguramente asistirбn a la fiesta porque el mes de duelo ha reducido sus oportunidades de vida social. Los marilacanos han aceptado mucha «ayuda» cetagandana en los ъltimos aсos, un acuerdo del que en mi opiniуn acabarбn arrepintiйndose. Suponen que Cetaganda no serб capaz de atacar a un aliado. El auto de superficie subiу por una rampa, doblу una esquina y les ofreciу una breve imagen de un valle brillante lleno de edificios altos, unidos por tubos y caminos transparentes que brillaban bajo el crepъsculo. La ciudad parecнa infinita y ni siquiera estaban en el centro. — Los marilacanos estбn prestando poca atenciуn a sus propios mapas de nexos de agujeros de gusano — siguiу diciendo Vorob'yev-. Creen que ocupan una frontera natural. Pero si Marilac estuviera directamente bajo el dominio de Cetaganda, el siguiente salto los llevarнa a Amanecer Zoave, todas sus rutas quedarнan cruzadas y por lo tanto podrнan acceder a una regiуn nueva para la expansiуn. La situaciуn de Marilac con respecto a Amanecer Zoave es la misma que tenнa Vervain con respecto al Centro Hegen, y todos sabemos lo que pasу ahн. — Vorob'yev esbozу una mueca de ironнa-. Y encima, Marilac no cuenta con ningъn vecino interesado capaz de organizar un rescate como el que encabezу su padre en Vervain, lord Vorkosigan. Es tan fбcil organizar provocaciones e incidentes… El respingo de alerta que recorriу el pecho de Miles se desvaneciу muy pronto. No habнa ningъn significado secreto o personal en los comentarios de Vorob'yev. Todo el mundo conocнa el papel polнtico-militar del almirante conde Aral Vorkosigan en la creaciуn de la rбpida alianza y el fulminante contraataque que habнan terminado con la invasiуn cetagandana de los saltos de agujero de gusano dominados por Vervain en el camino hacia el Centro Hegen. Lo que nadie sabнa era el papel que habнa tenido el agente de SegImp Miles Vorkosigan en la oportuna llegada del almirante al Centro Hegen. Y como nadie lo sabнa, nadie le daba crйdito. Ey, hola, soy un hйroe pero no puedo decir por quй. Es un secreto de Estado. Para Vorob'yev y casi para todo el mundo, el teniente Miles Vorkosigan era un oficial mбs de SegImp, con un padre de tendencias nepotistas que lo escondнa del mundo enviбndolo lejos a cumplir misiones de rutina. Un mutante. — Yo pensй que el golpe de la Alianza Hegen habнa sido lo bastante radical y sangriento como para que los ghemlores se quedaran tranquilos por un tiempo — dijo Miles-. Con todo el partido expansionista de los ghemoficiales en retirada y el ghemgeneral Estanis muerto por propia mano… fue por propia mano, verdad? — Un suicidio involuntario… sн — dijo Vorob'yev-. Estos suicidios polнticos cetagandanos pueden resultar muy confusos cuando el actor principal no quiere cooperar. — Treinta y dos heridas en la espalda… el peor caso de suicidio de la historia — murmurу Ivбn, claramente fascinado por los rumores que corrнan al respecto. — Exactamente, milord. — Vorob'yev entornу los ojos en un gesto seco y divertido-. Pero debido a las inseguras y cambiantes relaciones entre los ghemcomandantes y las distintas facciones secretas de hautlores, esas operaciones se desmienten con una frecuencia sorprendente. En este momento, la versiуn oficial para la invasiуn a Vervain es que se tratу de una desgraciada aventura sin autorizaciуn. Los oficiales que cometieron el error ya han recibido su castigo, muchas gracias. — Y cуmo describen la invasiуn cetagandana de Barrayar en tiempos de mi abuelo? — preguntу Miles-. Reconocimiento? Prueba de fuerza? — Cuando la mencionan, sн. — Una prueba de fuerza de veinte aсos? — preguntу Ivбn, sonriendo. — No suelen entran en detalles conflictivos. — Expuso usted a Illyan su punto de vista sobre las ambiciones cetagandanas en cuanto a Marilac? — preguntу Miles. — Sн, tenemos a su jefe perfectamente informado. Pero en la actualidad no se produce ningъn movimiento, nada que apoye mi teorнa… Por ahora, me limito a razonar. SegImp vigila los indicadores principales y nos mantiene al corriente. — No estoy… en eso — dijo Miles-. A pesar de que necesitarнa saberlo y todo eso… — Pero supongo que entiende el panorama estratйgico de la cuestiуn. — Ah, sн, eso sн. — Y… los rumores de las clases altas no siempre estбn tan guardados como debieran. Ustedes dos tal vez oigan algo interesante en la fiesta de hoy. Informen al jefe de protocolo, el coronel Vorreedi. Йl tambiйn les proporcionarб informaciуn en cuanto vuelva. Que йl decida despuйs quй es importante y quй no. — Control. Miles hizo un gesto a Ivбn, quien se encogiу de hombros como si reconociera la verdad de lo que habнa dicho su primo-. Ah, y traten de no soltar mбs informaciуn de la que reciban, eh? — Bueno, yo estoy tranquilo — dijo Ivбn-. No sй nada. — Sonriу con alegrнa. Miles tratу de no hacer una mueca de vergьenza o mascullar algo como Eso ya lo sabemos, Ivбn. Todas las delegaciones de los planetas exteriores se alojaban en la misma secciуn de la capital, asн que el viaje fue corto. El auto de superficie descendiу a nivel de la calle y redujo la velocidad. Entrу en el garaje del edificio de la embajada marilacana y se detuvo frente a una entrada profusamente iluminada, un escenario que parecнa menos subterrбneo de lo que era gracias a las superficies de mбrmol y las plantas decorativas que colgaban en tubos o macetas. El auto se abriу. Los guardias de la embajada de Marilac se inclinaron frente al grupo barrayarйs, que se dirigiу hacia los tubos elevadores. Ademбs de hacer reverencias, habнan examinado a los invitados discretamente con los rastreadores, de eso no cabнa duda alguna. Era evidente que Ivбn habнa tenido el acierto de dejar el destructor nervioso en el cajуn de su escritorio. Salieron del tubo elevador a un vestнbulo ancho que daba a varios niveles de бreas pъblicas conectadas, ya ocupadas por los invitados. El volumen de las conversaciones era alto e invitador. En el centro de la habitaciуn destacaba una gran escultura multimedia, una escultura real, no una proyecciуn. Una cascada de agua brillante caнa por una fuente que parecнa una montaсa pequeсa surcada de senderos por los que se podнa transitar. Unos copos irisados se arremolinaban en el aire sobre aquel laberinto en miniatura formando tъneles delicados. Por el color verde, Miles supuso que representaban las hojas de los бrboles de la Tierra incluso antes de acercarse lo suficiente como para distinguir los detalles realistas. En ese momento, los colores empezaron a cambiar, y pasaron de veinte verdes diferentes a amarillos, dorados, rojos y cobrizos brillantes. A medida que giraban parecнan formar esquemas fugaces, caras y cuerpos humanos, sobre un fondo de sonidos vibrantes como el de los carillones de viento. Pretendнan que hubiera caras y mъsica, o era sуlo un truco para que el cerebro del espectador proyectara imбgenes coherentes sobre el azar absoluto? Esa incertidumbre sutil atrajo a Miles. — Eso es nuevo — comentу Vorob'yev, atraнdo tambiйn-. Muy bonito… Eh, buenas noches, embajador Bernaux. — Buenas noches, lord Vorob'yev. — El anfitriуn de cabello plateado intercambiу una cordial inclinaciуn de cabeza con su colega de Barrayar-. Sн, nos gustу bastante. Es un regalo de un ghemlord local. Todo un honor. Se llama «Hojas de otoсo». Mi personal de cуdigos estuvo tratando de descifrar el nombre durante medio dнa y finalmente decidieron que significaba «Hojas de otoсo». Los dos hombres rieron. Ivбn sonriу sin entusiasmo: no entendнa del todo el chiste local. Vorob'yev los presentу formalmente al embajador Bernaux, que se atuvo a los rangos y a las edades con elaborada cortesнa. Les ofreciу una explicaciуn sobre los sitios donde se comнa y se excusу. Era el efecto «Ivбn», decidiу Miles con rabia. Subieron las escaleras hacia una de las mesas, y los embajadores, ahora que ellos estaban lejos, empezaron a intercambiar comentarios privados y complejos. Probablemente era sуlo amabilidad y contactos sociales, pero… Miles e Ivбn probaron los entrantes, refinados pero abundantes y fueron a buscar una bebida. Ivбn eligiу un prestigioso vino marilacano; Miles, consciente de la hoja labrada que llevaba en el bolsillo, prefiriу cafй solo. Se separaron con un gesto leve y circularon por la fiesta cada uno a su aire. Miles se reclinу sobre la barandilla que daba sobre el vestнbulo de los tubos elevadores. Tomу traguitos cortos de la taza frбgil que tenнa entre las manos y se preguntу dуnde estarнa oculto el circuito que mantenнa la temperatura del lнquido — ah, ahн, en el fondo, entretejido en el brillo metбlico del sello de la embajada marilacana-. «Hojas de otoсo» se estaba helando hacia el final de su ciclo. El agua de las fuentes se congelaba, o parecнa que se congelaba, convertida en hielo negro y silencioso. Los colores aйreos se desvanecieron hasta convertirse en amarillo sepia y gris plateado, colores de un atardecer invernal, y las figuras que formaban, si es que eran figuras, sugerнan desesperaciуn y muerte. La mъsica de campanillas se desvaneciу hasta convertirse en susurros discordantes, quebrados. No era un invierno de nieve y celebraciуn. Era el invierno de la muerte. Miles se estremeciу. Mierda, quй efectivo. Asн que… cуmo empezar a hacer preguntas sin revelar nada a cambio? Se imaginу acorralando a un ghemlord. Diga, alguno de sus ministros perdiу una llave en cуdigo con un sello como йste? No, no. Lo mejor era que sus… adversarios lo abordaran a йl, pero se estaban tomando demasiado tiempo y ya empezaba a aburrirse. Paseу la mirada sobre la multitud buscando hombres sin pestaсas… y no los encontrу. Ivбn ya habнa encontrado a una mujer hermosa. Miles parpadeу al advertir su extremada belleza. Era alta y delgada, la piel de las manos y la cara tan suave y delicada como la porcelana. Unas bandas enjoyadas le sujetaban el cabello rubio, casi blanco, a la altura del cuello y luego mбs abajo, en la cintura. La sedosa y brillante melena le llegaba casi a las rodillas. El vestido escondнa mбs de lo que mostraba, con capas y mбs capas de tela, mangas abiertas y chalecos que le llegaban a los tobillos. Los tonos oscuros de la ropa de las capas superiores acentuaban la palidez de la piel, y un brillo de seda cerъlea repetнa el azul de sus ojos. Era una ghemlady de Cetaganda, de eso no cabнa la menor duda: tenнa ese aire de gnomo que sugerнa la existencia de genes hautlord en el бrbol genealуgico. Tambiйn cabнa en lo posible que ella hubiera imitado ese aire mediante cirugнa y otras terapias, pero el arrogante arco de las cejas tenнa que ser autйntico. Miles oliу las feromonas del perfume de la mujer a mбs de tres metros de distancia. El perfume le pareciу innecesario. Ivбn ya estaba lanzado. Con un brillo de codicia en sus ojos oscuros, decantaba alguna historia en la que habнa tenido un papel heroico o al menos protagonista. Algo sobre ejercicios y entrenamiento, ah, claro, para enfatizar el estilo marcial barrayarйs. Venus y Marte, por supuesto. Pero ella estaba sonriendo, sн, sonriendo con las palabras de su primo. No era que Miles, por envidia, quisiera negarle a Ivбn su suerte con las mujeres. Simplemente le hubiera parecido bien que de vez en cuando, le correspondiera parte de las piezas sobrantes de la cacerнa. Aunque, segъn Ivбn, cada uno tenнa que labrarse su propia suerte. El adaptable ego de Ivбn podнa absorber una docena de rechazos esa noche con la esperanza de recibir el premio de una sonrisa al cabo de largo tiempo. Miles pensaba que йl se habrнa muerto de mortificaciуn en el Intento Nъmero Tres. Tal vez la razуn de esa sensibilidad era su naturaleza monуgama. Pero mierda, antes de pasar a mayores ambiciones, habнa que adquirir la monogamia y por ahora no habнa logrado unir ni una sola mujer a su maltrecha persona. Claro que sus tres aсos de operaciones secretas y todo el perнodo confinado en el ambiente masculino de la academia militar habнan limitado sus oportunidades. Bonita teorнa. Y por quй las mismas condiciones no habнan detenido a Ivбn? Elena… En el fondo seguнa deseando lo imposible? Miles juraba que no era tan exigente como Ivбn — no podнa permitнrselo-, pero incluso a esa hermosa ghem rubia le faltaba… quй? La inteligencia, el control, el alma de peregrina… Elena habнa elegido a otro, y probablemente habнa hecho bien. Ya era hora de seguir adelante y labrarse su propia suerte. Sin embargo, hubiera deseado que la idea no le pareciera tan difнcil. Al cabo de un instante se acercу un ghemlord desde el otro extremo de la habitaciуn, deteniйndose aquн y allн. Iba vestido de oscuro y con ropas muy amplias. Era joven, mбs o menos de su misma edad, calculу Miles. Tenнa la cabeza cuadrada, con pуmulos redondos y prominentes. Uno de ellos estaba maquillado con un adorno circular, una calcomanнa, notу Miles, un remolino estilizado de color que identificaba el clan y el rango. Era una versiуn reducida de la pintura que usaban algunos de los cetagandanos en la cara, una moda pasajera que los mayores no veнan con buenos ojos. Habнa venido a rescatar a su dama de las atenciones de Ivбn? — Lady Gelle — dijo y se inclinу levemente. — Lord Yenaro — contestу ella con una inclinaciуn de cabeza exactamente calculada, de lo cual Miles dedujo que: 1) ella tenнa un estatus superior al del hombre en la ghemcomunidad y que 2) йl no era el marido ni el hermano… Probablemente Ivбn estaba a salvo. — Veo que ya descubriу usted a los exуticos galбcticos que estaba buscando — dijo lord Yenaro. Ella le sonriу. El efecto fue deslumbrante y Miles descubriу que, a pesar de que nunca lo conseguirнa, estaba deseando que ella le sonriera. Lord Yenaro, sin duda inmunizado por una vida de exposiciуn a las ghemladies, parecнa indiferente. — Lord Yenaro, le presento al teniente lord Ivбn Vorpatril de Barrayar y… y… — La muchacha parpadeу como para indicar a Ivбn que debнa presentar a Miles, un gesto tan preciso e imperativo como si hubiera palmeado a Ivбn con un abanico. — Mi primo, el teniente lord Miles Vorkosigan. — Ivбn suministrу la informaciуn con suavidad, en el momento justo. — Alн… Ўlos enviados de Barrayar! — Lord Yenaro se inclinу mбs profundamente. Es un placer. Miles e Ivбn le devolvieron inclinaciones de cabeza no demasiado exageradas pero correctas. Miles se asegurу de que la suya fuera algo menos marcada que la de su primo, un detalle que probablemente no seria muy evidente desde donde se encontraba Yenaro. — Tenemos una relaciуn histуrica, usted y yo, lord Vorkosigan — dijo Yenaro-. Antepasados famosos. — El nivel de adrenalina de la sangre de Miles se disparу hacia el infinito. Ah, mierda, es pariente del ghemgeneral Estanis y piensa hacerle algo al hijo de Aral Vorkosigan-. Usted es el nieto del general Conde Piotr Vorkosigan, verdad? Ah. Historia, sн, pero antigua…, no reciente. Miles se relajу. — Cierto, cierto. — Yo soy, en cierto modo, su oponente. Mi abuelo fue el ghemgeneral Yenaro. — Ah, el malogrado comandante de la…? Cуmo la llaman ustedes? La… Expediciуn a Barrayar? El Reconocimiento? — El ghemgeneral que perdiу la Guerra de Barrayar — dijo Yenaro con toda claridad. — Pero Yenaro, le parece necesario abordar este tema? — dijo lady Gelle. Entonces, esa mujer querнa oнr el final de la historia de Ivбn? En serio? Miles habrнa podido contarle una mucho mбs graciosa, ambientada en la йpoca de maniobras de entrenamiento, cuando Ivбn habнa guiado a sus hombres directo hacia una zona de barro pegajoso. Se hundieron hasta la cintura y despuйs hubo que sacarlos a todos con una grъa— flotante… — No estoy a favor de la teorнa heroica del desastre — dijo Miles diplomбticamente-. El general Yenaro tuvo la desgracia de ser el ъltimo de cinco ghemgenerales que perdieron la Guerra de Barrayar y, por lo tanto, heredу todas las culpas. — Ah, muy bien expresado — murmurу Ivбn. Yenaro tambiйn sonriу. — Si no entendн mal, esa cosa en el vestнbulo es suya, verdad, Yenaro? — preguntу la chica, en un claro intento de cambiar de tema-. Un poco banal para su gente, no? A mi madre le gustу. — Es sуlo una pieza prбctica. — Una inclinaciуn irуnica de cabeza para esa crнtica velada-. A los marilacanos les encantу. La verdadera cortesнa considera los gustos del receptor. Tiene algunos niveles de sutileza que sуlo se aprecian cuando se camina por dentro. — Creнa que estaba especializado en concursos de perfumes. — Estoy ampliando mis intereses. Aunque sigo pensando que el olfato es un sentido mбs sutil que la vista. Cuando quiera, le prepararй una mezcla de perfumes, milady. Ese civeto— jazmнn que lleva hoy no combina bien con el estilo formal de los tres niveles de su vestido. Bueno, no deberнa decirlo, supongo que usted ya lo sabe… La sonrisa de ella se desvaneciу. — Usted cree? La imaginaciуn de Miles suministrу la mъsica de fondo, un quejido de espadas que se cruzan y un ЎToma eso, bribуn! Miles suprimiу una sonrisa. — Hermoso vestido — Intervino Ivбn con rapidez-. Huele usted muy bien. — mm, sн, y hablando de su deseo de lo exуtico — dijo lord Yenaro a lady Gelle-, sabнa que el nacimiento de lord Vorpatril fue biolуgico? Las suaves cejas de la chica se encontraron en el centro de su frente. En aquel rostro perfecto apareciу una levнsima arruga. — Todos los nacimientos son biolуgicos, Yenaro. — Ah, no es eso. Me refiero al tipo original de biologнa. Del cuerpo de su madre… — Eeeuuuu. — Lady Gelle frunciу la nariz, horrorizada-. Vamos, Yenaro, no sea desagradable… Mamб tiene razуn, un dнa de йstos usted y su grupito avant-garde irбn demasiado lejos. Corre usted el peligro de convertirse en una persona poco recomendable… Eso cambiarнa mucho su fama. — El disgusto iba directamente contra Yenaro, pero Miles advirtiу que se alejaba un poco de Ivбn. — Cuando la fama nos evita, hay que conformarse con llamar la atenciуn — dijo Yenaro, encogiйndose de hombros. Yo nacн en un replicador. Miles pensу en decirlo con alegrнa, pero se contuvo. Lo cual demuestra que nunca se sabe. Si dejamos de lado el daсo cerebral, Ivбn tuvo mбs suerte que yo… — Buenas noches, lord Yenaro. — Ella sacudiу la cabeza y se fue con el aire de quien se despide para siempre. Ivбn parecнa destrozado. — Muy bonita, lбstima que no haya educado su mente… — murmurу Yenaro, como para acotar que el grupo estaba mejor sin esa compaснa femenina. No obstante, parecнa incуmodo. — Asн que… eligiу usted la carrera artнstica y no la militar, eh, lord Yenaro? — Miles tratу de romper el silencio. — Carrera? — Lord Yenaro esbozу una mueca-. No, sуlo soy un aficionado, por supuesto. Las consideraciones comerciales son la muerte del buen gusto. Pero espero convertirme en un artista de talla… a mi manera. Miles esperaba que eso no tuviera doble sentido. Siguieron la mirada de lord Yenaro que se elevaba por encima de la baranda hacia el vestнbulo hacia la fuente que brillaba mбs abajo. — Tiene que venir a verla por dentro. La vista es completamente distinta. Lord Yenaro era un hombre torpe, decidiу Miles. Ese exterior agrio y agresivo sуlo ocultaba el ego tembloroso y vulnerable de un artista. — Claro — dijo. Yenaro no necesitaba mбs. Sonriу, ansioso, y los condujo hacia las escaleras, explicбndoles alguna teorнa temбtica que demostraba la escultura. Justo en ese momento, Miles vio al embajador Vorob'yev que lo llamaba desde el otro lado del gran balcуn. — Discъlpeme usted, lord Yenaro. Ivбn, sigue tъ. Enseguida me reъno con vosotros. — Ah… — Yenaro pareciу momentбneamente decepcionado. Ivбn mirу escapar a su primo con un brillo airado en la mirada que prometнa una posterior venganza. Vorob'yev estaba de pie con una mujer, quien apoyaba la mano con familiaridad sobre el brazo del embajador. Tendrнa unos cuarenta y tantos, calculу Miles, de rasgos naturalmente atractivos y libres de cualquier retoque relacionado con la escultura artificial de rostros. Su vestido largo y las capas externas que lo adornaban eran una copia de la moda cetagandana, pero con detalles mucho mбs simples que los de la ropa de lady Gelle. No era cetagandana, pero los colores crema y rojo intenso y los tonos verdes de las capas de tela armonizaban con la misma gracia con su piel olivбcea y sus rizos oscuros. — Por fin le encuentro, lord Vorkosigan — dijo Vorob'yev-. Prometн presentarlo. Ella es Mia Maz, y trabaja para nuestros amigos de la embajada de Vervain. De vez en cuando colabora con nosotros. Se la recomiendo. Miles se puso firme ante la frase clave, sonriу y se inclinу ante la mujer vervani. — Encantado de conocerla. Y quй hace usted en la embajada de Vervain, seсora? — Soy jefa de asistentes de protocolo. Me especializo en etiqueta femenina. — Es una especialidad separada? — Aquн lo es… o deberнa serlo. Desde hace aсos vengo diciйndole al embajador Vorob'yev que deberнa contratar a una mujer para que se encargara de este tema. — Pero no hay ninguna con experiencia suficiente — suspirу Vorob'yev-, y tъ no aceptas el puesto… Aunque te lo he ofrecido muchas veces. — Bueno, contrate a una sin experiencia y pбguele para que la vaya adquiriendo — sugiriу Miles-. Milady aceptarнa la idea de tomar una alumna? — Me parece muy buena idea… — Vorob'yev parecнa impresionado. Maz alzу las cejas en un gesto de aprobaciуn-. Deberнamos discutirlo, Maz, pero tengo que hablar con Wilstar. Por ahн aparece: va directo a la comida. Con un poco de suerte, tal vez consiga atraparlo con la boca llena. Disculpen… — Ahora que ya los habнa presentado, Vorob'yev desapareciу… diplomбticamente (como siempre). Maz puso toda su atenciуn en Miles. — Aunque no acepte ese puesto, lord Vorkosigan, querнa decirle que si hay algo que podamos hacer por usted en la embajada de Vervain… cualquier cosa por el hijo y el sobrino del almirante Aral Vorkosigan en su visita a Eta Ceta… Todos nuestros recursos estбn a su disposiciуn. Miles sonriу. — No se lo diga a Ivбn: tal vez quiera que se lo ofrezca personalmente. La mujer siguiу la mirada de Miles por encima de la baranda, hacia donde Ivбn, alto como siempre, seguнa a lord Yenaro a travйs de la escultura. Sonriу con picardнa y se le formу un gracioso hoyuelo en la mejilla. — No hay problema — dijo. — Asн que… una ghemlady es tan distinta de un ghemlord como para merecer un estudio aparte… un estudio de tiempo completo, quiero decir… Admito que la mayorнa de las imбgenes que tenemos de los ghemlores en Barrayar se obtuvieron por una mira telemйtrica. — Hace dos aсos, me habrнa burlado de esta visiуn militarista, pero desde el intento de invasiуn cetagandana he empezado a apreciarla. En realidad, los ghemlores son tan parecidos a los Vor, que a mi entender usted los comprenderб mucho mejor que nosotros en Vervain. Los hautlores son… otra cosa. Y las hautladies son aъn mбs distintas. Apenas empiezo a comprenderlo. — Las mujeres de los hautlores viven tan… recluidas… hacen algo concreto? Quiero decir, nadie las ve jamбs, verdad? No tienen poder. — Tienen su propio tipo de poder. Sus бreas de control. Paralelas. No compiten con los hombres. Tiene sentido, pero no se molestan en explicбrselo a los extranjeros. — Es decir, a seres inferiores… — Eso tambiйn. — Otra vez apareciу el hoyuelo. — Asн que… es usted una autoridad en sellos, sнmbolos, marcas de los ghem y hautlores…? Yo reconozco unas cincuenta clanmarcas a primera vista, todas las insignias militares y los penachos de los cuerpos de lucha, pero sй que con eso no tengo ni para empezar. — Estoy bien informada. La estructura se organiza en varias capas y niveles. No puedo decir que los conozca todos, claro… Miles frunciу el ceсo, pensativo, despuйs decidiу aprovechar la ocasiуn. Esa noche no estaba pasando nada. Sacу la hoja del bolsillo y la alisу apretбndola contra la barandilla. — Conoce este sнmbolo? Lo vi en un… lugar poco habitual. Pero me sonу a ghem, o a haut… no sй si me entiende. Ella mirу con interйs el pбjaro con el pico abierto. — A primera vista, no lo reconozco. Pero tiene razуn, no cabe duda de que es de estilo cetagandano. Y antiguo… desde luego. Cуmo lo sabe? — Bueno, aunque es un sello personal y no una clanmarca, no estб enmarcado. Durante las ъltimas tres generaciones, todo el mundo hace sus marcas personales en cartuchos, con marcos cada vez mбs elaborados. Se puede determinar la dйcada por el diseсo del marco… o casi. — Ajб. — Si quiere, puedo tratar de identificarlo en mi material de consulta… — De verdad? Se lo agradecerнa mucho. — Miles plegу otra vez el papel y se lo entregу-. Ah… Y tambiйn le agradecerнa que no se lo mostrara a nadie… — Ah? — Ella dejу que la pregunta colgara en el aire… Ah? — Discъlpeme. Paranoia profesional. Yo… eh… — Se estaba metiendo en aguas peligrosas-. Es una costumbre. Por suerte, el regreso de Ivбn lo sacу del atolladero. La mirada prбctica de su primo habнa examinado los atributos de la mujer vervani y ahora sonreнa con atenciуn… tan feliz como con la ъltima muchacha y la siguiente. Y la otra. El ghemlord artista seguнa pegado a su hombro y Miles tuvo que presentarlos a los dos. Maz no conocнa a lord Yenaro. Frente al cetagandano, no repitiу el mensaje de gratitud vervani para con el clan Vorkosigan, pero se mostrу decididamente amistosa. — Deberнas ir con lord Yenaro a ver esa escultura — dijo Ivбn con rabia. Merece la pena, es una oportunidad ъnica… Yo la vi primero, carajo. — Sн, es muy bonita. — Estarнa usted interesado, lord Vorkosigan? — Yenaro parecнa ansioso y esperanzado. Ivбn se inclinу y susurrу al oнdo de Miles: — Fue un regalo de lord Yenaro a la embajada marilacana. No seas despectivo, Miles, ya sabes lo suspicaces que son estos cetagandanos con sus… obritas de arte… Miles suspirу y consiguiу esbozar una sonrisa interesada. — Claro, claro. Ahora? Se disculpу con Maz, la vervani. Realmente lo lamentaba. El ghemlord lo llevу por las escaleras hacia el vestнbulo y lo hizo detenerse a la entrada de la escultura para esperar que el ciclo empezara de nuevo. — Mi escasa preparaciуn estйtica no me permite emitir un juicio — comentу Miles de pasada, con la esperanza de que eso desviara la conversaciуn hacia otros temas. — Hay tan poca gente preparada para eso… — sonriу Yenaro-, pero claro, eso no les impide criticar… — De todas formas, me parece un logro tecnolуgico considerable. Provoca el movimiento con antigrav? — No. Los generadores serнan demasiado voluminosos y se desperdiciarнa energнa. La misma fuerza desarrolla el movimiento de las hojas y el cambio de color… o por lo menos eso me explicaron los tйcnicos. — Tйcnicos? Yo suponнa que usted habнa hecho todo esto con sus propias manos. Yenaro abriу las manos (pбlidas, delgadas, de dedos largos) y las mirу como si se sorprendiera de encontrarlas al final de los brazos. — Claro que no. Las manos se alquilan, se pagan. El diseсo es una obra del intelecto. — No estoy de acuerdo. Lo siento. Segъn mi experiencia, las manos forman parte del cerebro, casi como si fueran otro lуbulo cerebral. No es posible captar las cosas que no se conocen con las manos. — Veo que es usted una persona de conversaciуn amena, lord Vorkosigan. Si su agenda se lo permite, me gustarнa presentarle a mis amigos. Celebramos una recepciуn en casa dentro de dos noches… Cree usted que…? — Mmm, tal vez… — Dos noches despuйs no habнa ninguna ceremonia fъnebre… Serнa bastante interesante, una oportunidad para observar a los jovencitos de la casta de los ghemlores en su ambiente sin las inhibiciones que causaba en esa generaciуn la presencia de los mayores. Una mirada al futuro de Cetaganda-. Sн, por quй no» — Le mandarй una invitaciуn y las indicaciones para llegar. Ah. — Yenaro mirу la fuente, que de nuevo empezaba a mostrar la paleta de verdes veraniegos-. Ahora ya podemos entrar. A Miles el interior de la fuente no le pareciу muy distinto del exterior. En realidad, parecнa menos interesante porque de cerca se perdнa la ilusiуn de que las hojas formaban imбgenes. La mъsica se oнa con mбs claridad, eso sн. Cuando los colores empezaron a cambiar, el volumen aumentу bruscamente en un crescendo. — No se pierda esto, vale la pena — dijo Yenaro, con evidente satisfacciуn. La escultura era interesante, lo bastante para que Miles tardara un momento en darse cuenta de que estaba sintiendo algo: picazуn y calor en los hierros que le cubrнan las piernas, apoyados contra la piel. Intentу conservar la calma, pero el calor seguнa aumentando. Yenaro parloteaba con entusiasmo artнstico mientras seсalaba los diferentes efectos. Ahora, mire esto… Un remolino de colores brillantes frente a los ojos de Miles. Una sensaciуn evidente: un ardor insoportable en la piel de las piernas. Ahogу un grito y lo convirtiу en un gemido agudo. Logrу dominarse para no correr hacia el agua, pues sabнa que podнa electrocutarse… En los pocos segundos que le llevу salir del laberinto, el acero que le rodeaba las piernas alcanzу la temperatura de ebulliciуn del agua. Miles olvidу la dignidad, se tirу al suelo y tratу de arrancarse los hierros de las piernas. Cuando tocу el metal, se quemу las manos. Se sacу las botas de un tirуn, soltу los hierros y los lanzу a un lado. Se retorciу en posiciуn fetal, aullando de dolor. Los hierros le habнan dejado en las rodillas y tobillos unas marcas blancas y punzantes, con el borde en carne viva. Yenaro corrнa de un lado a otro, desesperado, pidiendo ayuda a pleno pulmуn. Miles levantу la vista y descubriу que era el centro de atenciуn de unas cincuenta personas sorprendidas e impresionadas, que miraban con horror sus frenйticos movimientos. Dejу de retorcerse y de maldecir y se quedу sentado, jadeando; el aire producнa un siseo profundo al salir por entre los dientes apretados. Ivбn y Vorob'yev se abrнan paso a codazos desde distintos lugares del salуn. — ЎLord Vorkosigan! Quй pasa? — preguntу Vorob'yev con urgencia. — Estoy bien — dijo Miles. No era cierto, pero йse no era ni el lugar ni el momento de entrar en detalles. Se volviу a poner los pantalones, para esconder las heridas. Yenaro tartamudeaba, desesperado. — Quй ha pasado? Quй… quй ha pasado? No tenнa ni idea… Estб usted bien, lord Vorkosigan? Ay, Dios… Dios… Ivбn se agachу y tocу uno de los hierros, aъn caliente. — Sн… quй diablos…? Miles pensу en la secuencia de sensaciones y en sus posibles causas. No se trataba de antigrav, nada importante para una persona que no padeciera sus problemas уseos, un truco que habнa pasado inadvertido ante las narices de Seguridad de la embajada marilacana. Habнan logrado esconderlo manteniйndolo a la vista de todos. — Un efecto de histйresis. Los cambios de color de la escultura obedecen a un campo magnйtico en reversiуn… un campo de nivel bajo. Para la mayorнa de la gente no constituye ningъn problema. Para mн, bueno, no fue tan horrendo como poner los brazos en un horno microondas pero… ya me entienden… Se puso en pie con una sonrisa. Ivбn, que parecнa muy preocupado, ya habнa recogido las botas y los hierros. Miles lo dejу con ellos en las manos. No querнa ni tocarlos. Se acercу a Ivбn tropezando con gesto de ciego y susurrу en el oнdo de su primo: — Sбcame de aquн. — Estaba temblando. Ivбn sintiу el estremecimiento en la mano que tenнa apoyada sobre el hombro de su primo. Lo mirу, hizo un gesto con la cabeza y avanzу rбpidamente entre la multitud de hombres y mujeres muy bien vestidos, algunos de los cuales ya se estaban retirando. El embajador Bernaux apareciу inmediatamente despuйs y agregу sus contritas disculpas a las de Yenaro. — Quiere usted pasar por la enfermerнa de la embajada, lord Vorkosigan? — le ofreciу — No. Gracias. Prefiero ir a casa. — Pronto, por favor. Bernaux se mordiу el labio y mirу a lord Yenaro, que seguнa disculpбndose. — Lord Yenaro. Lamento decirle que… — Sн, sн, apбguela enseguida, enseguida — dijo Yenaro-. Ordenarй a mis sirvientes que vengan a buscarla inmediatamente. No tenнa ni idea… le gustaba tanto a todo el mundo… tengo que volver a diseсarla. O destruirla, sн, la destruirй enseguida. Lo siento muchнsimo… Dios, quй vergьenza. Sн, vergonzoso?, pensу Miles. Un despliegue de sus debilidades fнsicas frente a un nutrido pъblico, justo cuando acababa de poner un pie en el planeta… — No, no, no la destruya — dijo el embajador Bernaux, horrorizado-. La haremos revisar por un ingeniero de seguridad y la modificaremos, o tal vez pondremos un cartel de advertencia… Ivбn reapareciу junto a la multitud que se dispersaba y levantу el pulgar frente a Miles. Despuйs de unos minutos terriblemente dolorosos de sutilezas sociales, Vorob'yev e Ivбn se las arreglaron para escoltarlo hacia el tubo elevador y luego hacia el auto de superficie de la embajada de Barrayar. Miles se arrojу en el asiento y se quedу ahн, con la cara retorcida de dolor, jadeando. Ivбn vio que temblaba, se sacу la guerrera y se la echу sobre los hombros. Miles no protestу. — De acuerdo, veamos los daсos — exigiу Ivбn. Apoyу una de las pantorrillas de Miles sobre su rodilla y enrollу la pernera del pantalуn-. Jo, esto tiene que ser muy doloroso. — Bastante — aceptу Miles. — No puede haber sido un intento de asesinato, eso no — dijo Vorob'yev, con los labios apretados, la mente febril, buscando respuestas. — No — confirmу Miles. — Segъn Bernaux, su gente examinу la escultura antes de instalarla. La registraron pero, claro, andaban buscando bombas y micrуfonos. — Seguro que la examinaron. Esa cosa no puede hacer daсo a nadie… excepto a mн… Vorob'yev seguнa el razonamiento sin dificultades. — Una trampa? — Demasiado elaborada, me parece — hizo notar Ivбn. — No estoy seguro — dijo Miles. Se supone que no debo estar seguro. Йsa es la gracia del asunto-. Tiene que haberles llevado dнas, tal vez semanas, prepararlo todo. Ni siquiera nosotros sabнamos que нbamos a venir hasta hace dos semanas. Cuбndo llegу ese trasto a la embajada marilacana? — Segъn Bernaux, anoche — dijo Vorob'yev. — Antes de que llegбramos nosotros. — Antes del pequeсo encuentro con el hombre sin cejas. No pueden estar relacionados… o sн?-. Desde cuбndo saben que asistirнamos a esta fiesta? — Las embajadas prepararon las invitaciones hace unos tres dнas — dijo Vorob'yev. — Muy poco tiempo para tratarse de una conspiraciуn — observу Ivбn. Vorob'yev lo pensу un poco. — Creo que tengo que aceptar su punto de vista, lord Vorpatril. Lo consideramos un desgraciado accidente entonces? — Por ahora — dijo Miles. No fue un accidente. Me tendieron una trampa. A mн, personalmente. Cuando llega la primera salva, hay que darse cuenta de que ha estallado la guerra. Excepto que, generalmente, uno conocнa las razones por las que se habнa declarado la guerra. La idea de jurar que no volverнan a atraparlo con la venda sobre los ojos era excelente, pero quiйn era el enemigo? Quiйn lo habнa atrapado esa primera vez? Apuesto a que sus fiestas son excelentes, lord Yenaro. No me perderнa la prуxima por nada del mundo. 3 — El nombre correcto de la residencia imperial cetagandana es jardнn Celestial — dijo Vorob'yev-, pero en toda la galaxia lo conocen como Xanadъ. Enseguida verбn por quй. Duvi, por favor, por la entrada panorбmica. — Sн, milord — dijo el joven sargento que conducнa. Alterу el programa de control. El auto de la embajada barrayaresa se elevу en el aire y se lanzу hacia un brillante conjunto de torres. — Despacio, por favor, Duvi. A estas horas de la maсana mi estуmago… — Sн, milord. — El piloto hizo una mueca de decepciуn y puso el vehнculo a una velocidad mбs sensata. Se elevaron, rodearon un edificio que, segъn calculaba Miles, debнa de tener mбs de mil metros de altura y se elevaron de nuevo. El horizonte desapareciу. — Uauuu — dejу escapar Ivбn-. Es la mayor cъpula de fuerza que he visto en toda mi vida. No sabнa que se podнan expandir hasta este tamaсo. — Consume la energнa de toda una planta generadora — dijo Vorob'yev-. Toda la planta dedicada a la cъpula. Y otra planta para el interior. Una burbuja aplastada y opalescente de seis kilуmetros de ancho reflejaba el sol vespertino de Eta Ceta. Se alzaba en el centro de la ciudad como un enorme huevo en un bol, una perla de valor incalculable. Estaba rodeada por un parque de un kilуmetro de ancho lleno de бrboles y luego por una calle plateada, seguida de otro parque y una calle normal muy transitada. Desde ahн, se abrнan ocho anchas avenidas dispuestas como los radios de una rueda. La cъpula quedaba en el centro de la ciudad. En el centro del universo, fue la impresiуn de Miles. Una impresiуn intencional, buscada. — El acto de hoy es una especie de ensayo general para la ceremonia que se desarrollarб dentro de una semana y media — siguiу diciendo Vorob'yev-. Asistirб todo el mundo: ghemlores, hautlores, visitantes de la galaxia y demбs. Seguramente se producirбn retrasos de organizaciуn. Eso no tiene importancia… siempre que no sean por culpa nuestra. Me pasй mбs de una semana negociando para conseguirles un rango oficial y un lugar. — Y consiguiу…? — preguntу Miles. — Ustedes dos estarбn entre los ghemlores de segundo orden. — Vorob'yev se encogiу de hombros-. Mбs, imposible. Entre la multitud pero bien situados. El mejor lugar para observar los acontecimientos sin llamar la atenciуn, considerу Miles. Parecнa una buena idea. Los tres, Vorob'yev, Ivбn y йl se habнan puesto los uniformes funerarios de las Casas correspondientes, con galones y condecoraciones en seda negra sobre tela negra. El mбximo de formalidad, porque estarнan frente a la presencia imperial. A Miles le gustaba el uniforme de la Casa Vorkosigan, todos, el original marrуn y plata o la versiуn que usaba en este momento, severa y elegante. Le gustaba porque las botas altas no sуlo le permitнan dejar los hierros sino que se lo exigнan. Pero esa maсana ponerse las botas sobre las quemaduras habнa sido… doloroso. A pesar de que habнa tomado calmantes, seguramente iba a cojear mбs que de costumbre. No me olvido, Yenaro. Descendieron en espiral hasta una pista de aterrizaje junto a la entrada sur de la cъpula, frente a un estacionamiento lleno de vehнculos. Vorob'yev hizo un gesto para que se retirara el auto de superficie. — No tenemos escolta, milord? — dijo Miles, con dudas, mirando cуmo se iba la gente de la embajada mientras cambiaba de una mano a otra la larga caja de madera de abeto pulida. Vorob'yev meneу la cabeza. — De seguridad, no. Sуlo el emperador cetagandano puede urdir un asesinato dentro del Jardнn Celestial y si йl quisiera eliminarle, lord Vorkosigan, ni un regimiento de guardaespaldas lograrнa sacarlo de ahн con vida. Unos hombres altos de la Guardia Imperial Cetagandana, enfundados en uniforme formal, los llevaron hacia la puerta cerrada de la cъpula y los desviaron hacia una serie de plataformas flotantes dispuestas como autos abiertos, con asientos de seda blanca, el color del duelo imperial en Cetaganda. Cada uno de los grupos de las embajadas se ubicу en uno de los vehнculos junto a sirvientes de la mбs alta jerarquнa, vestidos de blanco y gris. Aunque, a pesar de su aspecto, tal vez no eran sirvientes. Las plataformas, programadas automбticamente para seguir una ruta predeterminada, arrancaron a paso tranquilo a unos diez centнmetros del suelo, sobre senderos pavimentados de jade blanco que se bifurcaban en un jardнn vasto poblado de arbustos de distintas especies. Aquн y allб, Miles vislumbraba los techos de los pabellones esparcidos por el parque, asomando por detrбs de los бrboles, como espiбndolos. Todos los edificios eran bajos y privados, excepto algunas torres muy elaboradas que surgнan en el centro del cнrculo mбgico, a casi tres kilуmetros de distancia. Aunque en el exterior el sol de la primavera de Eta Ceta brillaba con fuerza, el clima dentro de la cъpula estaba programado para simular una humedad gris, nubosa, apropiada para el luto, un cielo que prometнa lluvia y que sin duda se negarнa a cumplir su promesa. Finalmente flotaron hacia un extenso pabellуn al oeste de las torres centrales, donde otro sirviente se inclinу cuando bajaron de la plataforma y los condujo hacia el interior, junto con otra docena de delegaciones. Miles mirу a su alrededor, tratando de identificarlas. Los marilacanos, sн, ahн estaba la cabeza plateada de Bernaux, alguna gente vestida de verde que tal vez procedнa de Jackson, una delegaciуn de Aslund, que incluнa al jefe de Estado — hasta tenнan dos guardias, aunque desarmados los embajadores betaneses ataviados con casacas de brocado pъrpura sobre negro y sarong del mismo color, todos presentes en honor de una mujer muerta que nunca los habrнa recibido cara a cara cuando estaba con vida. Surrealista era una palabra suave en estas circunstancias. Miles sentнa que habнa cruzado la frontera hacia el Paнs de las Maravillas y que cuando emergiera, apenas unas horas mбs tarde, habrнan pasado cien aсos en el exterior. La galaxia entera tuvo que detenerse en el umbral para dejar pasar a la escolta del gobernador hautlord de una satrapнa. Miles reconociу la pintura formal que le cubrнa la cara, anaranjada, verde, con lнneas blancas. La decoraciуn interior era de una sobriedad sorprendente — de buen gusto, supuso Miles— y se basaba en motivos orgбnicos: arreglos de flores frescas y plantas y pequeсas fuentes, como para llevar el jardнn al interior. Los salones estaban silenciosos, sin ecos, y sin embargo la voz se difundнa fбcilmente: el lugar tenнa una acъstica extraordinaria. Circularon mбs sirvientes del palacio ofreciendo comida y bebida. Un par de esferas color perla pasaron lentamente por el otro extremo del salуn y Miles parpadeу mirando a las hautladies por primera vez. Mirбndolas… o algo parecido. Cuando no estaban en sus habitaciones privadas, las hautmujeres se escondнan detrбs de escudos de fuerza personales, que en general utilizaban la energнa de sillas-flotantes, segъn le habнan dicho. Los escudos cambiaban de color segъn el humor o el capricho de sus dueсas, pero en ese dнa todos estarнan teсidos de blanco. La hautlady disfrutaba de una excelente visiуn pero nadie veнa lo que habнa tras el escudo. Nadie podнa tocarlas ni penetrar la barrera con bloqueadores, plasma, fuego de destructor nervioso, armas de proyectiles o explosiones menores. Desde luego, la pantalla tambiйn impedнa disparar hacia el exterior, pero al parecer este detalle no preocupaba a las hautladies. El escudo podнa cortarse en dos con una lanza de implosiуn gravitatoria, suponнa Miles, pero las armas de implosiуn, siempre voluminosas debido a los equipos de energнa, que pesaban varios cientos de kilos, eran estrictamente de campo, nunca de mano. Dentro de las burbujas, las hautmujeres podнan estar vestidas de cualquier forma. Hacнan trampa alguna vez? Se ponнan cualquier pingajo y zapatillas cуmodas aunque la ocasiуn fuera muy formal? Iban desnudas a las fiestas del Jardнn? Quiйn podнa decirlo? Se acercу un hombre alto, mayor, con el traje blanco que se reservaba a los haut y ghemlores. Tenнa los rasgos austeros, la piel casi transparente, con arrugas muy finas. Tenнa que ser el equivalente cetagandano de un mayordomo imperial, aunque con un tнtulo mucho mбs rimbombante: despuйs de recoger las credenciales de manos de Vorob'yev, les dio instrucciones exactas sobre el lugar y los tiempos de procesiуn. La actitud del hombre revelaba sus prejuicios: por ejemplo, la seguridad de que si repetнa las instrucciones en tono firme y las exponнa con tranquilidad y sencillez, habrнa alguna posibilidad de que la ceremonia no quedara interrumpida por faltas o errores graves debidos a la extrema torpeza de los bбrbaros extranjeros. El hombre mirу la caja pulida con la nariz aguileсa. — Este es su regalo, lord Vorkosigan? Miles consiguiу destrabar la caja y abrirla sin que se le cayera. En el interior, en un nido de terciopelo negro, habнa una antigua espada niquelada. — El emperador Gregor Vorbarra ha elegido este regalo de su colecciуn privada para honrar a su emperatriz. Es la espada que llevу su antepasado Dorca Vorbarra el justo en la Primera Guerra Cetagandana. — Una de las muchas espadas de Dorca Vorbarra… pero no hacнa falta entrar en detalles-. Un artefacto histуrico de valor incalculable e irreemplazable. Aquн estб la documentaciуn que acredita sus orнgenes e historia. — Ah. — Las cejas blancas y pobladas del mayordomo se alzaron en un gesto inconsciente. Tomу el paquete, sellado con la marca personal de Gregor, con mucho mбs respeto-. Por favor, exprese el agradecimiento de mi amo imperial al suyo. — Les dirigiу una leve inclinaciуn y se retirу. — ЎBueno, bueno! Eso sн que funcionу — dijo Vorob'yev con satisfacciуn. — Mбs vale que funcione, diablos — gruсу Miles-. Estos cetagandanos me rompen el corazуn. — Le entregу la caja a Ivбn para que la llevara un rato. Aparentemente, seguнa sin pasar nada… retrasos en la organizaciуn, supuso Miles. Se alejу de Ivбn y Vorob'yev en busca de un trago caliente. Estaba a punto de coger algo que emitнa vapor y que, segъn esperaba, no producirнa efectos demasiado sedantes. Justo cuando extendнa la mano hacia una bandeja que, pasaba, una voz tranquila entonу junto a йl: — Lord Vorkosigan? Miles se volviу y casi dejу escapar un suspiro. Un… una… mujer… no, un hombre… de baja estatura y rasgos andrуginos y ancianos. Estaba de pie a su lado, ataviado con la ropa gris y blanca del personal de servicio de Xanadъ. Tenнa la cabeza calva como un huevo y era completamente lampiсo. Ni siquiera tenнa cejas. — Sн… seсor… seсora? — Ba — dijo aquella persona, en el tono de quien corrige con amabilidad el error de un ignorante-. Una dama desea hablar con usted. Me acompaсarнa, por favor? — Ah… claro, claro. Su guнa empezу a caminar sin hacer ruido y йl siguiу sus pasos, alerta. Una dama? Con suerte, serнa Mia Maz de la delegaciуn vervani, que seguramente estaba en medio de esa multitud de mil personas. Miles sentнa que estaba desarrollando algunas preguntas urgentes para Mнa. Sin cejas? Yo esperaba un contacto, sн, pero… en este lugar? Salieron del vestнbulo. Cuando perdiу de vista a Vorob'yev e Ivбn, Miles se puso aъn mбs nervioso. Siguiу a su guнa, que se deslizу por una serie de corredores y atravesу un jardнn lleno de musgo y pequeсas flores cubiertas de rocнo. Los ruidos del vestнbulo de recepciуn llegaban todavнa hasta ellos en el aire hъmedo. Entraron en un pequeсo edificio, abierto hacia el jardнn a los dos lados, con un suelo de madera negra que hacнa sonar las botas de Miles con el ritmo irregular que correspondнa a su cojera. En un rincуn oscuro del pabellуn flotaba una esfera color perla del tamaсo de una persona, quieta, unos pocos centнmetros por encima del suelo encerado que reflejaba el halo invertido de la luz interior del aparato. — Dйjanos solos — dijo una voz desde el interior de la esfera y Miles vio que su guнa se inclinaba y se retiraba con los ojos bajos. La transmisiуn de la voz a travйs de la pantalla de fuerza le daba un timbre plano, monуtono. El silencio se prolongу. Tal vez la mujer de la burbuja nunca habнa visto a nadie tan imperfecto fнsicamente hablando. Miles se inclinу y esperу, tratando de parecer tranquilo y cуmodo, en lugar de impresionado y sacudido por una curiosidad impresionante. — Bueno, lord Vorkosigan — dijo la voz otra vez-. Aquн estoy. — S… sн, cierto — dudу Miles-. Y quiйn es usted, milady, aparte de una hermosнsima pompa de jabуn? Hubo una pausa mбs larga. — Soy la haut Rian Degtiar. Sirvo a la Seсora Celestial y soy Doncella del Criadero Estrella. Otro rimbombante hautнtulo que no daba muchas pistas sobre las funciones de quien lo llevaba. Miles era capaz de nombrar a cada uno de los ghemlores. del generalato de Cetaganda, a todos los gobernadores de satrapнas y sus ghemoficiales, pero ese hautнtulo era nuevo para йl. Lo que sн conocнa era el nombre de la Seсora Celestial, una manera cortйs de llamar a la emperatriz muerta haut Lisbet Degtiar… — Es usted pariente de la fallecida emperatriz viuda, milady? — Soy su constelaciуn genуmica, sн. Nos separan tres generaciones. La he servido la mitad de mi vida. Una dama de compaснa, sн. De la corte de la vieja emperatriz, la corte personal, el mбs cerrado de los mundos interiores. Un rango muy alto. Probablemente tambiйn era muy anciana. — Alн… no estarб usted emparentada con un ghemlord llamado Yenaro, por casualidad? — Quiйn? — Incluso a travйs de la pantalla de fuerza, la voz transmitнa una ignorancia y una sorpresa completas. — No tiene importancia. Es obvio que no tiene importancia. — Las piernas de Miles empezaban a latirle intensamente. Cuando tuviera que sacarse las botas serнa mбs difнcil que cuando se las habнa puesto. No pude evitar mirar a su… criada, la dama que la sirve. Hay mucha gente sin pelo por aquн? — No es una mujer. Es ba. — Ba? — Los neutrales, los altos sirvientes del emperador. En la йpoca de su Padre Celestial, estaba de moda que fuesen sin vello… asн. Ah. Ingenierнa genйtica: criados sin sexo. Habнa oнdo rumores sobre ellos: paradуjicamente, eran rumores sobre historias sexuales mбs relacionadas con las esperanzas y fantasнas del narrador que con una realidad probable. Pero se suponнa que eran una raza totalmente fiel al lord que los habнa creado. Creado… literalmente. — Entonces, todos los ba carecen de pelo, pero no todas las personas lampiсas son ba. Es asн? — Sн… — Mбs silencio-. Por quй ha venido al jardнn Celestial, lord Vorkosigan? La ceja de Miles se torciу un poco. — Para representar el honor de Barrayar en este cir… ehmmm… acto solemne y para traer un regalo de despedida a la fallecida emperatriz. Soy un enviado. Vengo por orden del emperador Gregor Vorbarra, a quien sirvo. A mi manera… insignificante, claro. Otra pausa. Larga. — Usted se burla de mн en mi desgracia. — Quй? — Quй quiere usted, lord Vorkosigan? — Cуmo dice? Usted me ha mandado llamar, milady, no le parece que la pregunta no viene al caso? — Miles se frotу el cuello, y lo intentу de nuevo-. Puedo ayudarla de alguna forma…? Es eso lo que usted quiere oнr? — Ayudarme? Usted? A Miles le ofendiу el tono sorprendido, casi indignado. — ЎSн, yo, yo! No soy tan… — incompetente como parezco-. En mi planeta soy famoso por haber conseguido alguna que otra cosita… Pero si usted no me da alguna pista del tema en cuestiуn, no puedo hacer nada. Puedo intentar ayudarle, pero no si no entiendo… Comprende? — Ahora se habнa confundido todo-. Mire, por quй no empezamos de nuevo esta conversaciуn? — Se inclinу hasta el suelo-. Buenos dнas, soy lord Miles Vorkosigan de Barrayar. En quй puedo ayudarle, milady? — ЎLadrуn! Por fin se hacнa la luz. — Ah… Ah, no. Me llamo Vorkosigan y le aseguro que no soy ningъn ladrуn, seсora. Mбs bien puede considerarme receptor de propiedad robada y por lo tanto, en todo caso, un perista… — aceptу en tono juicioso. Mбs silencio sorprendido. Tal vez ella no conocнa la jerga criminal. Miles siguiу hablando con algo parecido a la desesperaciуn: — Por casualidad ha perdido usted un objeto? En forma de cilindro? Un aparato electrуnico con la imagen de un ave en la tapa? — ЎUsted lo tiene! — La voz de ella era un quejido de desesperaciуn. — Bueno, no lo he traнdo conmigo, claro. La voz bajу hasta hacerse gutural, desesperada. — Todavнa lo tiene. Tiene que devolvйrmelo. — Serб un placer, si me demuestra que es suyo. No puedo afirmar que sea mнo, porque serнa mentir — agregу enseguida. — Y usted me lo devolverнa… a cambio de nada? — Por el honor de mi nombre y… yo soy de SegImp. Serнa capaz de casi cualquier cosa a cambio de informaciуn. Si usted satisface mi curiosidad, podemos hacer un trato. La voz de ella le llegу en un susurro incrйdulo, lleno de terror. — Quiere usted decir que no… no sabe lo que es? El silencio se extendiу durante tanto tiempo que йl tuvo miedo de que la vieja dama se hubiera desmayado ahн dentro. La mъsica de la procesiуn llegу hasta los dos desde el gran pabellуn. — Ay, mi… ah… Estб empezando ese maldito desfile y se supone que debo estar presente… Milady, cуmo me pongo en contacto con usted? — No puede hacer eso. — La voz de ella le llegу ahogada, sin aliento-. Yo tambiйn tengo que irme. Enviarй a alguien a buscarlo. — La burbuja blanca se elevу y empezу a alejarse, flotando. — Dуnde? Cuбndo…? — La mъsica les llegaba cada vez mбs fuerte. — ЎNo diga nada de todo esto! Miles consiguiу hacer una reverencia rбpida a lo que tal vez era la espalda de la dama que se alejaba por el jardнn y empezу a cojear lo mбs rбpido que pudo. Tuvo la horrible sensaciуn de que todo el mundo se enterarнa de que llegaba tarde. Cuando consiguiу llegar a la recepciуn por senderos zigzagueantes, la escena se desarrollaba tan mal como habнa imaginado. Una hilera de personas avanzaba hacia la entrada principal y los edificios en torre. Vorob'yev, en el lugar que correspondнa a la delegaciуn de Barrayar, arrastraba los pies, creando una grieta evidente en la fila y mirando a su alrededor con apremio. Apenas vio a Miles moviу los labios sin pronunciar las palabras: ЎDate prisa, diablos! Miles cojeу con mбs rapidez y le pareciу que todos los ojos de la habitaciуn se posaban sobre йl. Ivan, con una expresiуn indignada, le entregу la caja en cuanto lo vio en el lugar correspondiente. — Dуnde diablos has estado todo este tiempo? En el baсo? Te busquй ahн… — Shhh… Luego te lo cuento. Tuve la cita mбs extra… Miles luchу con la pesada caja de madera y la colocу en la posiciуn correcta para la ceremonia de presentaciуn de regalos. Avanzу a travйs de un patio con losas de jade y finalmente alcanzу a la delegaciуn que tenнan por delante justo cuando llegaban a la puerta de uno de los edificios con torres altas. Todos entraron en una rotonda llena de ecos. Miles vio algunas burbujas blancas mбs adelante, en la procesiуn, pero no podнa saber si alguna de ellas era su anciana hautlady. La coreografнa del evento exigнa que todos avanzaran en un cнrculo lento alrededor del fйretro, se arrodillaran y dejaran sus regalos formando una espiral en orden de edad/estatus/poder; despuйs, tenнan que salir por las puertas opuestas hacia el Pabellуn del Norte (para los hautlores y los ghemlores) o el Pabellуn del Este (para los embajadores de la galaxia) donde se servirнa un almuerzo fъnebre. De pronto, la procesiуn se detuvo y empezу a amontonarse en el umbral de arcos anchos. Desde la rotonda, adelante, en lugar de mъsica tranquila y pasos callados empezу a surgir un rumor de conversaciones. Las voces se elevaron en sorpresa aguda, luego otras voces emitieron уrdenes tajantes. — Quй pasa? — se preguntу Ivбn, estirando el cuello-. Se ha desmayado alguien o quй? Como Miles no alcanzaba a ver por encima de los hombros del hombre que tenнa adelante, no podнa contestar a esa pregunta. Con una sacudida, la fila empezу a caminar de nuevo y llegу a la rotonda, pero luego se desviу hacia una puerta. Un ghemcomandante estaba de pie en la intersecciуn, dirigiendo el trбnsito con instrucciones en voz baja, instrucciones que repetнa una y otra vez: — Por favor, conserven sus regalos y sigan hacia el camino exterior y el Pabellуn del Este; por favor, conserven sus presentes y sigan directamente hacia el Pabellуn del Este; volveremos a empezar enseguida; por favor… En el centro de la rotonda, por encima de las cabezas de la multitud, estaba el gran catafalco de la emperatriz viuda. Los ojos de los extranjeros no tenнan derecho a mirarla ni siquiera muerta. Su fйretro estaba rodeado por una burbuja de campo de fuerza translъcida; lo ъnico que se veнa era una vaga silueta femenina, como a travйs de una gasa: un fantasma intangible, dormido, envuelto en blanco. Habнa un grupo de ghemguardias de distinto rango de pie en una lнnea que iba desde la pared al catafalco. Daba la impresiуn de que estaban ocultando algo a la multitud que pasaba. Miles no podнa permitirlo. Despuйs de todo, no me pueden asesinar aquн delante de todos, verdad? Arrojу la caja a Ivan y se agachу bajo el codo del ghemoficial que trataba de orientarlos hacia la puerta de la izquierda. Con una sonrisa de compromiso, las manos abiertas y levantadas, se deslizу entre dos de los guardias, que claramente no esperaban un movimiento tan irrespetuoso y trasgresor. Al otro lado del fйretro, en el lugar reservado para el primer regalo del hautlord de estatus mбs elevado, habнa un cadбver. Tenнa una herida en el cuello. Una gran cantidad de sangre roja y lнquida formaba cнrculos y lagunas sobre el suelo brillante de malaquita verde, humedeciendo el uniforme gris y blanco de criado de palacio. La mano derecha de… del ser aferraba con firmeza un cuchillo enjoyado y afilado. Y sн, era un ser distinto, neutro, ni femenino ni masculino, a pesar de su forma de hombre anciano pero no frбgil… A pesar de que ahora no tenнa pelo, Miles reconociу al intruso del vehivaina. Le pareciу que el corazуn se le detenнa en el pecho. Alguien acaba de subir las apuestas en este jueguecito. El ghemoficial de mayor rango de la habitaciуn estaba girando a su alrededor. A pesar de que el maquillaje facial convertнa la expresiуn de ese hombre en una mбscara, tenнa la sonrisa dura, la mirada de quien se ve obligado a mostrarse amable con una persona a quien preferirнa aporrear contra el suelo. — Lord Vorkosigan, podrнa usted volver a su puesto, por favor? — Sн, claro, claro… Quiйn era ese pobre tipo? El ghemcomandante lo azuzу hacia la fila de delegados con movimientos de cabeza — no era tonto y, por supuesto, no lo tocу— y Miles se dejу guiar en la direcciуn correcta. Agradecido, airado y ruborizado, el hombre estaba tan confundido que le contestу sin darse cuenta: — Es Ba Lura, del mбs alto rango de servidores de la Seсora Celestial. La sirviу durante mбs de sesenta aсos… Por lo visto quiso seguirla y servirla tambiйn en la muerte. Un gesto desmesurado, falto de tacto… hacerlo aquн… — El ghemcomandante llevу a Miles cerca de la lнnea de delegados, detenida otra vez, como para que el largo brazo de Ivan lo alcanzara y lo empujara hacia la lнnea y la puerta con un puсo firme en la mitad de la espalda. — Quй diablos estб pasando aquн? — siseу con la cabeza inclinada hacia Miles, desde atrбs. Y dуnde estaba usted cuando ocurriу el asesinato, lord Vorkosigan? Excepto que no parecнa un asesinato, realmente parecнa un suicidio. Un suicidio algo tosco. Y cometido hacнa menos de treinta minutos. Calculу que se habнa producido mientras йl hablaba con la misteriosa burbuja blanca, que tal vez era haut Rian Degtiar, o tal vez no. Cуmo podнa saberlo desde fuera? El corredor parecнa dar vueltas ante sus ojos, pero Miles supuso que eran sуlo imaginaciones suyas. — No deberнa usted haberse salido de la fila, milord — lo reprendiу Vorob'yev con severidad-. Ah… ha descubierto algo? Miles empezу a sonreнrse, pero se contuvo. — Uno de los sirvientes de la fallecida emperatriz viuda, un ba, se acaba de degollar a los pies del fйretro. No sй si entre los cetagandanos son habituales este tipo de sacrificios humanos. No me refiero a nada oficial, por supuesto… Los labios de Vorob'yev se curvaron en un silbido silencioso, luego esbozу una sonrisa instantбnea que desapareciу enseguida. — Quй embarazoso para ellos… — ronroneу-. Van a tener que esforzarse bastante para salvar esta ceremonia del desastre. Interesante… Sн. Y si esa criatura era tan fiel, por quй decidiу hacer algo tan embarazoso para sus amos? Sin duda sabнa que iba a ser todo un problema… Venganza pуstuma? Sin duda es la manera mбs segura de vengarse en el caso de los cetagandanos… eso tengo que admitirlo. Para cuando finalizу la interminable caminata alrededor de las torres centrales hasta el Pabellуn del Este, las piernas de Miles lo estaban matando. En un vestнbulo enorme, los cientos de delegados de la galaxia se acomodaron ante varias mesas, guiados por un ejйrcito de servidores, que se movнa un poquito mбs rбpido de lo que hubiera exigido la dignidad mбs correcta. Como algunos de los presentes funerarios que traнan los otros delegados eran todavнa mбs grandes que la caja de madera de alerce de Barrayar, el proceso de sentarse se prolongу y fue mucho mбs incуmodo y difнcil que lo esperado. Hubo mucha gente que se puso de pie de nuevo para volver a acomodarse, lo cual evidentemente desesperaba a los servidores. En algъn lugar de las entraсas mбs profundas del edificio, Miles se imaginу a un escuadrуn de cocineros sudorosos de Cetaganda con la boca llena de insultos coloridos y obscenos en su propio idioma. Miles vio a la delegaciуn vervani bastante mбs lejos, en otra mesa. Aprovechу la confusiуn para alejarse de la silla asignada, dar vuelta alrededor de varias mesas y tratar de hablar con Mia Maz. Se puso de pie a su lado y sonriу, nervioso: — Buenas tardes, milady Maz. Tengo que hablar… — ЎLord Vorkosigan! Tratй de ponerme en contacto con usted… — Redujeron al mнnimo los saludos. — Usted primero. — Se acercу para oнrla mejor. — Tratй de llamarlo a la embajada, pero usted ya habнa salido. Quй diablos pasу en esa rotonda? Lo sabe usted? Que los cetagandanos alteren una ceremonia de esta magnitud en plena… Inaudito. — No tuvieron mбs remedio. Bueno, supongo que podнan haber ignorado el cadбver y seguir dando vueltas alrededor del muerto. Personalmente, opino que hubiera sido mucho mбs impresionante, pero evidentemente decidieron limpiar primero. — Miles repitiу lo que ya empezaba a calificar como «versiуn oficial» del suicidio de Ba Lura. Todos los que alcanzaban a oнr sus palabras prestaban la mбxima atenciуn. Y bueno, los rumores se difundirнan muy pronto, no dependнa de йl detenerlos despuйs de todo-. Tuvo usted йxito en la bъsqueda que le encarguй anoche? — siguiу diciendo Miles-. Yo… no creo que йste sea el lugar, ni el momento para discutirlo, pero… — Sн. Y sн — dijo Maz. Ni siquiera en una transmisiуn de holovideo en un canal de este planeta, pensу Miles. Aunque juren que es un canal seguro. — Podrнa usted venir a la embajada de Barrayar? A tomar… un tй, o algo… Cuando terminemos aquн. — Creo que eso serнa muy apropiado — asintiу Maz. Le dirigiу una intensa mirada llena de curiosidad. — Necesito que me dй clases de etiqueta — agregу Miles, pensando en los vecinos curiosos. Los ojos de Maz brillaron con algo que tal vez era un gesto de diversiуn contenida. — Eso me han dicho, milord — murmurу. — Quiйn…? — Se ahogу йl sin terminar la pregunta. Vorob'yev, me temo-. Adiуs — terminу diciendo para no meter la pata, palmeу la mesa con alegrнa y retrocediу de vuelta a su lugar. Vorob'yev observу cуmo se sentaba con una peligrosa mirada que sugerнa la intenciуn de apretarle las clavijas a su joven e inquieto enviado, pero no hizo ningъn comentario en voz alta. Para cuando los invitados lograron deglutir unos veinte platos de pequeсas delicias, que compensaban en nъmero lo que les faltaba en cantidad, los cetagandanos se habнan reorganizado. Por lo visto el mayordomo de los hautlores era uno de esos comandantes cuya eficiencia aumenta cuando estбn en retirada, porque consiguiу que todo el mundo marchara en perfecto orden de importancia aunque la fila avanzaba en direcciуn contraria a la original. Uno tenнa la sensaciуn de que el mayordomo tambiйn acabarнa suicidбndose — en el lugar correcto y con la ceremonia correspondiente, por supuesto, no con la irresponsabilidad que habнa demostrado Ba Lura. Miles colocу la caja de madera de alerce sobre el suelo de malaquita en la segunda vuelta de la creciente espiral de regalos, a un metro de distancia de donde Ba Lura habнa entregado su vida en un arroyo de sangre. El suelo pulido, perfecto, sin una marca, ni siquiera mostraba restos de humedad. Habrнan tenido tiempo de hacer un rastreo forense los de Seguridad cetagandana antes de limpiar? O mбs bien alguien habнa llevado a cabo una rбpida destrucciуn de pruebas mбs sutiles? Mierda, ojalб me encargara del caso. Al otro lado del Pabellуn del Este esperaban las plataformas flotantes blancas que llevarнan a los emisarios a las puertas del Jardнn Celestial. La ceremonia no habнa sufrido ni una hora de retraso, pero el sentido del tiempo de Miles se habнa alterado desde que sintiу que Xanadъ era el Paнs de las Maravillas. Le parecнa que dentro de la cъpula habнan pasado mбs de cien aсos, aunque en el mundo exterior sуlo hubiera transcurrido una maсana de primavera. Hizo una mueca de dolor cuando la luz brillante de la tarde lo deslumbrу. El conductor sargento de Vorob'yev condujo el vehнculo de superficie de la embajada hasta el punto de encuentro. Miles se dejу caer en el asiento, agradecido. Creo que cuando volvamos a casa, tendrй que cortar esta mierda de botas para sacбrmelas. 4 — Tira — dijo Miles y apretу los dientes. Ivan tomу la bota por el talуn y la caсa, apoyу la rodilla contra el costado de la cama de Miles y dio un tirуn dubitativo. — ЎAuuu! Ivan se detuvo. — Te duele? — Sн, vamos, vamos, sigue, mierda. Ivan mirу el departamento personal de Miles. — Tal vez deberнas ir otra vez a la enfermerнa de la embajada. — Despuйs. No quiero que ese matasanos haga una disecciуn de mis botas. Tira. Ivan reanudу sus esfuerzos y finalmente la bota cediу. La estudiу un segundo entre las manos y sonriу lentamente. — Sabes que no vas a poder sacarte la otra sin mi ayuda… — observу. — Y quй? — Quiero algo a cambio. — Quй andas tramando? — Como te conozco bien, supuse que te divertirнas tanto como Vorob'yev con la idea de que hubiera un cadбver de mбs en la cбmara del funeral, pero cuando volviste ponнas una cara como sн hubieras visto el fantasma de tu abuelo. — Ba Lura se cortу el cuello. Era un asco. — Vamos, Miles, has visto cadбveres en peor estado. Ah, sн. Miles mirу la bota que seguнa en su puesto, sintiу latir la pierna en el interior y se imaginу cojeando por el corredor de la embajada en busca de un criado. No. Suspirу. — En peor estado sн, pero no creo que haya visto uno mбs raro. A ti te habrнa pasado lo mismo. A Ba Lura lo conocimos ayer, tъ y yo. Te enfrentaste a йl en el vehivaina. Ivan echу un vistazo al cajуn de la comuconsola, escondite del cilindro misterioso, y dejу escapar una maldiciуn. — Bueno, eso aclara las cosas. Tenemos que informar de todo a Vorob'yev. — Si es que era ese ba — se apresurу a decir Miles-. Por lo que sй, los cetagandanos clonan a sus sirvientes y el que vimos ayer podrнa ser su gemelo a algo asн. Ivan dudу. — Tъ crees? — No lo sй, pero se me ocurre dуnde averiguarlo. Dйjame hacer una cosa mбs antes de pasar la bandera, eh? Le pedн a Mia Maz, la vervani, que viniera a verme. Si esperas un poco… te dejo quedarte en la reuniуn. Ivan considerу el soborno. — ЎBota! — exigiу Miles mientras su primo seguнa pensando. Con la mente en otra cosa, Ivan le ayudу a sacбrsela. — De acuerdo — accediу por fin-, pero despuйs de hablar con ella, informaremos a SegImp. — Ivan yo soy SegImp — ladrу Miles-. Tres aсos de entrenamiento y experiencia de campo, recuerdas? Hazme el favor de considerar la posibilidad de que tal vez, sуlo tal vez, sepa lo que estoy haciendo… — Ojalб lo supiera, mierda. La intuiciуn no era sino el procesamiento inconsciente de pistas subliminales, estaba bastante seguro de eso, pero lo siento en los huesos era una defensa pъblica bastante dйbil para sus actos. Cуmo se puede saber algo antes de saberlo?-. Dame una oportunidad. Ivan se fue a sus habitaciones a cambiarse de ropa sin hacerle promesas. Libre de las botas, Miles se tambaleу hasta el baсo. Querнa tomar mбs calmantes y sacarse el uniforme de gala. Se puso el de fajina, el negro, mucho mбs cуmodo. A juzgar por la lista de protocolo de la embajada, sуlo podrнa llevar ropa de fajina en sus habitaciones privadas. Ivan volviу demasiado pronto, elegante en uniforme de fajina verde pero antes de que pudiera seguir haciendo preguntas imposibles de contestar o exigiendo justificaciones inexistentes, sonу la llamada de la comuconsola. Era el personal de vestнbulo de la embajada. — Mia Maz ha venido a verle, lord Vorkosigan — informу un hombre-. Dice que tiene una cita. — De acuerdo. Ah… podrнa usted acompaсarla hasta aquн arriba, por favor? — Sus habitaciones privadas, estarнan monitoreadas por Seguridad? Mejor serнa no preguntarlo, porque eso llamarнa la atenciуn de todo el mundo. Pero no, no habнa monitoreo. Si SegImp hubiera estado espiando, Miles habrнa tenido que someterse a incуmodos interrogatorios, directamente o a travйs de Vorob'yev. Le estaban extendiendo la cortesнa de la privacidad en su espacio personal, por lo menos de momento… aunque probablemente no en su comuconsola. Todos los foros pъblicos del edificio estaban sometidos a controles, de eso no habнa duda. Un hombre de personal dejу a Maz en la puerta de Miles. Йl e Ivan se apresuraron a sentarse cуmodamente. Ella tambiйn habнa pasado por sus habitaciones para cambiarse y ahora llevaba un traje de salto bastante ceсido y un chaleco largo hasta las rodillas como ropa de calle. A pesar de sus cuarenta y tantos, Maz tenнa muy buen tipo. Miles se librу del hombre mandбndolo a buscar el tй y, cuando Ivan se lo pidiу, un poco de vino. Despuйs, se acomodу al otro lado del sillуn y sonriу a la mujer de Vervain. Ivan se vio forzado a buscar una silla. — Milady Maz, gracias por venir. — Llбmeme Maz, por favor — sonriу ella-. Nosotros no usamos esas formalidades. Lamento decir que nos cuesta mucho tomarlas en serio. — Entonces, seguramente tendrб mucha prбctica en disimular la risa… No veo otra forma de funcionar aquн. El hoyuelo le hizo un guiсo. — Tengo prбctica, sн, milord. Ah, sн, Vervain era una de las «democracias», como las llamaban; no tan locamente igualitaria como la de los betaneses, pero con un rasgo cultural que iba definitivamente en esa direcciуn. — Mi madre hubiera estado de acuerdo con usted — aceptу Miles-. Ella no habrнa visto ninguna diferencia intrнnseca entre los dos cadбveres de la rotonda. Excepto por la forma en que llegaron hasta ahн, claro. Supongo que ese suicidio fue algo inesperado, raro, verdad? — Sin precedentes — dijo Maz-, y si usted conociera a los cetagandanos, sabrнa que no se puede encontrar un tйrmino mбs fuerte. — Asн que los sirvientes cetagandanos no siempre acompaсan a sus dueсos en la muerte. — Supongo que Ba Lura tenнa una extraсa intimidad con la emperatriz… Hacнa mucho que la servнa — dijo la mujer vervani-, desde antes de que nosotros naciйramos. — Ivan se preguntaba si los hautlores hacнan clones y los usaban en el servicio. Ivan echу una mirada indignada a Miles por ponerlo en el centro de atenciуn, pero no protestу en voz alta. — Los ghemlores lo hacen a veces — explicу Maz-, pero no los hautlores, y desde luego es impensable que la Casa Imperial lo hiciera. Los haut consideran que cada servidor es una obra de arte, tanto como todos los demбs objetos con que se rodean. En el Jardнn Celestial todo tiene que ser ъnico, si es posible fabricado a mano, y perfecto. Eso tambiйn se aplica a los seres orgбnicos. La producciуn en masa es para las masas, al menos eso es lo que ellos piensan. No estoy segura de si es una virtud o un vicio… me refiero al estilo haut de hacer las cosas, pero en un mundo inundado de realidades virtuales y duplicaciones infinitas, incluso resulta extraсamente refrescante. El ъnico problema es el esnobismo… — Hablando de arte — Intervino Miles-, me comentу usted que habнa tenido suerte en la identificaciуn del icono… — Sн. — La mirada de ella se elevу y se fijу en la cara de Miles-. Dуnde dijo usted que lo habнa visto, lord Vorkosigan? — No se lo dije. — Ahhh. — Ella esbozу una leve sonrisa pero aparentemente decidiу no seguir presionando sobre ese punto-. Es el sello del Criadero Estrella. No es habitual que un extranjero se cruce con algo asн todos los dнas. En realidad, no es habitual que un extranjero se cruce con algo asн… en toda su vida. Es muy, muy privado. Contrуlate. — Y hautesco? — Extremadamente hautesco. — Y… perdуn, quй es el Criadero Estrella? — No lo sabe usted? — Maz parecнa un poco sorprendida-. Bueno, supongo que ustedes se pasan todo el tiempo estudiando asuntos militares cetagandanos… — La mayor parte del tiempo, sн — suspirу Ivan. — El Criadero Estrella es el nombre privado del banco genйtico de la raza haut. _Ah, eso… Supongo que sabнa algo al respecto… Quй? Tienen copias de reserva de sн mismos…? — preguntу Miles. — El Criadero Estrella es mucho mбs que eso. Entre los haut, no hay contacto directo para unir el espermatozoide y el уvulo y depositar el embriуn resultante en un replicador uterino, como hace la gente normal. Cada cruce genйtico se negocia como contrato entre los jefes de dos lнneas genйticas, que los cetagandanos llaman constelaciones. Supongo que ustedes, en Barrayar, los llamarнan clanes. Ese contrato debe contar con la aprobaciуn del emperador o mбs bien de una mujer de alto rango de la familia del emperador, y se marca con el sello del Criadero Estrella. Desde hace cincuenta aсos, desde que empezу el rйgimen actual, esa mujer de alto rango fue haut Lisbet Degtiar, la madre del emperador. No es sуlo una formalidad. Cualquier alteraciуn genйtica, y los haut hacen muchas, tiene que haber sido examinada y aprobada por el comitй de genetistas de la emperatriz antes de entrar en el genoma haut. Usted me preguntу si las mujeres haut tienen poder. La emperatriz viuda impartнa la aprobaciуn final y tenнa derecho a veto sobre todos los nacimientos haut. — Y el emperador? Puede cambiar estas decisiones? Maz apretу los labios. — No lo sй, en realidad. Los haut se muestran muy reservados en todo lo concerniente a este asunto. Si se producen luchas de poder, las habladurнas no atraviesan las puertas del jardнn Celestial. Lo que sн sй es que nunca me ha llegado el rumor de un conflicto como el que usted imagina. — Y… quiйn se encarga ahora de este proceso? Quiйn hereda el sello? — ЎAh! La pregunta del millуn. — Maz iba entusiasmбndose con el tema-. Nadie lo sabe, O, por lo menos, el emperador no ha hecho el anuncio. El sello debe tenerlo la madre del emperador si estб viva, O la madre del heredero si muere la viuda. Pero el emperador cetagandano no ha seleccionado un heredero todavнa. El sello del Criadero Estrella y todo el resto de los objetos de rango de la emperatriz se entregarб a la nueva mujer en el ъltimo rito de los funerales, asн que el emperador tiene por lo menos diez dнas mбs para decidirse. Supongo que esa decisiуn es foco de gran atenciуn en estos dнas entre las hautmujeres. No se pueden aprobar contratos nuevos hasta que se complete la transferencia. Miles, intrigado, pensу un poco en lo que oнa. — El emperador tiene tres hijos, verdad? Asн que la mujer elegida serб una de las tres madres. — No necesariamente — dijo Maz-. El cargo podrнa recaer en una tнa imperial, una mujer de la familia de su madre, al menos provisionalmente. Unos suaves golpecitos en la puerta de Miles anunciaron la llegada del tй. La cocina de la embajada de Barrayar habнa enviado una bandeja totalmente redundante con tres platos de bombones. Alguien habнa estado haciendo los deberes porque Maz murmurу: — Aahhh, mis favoritos… — Una mano femenina se lanzу a la pesca de chocolates, a pesar del almuerzo imperial que acababan de tomar. El mayordomo de la embajada sirviу el tй, abriу el vino y se alejу tan discretamente como habнa entrado. Ivan tomу un trago de su vaso de cristal y preguntу, intrigado: — Se casan los hautlores, entonces? Esos contratos genйticos equivalen al matrimonio, no es cierto? — Bueno… no exactamente. — Maz se tragу el tercer bombуn y jugueteу con el tй-. Existen varios tipos de contratos. El mбs simple establece el uso del genoma de una persona una sola vez. Se crea un solo hijo, que es… el tйrmino no es del todo correcto pero equivaldrнa a propiedad… queda registrado en la constelaciуn del padre y crece en el criadero de esa constelaciуn. No sй si me explico… estas decisiones no las toman los protagonistas… en realidad, puede pasar que la madre y el padre ni siquiera lleguen a conocerse. Esos contratos se deciden en el nivel mбs alto de la constelaciуn y las decisiones estбn en manos de los lнderes mбs viejos y presumiblemente mбs sabios. Se pretende capturar una lнnea genйtica favorable o sentar las bases de un cruce deseable en la generaciуn siguiente. — En el otro extremo hay contratos que significan un monopolio vitalicio, o todavнa mбs largo en el caso de cruces imperiales. Cuando se elige a una hautmujer para que sea la madre de un heredero potencial, el contrato es absolutamente exclusivo: tiene que ser alguien que no haya aceptado ningъn contrato y que nunca vuelva a negociar con su genoma, a menos que el emperador decida tener mбs de un hijo con ella. Esas mujeres viven en el jardнn Celestial, en un pabellуn separado, durante el resto de sus dнas. Miles hizo una mueca. — Es una recompensa o un castigo?… — Es el puesto de poder mбs importante que pueda alcanzar una hautmujer es una oportunidad para convertirse ella tambiйn en emperatriz, si su hijo — y casi siempre es un ъnico hijo— resulta elegido para suceder a su padre. Aunque termine siendo la madre de uno de los perdedores, un candidato a prнncipe o gobernador de satrapнa no estб nada mal. Un lнder de constelaciуn, jefe de clan en terminologнa de Barrayar, nunca serб emperador o padre de un emperador, y el brillo que puedan tener sus hijos carece de importancia. Pero a travйs de sus hijas, tiene la oportunidad de ser el abuelo de un emperador. Por lo tanto, como puede imaginarse, las ventajas se acumulan en la constelaciуn de la emperatriz. Los Degtiar no eran particularmente importantes hasta hace cincuenta aсos. — Asн que el emperador tiene hijos. — Miles trataba de asimilar toda aquella informaciуn-. Pero todos los demбs necesitan hijas. Y sуlo una o dos veces cada siglo, cuando sube al poder un nuevo emperador, se puede ganar en el juego. — Correcto. — Y… dуnde queda el sexo en todo esto? — preguntу Ivan, con voz quejosa. — No hay sexo — dijo Maz. — ЎNo hay sexo! Maz se riу de la expresiуn horrorizada de lord Vorpatril. — Bueno, los haut mantienen relaciones sexuales, pero es un juego puramente social. Tienen amistades sexuales de larga duraciуn que casi podrнan calificarse de matrimonios. Estaba a punto de decir que no hay nada formal, pero claro, la etiqueta de esas asociaciones es increнblemente compleja… Supongo que la palabra que estoy buscando es legalizadas, mбs que formales, porque los rituales son intensos. Y raros, realmente raros a veces, por lo poco que alcanzo a entender. Afortunadamente, los haut son tan racistas que casi nunca salen de su propio genoma, asн que no es nada probable que los extranjeros tengan que enfrentarse con esos peligros personalmente. — Ah — dijo Ivan. Parecнa un poquito desilusionado-. Pero… si los haut no contraen matrimonio, establecen sus propias casas y manejan sus asuntos desde las casas mismas, cuбndo salen? — Nunca. — ЎAu! Eso quiere decir que viven con… bueno, con sus madres toda la vida? — Bueno, con sus madres, no. Con sus abuelos o bisabuelos. Pero los jуvenes, y cualquiera menor de cincuenta se considera joven, viven como pensionistas de las constelaciones. Me pregunto si йsa es la razуn por la que tantos haut de mбs edad se recluyen. Viven lejos de todos porque finalmente pueden hacerlo. — Pero… y todos esos ghemgenerales y ghemlores famosos y de renombre que consiguieron esposas haut? Maz se encogiу de hombros. — No todas pueden aspirar a ser madres imperiales, no les parece? En realidad, me gustarнa seсalarle ese aspecto, lord Vorkosigan. Nunca se ha preguntado cуmo es posible que los haut controlen a los ghem, que son tan buenos militares? Sobre todo, si tenemos en cuenta que los haut no tienen ni entrenamiento ni experiencia en ese campo. — Ah, sн. Hace dos aсos que espero que esa loca aristocracia cetagandana de dos niveles desaparezca en medio de una lucha intestina. Cуmo es posible que un grupo de literatos como esos hautlores tengan poder sobre ghemejйrcitos enteros? Maz sonriу. — Los ghemlores cetagandanos lo explicarнan como la fidelidad debida a una cultura y civilizaciуn superiores. El hecho es que se apropian genйticamente de cualquiera que sea lo bastante competente y poderoso como para constituir una amenaza. No hay mayor recompensa en el sistema cetagandano que la asignaciуn de una esposa haut, y las asignaciones las decide el Emperador. Йsa es la principal preocupaciуn de los ghemlores. Es el ъltimo golpe social y polнtico. — Estб usted sugiriendo que los haut controlan a los ghem a travйs de esas esposas? — dijo Miles-. Quiero decir, estoy seguro de que las hautmujeres son hermosas y todo eso, pero los ghemgenerales son unos hijos de puta tan duros, tan difнciles… no me puedo imaginar a nadie en la cumbre en el Imperio de Cetaganda que sea tan susceptible. — Si yo supiera cuбl es el truco de las hautmujeres. — suspirу Maz— lo embotellarнa y lo venderнa muy caro. No, mejor todavнa, creo que me lo quedarнa para mн sola. Pero por lo visto, hace cientos de aсos que funciona bien. Por supuesto que no es el ъnico mйtodo de control imperial. Pero sin duda es el menos evidente. Para mн eso es significativo. Los haut son sutiles, eso por encima de cualquier otra cosa. — Y la hautnovia llega al matrimonio con… digamos… una dote? — preguntу Miles. Maz sonriу de nuevo y cogiу otro bombуn. — Es un punto importante, lord Vorkosigan. No. No hay dote. — Yo suponнa que mantener a una esposa haut en el nivel de vida al cual estбn acostumbradas podнa ser bastante caro. — Muy caro. — Entonces… si el Emperador deseara deprimir a un sъbdito excesivamente importante, podrнa entregarle unas cuantas esposas haut y dejarlo en bancarrota? — No… no creo que se trate de nada tan evidente. Pero es algo parecido, sн. Es usted muy perspicaz, milord. — Pero quй le pasa a la hautlady a la que entregan asн, como si se tratara de una medalla de buena conducta? — preguntу Ivan-. Quй siente? Quiero decir… si la mayor ambiciуn de una hautlady es transformarse en monopolio imperial, eso de ir a parar a manos de un ghemlord tiene que ser el extremo opuesto. Que la arrojen para siempre fuera del hautgenoma… Los descendientes nunca vuelven a casarse entre los haut, verdad? — No — confirmу Maz-. Creo que la psicologнa de todo el proceso es bastante peculiar. En primer lugar, la hautnovia tiene mбs rango que cualquier otra esposa del ghemlord, y sus hijos son los herederos. Es automбtico. Eso puede desatar algunas tensiones interesantes en casa del ghemlord, sobre todo si el nuevo casamiento, como suele suceder, se da en la mitad de la vida, cuando las otras asociaciones maritales del lord ya estбn bien establecidas y son antiguas. — Seguramente que caiga una de estas hautmujeres sobre la cabeza de su marido es la pesadilla de cualquier ghemlady — musitу lvan-. Nunca se niegan? No obligan a los maridos a rechazar el honor? — Por lo visto no es un honor que se pueda rechazar. — Mmmm. — Miles arrancу con dificultad su imaginaciуn de la fascinaciуn de esos detalles sociales y procurу centrarse en su mayor preocupaciуn-. El sello del Criadero Estrella… No tendrб usted un dibujo? — He traнdo unos vнdeos, milord — dijo Maz-. Con su permiso, los podemos pasar en su comuconsola. Aahh. Cуmo me gustan las mujeres competentes. No tiene usted una hermana menor, milady Maz? — Sн, por favor — dijo Miles. Todos se amontonaron detrбs del escritorio de la comuconsola y Maz empezу con su pequeсa conferencia ilustrada sobre la cъpula de los haut y una media docena de sellos imperiales de varios tipos. — Aquн estб, milord: el sello del Criadero Estrella. Era un bloque cъbico, de unos quince centнmetros de lado y con el pбjaro de trazos rojos sobre la parte superior. El terror que habнa sentido Miles desde que Maz le comunicara que existнa el sello, el terror de que tal vez йl e Ivan hubieran robado accidentalmente una pieza de los objetos imperiales, se desvaneciу como por ensalmo. El cilindro era un objeto imperial, sin duda, y tendrнan que devolverlo — anуnimamente, de ser posible-, pero por lo menos no era… Maz llamу a la siguiente unidad de datos. — Y este objeto es la Gran Llave del Criadero Estrella, que se entrega junto con el sello — siguiу diciendo. Ivan se atraganto con el vino. Miles, sъbitamente marcado, se reclinу contra el escritorio y mirу la imagen del cilindro con una sonrisa fija. El original estaba unos pocos centнmetros mбs abajo, en el cajуn. — Y… ah, quй es la Gran Llave del Criadero Estrella, mila… Maz? — consiguiу murmurar-. Para quй sirve? — No estoy muy segura. En algъn momento, en el pasado, tuvo que ver con la recuperaciуn de datos en los bancos genйticos de los haut, segъn creo, pero en la actualidad tal vez sуlo se trate de un objeto ceremonial. Tiene unos doscientos aсos por lo menos… Tiene que ser obsoleto. Esperemos. Gracias a Dios no lo habнa abandonado por ahн. Todavнa. — Ya veo. — Miles… — musitу Ivan. — Mбs tarde — siseу Miles entre dientes-. Entiendo tu preocupaciуn. Ivan musitу una obscenidad por encima de la cabeza de Maz. Miles se inclinу contra el escritorio de la comuconsola y moviу los labios en una mueca realista. — Algo anda mal, milord? — Maz levantу la vista, preocupada. — Lo lamento, las piernas me molestan un poco. Probablemente tenga que consultar con el mйdico de la embajada… — Preferirнa usted seguir con esto mбs tarde? — preguntу Maz instantбneamente. — Bueno… a decir verdad, creo que ya he recibido todas las lecciones de etiqueta que puedo asimilar en una sola tarde. — Ah… pero hay mucho, muchнsimo mбs. — Sin embargo, Miles debнa de estar realmente pбlido porque ella se levantу y dijo-: Demasiado para una sola clase, sн, por supuesto. Le molestan mucho sus heridas? No creн que fueran tan graves. Miles se encogiу de hombros, como avergonzado. Tras la despedida de rigor y la promesa de volver a ver a su tutora vervani muy pronto, Ivan se hizo cargo de los deberes de anfitriуn y escoltу a Maz a la planta baja. Volviу inmediatamente, sellу la puerta detrбs de йl y se lanzу sobre Miles. — Tienes alguna idea del lнo en que nos hemos metido? exclamу. Miles estaba sentado frente a la comuconsola, releyendo la descripciуn oficial — totalmente inexacta, por cierto— de la Gran Llave, mientras la imagen del objeto flotaba como un conjuro frente a su nariz por encima de la placa de vнdeo. — Sн. Tambiйn sй que vamos a salir bien parados. Tъ lo sabes? Eso hizo que Ivan se detuviera. — Sabes algo que yo no sepa? — Si me lo dejaras a mн, creo que podrнa devolver esa cosa a su verdadero dueсo sin que el asunto trascendiese. — Por lo que dijo Maz, el verdadero dueсo es el emperador de Cetaganda. — Bueno, en realidad, sн. Deberнa decir, devolvйrsela a su verdadera guardiana. Que, si leo bien las seсales, estб tan desesperada por haberla perdido como nosotros por haberla encontrado. Si puedo devolvйrsela sin armar jaleo, no creo que vaya por ahн diciendo a todo el mundo que la perdiу. Aunque… me pregunto cуmo fue que la perdiу. — Algo no encajaba, y estaba ahн, justo por debajo de su percepciуn consciente. — ЎNosotros atacamos a un servidor imperial! ЎAsн la perdiу! — Sн, pero quй estaba haciendo Ba Lura con ese objeto en la estaciуn orbital de transferencia? Por quй habнa manipulado los monitores de Seguridad del compartimiento de embarque? — Lura se estaba llevando la Gran Llave a alguna parte. Por lo que sй, tal vez la llevaba a la Gran Cerradura. — Ivan caminaba alrededor de la comuconsola como un leуn enjaulado-. Asн que el pobre hombre se corta la garganta a la maсana siguiente porque perdiу este objeto, que estaba a su cuidado, y todo por culpa nuestra… Mierda, Miles. Me siento como si hubiйramos matado a ese vicio chiflado. No nos hizo ningъn daсo, sуlo se equivocу de lugar y tuvo la mala suerte de asustarnos. — Es eso lo que pasу? — murmurу Miles-. En serio? — Es йsa la razуn por la que estoy tan desesperado? Es йsa la razуn por la que quiero que la historia tenga otro sentido, cualquier sentido menos йse? A la idea de Ivan no le faltaba lуgica. El viejo ba, encargado y responsable de transportar el precioso objeto, pierde la Gran Llave a manos de unos bбrbaros extranjeros, confiesa su desgracia a su seсora y se mata para expiar sus culpas. Listo. De pronto, Miles tenнa nбuseas-. Pero… si la llave era tan importante… por quй no estaba rodeado de un escuadrуn de ghemguardias imperiales? — ЎDios, Miles! ЎOjalб hubiera habido guardias! Un golpe firme en la puerta. Miles apagу rбpidamente la comuconsola y abriу la cerradura. — Adelante. El embajador Vorob'yev entrу en la habitaciуn y le dirigiу una inclinaciуn de cabeza mбs o menos cordial. Llevaba un montуn de papeles perfumados, de colores delicados. — Hola, milores. Le ha resultado ъtil su clase con Maz, lord Vorkosigan? — Sн, seсor — dijo Miles. — Me alegro. Lo suponнa. Esa mujer es muy competente. — Vorob'yev levantу los papeles-. Mientras ustedes estaban con ella, llegу esta invitaciуn para los dos, de lord Yenaro. Junto con varias sinceras disculpas por el incidente de anoche. Seguridad de la embajada abriу, rastreу y analizу quнmicamente la escultura. Informaron que los йsteres eran inocuos. — Con ese pronunciamiento sobre Seguridad, le entregу los papeles a Miles-. Ustedes deciden si quieren aceptar. Si considera que el infortunado efecto colateral del campo de fuerza de la escultura fue un accidente, lord Vorkosigan, tal vez convendrнa que asistiera a la fiesta. Completarнa la disculpa y todo quedarнa reparado. — Ah, claro que iremos… — La disculpa y la invitaciуn estaban escritas a mano en el mejor estilo cetagandano-. Pero voy a mantener los ojos bien abiertos. Ah… no volvнa hoy el coronel Vorreedi? Vorob'yev hizo una mueca. — Le han surgido unos aburridos problemas. Pero en vista del extraсo incidente en la embajada marilacana, ya lo he dispuesto todo para que lo sustituyan maсana mismo. Desea usted un guardaespaldas? No abiertamente, claro, eso serнa otro insulto… — Mmmm… Tenemos un conductor, no es cierto? Que sea un hombre entrenado, y quiero comunicaciуn con йl. Comus. Y que no se aleje mucho, por si acaso. — Muy bien, lord Vorkosigan. Ahora mismo lo dispongo. — Vorob'yev asintiу-. Y… en cuanto al incidente de la rotonda… A Miles le latнa el corazуn. — Sн? — Por favor, no vuelva a separarse del grupo. — Recibiу usted una queja? — Y de quiйn? — Uno aprende a interpretar ciertas miradas heridas. Los cetagandanos considerarнan poco correcto protestar… pero si los incidentes desagradables se acumulan…, no creo que les parezca tan poco correcto tomarse algъn tipo de venganza indirecta y extraсa. Ustedes dos se irбn dentro de diez dнas, pero yo tengo que seguir aquн mucho tiempo. Por favor, no me hagan el trabajo mбs difнcil de lo que ya es… — Entendido, seсor — dijo Miles con voz alegre. Ivan parecнa hondamente preocupado: no pensarнa confesбrselo todo a Vorob'yev? Todavнa no, porque el embajador saliу sin que Ivan se arrojara a sus pies. — Por poco no es suficiente para un guardaespaldas — seсalу apenas la puerta se sellу otra vez. — Ah, entonces estбs empezando a ver las cosas a mi manera, no? Pero si vamos a casa de Yenaro, no puedo evitar el riesgo. Tengo que comer, beber y respirar… todas rutas de ataque que un guardia armado no tiene muchos medios de controlar. De todos modos, mi mayor defensa es que serнa un terrible insulto para el emperador cetagandano si alguien de una delegaciуn extranjera quedara realmente lastimado en las ceremonias del funeral de su augusta madre. Yo predigo que, si es que ocurre algъn otro incidente, serб igualmente sutil y no fatal. — E igualmente enfurecedor, claro estб. — Ah, sн? Cuando ya hay una baja definitiva? — Ivan se quedу callado por un tiempo-. Crees que… todos estos incidentes estбn relacionados? — Hizo un gesto con la cabeza hacia los papeles perfumados que Miles sostenнa en la mano y el cajуn del escritorio de la comuconsola-. Admito que no sй de quй modo podrнan relacionarse. — Te parece que se puede tratar de simples coincidencias? — Mmmm… — Ivan frunciу el ceсo mientras reflexionaba la respuesta-. Y dime — dijo, seсalando otra vez el escritorio y el cajуn-: Cуmo piensas sacarte de encima el aparatito de la emperatriz? Miles torciу la boca en una sonrisa al reparar en la diplomбtica construcciуn que Ivan habнa utilizado para la frase. — No te lo puedo decir por el momento. — Sobre todo, porque no lo sй. No todavнa. Pero la haut Rian Degtiar tenнa que estar pensбndolo en ese mismo momento. Miles toqueteу, distraнdo, el ojo de Horus plateado, insignia de SegImp, prendido al cuello negro de su uniforme-. La reputaciуn de una dama estб en juego. Los ojos de Ivan adquirieron una expresiуn burlona por la forma en que Miles habнa aludido a las relaciones personales de su primo. — A la mierda con eso. En serio estбs haciendo algo secreto para Simуn Illyan? — Si fuera asн, no podrнa decнrtelo, no te parece? — No tengo la menor idea. Mierda. — Ivan lo mirу, frustrado, durante otro momento y luego se encogiу de hombros-. De todos modos, es tu funeral, no el mнo… 5 — Pare ahн — dijo miles al conductor del auto de superficie. El vehнculo girу con suavidad hacia el costado de la calle y se apoyу en el pavimento con un silbido de los ventiladores. Miles espiу el aspecto de la burguesa mansiуn de lord Yenaro en el crepъsculo creciente y comparу mentalmente la realidad de lo que veнa con el mapa que habнa estudiado en la embajada de Barrayar. Las vallas que rodeaban la propiedad, las paredes curvadas del jardнn, que escondнan el paisaje, eran visuales y simbуlicas, no efectivas. Ese lugar estaba diseсado como una fortaleza de privilegio. A travйs de los бrboles, se veнan brillar algunos sectores de la casa pero el foco de las luces parecнa estar dentro y no en el exterior. — Control de comus, milores? — pidiу el conductor. Miles e Ivan sacaron los aparatos del bolsillo y repasaron los cуdigos-. Muy bien, milores. — Quй apoyo tenemos? — preguntу Miles. — Tengo tres unidades dentro del бrea de llamada. — Espero que haya un tecnomed incluido. — En el vueloliviano. Con equipo completo. Puedo ponerlo dentro del patio de lord Yenaro en cuarenta y cinco segundos. — Me parece suficiente, no espero un ataque frontal. Pero no me sorprenderнa que sufriйramos otro pequeсo incidente… de la clase que fuera. Creo que vamos a ir caminando. Quiero formarme una idea general del lugar. — Sн, milord. — El conductor abriу el auto. Miles e Ivan lo dejaron solo en su puesto. — A esto le llaman pobreza entre las clases altas? — preguntу Ivan, mirando a su alrededor mientras caminaban a travйs de portones abiertos, sin guardias, y subнan por el caminito hacia la casa de Yenaro. Ah, sн. Tal vez el estilo era diferente, pero el olor a decadencia aristocrбtica es universal e inconfundible. Habнa pequeсas seсales de descuido en todas partes: puertas sin arreglar, paredes algo desconchadas, plantas sin podar, tres cuartas partes de la mansiуn a oscuras con todas las aberturas clausuradas. — Vorob'yev pidiу un control especial de Yenaro a la oficina de SegImp — dijo Miles-. Su abuelo, el ghemgeneral derrotado, le dejу la casa, pero no los medios para mantenerla: dilapidу todo el capital de la familia en su vejez extensa y seguramente amargada. Yenaro es el ъnico dueсo desde hace cuatro aсos. Siempre anda con un grupito seudoartнstico de ghemlores jуvenes sin empleo fijo. Hasta ahн, todo concuerda con lo que nos dijo йl mismo. Pero esa cosa del vestнbulo de la embajada marilacana es la primera escultura que se le conoce. Curiosamente avanzada para un primer intento, no te parece? — Si estбs tan convencido de que fue una trampa, por quй metes la mano para que te pillen de nuevo? — El que no arriesga no gana, Ivan. — Y quй esperas ganar? — La verdad. Algo de belleza. Quiйn sabe? Seguridad de la embajada tambiйn estб investigando a los obreros que la instalaron. Espero que la investigaciуn nos revele algo. Por lo menos podнa usar la maquinaria de SegImp para resolver esos problemas laterales. Miles tenнa una enorme curiosidad con respecto al cilindro que llevaba escondido en el bolsillo interno de la tъnica. Habнa tenido la Gran Llave encima todo el dнa, durante una visita guiada a la ciudad y un interminable espectбculo de bailarines clбsicos cetagandanos. Eso ъltimo era un decreto imperial, un espectбculo especial para los enviados galбcticos al funeral. Pero hasta el momento, la haut Rian Degtiar no habнa hecho ningъn movimiento para ver a Miles. Si no sabнa nada de su hautlady hasta el dнa siguiente… En cierto aspecto, Miles lamentaba muchнsimo no haber confiado en los subordinados locales de SegImp desde el primer dнa. Pero claro, si lo hubiera hecho, ya le hubiesen quitado de encima el problemita: las decisiones habrнan pasado a niveles mбs altos y йl ya no habrнa podido controlarlas. El hielo es muy delgado. En este momento, no quiero que haya nadie mбs pesado que yo en el rнo. Un sirviente les recibiу en la puerta de la mansiуn cuando se acercaron y los escoltу a un vestнbulo suavemente iluminado donde les esperaba su anfitriуn. Yenaro iba vestido de negro y la ropa era parecida a la que habнa utilizado en la recepciуn de la embajada marilacana. Ivan estaba correcto en su uniforme de fajina verde. Miles habнa elegido el mбs formal uniforme negro. No estaba seguro de cуmo interpretarнa Yenaro el mensaje: como un honor, como un recordatorio — Soy el enviado oficial o como una advertencia — No te metas conmigo otra vez-. Pero estaba casi seguro de que Yenaro no lo pasarнa por alto. Yenaro echу una mirada a las botas negras de Miles. — Estбn mejor sus piernas, lord Vorkosigan? — preguntу, con ansiedad. — Mucho mejor, gracias. — Miles sonriу, nervioso-. No hay duda de que voy a sobrevivir. — Me alegro tanto… — El alto ghemlord los llevу por un pasillo con bifurcaciones y luego abajo, por una escalera, hasta una habitaciуn semicircular que rodeaba una especie de penнnsula de hierba, como si la casa estuviera sufriendo una invasiуn botбnica. La habitaciуn estaba amueblada en un estilo un poco extraсo y eclйctico, aparentemente objetos de Yenaro que no respondнan a ningъn plan previo. El efecto era agradable: la habitaciуn de un solterуn cуmodo y tranquilo. La iluminaciуn tambiйn era suave y eso disimulaba un poco el desorden y el descuido. Habнa un grupo de ghemlores y ghemladies que bebнan y charlaban. Los hombres eran mбs numerosos que las mujeres; dos de ellos tenнan la cara completamente maquillada, la mayorнa llevaba la marca de las generaciones jуvenes en las mejillas y unas pocas almas radicales se mostraban con la cara completamente descubierta, excepto por unos toques de maquillaje. Yenaro presentу a los exуticos de Barrayar. Miles no habнa oнdo nombrar a ninguno de los ghem, no habнa estudiado a ninguno en casa, aunque uno de los jуvenes decнa que un tнo abuelo suyo formaba parte de los cuarteles generales de Cetaganda. Una barrita de incienso se quemaba sobre un cilindro junto a las puertas del jardнn y uno de los ghemhuйspedes se detuvo para inhalar de cerca. — Muy bueno, Yenaro — le dijo a su anfitriуn-. Lo mezclaste tъ mismo? — Sн, gracias — dijo Yenaro. — Mбs perfumes? — preguntу Ivan. — Perfumes y algo mбs. Esa mezcla tambiйn contiene un relajante suave que me pareciу adecuado para la ocasiуn. Quiere usted probarlo, lord Vorkosigan? Miles sonriу, nuevamente nervioso. Hasta dуnde llegaba la experiencia de ese hombre en quнmica orgбnica? Miles recordу que la raнz de la palabra intoxicaciуn era tуxico. — No lo creo. Pero me encantarнa ver su laboratorio. — En serio? Pues vamos. La mayorнa de mis amigos no muestra el menor interйs en la parte tйcnica del asunto, sуlo les importan los resultados. Muy cerca, una joven ghem escuchaba la conversaciуn. Se acercу y tocу a Yenaro en el hombro con un dedo largo cuya uсa brillaba cubierta de esmalte refulgente. — Sн, querido Yenni, resultados. Me hiciste una promesa, te acuerdas? — No era la ghemujer mбs hermosa que Miles hubiera visto, pero era bastante atractiva con sus capas de ropa verde jade en movimiento, el pбlido cabello espeso peinado hacia atrбs bajбndole hasta los hombros en una cascada salpicada de rosado. — Yo siempre cumplo mis promesas — dijo lord Yenaro-. Le gustarнa acompaсarnos arriba, lord Vorkosigan? — Sin duda. — Yo me quedo. Me gustarнa hacer nuevas amistades — dijo Ivan. Se inclinу para despedirse del grupo. Las dos mujeres mбs altas e impresionantes del grupo, una rubia de piernas largas y una pelirroja realmente increнble, estaban de pie juntas al otro de la habitaciуn. Ivan consiguiу estudiarlas a las dos en una sola mirada y ambas sonrieron en un gesto de invitaciуn. Miles enviу una corta plegaria al dios que cuida a los tontos, los amantes y los locos, y se volviу para seguir a Yenaro y a la mujer. El laboratorio de quнmica orgбnica de Yenaro estaba en otro edificio; las luces se encendieron cuando el grupo se acercу por el parque. A Miles le pareciу una instalaciуn bastante respetable, una larga habitaciуn doble en el segundo piso. Era evidente que parte del dinero que no se destinaba a reparaciones terminaba invertido allн. Miles caminу junto a los bancos, mirando los analizadores de molйculas y los ordenadores mientras Yenaro revisaba un grupo de botellitas buscando el perfume de la mujer. La materia prima estaba organizada con correcciуn y armonнa en grupos quнmicos cuidadosos, que revelaban una comprensiуn profunda y un amor al detalle por parte de su dueсo. — Quiйn le ayuda aquн? — preguntу Miles. — Nadie — dijo Yenaro-. No soporto que nadie toque todo esto. Me desordenan las cosas y yo uso el orden como inspiraciуn para mis mezclas. No todo es ciencia, comprende? Cierto, cierto. Con algunas preguntas cuidadosas, Miles consiguiу informaciуn sobre el mйtodo de Yenaro para fabricar el perfume para la mujer. Ella escuchу durante un rato y luego se apartу y se puso a oler algunas botellas experimentales hasta que Yenaro las rescatу con una sonrisa algo ofendida. La experiencia de Yenaro en quнmica no era la de un profesor, pero sн la de un profesional hecho y derecho: cualquier compaснa de cosmйtica le habrнa ofrecido un empleo en el laboratorio de investigaciуn y desarrollo. Eso lleva a una conclusiуn… y luego a otra… Cуmo se relacionaba el laboratorio con el hombre que habнa dicho «Las manos se alquilan, se pagan»? Habнa relaciуn, decidiу Miles con disimulada satisfacciуn. Yenaro era sin duda un artista, pero un artista de la perfumerнa, de los йsteres. No un escultor. Alguien le habнa proporcionado la experiencia tйcnica necesaria para la fuente. Acaso tambiйn la informaciуn tйcnica sobre las debilidades fнsicas de Miles? Llamйmoslo… lord X. Primer Hecho sobre lord X: tenнa acceso a los informes mбs detallados de Seguridad cetagandana sobre los barrayareses de importancia militar o polнtica… y sobre sus hijos. Segundo Hecho: tenнa una mente sutil. Tercer Hecho:… no, no habнa un tercer hecho. Al menos no todavнa. Volvieron a la fiesta y descubrieron a Ivan sentado en un sillуn entre las dos mujeres, charlando con ellas… por lo menos, ellas se estaban riendo mucho. Igualaban a lady Gelle en belleza: la rubia podнa haber sido su hermana. La pelirroja era todavнa mбs impresionante, con una cascada de bucles ambarinos que le caнa hasta los hombros, una nariz perfecta, labios que llamaban a… Miles cortу el pensamiento de raнz. Ninguna ghemlady lo invitarнa a hundirse en sus sueсos femeninos… no a йl. Yenaro se ausentу un momento para supervisar a su sirviente — al parecer, sуlo tenнa uno— y apresurar la llegada de la comida y la bebida. Volviу con una jarra pequeсa y transparente, llena de un lнquido color rubн pбlido. — Lord Vorpatril — le dijo a Ivan-, me pareciу que le gustaban nuestras bebidas. Pruebe йsta, por favor. A Miles le empezу a latir el corazуn con fuerza. Tal vez Yenaro no fuese un escultor asesino, pero como envenenador habrнa sido perfecto. Yenaro sirviу tres tacitas de lнquido sobre una bandeja laqueada y extendiу la bandeja a Ivan. — Gracias. — Ivan seleccionу una al azar. — Ah, cerveza zlati — murmurу uno de los ghemlores jуvenes. Yenaro le pasу la bandeja y tomу la taza que quedaba. Ivan bebiу un sorbo y levantу las cejas, sorprendido, con un gesto de aprobaciуn. Miles vigilу con cuidado a Yenaro para ver si йl tambiйn tomaba. Yenaro bebiу. La mente de Miles repasу cinco mйtodos diferentes para presentar bebidas mortales con esa maniobra y asegurarse de que la vнctima recibe la que le estб destinada, incluyendo el truco por el cual el anfitriуn ingiere el antнdoto primero. Pero si se iba a poner tan paranoico, no tendrнa que haber aceptado la invitaciуn… Pero por quй no habнa tomado ni comido nada hasta el momento? Y quй piensas hacer, sentarte a ver si Ivan se cae primero y despuйs probarlo tъ? Esta vez, Yenaro no se dedicу a contar la repulsiva historia del nacimiento de Ivan a las dos mujeres que lo rodeaban como parйntesis. Mierda. Tal vez era cierto que lo de la escultura habнa sido un accidente y el hombre realmente estaba arrepentido y trataba de compensar — en lo que pudiera a los barrayareses. De todos modos, Miles se levantу y avanzу en cнrculo, tratando de mirar de mбs cerca la copa de Ivan. Ivan estaba en el proceso del clбsico Lo ъnico que hago es apoyar el brazo en la parte de atrбs del sillуn para examinar a la pelirroja a la derecha y comprobar si ella se retiraba o lo invitaba a seguir adelante con el contacto fнsico. Levantу la cabeza y rechazу a su primo con una sonrisa agresiva. — Ve y disfruta, Miles — murmurу-. Relбjate un poco. Deja de espiarme por encima del hombro. Miles esbozу una mueca de desdйn, parecida a la que habнa recibido, y se alejу de nuevo. Alguna gente no quiere que la salven. Punto. Decidiу entablar conversaciуn con algunos de los amigos de Yenaro, los hombres, muchos de los cuales estaban reunidos en el otro extremo de la habitaciуn. No fue difнcil hacerlos hablar de sн mismos. Era el ъnico tema de conversaciуn. Cuarenta minutos de esfuerzo y coraje dedicados al arte de la conversaciуn convencieron a Miles de que la mayorнa de los amigos de Yenaro tenнa el cerebro de un mosquito. La ъnica especialidad que reinaba en el ambiente era hacer comentarios burlones sobre otros compatriotas, que tampoco hacнan nada en la vida: la ropa, los amorнos varios y los lнos, los deportes — siempre eran espectadores, nunca participantes, excepto en el apartado de apuestas— y varios sueсos comerciales, sentimentales, y las distintas ofertas erуticas. La huida permanente de la realidad parecнa ocupar gran parte de los dнas y la atenciуn de los ghemlores jуvenes. Ni uno solo de ellos ofreciу una palabra de interйs militar o polнtico. Mierda, hasta Ivan tenнa mбs materia gris en el cerebro. En realidad, todo le resultaba un poco deprimente. Los amigos de Yenaro eran hombres excluidos, desechos desechados. Ni uno solo mostraba interйs por alguna carrera o servicio: no los tenнan. Ni siquiera las artes suscitaban su entusiasmo. Todos esos jуvenes eran consumidores de sueсos fantбsticos, no productores. Y en realidad, era una suerte que no tuvieran intereses polнticos: parecнan ese tipo de persona que empieza una revoluciуn pero no puede terminarla porque su incompetencia traiciona su idealismo. Miles habнa visto jуvenes similares entre los Vor, terceros o cuartos hijos que no habнan emprendido una carrera militar y que vivнan de sus familias. Sin embargo, hasta ellos podнan esperar algъn cambio en su estatus cuando alcanzaran la madurez. Dado el promedio de vida de los ghem, casi todos ellos deberнan esperar al menos ochenta o noventa aсos para ascender en la escala social. Desde luego, no eran estъpidos — la genйtica no lo hubiera permitido— pero habнan reducido sus campos de interйs a un horizonte artificial. Debajo de la atmуsfera de sofisticaciуn inquieta, esas vidas estaban paralizadas, detenidas en un punto. Miles se estremeciу. Decidiу intentarlo con las mujeres, si es que Ivan le habнa dejado alguna. Se disculpу — voy a buscar una copa, perdonen— pero podrнa haberse ido sin decir palabra porque nadie parecнa interesado en el huйsped mбs raro e insignificante de lord Yenaro. Miles se acercу a un gran cuenco del que todos estaban bebiendo y se llevу la taza a los labios, pero no tragу. Levantу la vista y se vio frente a una mujer un poco mayor que las otras. Habнa llegado tarde a la fiesta con un par de amigos y se habнa mantenido siempre apartada de la reuniуn. Le sonriу. Miles devolviу la sonrisa y se deslizу alrededor de la mesa mientras trataba de pensar en una frase correcta para empezar una conversaciуn. No le hizo falta, porque ella tomу la iniciativa. — Lord Vorkosigan. Le gustarнa dar un paseo conmigo por el jardнn? — Sн… claro. Le parece que el jardнn es interesante? — En la oscuridad? — Creo que a usted le interesarб, sн. La sonrisa desapareciу cuando la mujer dio la espalda a la habitaciуn, y dio paso a una expresiуn firme y amarga de determinaciуn. Miles tocу el comu que llevaba en el bolsillo del pantalуn y siguiу el rastro perfumado de la dama. Apenas dejaron atrбs las puertas de vidrio y estuvieron entre los arbusto descuidados, ella apurу el paso. No abriу la boca. Miles cojeу tras ella. Le sorprendiу que llegaran a un portуn pintado de rojo brillante y cuadrado, donde les esperaba una persona: una forma leve, andrуgina, con una bata oscura y capucha para proteger la cabeza calva del rocнo nocturno. — Ya tiene su guнa para el resto del camino — dijo la mujer. — El resto del camino adуnde? — Un corto paseo — explicу la figura encapuchada con voz de soprano. — De acuerdo. — Miles levantу una mano pidiendo una pausa y sacу el comu del bolsillo. Hablу directamente al micrуfono-: Base. Salgo de la casa de Yenaro por un momento. Rastrйeme, por favor, pero no me interrumpa a menos que yo lo llame. La voz del conductor sonaba dubitativa: — Sн, milord… Adуnde va usted? — Voy a… voy a pasear con una dama. Desйeme suerte. — Ah… — El tono del conductor se transformу en el de una persona divertida y sonriente-. Buena suerte, milord. — Gracias. — Miles cerrу el canal-. De acuerdo. Vamos. La mujer se sentу en un banco medio vencido y se abrigу con la ropa. Tenнa el aire de quien se prepara para una larga espera. Miles siguiу a su guнa ba por el portуn, pasу otra residencia, cruzу una ruta y entrу en una quebrada baja y arbolada. Su guнa sacу una mano para impedir tropezones. Si seguнan asн, las brillantes botas de Miles iban a quedar bastante mal paradas. Subieron por la quebrada hacia la parte trasera de otra mansiуn en condiciones todavнa mбs ruinosas que la de Yenaro. Un bulto entre los бrboles: la casa, aparentemente desierta. Pero doblaron a la derecha sobre un camino invadido por la vegetaciуn. La figura encapuchada se detuvo a separar ramas mojadas frente a la cara de Miles y luego volvieron al arroyo. Emergieron en un claro amplio donde se alzaba un pabellуn de madera, un lugar para comer al aire libre, sin duda. Habнa un pequeсo lago ahogado por las plantas acuбticas, que superaban en mucho a unos pocos lotos. Cruzaron el agua sobre un puente, que crujiу de tal modo que Miles se alegrу momentбneamente de no ser mбs corpulento. Un brillo tenue, familiar, perlado emanaba de las aberturas del pabellуn, cubiertas por la vegetaciуn. Miles tocу la Gran Llave escondida en la tъnica para buscar seguridad. Bueno. Aquн viene. Miles pasу junto a las ramas que apartaba su guнa ba y obedeciу un gesto indicativo, entrу y lo dejу atrбs, de guardia. Con cautela, Miles avanzу un paso hacia el interior del edificio, pequeсo, redondeado. La haut Rian Degtiar o una copia muy fiel de ella estaba sentada, O de pie, o algo, a unos pocos centнmetros del suelo, como siempre, en una esfera pбlida y translъcida. Parecнa ocupar una silla— flotante. La luz era mбs leve, apenas un brillo furtivo. Espera. Deja que ella dй el primer paso. El momento se prolongу. Miles empezу a temer que la conversaciуn terminara siendo tan inconexa y absurda como la ъltima, pero justo en ese momento ella hablу con la misma voz sin aliento, distorsionada por la transmisiуn. — Lord Vorkosigan. Esta entrevista, que usted me solicitу, es para ver cуmo podemos arreglar que usted me devuelva mi… — La Gran Llave — la interrumpiу Miles. — Ya ha averiguado lo que es? — He estado haciendo investigaciones desde nuestra primera charla. Ella gimiу. — Quй quiere usted de mн? Dinero? No tengo. Secretos militares? No conozco ninguno. — No se ponga coqueta conmigo y no tenga miedo, milady. Le pido muy poco. — Miles se abriу la tъnica y sacу la Gran Llave. — Alн… Ўla tiene aquн, aquн mismo! ЎDйmela! — La perla dio un salto hacia delante. Miles retrocediу. — No tan rбpido. La he tenido estos dнas, no le he hecho ningъn daсo y se la pienso devolver. Pero siento que merezco algo a cambio. Solamente quiero saber cуmo me la entregaron, si fue un error y por quй. — ЎNo es asunto suyo, barrayarйs! — Tal vez no. Pero mi instinto me dice que esto es una trampa, contra mн o contra Barrayar a travйs de mi persona, y como oficial de SegImp de Barrayar lo considero asunto mнo. Muy mнo, se lo aseguro. Estoy dispuesto a decirle a usted lo que vi y oн al respecto, todo, pero usted debe devolverme el favor. Para empezar, quiero saber quй hacнa Ba Lura con uno de los objetos mбs importantes de la emperatriz en una estaciуn espacial. Ella bajу la voz y hablу con tono confuso y duro. — Estaba robando. Ahora devuйlvame la Gran Llave. — Una llave. Una llave no tiene valor sin una cerradura. Supongo que es una bonita antigьedad, pero si Ba Lura estaba planeando un cуmodo retiro con fondos privados, seguramente hubiese encontrado objetos mucho mбs valiosos en el jardнn Celestial. Cosas mбs valiosas, cuya sustracciуn puede pasar desapercibida durante mucho mбs tiempo. Ba Lura pensaba hacerle chantaje? Por eso lo asesinу? — Una acusaciуn totalmente absurda: la hautlady y Miles eran coartada una del otro, pero йl sentнa curiosidad. Querнa ver cуmo reaccionaba. La respuesta fue instantбnea. — ЎVil barr…! Yo no llevй a Lura a su muerte. ЎSi hay alguien responsable, йse es usted! Dios, espero que no. — Tal vez tenga usted razуn… y en ese caso, tengo que saberlo, seсora… Usted sabe que no hay nadie de Seguridad cetagandana en kilуmetros a la redonda en este momento, o usted les ordenarнa que me arrebataran ese objeto y arrojaran mi cadбver al callejуn mбs cercano. Por quй no hay nadie de Seguridad? Por quй robу la Gran Llave su ba? Por simple placer? Colecciona objetos imperiales o algo asн? — ЎMe da asco! — Entonces a quiйn querнa vendйrselo? — ЎVender! ЎEso no! — ЎJa! ЎEntonces usted sabe a quiйn se la llevaba! — No exactamente… — Ella dudу-. Algunos secretos no me pertenecen y no estoy en libertad de entregarlos… Pertenecen a la Seсora Celestial. — A quien usted sirve. — Sн. — Incluso despuйs de la muerte. — Sн. — Habнa una nota de orgullo en su voz. — Y a quien Ba Lura engaсу… Incluso en la muerte. — ЎNo! Engaсar no… Tuvimos un desacuerdo. — Un desacuerdo honesto? — Sн. — Entre un ladrуn y una asesina? — ЎNo! Claro que no, pero la acusaciуn habнa levantando su coraza. Descubriу cierto sentimiento de culpa, ahн. Sн, hбbleme de culpa, milady. — Mire, se lo pondrй mбs fбcil: empezarй yo. Ivan y yo estбbamos llegando a Eta Ceta. Venнamos desde la nave correo de Barrayar en un vehivaina personal. Nos metieron en un compartimiento de embarque, un compartimiento de carga. Ba Lura, vestido con el uniforme de la estaciуn, con una peluca mal puesta, subiу al vehivaina en cuanto se abriу el portal y metiу la mano para buscar lo que me pareciу un arma. Lo atacamos y le arrebatamos un destructor nervioso. Y esto. — Miles levantу la Gran Llave-. Se nos escapу y yo me guardй esto en el bolsillo hasta que averiguбramos algo mбs. Cuando volvн a ver a Ba Lura estaba muerto en un charco de su propia sangre en el suelo de la rotonda funeraria. A decir verdad, me puse muy nervioso. Ahora le toca a usted, seсora. Dice que Ba Lura le robу la llave. Cuбndo se dio cuenta? — La echй de menos… ese mismo dнa. — Y cuбnto tiempo calcula que transcurriу desde que йl se la apropiу? Cuбndo la habнa visto por ъltima vez? — No la usamos todos los dнas debido al perнodo de luto por la Seсora Celestial. La vi cuando ordenй los objetos reales… dos dнas antes… — Asн que podrнa haberla sustraнdo tres dнas antes de que usted lo notara. Cuбndo desapareciу Ba Lura? — No… no estoy segura. Lo vi la noche anterior. — Eso reduce las posibilidades. Asн que el ъnico momento en que Ba Lura pudo haberse apropiado de la llave fue la noche anterior. Los servidores ba pasan libremente por las puertas del jardнn Celestial? — Por supuesto. Nosotras no hacemos nada en el exterior. Eso es cosa de los ba. — Y Ba Lura volviу… cuбndo? — La noche de su llegada, lord Vorkosigan. Pero no quiso verme. Dijo que se encontraba mal. Pude haber ordenado que viniera pero… no quise hacer algo tan indigno. Entonces sн estaban juntos en esto… — Fui a ver a Ba Lura por la maсana. Entonces, me lo contу todo. Lura querнa llevarle la Llave a… alguien y entrу en el compartimiento equivocado. — Entonces alguien tenla que suministrarle un vehivaina? Alguien lo esperaba en una nave en уrbita? — ЎYo no he dicho nada de eso! Sigue asн, presiona un poco. Estб funcionando. Pero se sentнa un poco culpable por esa forma de asediar a la vieja dama, aunque fuera para ayudarle… presumiblemente para ayudarle. No la dejes escapar. — Asн que Ba Lura se introdujo en nuestro vehivaina y… cуmo sigue la historia? ЎDнgame! — Unos soldados barrayareses atacaron a Ba Lura y le robaron la Gran Llave. — Cuбntos soldados? — Seis. Los ojos de Miles se abrieron un poco mбs en un gesto de alegrнa. — Y despuйs? — Ba Lura rogу por su vida y por su honor, pero ellos se rieron, lo rechazaron y se alejaron. Mentiras, por fin mentiras. Sin embargo… Ba Lura era humano. Cualquiera que mete la pata de esa forma reinventa la historia para parecer menos culpable. — Y segъn йl, quй le dijimos? La voz de ella estallaba de furia. — Dijo que insultaron a la Seсora Celestial. — Y luego? — Ba Lura volviу a casa sumido en la vergьenza. — Y entonces, por quй no llamу a Seguridad cetagandana para recuperar inmediatamente la Gran Llave por todos los medios? Se produjo un largo silencio. Despuйs ella dijo: — Ba Lura no podнa hacerlo. Pero se confesу conmigo. Y yo acudн a usted… Me humillй frente a usted… Y le pedн que me devolviera el objeto del que soy responsable… y con йl, mi honor. — Por quй no confesу Ba Lura la noche anterior? — ЎNo lo sй! — Y mientras usted se enfrentaba a la tarea de recuperaciуn, Ba Lura se corta el cuello… — Por dolor, por vergьenza — murmurу ella. — Ah, sн? Por quй no esperу a ver si usted lograba que yo le entregara la Llave? Por quй no se cortу el cuello en privado, en sus habitaciones? Por quй mostrar su vergьenza frente a toda la comunidad galбctica? No le parece un poco raro? Se suponнa que Ba Lura debнa asistir a la ceremonia de entrega de presentes? — Sн. — Y usted tambiйn? — Sн… — Y usted creyу la historia de Ba Lura? — ЎPor supuesto! — Seсora, me parece que anda usted muy perdida. Dйjeme decirle lo que pasу en el vehivaina tal como yo lo vi. No habнa seis solados; sуlo йramos tres: yo, mi primo y el piloto del vehivaina. No se produjo conversaciуn alguna, no hubo ruegos ni sъplicas, y mucho menos insultos contra la Seсora Celestial. Ba Lura gritу y saliу corriendo. Ni siquiera opuso resistencia. En realidad, apenas se enfrentу a nosotros. No hizo casi nada. Piйnselo. Estaba luchando por la recuperaciуn de un objeto de suma importancia, y esa recuperaciуn era tan esencial que cuando fracasу, decidiу cortarse el cuello delante de todo el mundo. No le parece raro? Nos dejу ahн, rascбndonos la cabeza con aquella maldita cosa entre las manos, preguntбndonos «quй diablos estб pasando?». Es evidente que alguien estб mintiendo. Yo sй quien es. — Deme la Gran Llave — dijo ella-. No le pertenece. — Mire, yo creo que me tendieron una trampa. Alguien que aparentemente quiere arrastrar a Barrayar a un… desacuerdo interno cetagandano. Por quй? Para quй me estбn tendiendo esta trampa? Tal vez el silencio de ella indicaba que йsas eran las primeras palabras que penetraban su pбnico en dos dнas. O tal vez no. En cualquier caso, se limitу a repetir en un susurro: — ЎNo le pertenece! Miles suspirу. — Estoy totalmente de acuerdo con usted, milady, y me alegro de devolvйrsela. Pero en vista de la situaciуn, me gustarнa testificar, bajo pentarrбpida si es necesario, a quiйn hago entrega de la Gran Llave. Dentro de esa burbuja podrнa esconderse cualquiera. Mi tнa Alys, por ejemplo. Pienso devolvйrsela, pero cara a cara… — Extendiу la mano con la palma abierta y la llave sobre la palma, invitante… — Ese es el ъltimo precio? — Sн. No pido mбs. Era un triunfo insignificante. Iba a ver a una hautmujer. Ivan no habнa visto ninguna. Sin duda la vieja sentirнa vergьenza de mostrarse asн frente a ojos extranjeros, pero mierda, considerando lo que Miles habнa sufrido, aquella mujer le debнa algo. Y sus argumentos sobre la necesidad de identificar a la persona a quien entregaba la Gran Llave eran totalmente ciertos. La haut Rian Degtiar Dama de Compaснa del Criadero Estrella, no era la ъnica que estaba involucrada. — De acuerdo — susurrу ella. La burbuja blanca se desvaneciу hasta hacerse transparente y finalmente desapareciу. — Ah — dijo Miles, con un hilo de voz. Ella estaba sentada en una silla flotante, envuelta de pies a cabeza en tenues telas, muchas capas de tela, todas blancas y brillantes, una docena de texturas que caнan unas sobre otras. El cabello era de color йbano refulgente, una larga melena con mechones que le cubrнan los hombros y le pasaban sobre las piernas y se arremolinaban a sus pies. Cuando se pusiera de pie, el cabello la seguirнa por el suelo como un velo infinito. Sus ojos enormes eran de un azul gйlido de tal pureza бrtica, que a su lado los ojos de lady Gelle parecнan charcos de barro. La piel… Miles sintiу que en toda su vida nunca habнa visto piel, sуlo bolsas remendadas en las que la gente se enfundaba para no perder fluidos vitales. Esa perfecta superficie marfileсa… ah, deseaba tocarla con tal intensidad que incluso le dolнan las manos. Tocarla sуlo una vez y despuйs morir. Los labios de Rian Degtiar eran tibios, como rosas en las que latiera la sangre… Quй edad tenнa? Veinte aсos? Cuarenta? Era una hautmujer, quiйn podнa decirlo? A quiйn le importaba? Los hombres de la vieja religiуn habнan adorado iconos mucho menos gloriosos, de plata y oro labrados con un burdo cincel. Miles estaba de rodillas y no recordaba cуmo ni cuбndo se habнa dejado caer al suelo de ese modo. Ahora sabнa por quй lo llamaban «caer». Sн, enamorarse. Era el mismo vйrtigo lleno de nбuseas de la caнda libre, la misma emociуn inabarcable, la misma seguridad enfermiza de que sufrirнa un tremendo golpe contra una realidad que se cernнa hacia йl a toda velocidad. Se inclinу hacia delante y dejу la Gran Llave frente a esos pies perfectos en sus sandalias blancas. Luego retrocediу y esperу. SOY un juguete de la Fortuna. 6 Ella se inclinу y alargу la grбcil mano para recuperar el solemne objeto. Dejу la Gran Llave sobre la falda y sacу un collar largo por debajo de las capas de vestidos blancos. La cadena tenнa un anillo decorado con el dibujo de un ave con el pico abierto; las lнneas de oro de los contactos electrуnicos brillaban como filigrana sobre esa superficie lisa. Ella insertу el anillo en el sello sobre el cilindro. No pasу nada. Algo le silbу en la respiraciуn. Mirу a Miles con furia. — Quй ha hecho? — Milady… yo… no… nada. ЎLe doy mi palabra de Vorkosigan! Ni siquiera se me cayу. Quй… quй se supone que debe pasar? — Tendrнa que abrirse. — M… m… — Miles se hubiera puesto a sudar de desesperaciуn, pero hacнa demasiado frнo. El perfume que emanaba de aquella mujer y la armonнa de su voz sin filtro electrуnico casi lo marcaban-. Si le pasa algo, sуlo hay tres posibilidades. Alguien lo rompiу… Ўpero no fui yo, lo juro! — Era йse el secreto de la extraсa intrusiуn de Ba Lura? Se le habнa roto y habнa estado buscando un chivo expiatorio a quien echarle la culpa…?-. O alguien lo ha reprogramado, O, lo cual es menos probable, han hecho algъn tipo de cambio. Un duplicado… O… o… La hautmujer abriу desmesuradamente los ojos y pareciу a punto de decir algo. A usted no le parece tan poco probable? — adivinу Miles-. Seguramente serнa lo mбs difнcil de hacer pero… ahora se me estб ocurriendo que tal vez quien lo hiciera no considerу la posibilidad de que yo se lo entregara a usted. Si es falso, tal vez alguien suponнa que estarнa camino a Barrayar en una valija diplomбtica. O… algo asн… No, eso no tiene sentido pero… Ella estaba sentada, inmуvil, la cara tensa de pбnico, las manos tensas alrededor del cilindro. — Milady, hбbleme. Si es una reproducciуn, obviamente es muy fiel. Usted podrб entregarla en la ceremonia. Y si no funciona, quй mбs da? Quiйn va a controlar el funcionamiento electrуnico de un aparatito obsoleto? — La Gran Llave no es obsoleto. La usamos todos los dнas. — Es algo asн como un enlace de datos, no? Usted tiene una ventana de tiempo… Nueve dнas. Si cree que el objeto ha sufrido algъn daсo o que alguien la ha modificado, bуrrela y reprogrбmela con los archivos de resguardo. Si es un duplicado falso que no funciona, tal vez tenga tiempo de hacer un duplicado verdadero y reprogramarlo… — Pero por favor, no se quede ahн sentada con esa mirada de horror en los ojos-. ЎHбbleme! — Tengo que hacer lo que hizo Ba Lura — susurrу ella-. Ba Lura tenнa razуn. Йste es el final de todo… — No, por quй? Por quй? Es una cosa, una cosa, nada mбs. A quiйn le importa? A mн no. Ella levantу el cilindro y por primera vez fijу su gйlida mirada en Miles. La expresiуn de sus ojos hizo que йl deseara meterse en las sombras como una cucaracha, que quisiera esconder su fealdad meramente humana en un rincуn, pero se puso firme y aguantу la vergьenza. — No hay archivos de seguridad — dijo ella-. Es la ъnica llave. Miles sintiу que se desmayaba y, esta vez, no era sуlo por el perfume. — Que no tienen copia de seguridad? — se ahogу-. Estбn totalmente locos? — Es una cuestiуn de… control. — Para quй sirve este maldito objeto? Ella dudу, luego dijo: — Es la llave— dato del banco genйtico de los haut. Las muestras congeladas de genes se guardan desordenadas, por seguridad. Sin la llave, nadie sabe dуnde estб cada muestra del banco. Para recrear los archivos, alguien tendrнa que examinar fнsicamente las muestras una por una y volver a clasificarlas. Hay cientos de miles de muestras… una por cada haut de la historia. Se necesitarнa todo un ejйrcito de genetistas y una generaciуn de tiempo para recrear la Gran Llave. — Entonces, esto es una debacle, eh? — dijo йl con voz tranquila, parpadeando. Apretу los dientes-. Ahora sй que es una trampa. — Se puso de pie con dificultad y levantу la cabeza como si desafiara el ataque de esa belleza increнble-. Seсora, quй diablos estб pasando aquн? Se lo voy a preguntar una vez mбs, muy en serio. Quй estaba haciendo Ba Lura con la Gran Llave en una estaciуn espacial, en nombre de los noventa infiernos verdes de Dios? — Ningъn extranjero… — ЎAlguien quiere que sea asunto mнo! No lo comprende? Alguien me metiу de cabeza en esto… No creo que pudiera escaparme aunque quisiera. Y creo… creo que usted necesita un aliado. Ha tardado un dнa y medio en preparar esta reuniуn. Le quedan nueve dнas mбs. No tiene tiempo de hacerlo sola. Necesita… un hombre de seguridad, un hombre entrenado. Y por alguna extraсa razуn, se dirнa que usted no quiere recurrir a los de su propio bando… Ella se balanceу adelante y atrбs en un gesto de horror, de miseria, acompaсado por un roce de ropa en movimiento. — Si no me considera merecedor de conocer sus secretos — siguiу diciendo Miles con tono salvaje-, entonces dнgame cуmo podrнa empeorar las cosas… Los ojos azules lo revisaron, buscando algo que йl no entendiу. Mientras tanto, йl pensaba que si aquella mujer le hubiera pedido que se abriera las venas por ella, allн mismo, йl habrнa dicho: De quй ancho quiere la herida? — Mi Seсora Celestial lo deseaba — empezу a decir Rian Degtiar, con miedo, y se detuvo. Miles se aferrу al poco autocontrol que le quedaba. Todo lo que ella habнa dejado escapar hasta el momento era fбcilmente deducible, o conocido. Ahora estaba llegando al corazуn del asunto y lo sabнa. Era evidente por la forma en que dudaba. — Milady — Miles eligiу las palabras con mucho cuidado-. Si Ba Lura no se suicidу, eso fue un asesinato. No me cabe la menor duda. — Y los dos tenemos buenas razones para preferir la segunda opciуn-. Ba Lura fue su servidor, su colega… su… me atrevo a adivinar?, su amigo. Yo vi, su cadбver en la rotonda. Una persona muy peligrosa y muy precavida dispuso toda aquella horrible escena. Habнa… mucha maldad y mucha burla en todo eso… Era dolor lo que se veнa en esos ojos frнos? Quй difнcil era definirlo… — Yo tengo razones muy antiguas y muy personales para negarme a que me conviertan en blanco involuntario de las burlas. No sй si me entiende… — Tal vez… — asintiу ella. Sн. Mire usted mбs adentro, bajo la superficie. Vйame a mi, no a este cuerpo que parece un chiste… — Y soy la ъnica persona de Eta Ceta que no lo hizo. Eso usted lo sabe. Es la ъnica certeza que tenemos, por ahora. Yo reclamo el derecho a saber quiйn nos estб haciendo esto. Y la ъnica forma de descubrirlo es saber exactamente por quй lo estбn haciendo. Ella seguнa inmуvil, en absoluto silencio. — Ya sй lo suficiente como para destruirla, milady — agregу Miles, ansioso-. ЎCuйnteme algo que me ayude a salvarla! La perfecta barbilla de la hautlady se alzу en un gesto de absoluta determinaciуn. Cuando lo bendijo con toda su atenciуn, era una atenciуn devastadora y terrible. — Fue un desacuerdo que se prolongу durante mucho tiempo. — A йl le costaba escucharla, mantener la cabeza clara, concentrarse en las palabras y no sуlo en la melodнa hechicera de su voz-. Entre la Seсora Celestial y el Emperador. Mi Seсora pensaba que el banco genйtico estaba demasiado centralizado. Pensaba que debнamos dispersar copias por simple cuestiуn de seguridad. Mi Seсor, en cambio, era partidario de mantenerlo todo bajo su protecciуn personal… por una cuestiуn de seguridad. Los dos querнan lo mejor para los haut… cada uno a su manera. — Ya veo — murmurу Miles, alentбndola con toda la delicadeza de que era capaz-. Todos son buenos en esta historia, no es cierto? — El Emperador le prohibiу que llevara a cabo el plan. Pero a medida que la seсora envejecнa… empezу a sentir que su lealtad hacia los haut valнa mбs que su lealtad hacia su hijo. Hace veinte aсos, empezу a hacer copias… en secreto. — Un proyecto ingente… — observу Miles. — Ingente y lento… Pero lo llevу a cabo. — Cuбntas copias? — Ocho. Una para cada una de las satrapнas planetarias. — Copias exactas? — Sн. Estoy segura. Soy supervisora de genйtica de la Seсora Celestial desde hace cinco aсos. — Ah… entonces, usted es algo asн como una cientнfica. Comprende lo que es el… cuidado extremo. Y la honestidad escrupulosa… — De quй otro modo puedo servir a mi seсora? — Ella se encogiу de hombros. Pero salta a la vista que no sabe usted nada de las argucias de un plan secreto… Mmm. — Si hay ocho copias exactas, tiene que haber ocho Grandes Llaves, exactas, verdad? — No. Todavнa no. Mi seсora querнa dejar la duplicaciуn de la Llave para ъltimo momento. Una cuestiуn de… — Una cuestiуn de control, no? — terminу Miles-. No sй por quй ya imaginaba su respuesta… Un leve brillo de resentimiento pasу por los ojos azules y Miles se mordiу la lengua. Todo aquello no era motivo de broma para la haut Rian Degtiar. — La Seсora Celestial sabнa que su hora estaba llegando, Nos nombrу a mн y a Ba Lura ejecutores de su voluntad. Tenнamos que entregar las copias del banco genйtico a los ocho gobernadores de las satrapнas en el momento del funeral, cuando todos acudieran a la capital. Pero… muriу antes de lo esperado, cuando todavнa no habнa hecho arreglos para la duplicaciуn de la Gran Llave. En este punto se planteaba un problema considerable de habilidad tйcnica y de codificaciуn. En el momento de la creaciуn original de la Llave, se usaron todos los recursos del imperio. Ba Lura y yo tenнamos las instrucciones de la Emperatriz en cuanto a los bancos pero ni una palabra sobre cуmo se duplicarнa y enviarнa la Llave; no sabнamos si ella querнa que se hiciera. Ba Lura y yo no estбbamos seguros. — Ah — dijo Miles, en voz muy leve. No se atreviу a ofrecer ningъn comentario. Tenнa miedo de interrumpir el flujo de informaciуn que por fin se habнa liberado. Permaneciу pendiente de las palabras de ella, conteniendo la respiraciуn. — Ba Lura pensaba que… si llevбbamos la Gran Llave a uno de los gobernadores de satrapнas, йl podrнa usar sus propios recursos para duplicarla. A mн me parecнa una idea muy peligrosa. Porque el gobernador podнa sentir la tentaciуn de quedarse con la Llave. — Alн… discъlpeme. A ver si lo entiendo. Sй que usted considera que el banco genйtico es una cuestiуn absolutamente privada, pero cuбles serнan los efectos polнticos de establecer nuevos centros de reproducciуn haut en cada una de las ocho satrapнas planetarias de Cetaganda? — La Seсora Celestial pensaba que el imperio habнa dejado de expandirse desde el momento de la derrota de la expediciуn contra Barrayar. Que nos habнamos estancado, y que, como estбbamos estбticos, tambiйn nos ponнamos cada vez mбs nerviosos. Pensaba que si el imperio generaba un proceso de mitosis, como una cйlula, los haut empezarнan a crecer de nuevo y recibirнan nueva energнa. Si se copiaba y reproducнa el banco genйtico, habrнa ocho nuevos centros de autoridad para la expansiуn. — Ocho nuevas capitales potenciales del imperio? — susurrу Miles. — Sн, supongo… Ocho nuevos centros… La guerra civil era sуlo una de las posibilidades. Ocho nuevos imperios cetagandanos, y cada uno de ellos en expansiуn como un coral que creciera a expensas de sus vecinos… Una pesadilla de proporciones cуsmicas. — Ahora ya entiendo por quй el emperador no estaba tan entusiasmado con el sуlido razonamiento biolуgico de su madre — dijo Miles con cuidado-. Los dos tenнan parte de razуn, no le parece? — Yo sirvo a la Seсora Celestial y al genoma haut — dijo la haut Rian Degtiar llanamente-. Los ajustes polнticos de corto plazo no son asunto mнo. — Y toda esta manipulaciуn… barajar los genes… Tal vez el Emperador de Cetaganda lo considerarнa un acto de traiciуn de su parte? — No veo cуmo — dijo la haut Rian Degtiar-. Era mi deber obedecer a la Seсora Celestial. — Ah… — Pero sн puede decirse que los ocho gobernadores de satrapнas cometieron traiciуn — agregу ella en el tono con que se describe un hecho indiscutible. — Cometieron? En pasado? — Todos recibieron los bancos genйticos la semana pasada, en el banquete de bienvenida. Ba Lura y yo conseguimos llevar a cabo esa parte del plan de la Seсora Celestial. — Cofres de tesoro… sin llave… — No lo sй… A la Seсora Celestial le pareciу mбs conveniente que cada uno de los gobernadores se considerara el ъnico receptor de la nueva copia del banco genйtico. Asн todos tratarнan de mantenerlo en secreto… — Sabe usted…? Tengo que hacerle esta pregunta. — Pero no estoy seguro de querer oнr la respuesta-. Sabe usted a cuбl de los ocho gobernadores de satrapнas estaba tratando de entregar la Gran Llave Ba Lura? Cuбl de ellos era el elegido para duplicarla, el que iba a recibirla cuando se metiу en nuestro vehivaina? — No — dijo ella. — Ah. — Miles dejу escapar un suspiro de satisfacciуn-. Ahora ya sй por quй me tendieron una trampa. Y por quй muriу Ba Lura. Ella lo mirу y unas lнneas leves aparecieron sobre su frente de marfil cuando frunciу el ceсo. — No lo entiende? — dijo йl-. Ba Lura no se encontrу con nosotros en el viaje de ida. Se encontrу con nosotros cuando ya volvнa de su misiуn. Su ba recibiу un soborno. Habнa llevado la llave a uno de los gobernadores de satrapнas y le dieron a cambio no una copia verdadera, porque no habнa tiempo de hacer la decodificaciуn, sino una copia falsa. Y luego lo mandaron deliberadamente a perderla en nuestras manos. Y lo hizo… aunque sospecho que no en la forma en que habнan previsto — Casi con seguridad, no como habнan previsto. De pronto, descubriу que estaba caminando de un lado otro, nervioso, casi descontrolado. No hubiera debido cojear delante de ella — eso hacнa que sus deformidades resultaran mucho mбs visibles— pero no podнa permanecer quieto. — Y mientras todo el mundo se dedica a perseguir a los barrayareses, el gobernador se va tranquilamente a casa con la ъnica copia de la Gran Llave y consigue una buena ventaja en la competencia haut. Despuйs de arreglar la recompensa de Ba Lura por su doble traiciуn y eliminar de paso al ъnico testigo de lo sucedido. Ah, sн, ahora todo encaja. Ya veo. Y funcionarнa si… el gobernador sбtrapa hubiera recordado que ningъn plan de batalla sobrevive al primer contacto con el enemigo. — No cuando el enemigo soy yo. Miles la mirу a los ojos, y deseу que creyera en йl, deseу no tener que derretirse frente a ella-. Cuбndo puede usted analizar esta Gran Llave para comprobar si mis teorнas se ajustan a la realidad? — Esta noche, ahora mismo. Pero aunque pueda averiguar que le hicieron, eso no me dirб quiйn fue el culpable, barrayarйs. — La voz de la haut se hizo glacial-. Dudo que usted pueda crear un duplicado, pero una copia sin funcionamiento estб dentro de sus capacidades, de eso estoy segura. Si йsta es falsa… dуnde estб la verdadera? — Me parece que eso es justamente lo que tenemos que descubrir, milady, para… para limpiar mi nombre de sospechas. Parara redimir mi honor frente a sus ojos. — La fascinaciуn intrнnseca de cualquier rompecabezas intelectual lo habнa llevado a esa entrevista. Йl habнa pensado que la curiosidad era la fuerza que mбs lo arrastraba en la vida, hasta que de pronto se habнa encontrado envuelto en toda su personalidad de soldado. Era como estar bajo… no, era como ser una avalancha-. Si yo descubro esto, usted…? — Usted quй? Aceptarнa que la cortejara? O lo despreciarнa como el bбrbaro que era a pesar de todo?-. Usted me dejarнa verla de nuevo? — No… no lo sй. — Ella recordу de pronto y llevу la mano a algъn tipo de control situado sobre la silla— flotante para conectar de nuevo la pantalla de fuerza. No, no, no se vaya… — Tenemos que establecer una forma de ponernos en contacto — dijo Miles con rapidez, antes de que ella pudiera desaparecer de nuevo detrбs de esa barrera que susurraba en tono muy bajo. La cabeza de ella se inclinу, pensando. Sacу un pequeсo comunicador de la ropa. No tenнa decoraciones, era totalmente utilitario, pero al igual que el destructor nervioso que йl le habнa entregado a Ivan, estaba perfectamente diseсado en un estilo que Miles habнa empezado a reconocer como tнpico de los haut. Ella susurrу una orden. Al instante, apareciу su ba, que habнa estado haciendo guardia junto a la laguna. Se le abrieron un poco mбs los ojos al ver a su seсora sin la pantalla de fuerza? — Deme su comunicador y espere fuera — ordenу haut Rian Degtiar. La leve figura del ba se inclinу y le entregу el aparato sin hacer preguntas. Despuйs, se retirу en silencio. Ella se lo tendiу a Miles. — Esto es para ponerme en contacto con mis servidores de confianza cuando salen del jardнn Celestial por algъn encargo. Aquн tiene. Йl deseaba tocarla, pero no se atrevнa. En lugar de eso, extendiу las manos hacia ella, con las palmas hacia arriba, como un hombre tнmido que le ofrece flores a una diosa. Ella dejу caer el comu con miedo, desde lejos, como quien le entrega algo a un leproso. O a un enemigo. — Es seguro? — se atreviу a preguntar йl. — Por ahora… En otras palabras, era una lнnea privada sуlo mientras no hubiera nadie en el alto nivel de seguridad de Cetaganda a quien se le ocurriera escuchar las conversaciones. Era de esperar. Miles suspirу. — No sirve. No se pueden enviar seсales a una embajada sin que las autoridades hagan cientos de preguntas y yo prefiero no contestar las de mis superiores en este momento. No puedo darle a usted mi comu, porque tengo que entregarlo y no creo que se traguen el cuento de que lo perdн… — De mala gana, le devolviу el aparato-. Pero tenemos que volver a encontrarnos de alguna forma… — Sн, ah, sн, sн…-. Si voy a arriesgar mi reputaciуn y tal vez mi vida por la validez de mis razonamientos, me gustarнa apoyarme en hechos. Uno de esos hechos era casi una verdad comprobada. Alguien con suficiente inteligencia y arrestos como para asesinar a uno de los servidores mбs antiguos del Emperador ante las narices de Seguridad no vacilarнa en amenazar a una mujer Degtiar no demasiado importante si eso le parecнa ъtil. La idea era obscena, horrenda. La inmunidad diplomбtica de un heredero de Barrayar era un escudo todavнa mбs inъtil, sin duda, pero era el precio del juego. — Creo que usted podrнa estar en grave peligro. Tal vez sea mejor seguirles la corriente por un tiempo, no revelar a nadie que yo le he dado la llave. Tengo la extraсa sensaciуn de que no estoy siguiendo el guiуn de esa gente como corresponde… — Miles caminaba de un lado a otro delante de ella-. Si usted consigue descubrir algo, lo que sea, sobre las actividades reales de Ba Lura en los pocos dнas anteriores a su muerte… bueno… pero no se relacione demasiado con su propia Seguridad… Seguramente estбn investigando la muerte de Ba Lura… — Yo… me pondrй en contacto con usted donde, cuando y como pueda, barrayarйs. — Lentamente, una mano acariciу la almohadilla de control sobre el brazo de la silla— flotante y una niebla gris se formу a su alrededor como un hechizo fabuloso. La burbuja se alejу y tambiйn el ba y Miles quedу solo. Ahora tenнa que volver a la fiesta de Yenaro atravesando a tropezones charcos, campos y propiedades. Llovнa. A Miles no le sorprendiу que la hautmujer ya no estuviera esperбndolo en el banco junto al portуn pintado de rojo. Lo atravesу en silencio y se detuvo junto a las puertas del jardнn para sacudirse las gotas de agua del uniforme de gala y secarse la cara. Luego, sacrificу el paсuelo a la redenciуn de sus botas y dejу caer la tela empapada detrбs de un arbusto. Despuйs, volviу a deslizarse al interior. Nadie lo vio entrar. La fiesta proseguнa un poco mбs ruidosa y con algunas caras nuevas sustituyendo las anteriores. Los cetagandanos no consumнan alcohol para embriagarse, pero algunos de los participantes de la fiesta tenнan un aire de confusiуn que recordaba al de los bebedores de Barrayar. Si habнa sido difнcil mantener una conversaciуn inteligente antes, ahora serнa claramente imposible. Incluso Miles se sentнa un poco asн, ahogado en, informaciуn, mareado de intriga. Todo el mundo tiene una adicciуn secreta, supongo. Querнa buscar a Ivan y huir lo mбs rбpido posible antes de que le estallara la cabeza. — Ah, por fin doy con usted, lord Vorkosigan. — Lord Yenaro apareciу junto al codo de Miles, con una mirada levemente ansiosa-. He estado buscбndolo. — Fui a dar un paseo con una dama… un largo paseo — dijo Miles. No veнa a Ivan-. Dуnde estб mi primo? — Lord Vorpatril estб viendo la casa con lady Arvan y lady Bennello — dijo Yenaro. Mirу a un lado, hacia el gran arco que se erguнa al otro extremo de la habitaciуn y la escalera en espiral mбs allб-. Hace ya un rato que se fueron… en realidad hace mucho rato. — La sonrisa de Yenaro, que seguramente intentaba ser divertida, le saliу extraсa, llena de intenciones secretas y curiosidad-. Antes de que usted… No entien… bueno… Quiere usted tomar algo? — Sн, gracias — dijo Miles, distraнdo. Tomу la bebida de las manos de Yenaro y se la bebiу sin dudar. Se le ponнan los pelos de punta al pensar en lo que estarнa haciendo Ivan con dos hermosas ghemujeres. Aunque en ese momento, para sus ojos deslumbrados de belleza haut, todas las ghemujeres de la habitaciуn le parecнan tan groseras y aburridas como campesinas sucias de una aldea provinciana. El efecto se irнa desvaneciendo con el tiempo… al menos, eso esperaba. Le aterraba pensar en su prуximo encuentro con el espejo. Quй habнa visto la haut Rian Degtiar cuando lo miraba? Un gnomo simiesco de arcilla blanca que se retorcнa y parloteaba? Sacу una silla y se sentу bruscamente: encerrу la escalera en espiral con dos suspiros, como dos parйntesis. ЎApъrate, Ivan! Por alguna razуn, Yenaro se habнa quedado junto a йl. Conversaba sobre teorнas de la proporciуn en la historia de la arquitectura, sobre el arte y los sentidos y sobre el mercado de йsteres naturales en Barrayar, pero Miles hubiera jurado que el hombre tenнa la mente puesta en la escalera, exactamente igual que йl. Un par de copas despuйs, apareciу Ivan en las sombras del piso superior. Titubeу en la penumbra, con la mano sobre el uniforme verde, como si estuviera controlando el estado de su atuendo, aunque desde donde estaba Miles todas las prendas parecнan en su lugar. Ivan estaba solo. Bajу con una mano aferrada a la barandilla curva que flotaba sin apoyo aparente como un eco del arco de la escalera. Se sacudiу una vez, convirtiу una expresiуn de intensa preocupaciуn en una radiante sonrisa antes de pasar a la habitaciуn principal y caminar bajo la luz. Le temblу la cabeza hasta que vio a Miles y se dirigiу en lнnea recta hacia йl. — Lord Vorpatril — lo saludу Yenaro-. Sн que ha sido un paseo largo el suyo… Ha visto toda la mansiуn? Ivan mostrу los dientes, como un perro furioso. — Todo. Hasta la luz. La sonrisa de Yenaro no cambiу pero sus ojos parecнan llenos de preguntas. — Me… me alegro mucho… Otro invitado lo llamу desde el otro extremo de la habitaciуn y Yenaro se distrajo un momento. Ivan aprovechу para inclinarse y susurrar en el oнdo de Miles: — Salgamos de aquн. Creo que me han envenenado. Miles levantу la vista, asustado. — Quieres llamar al vueloliviano? — No. Quiero ir a la embajada en el auto de superficie. Ahora mismo. — Pero… — No, mierda — siseу Ivan-. Marchйmonos sin llamar la atenciуn, antes de que ese bastardo sonriente suba arriba. Hizo un gesto con la cabeza hacia Yenaro que estaba al pie de la escalera mirando hacia el piso superior. — Veo que piensas que no es grave. — Ah, te aseguro que es muy grave — le ladrу Ivan. — No habrбs matado a nadie ahн arriba, verdad? — No. Pero pensй que nunca… Ya te lo contarй en el auto. — Eso espero. — Miles se puso de pie. Tenнan que pasar junto a Yenaro, eso era inevitable. El cetagandano se pegу a ellos como buen anfitriуn para acompaсarlos a la puerta principal y despedirlos amablemente. Los adioses de Ivan parecнan chorros de бcido. En cuanto el auto se cerrу sobre sus cabezas, Miles ordenу a su primo: — Ahora, Ivan. Ivan se recostу contra el asiento, hirviendo de rabia. — Me tendieron una trampa. Te sorprende, primito? — Quiйnes? Lady Arvan y lady Bennello? — Ellas eran la trampa, Miles. Yenaro lo organizу todo. Estoy seguro. Tenнas razуn con lo de la fuente: era una trampa. Ahora me doy cuenta. La belleza como carnada, de nuevo. — Quй te pasу? — Sabes algo de los rumores sobre afrodisнacos cetagandanos? — Sн, algo sй… — Bueno, en algъn momento en la noche ese hijo de puta de Yenaro me dio un antiafrodisнaco. — Mmm. Estбs seguro? Quiero decir que a veces estas cosas ocurren, me dijeron que… — Fue una trampa, una trampa, mierda. Yo no las seduje, fueron ellas… Me llevaron arriba, a esa habitaciуn sorprendente… seguro que lo tenнan todo organizado. Dios, fue… fue… — Se le quebrу la voz en un suspiro-. Fue glorioso… Por un tiempo… Y despuйs me di cuenta de que no podнa… bueno… no podнa… hacerlo. — Y quй hiciste? — Era demasiado tarde para salir bien parado de la situaciуn. Asн que tratй de salir de otro modo. Es lo ъnico que se me ocurriу para que no se dieran cuenta. — Y quй diablos hiciste? — Fabriquй folclore instantбneo… toda una serie de leyendas. Les dije que un Vor se enorgullece de su autocontrol, que no se considera correcto en Barrayar que un hombre… ya sabes, antes que su dama… tres veces. Les dije que se consideraba un insulto para la dama. Y acariciй, frotй, rasquй, recitй poesнa, toqueteй… me duelen los dedos… — Tambiйn tenнa la voz un poco rara, notу Miles-. Pensй que nunca se dormirнan… — Ivan hizo una pausa: una especie de sonrisa amarga reemplazу la mueca que se pintaba en su rostro-. Pero cuando se durmieron, estaban sonriendo. — La sonrisa se convirtiу en una mirada de desesperaciуn sombrнa-. Cuбnto te apuesto que esas dos son las peores ghemchismosas de todo Cetaganda? — Yo no apuesto nada — dijo Miles, fascinado. En el pecado estб la penitencia… O, en este caso, en la presa estб la trampa. Alguien habнa estudiado las debilidades de su primo. Tal vez la misma persona que habнa estudiado las suyas-. Podrнamos hacer que la oficina de SegImp investigue los rumores de los prуximos dнas. — Si se te escapa una sola palabra de todo esto… Ўte retuerzo el cuello…! Si es que consigo encontrarlo en ese cuerpo tuyo, claro estб… — Tendrбs que confiar en el mйdico de la embajada. Anбlisis, de sangre… — Ah, sн, sн. Quiero un rastreo quнmico en cuanto llegue. Quй voy a hacer si el efecto es… permanente? — Ba Vorpatril? — entonу Miles, los ojos tranquilos y divertidos. — Mierda, yo no me burlй de ti con lo de la fuente… — No. Cierto. No te burlaste. — Miles suspirу-. Estoy casi seguro de que el doctor te va a decir que la sustancia se metaboliza rбpido, sea lo que fuere. Yenaro tambiйn bebiу de esa taza… — Tъ crees? — Te acuerdas del zlati? Apuesto mi ojo de plata de SegImp a que йse fue el vehнculo. Ivan se relajу un poquito, obviamente aliviado con ese anбlisis profesional. Despuйs de un instante, agregу: — Yenaro ya te lo hizo a ti. Ahora a mн. A la tercera va la vencida. Quй supones que harб ahora? No podemos adelantarnos a sus movimientos? Miles se quedу callado un largo rato. — Depende. No sй si Yenaro se estб divirtiendo o si йl tambiйn es vнctima de una serie de trampas. Tampoco estoy seguro de que exista alguna relaciуn entre las bromas de Yenaro y la muerte de Ba Lura. — Relaciуn? Quй relaciуn? — Nosotros somos la relaciуn, Ivan. Un par de chicos provincianos de Barrayar que vienen a la gran ciudad y estбn a punto, bien a punto, listos para que alguien les saque el jugo. Alguien nos estб utilizando. Y creo que alguien… acaba de cometer un error fatal en la elecciуn de herramientas. — O mбs bien de marionetas… Ivan lo mirу fijo. Captaba el tono venenoso. — Ya te has librado de ese juguetito que llevabas encima? — quiso saber. — Sн… y no. — Ah, mierda. Tendrнa que haberlo sabido… No puedo confiar en ti. Quй diablos quiere decir sн y no? O sн o no… — El objeto ya estб en manos de sus dueсos, sн. — Entonces, listo, se ha terminado el asunto. — No. No del todo. — Miles… Serб mejor que me cuentes… — Sн, supongo que sн… — Miles suspirу. Estaban llegando a la zona de las delegaciones extranjeras-. Cuando termines con la gente de la enfermerнa, tengo algunas confesiones que hacerte. Pero sуlo confiarй en ti si me prometes que cuando… cuando hables con el oficial de guardia de SegImp sobre lo de Yenaro, no mencionarбs lo otro. De acuerdo? — Eh? — Ivan hablу despacio, como si albergara profundas sospechas. — Las cosas se estбn… complicando un poco. — Vaya, como si antes fueran normales. — Quiero decir que ahora se estбn complicando de verdad; son cosas que sobrepasan el rango de asuntos de mera seguridad… Se han convertido en conflictos diplomбticos de extrema importancia y delicadeza. Tal vez demasiado delicados como para someterlos a la clase de paranoicos con botas que terminan dirigiendo las oficinas locales de SegImp. Йsa es una decisiуn que deberй tomar… yo mismo. Cuando estй seguro de que estoy listo. Pero esto ya no es un juego, Ivan, y no puedo seguir sin apoyo. — Necesito ayuda, que Dios me ayude… necesito ayuda. — Eso ya lo sabнamos ayer. — Ah, sн… cierto. Pero el asunto es todavнa mбs complejo de lo que sospechaba ayer. — Complejo? Hasta quй punto? Miles dudу, y sonriу con amargura. — No lo sй, Ivan. Solo en el baсo de su suite, Miles se quitу lentamente el uniforme negro de la Casa Vorkosigan, que ahora necesitaba desesperadamente la atenciуn de la lavanderнa de la embajada. Echу una mirada de reojo a su propio cuerpo en el espejo, despuйs desviу la vista definitivamente. Pensу en el problema mientras estaba de pie en la ducha. Para los haut, cualquier humano normal era algo asн como una forma de vida inferior. Desde la estrecha perspectiva de la haut Rian Degtiar, tal vez habнa poca diferencia entre йl y, digamos, Ivan. Y, de vez en cuando, los ghemlores ganaban esposas haut por grandes hazaсas. Los Vor y los ghemlores se parecнan en muchas cosas. Hasta Maz lo habнa dicho. Hasta quй punto tenнa que ser grande la hazaсa? Muy grande. Bueno… йl siempre habнa querido salvar al imperio. Claro que no habнa pensado nunca en salvar al imperio cetagandano, pero la vida era asн, siempre tirando pelotas inesperadas, con mucho efecto… Estбs loco, y lo sabes. Esperar, pensar siquiera en… Si йl conseguнa desbaratar el complot de la Emperatriz, el emperador cetagandano le entregarнa… la mano de Rian? Si conseguнa mantener el complot de la emperatriz viuda, tal vez la haut Rian Degtiar se sentirнa lo suficientemente agradecida como para… darle su amor? Hacer las dos cosas al mismo tiempo serнa una hazaсa tбctica de proporciones y habilidad sobrenaturales. Los intereses de Barrayar, cosa rara, estaban directamente relacionados con los del emperador. Obviamente, como oficial de SegImp su deber era salvar al villano y acabar con la chica. Correcto. Me duele la cabeza. A medida que se diluнa el efecto de la haut Rian, la razуn volvнa poco a poco a sus cauces. O no? Ella no habнa tratado de sobornarlo. Y sabнa que aunque Rian hubiera sido tan fea como la bruja Baba Yaga, habrнa tenido que seguir adelante con eso. Hasta cierto punto. Necesitaba probar que Barrayar no habнa robado la Gran Llave y la ъnica forma de conseguirlo era encontrar al ladrуn. Se preguntу si habrнa resacas por exceso de pasiуn. Porque si existнan, йl estaba empezando la resaca antes de terminar la borrachera, lo cual no le parecнa justo. Ocho gobernadores sбtrapas habнan cometido traiciуn a instancias de la emperatriz muerta. Era bastante optimista pensar que sуlo uno de ellos era un asesino. Pero sуlo uno tenнa la Gran Llave. Lord X? Siete posibilidades de equivocarse, contra una de acertar. Las cifras no estaban a su favor. Ya… ya se me ocurrirб algo. 7 Ivan tardaba mucho en volver de la enfermerнa. Miles se puso el uniforme de fajina negro y, descalzo, encendiу la comuconsola para averiguar algo de los ocho gobernadores haut de las ocho satrapнas planetarias. Los gobernadores de las satrapнas se elegнan dentro de un grupo de hombres que tenнan parientes imperiales cercanos: hermanastros, tнos o tнos abuelos de las lнneas maternas y paternas. Dos de los que ocupaban el cargo en ese momento eran de la constelaciуn Degtiar. Cada uno de ellos regнa su satrapнa durante un perнodo fijo de sуlo cinco aсos y luego lo trasladaban, a veces a un retiro permanente en la capital de Eta Ceta, a veces a otra satrapнa. Un par de los hombres mayores y mбs experimentados habнan recorrido todo el imperio. El propуsito de la limitaciуn temporal era impedir que cualquiera que albergara pretensiones imperiales instaurara una base de poder local. Hasta ahн, todo resultaba muy sensato. Y… a quiйn habнa tentado en su hubris personal la emperatriz viuda? A quiйn habнa tentado Ba Lura? Cуmo habнa conseguido relacionarse con los gobernadores, cуmo habнa establecido el primer contacto? Si habнa desarrollado el plan durante veinte aсos, no le habнa faltado tiempo, mucho tiempo… y sin embargo, cуmo habнa podido predecir quй hombres serнan gobernadores de satrapнas en la desconocida fecha de su muerte? Los gobernadores tenнan que haber entrado en el complot hacнa relativamente poco… cualquier otra suposiciуn era imposible. Miles mirу con los ojos entornados la lista de sus ocho sospechosos. Tengo que reducir la lista de alguna forma. De muchas formas. Si se basaba en la idea de que lord X habнa matado a Ba Lura personalmente, podrнa eliminar a los ancianos mбs frбgiles… pero йsa era una conclusiуn precipitada. Cualquiera de los ghemlores podнa tener un ghemguardia leal y capaz para encargarle la tarea, mientras йl se quedaba en el centro de la ceremonia de entrega de regalos y establecнa una coartada frente a docenas de testigos. No habнa ninguna deslealtad para con Barrayar en el asunto pero lo cierto era que Miles hubiera querido pertenecer a Seguridad cetagandana… concretamente, hubiera deseado ser el hombre que se encargara de la investigaciуn sobre el supuesto suicidio de Ba Lura, fuera cual fuese la operaciуn que estuvieran llevando a cabo en ese momento. Pero no habнa forma de introducirse en ese flujo de datos sin llamar la atenciуn. Y no estaba seguro de que Rian tuviera la mente puesta en el asunto, por no mencionar la necesidad urgente de mantener la atenciуn de Seguridad cetagandana lo mбs lejos posible de Rian. Miles suspirу, frustrado. Resolver el asesinato de Ba Lura no era asunto suyo. Su misiуn consistнa en localizar la Gran Llave. Bueno, tenнa una idea general de dуnde estaba: en уrbita, a bordo de una de las naves insignia de las satrapнas. Cуmo lograrнa descubrir en cuбl de ellas? En ese momento, alguien llamу a la puerta e interrumpiу sus furiosas meditaciones. Miles apagу rбpidamente la comuconsola y dijo: — Adelante. Un Ivan de aspecto bastante dispйptico entrу trotando por la puerta. — Y? — preguntу Miles, invitбndolo a sentarse con un gesto. Ivan arrastrу un sillуn pesado y cуmodo hasta la comuconsola y se dejу caer en йl de costado, con una mueca. Todavнa llevaba el uniforme verde. — Tenнas razуn. Es alguna sustancia que ingerн por vнa oral y que se metaboliza rбpido. No tan rбpido como para que los mйdicos no pudieran conseguir una muestra, claro. — Ivan se frotу el brazo-. Dicen que maсana ya no hubieran podido rastrearlo. — Entonces, no habrб daсo permanente. — Excepto para mi reputaciуn. Tu coronel Vorreedi acaba de entrar con bombo y platillo, te lo digo por si te interesa. Por lo menos, йl me tomу en serio. Charlamos mucho rato sobre lord Yenaro. A propуsito, Vorreedi no me pareciу un paranoico con botas. — Ivan dejу colgando en el aire las palabras. Por quй no vas a verlo? Miles hizo caso omiso. — Me alegro. Creo. Y no le mencionaste…? — Todavнa no. Pero si no empiezas a vomitar alguna explicaciуn plausible, pienso soltarlo todo ahora mismo. — De acuerdo. Me parece justo. — Miles suspirу y se preparу. Con la brevedad que permitнan las complicaciones del caso, resumiу su conversaciуn con la haut Rian Degtiar, y sуlo omitiу la descripciуn de la increнble belleza de la mujer y su propia reacciуn frente a ella. Eso no era asunto de Ivan. Sobre todo, no de Ivan-. Me temo que la ъnica forma en que podemos probar que Barrayar no tuvo nada que ver con esto es descubrir cuбl de los gobernadores tiene la Gran Llave. — Y seсalу hacia la уrbita. Ivan tenнa los ojos muy abiertos, la boca torcida en una mueca de desesperaciуn total. — Quй? Quiйnes van a descubrir al gobernador? Nosotros? Nosotros? Miles, hace sуlo dos dнas y medio que estamos aquн, cуmo es posible que el futuro del imperio cetagandano estй en nuestras manos? No te parece asunto de Seguridad de Cetaganda? — Y tъ confiarнas en ellos para limpiar nuestro nombre? — Miles se encogiу de hombros y atacу por este lado-. Sуlo nos quedan nueve dнas. Ya he pensado en tres caminos que pueden llevarnos hacia el hombre. Yenaro es uno de ellos. Unas pocas palabras tuyas a nuestro oficial de protocolo podrнan poner la maquinaria de SegImp local a rastrear las conexiones de Yenaro sin sacar a relucir el asunto de la Gran Llave. Todavнa. Otro camino tiene que ver con la muerte de Ba Lura, y no sй cуmo puedo ponerlo en marcha en nuestro beneficio. Todavнa. El tercero es el anбlisis polнtico, y eso es algo que sн puedo hacer. Mira. Miles pidiу a su comuconsola un mapa tridimensional esquemбtico del imperio cetagandano donde tambiйn aparecнan las rutas de agujero de gusano y los reinos vecinos. — Ba Lura podrнa haber dejado la llave falsa en la nave de cualquier delegaciуn galбctica. Pero eligiу Barrayar. El sбtrapa que comprу a Ba Lura eligiу Barrayar. Por quй? — Tal vez йramos los ъnicos disponibles en ese momento — sugiriу Ivan. — Mmm. Estoy tratando de reducir el factor casualidad… por favor. Si el que apoya a Yenaro es nuestro hombre, nos eligieron de antemano como presas para las trampas. Ahora bien… — Hizo un gesto hacia el mapa-. Imagнnate una situaciуn en la que el imperio cetagandano se divide y cada planeta empieza a expandirse por separado. Quiйn se beneficiarнa de un enfrentamiento con Barrayar? Ivan alzу las cejas y se inclinу hacia delante, mirando el brillante conjunto de esferas y lнneas sobre la placa de vнdeo. — Bueno… Rho Ceta estб en posiciуn de expandirse hacia Komarr, o lo estarнa si no dominбramos las dos terceras partes de los saltos de agujero de gusano que hay entre los dos. Mu Ceta acaba de recibir un buen golpe, administrado por nosotros, cuando tratу de expandirse mбs allб de Vervain hacia el Centro Hegen. Йsas son las mбs evidentes. Las otras tres satrapнas y Eta Ceta son todas interiores, no veo quй ventaja podrнan obtener. — Pero queda el otro lado del nexo. — Miles hizo un gesto hacia el mapa-. Sigma Ceta, que bordea los grupos de la Estaciуn Vega. Y Xi Ceta, que da hacia Marilac. Si trataran de separarse de Eta Ceta, les resultarнa muy ъtil que todos los recursos militares del imperio estuvieran centrados en una expediciуn contra Barrayar. — Cuatro de ocho. Es un principio — concediу Ivan. Entonces, el anбlisis de Ivan era paralelo al suyo. Bueno, habнan tenido el mismo entrenamiento estratйgico… era obvio. Pero Miles se sintiу oscuramente reconfortado. Si Ivan lo veнa tambiйn, seguramente no podнa atribuir sus sospechas a un exceso de imaginaciуn. — Es una triangulaciуn — dijo Miles-. Si consigo que cualquiera de las otras lнneas de la investigaciуn elimine aunque fuera parte de la lista, el lugar donde las lнneas se superpongan… bueno, serнa estupendo que todo terminara seсalando a un solo gobernador… — Y entonces quй? — quiso saber Ivan, obstinado, frunciendo el ceсo en un gesto de sospecha-. Quй vamos a hacer nosotros si descubrimos cuбl es? — No… no estoy seguro. Pero creo que estamos de acuerdo en que un final discreto es preferible a un gran escбndalo, no es cierto? — Ah, sн. — Ivan se mordiу el labio, mirando el mapa de nexos de agujero de gusano-. Y, cuбndo lo informamos? — Ahora no… todavнa no. Pero creo que serб mejor que empecemos a documentarlo. Archivos personales. — Asн, si alguien seguнa sus pasos, Miles esperaba que no pуstumamente, pero йsa era la idea, por lo menos podrнa entender lo que habнa pasado. — Yo estoy haciendo eso desde el primer dнa — le informу Ivan con amargura-. Estб todo en mi equipaje, bajo llave. — Ah, bien… — Miles dudу-. Cuando hablaste con el coronel Vorreedi, le sugeriste la idea de que Yenaro podнa tener apoyo en niveles mбs altos? — No exactamente. — Entonces me gustarнa que hablaras con йl de nuevo, Ivan. Trata de desviar su atenciуn hacia los gobernadores de satrapнas… o algo asн. — Por quй no le hablas tъ? — No estoy… preparado. Todavнa no. Esta noche no. Todavнa estoy asimilando todo lo que ha pasado. Y tйcnicamente, aquн йl es mi superior en SegImp, o lo serнa si yo estuviera de servicio… Me gustarнa poner lнmites a mis… eh… — Mentiras directas? — completу Ivan con dulzura. Miles esbozу una mueca, pero no lo negу. — Mira, en este asunto, yo tengo un acceso del que no dispone ningъn otro oficial de SegImp, por mi posiciуn social. No quiero perder esta ventaja. Pero eso tambiйn limita mi… no puedo hacer el trabajo de campo, los detalles sucios… mi situaciуn es demasiado expuesta. Tengo que jugar con mis propias fuerzas y hacer que otros cubran mis debilidades. Ivan suspirу. — De acuerdo. Ya le hablarй yo. Pero que no sirva de precedente. — Se puso de pie con un gruсido de cansancio y se dirigiу a la puerta, algo mareado. Mirу por encima del hombro antes de irse-. El problema de que tъ controles toda la situaciуn, es que manejando los hilos de la tela como una araсa, primito, tarde o temprano las partes interesadas acabarбn convergiendo por los hilos hacia ti. Eres consciente de eso, verdad? Y quй, vas a hacer entonces, Mente Maestra? — Se inclinу con una ironнa demasiado agresiva. Miles se encogiу en la silla de la comuconsola, gruсу y volviу a pedir su lista de ocho sospechosos. A la maсana siguiente, el embajador Vorob’yev recibiу una comunicaciуn y tuvo que retirarse en la mitad de lo que se estaba convirtiendo en una costumbre: el desayuno con los jуvenes enviados de Barrayar en su comedor privado. Para cuando volviу, Miles e Ivan ya habнan terminado. El embajador no volviу a sentarse. En lugar de eso, dedicу a Miles una mirada divertida. — Lord Vorkosigan, tiene usted una extraсa visita. El corazуn de Miles le saltу en el pecho. Rian aquн? Imposible… Su mente revisу rбpidamente el uniforme verde de fajina, el estado de las insignias, el cierre… — Quiйn, seсor? — El ghemcoronel Dag Benin, de Seguridad Imperial Cetagandana. Es un oficial de rango medio asignado a asuntos internos en el jardнn Celestial y ha solicitado hablar con usted en privado. Miles tratу de no jadear. Quй anda mal? Tal vez nada, tal vez nada… Cбlmate. — Ha dicho de quй se trataba? — Al parecer, lleva la investigaciуn del suicidio de Ba… no se quй. Y sus movimientos… eh… errбticos le llamaron la atenciуn. Ya le advertн que habнa hecho usted mal en apartarse de la fila. — Y… debo hablar con йl, entonces? — Hemos decidido hacerle ese favor, por cortesнa. Lo hemos llevado a uno de los pequeсos compartimentos para entrevistas en la planta baja. Un lugar monitoreado, por supuesto. Tendrб usted un guardaespaldas de la embajada dentro de la habitaciуn. No creo que Benin venga con intenciones asesinas, sуlo servirб para recordarle el estatus de su Casa y el suyo dentro de la sociedad barrayaresa, lord Vorkosigan. Hemos decidido. Asн que el coronel Vorreedi, a quien Miles todavнa no conocнa, y probablemente Vorob'yev tambiйn, escucharнan todas y cada una de sus palabras. Ay, quй follуn. — De acuerdo, seсor. Miles se levantу y siguiу al embajador. Ivan lo mirу marcharse con la expresiуn reprimida de un hombre que aguarda la inminente llegada de alguna forma especial de justicia cуsmica. La habitaciуn era exactamente lo que decнa su nombre: un cuarto de muebles cуmodos pensado para reuniones de dos o tres personas con el personal de seguridad de la embajada como cuarto sujeto invisible. El ghemcoronel Benin no tenнa inconveniente en que se grabara toda la conversaciуn. Un guardia de Barrayar, de pie al otro de la puerta, se deslizу detrбs de Miles y el embajador cuando entraron, y se situу en su puesto, estoico y silencioso. Era alto y corpulento incluso para el estбndar barrayarйs, con un rostro inexpresivo. Lucнa los galones de sargento y los del cuerpo de elite, asн que Miles dedujo que esa expresiуn de bajo voltaje era una mбscara. El ghemcoronel Benin ya los estaba esperando dentro y se levantу al verlos entrar. Era de estatura mediana, asн que probablemente no tenнa demasiados hautgenes en sus antepasados recientes: los haut favorecнan la altura. Eso significaba que habнa adquirido su puesto sуlo por mйrito y no por rango social, lo cual no era necesariamente una ventaja desde el punto de vista de Miles. Benin estaba muy elegante en el uniforme de gala verde oscuro de los cetagandanos, es decir, el uniforme de trabajo diario del personal de Seguridad del jardнn Celestial. Tenнa la cara completamente cubierta de maquillaje, por supuesto, con un diseсo imperial y no de clan: su alianza bбsica era con el Emperador. Una base blanca con curvas negras intrincadas y toques rojos: para Miles el efecto general le sugiriу el de una cebra herida. Pero por asociaciуn, era un dibujo que exigнa un respeto instantбneo y profundo, y una cooperaciуn total y abyecta en ocho planetas. Barrayar, claro estб, no se contaba entre ellos. Miles tratу de juzgar el rostro que se escondнa bajo la pintura. No era un joven sin experiencia, pero tampoco se trataba de un viejo astuto. A primera vista le calculу algo mбs de unos cuarenta aсos estбndar, joven para su rango pero no extremadamente inexperto. Su expresiуn revelaba una seriedad atenta pero el hombre se las arreglу para esbozar una sonrisa de amabilidad cuando Vorob'yev lo presentу a Miles, que se transformу en un gesto de alivio cuando Vorob'yev los dejу solos. — Buenos dнas, lord Vorkosigan — saludу. Obviamente bien entrenado para la arena social, consiguiу reducir su primera mirada al fнsico de Miles y convertirla en un rбpido examen subrepticio-. Le ha explicado su embajador por quй estoy aquн? — Sн, coronel Benin. Entiendo que debe investigar la muerte de ese pobre tipo…, si es que tipo es un tйrmino correcto, que vimos tendido en el suelo de la rotonda el otro dнa. Impresionante, sн… — La mejor defensa es el ataque-. Consideran que fue un suicidio? Benin se puso en guarida. — Obviamente. — Su voz tenнa un tono extraсo, un tono que ponнa en entredicho la afirmaciуn. — Bueno, sн, por la cantidad de sangre era evidente que su ba muriу en ese mismo lugar, o sea, que no le cortaron el cuello en otra parte y luego lo llevaron allн. Pero se me ocurre que si la autopsia demostrara que estaba inconsciente cuando muriу, eso… descartarнa el suicidio. Es una prueba sutil: la tensiуn y seсales de la muerte suelen confundir en parte los sнntomas del bloqueador… pero si se busca con cuidado, se pueden descubrir rastros. Sabe si se ha llevado a cabo esta prueba? — No. A Miles no le quedу claro si eso significaba que la prueba no se habнa hecho o que… no. Benin tenнa que saberlo. — Por quй no? Si estuviera en su lugar… es lo primero que harнa. No puede hacerla ahora? Aunque claro, dos dнas despuйs no es lo mбs adecuado. — La autopsia terminу. Cremaron el cuerpo — afirmу Benin en tono inexpresivo. — Ya? Antes de cerrar el caso? Quiйn lo ordenу? Usted no, estoy seguro… — No… Lord Vorkosigan, eso no es de su incumbencia. He venido aquн por otra cuestiуn — dijo Benin, tenso. Despuйs hizo una pausa-. A quй viene ese interйs morboso en los sirvientes de la Seсora Celestial? — Es lo mбs interesante que he presenciado desde que lleguй a Eta Ceta. Espero que me entienda, es deformaciуn profesional. En Barrayar me dedico a seguridad civil. Investigaciones sobre asesinatos… — Bueno, por lo menos una-. Y… tendrнa que agregar que me va bien. — Quй experiencia tendrнa ese oficial cetagandano en estos asuntos? El jardнn Celestial era un lugar tan ordenado-. Se encuentra muy a menudo con situaciones como йsta? — No. — Benin estaba mirando a Miles con interйs creciente. Por lo tanto, tal vez habнa leнdo mucho, pero le faltarнa experiencia directa, por lo menos desde que lo habнan ascendido a ese puesto. De todos modos, era evidente que aprendнa deprisa. — A mн me parece prematuro cremar el cuerpo antes de cerrar el caso. Despuйs siempre surgen preguntas… — Le aseguro, lord Vorkosigan, que Ba Lura no llegу inconsciente a la rotonda del funeral. Hasta los guardias de ceremonial hubieran notado una cosa asн… — Ese tono levemente бcido, era una insinuaciуn de que los guardias de ceremonial no se elegнan por su inteligencia sino por el aspecto? — Bueno, en realidad, yo tengo una teorнa — burbujeу Miles con entusiasmo-. Usted es el hombre indicado para confirmarla o descartarla. Alguien ha testificado haber visto la entrada de Ba Lura en la rotonda? — No exactamente. — Ah, no? Y… el lugar donde estaba el cuerpo… no sй quй tipo de cobertura de vнdeo tienen ustedes, pero estoy seguro de que esa parte estaba oculta. O no habrнan pasado quince… veinte minutos hasta el descubrimiento del cuerpo, correcto? Otra mirada pensativa. — Tiene razуn, lord Vorkosigan. Normalmente, se rastrea visualmente la rotonda entera, pero en este caso, las dimensiones del catafalco… lo impedнan. — ЎAjб! Y entonces, cуmo es posible que Ba Lura supiera exactamente…? No, dйjeme decirlo de otra forma. Quiйnes podнan saber lo del punto ciego a los pies de la difunta emperatriz? Su Seguridad, y quiйn mбs? Hasta dуnde llega su cadena de mando, ghemcoronel Benin? Lo estбn presionando para que resuelva rбpidamente que se tratу de un suicidio y se cierre el caso? Benin hizo una mueca. — No hay duda de que todos deseamos que el caso se resuelva con la mayor rapidez posible. La interrupciуn de una ocasiуn solemne como йsta es un hecho vergonzoso. Yo estoy tan interesado como cualquiera. Lo cual me recuerda mis preguntas, lord Vorkosigan. Me permite? — Ah, sн, claro. — Miles hizo una pausa breve y agregу justo antes de que Benin abriera la boca-: Entonces, usted estб haciendo esto en su tiempo libre? Admiro su entrega. — No. — Benin respirу hondo y recompuso su expresiуn otra vez-. Lord Vorkosigan. Segъn nuestros registros, usted abandonу la recepciуn y mantuvo una conversaciуn privada con una hautlady. — Sн. Ella mandу su ba a buscarme. No podнa negarme, no sй si me entiende… Ademбs… tenнa curiosidad. — Estoy seguro de eso — musitу Benin-. Y cuбl fue el tema de la conversaciуn con la haut Rian Degtiar? — Pero cуmo? Seguramente ustedes la monitorearon… — Era evidente que no habнa sido asн. De lo contrario, Seguridad cetagandana lo habrнa buscado dos dнas antes, en el momento de los hechos, sin darle oportunidad de abandonar el Jardнn Celestial… y la entrevista habrнa sido mucho menos amable, seguro. Pero probablemente Benin tenнa un vнdeo con la salida de Miles hacia el jardнn del pabellуn, y otra cinta con su regreso. Y un testimonio del guнa ba. — De todos modos… — dijo Benin sin responder. — Bueno… debo admitir que la conversaciуn me confundiу mucho. Ella es especialista en genйtica, como ya sabrб usted… — Sн. — Creo que su interйs por mн… disculpe, todo esto me resulta muy embarazoso… Creo que su interйs en mн es sуlo por un tema genйtico. Circulan rumores de que soy mutante. Pero mis problemas fнsicos son totalmente teratogйnicos, es un daсo que me causaron con un veneno que entrу en contacto con mi organismo antes de que yo naciera. No es genйtico. Y para mн es de la mбxima importancia que eso quede bien claro. — Miles pensу brevemente en los hombres de SegImp que lo estaban escuchando-. Segъn he sabido, las hautmujeres coleccionan variaciones genйticas naturales para sus investigaciones. La haut Rian Degtiar pareciу decepcionada cuando le asegurй que mi caso no ofrece el menor interйs desde un punto de vista genйtico. Al menos, eso supongo. Hablу del asunto sin ir al grano realmente… No estoy seguro, pero supongo que percibнa que su interйs era algo… eh… cuestionable. Lamento decir que las motivaciones de los haut no me resultan totalmente comprensibles. — Miles sonriу alegremente. Ahн estaba. Era el farol mбs vago, mбs convincente y poco comprobable que podнa improvisar en el momento. Dejaba mucho espacio para lo que el coronel le hubiera sacado a Rian, si es que le habнa sacado algo-. Lo que sн me interesу fue la burbuja de energнa de la hautlady. No tocaba el suelo. Seguramente estaba dentro de una silla— flotante- — Sн, usan sillas — flotantes algunas veces — asintiу Benin. — Por eso le preguntй si alguien habнa visto entrar a Ba Lura a la cбmara. Quiйn estб autorizado a usar esas burbujas? Estбn relacionadas con sus dueсas, con una clave por ejemplo? Son tan anуnimas como parecen, o hay alguna manera de distinguirlas? — Estбn relacionadas con sus dueсas, con una clave. Y cada una tiene una firma electrуnica ъnica. — Toda medida de seguridad ideada por el hombre puede violarse. Todos somos humanos. Por supuesto, para violar medidas de seguridad, hay que tener acceso a los recursos necesarios. — Me doy cuenta de eso, lord Vorkosigan. — Mmm. Creo que comprende usted lo que quiero decir. Йsta es la situaciуn que me imagino: suponga que atacaron a Ba Lura con un bloqueador en otro lugar (por desgracia, la cremaciуn apresurada ha hecho que este extremo sea difнcil de probar), lo llevaron inconsciente dentro de una hautburbuja hasta el punto ciego, le cortaron el cuello, en silencio y sin que se produjera lucha. Despuйs, la burbuja se aleja. No tomarнa mбs de quince segundos. No serнa necesaria mucha fuerza fнsica por parte del asesino. Pero claro, no sй lo suficiente sobre las burbujas para estar seguro de que esto sea posible desde un punto de vista tйcnico. Y no sй si entraron o salieron burbujas de la rotonda… Cuбnto trбnsito se produjo realmente durante la ventana de tiempo de la que estamos hablando? No puede haber habido tanto… Entraron o salieron hautburbujas en ese lapso? Benin se apoyу en el respaldo de la silla, se mordiу los labios y mirу a Miles con interйs. — Es usted muy observador, lord Vorkosigan. Siempre alerta. Durante el tiempo en cuestiуn, cruzaron la cбmara cinco bas, cuatro guardias y seis hautmujeres. Los ba tienen deberes que cumplir: se encargan de los adornos florales y del servicio de limpieza. Las hautmujeres vienen a meditar y rendir honores a la Seсora Celestial. Los interroguй a todos: ninguno informу nada sobre el cuerpo de Ba Lura. — Entonces… alguno, el ъltimo, tiene que estar mintiendo. Benin extendiу los dedos… y se los mirу. — No es tan, sencillo. Miles hizo una pausa. — Yo tambiйn odio hacer investigaciones internas — dijo por fin-. Estoy seguro de que usted estб documentando cada uno de sus pasos… Benin casi sonriу. — Eso es asunto mнo… no le parece? A Miles le estaba empezando a caer bien aquel hombre. — Considerando la situaciуn, usted es… de rango bastante bajo para una investigaciуn de esta importancia. No le parece? — Eso tambiйn… es asunto mнo. — Entonces, usted es sacrificable. Benin esbozу una mueca. Ah, sн. Nada de lo que habнa dicho Miles era nuevo para Benin. Si habнa reflexionado sobre la situaciуn, seguro que ya lo sabнa. Miles decidiу seguir haciйndole favores. — Se ha ganado usted un buen compromiso con este asesinato, dirнa yo, ghemcoronel — seсalу. Los dos habнan dejado, de fingir que la muerte de Ba Lura era un suicidio-. Pero si el mйtodo fue el que yo he sugerido, se puede deducir bastante acerca del asesino. Seguramente el culpable tiene un rango alto, su acceso a seguridad interior es bastante extensa y, perdуneme usted, es alguien con un peculiar sentido del humor, para ser cetagandano. El insulto a la emperatriz casi roza la traiciуn. — Eso es lo que se deduce por el examen del mйtodo — admitiу Benin, en tono de queja-. Lo que me preocupa es el motivo. Ba Lura era ba y no hacнa daсo a nadie. Sirviу en el jardнn Celestial durante dйcadas. La venganza parece muy improbable. — Mm, tal vez. Pero si Ba Lura es un factor conocido, tal vez lo nuevo sea el asesino. Y piйnselo usted… dйcadas de andar por ahн guardando secretos… Ba Lura estaba en un lugar que le permitнa saber cosas sobre personas de rangos extraordinariamente altos. Suponga… suponga que Ba Lura… sintiу la tentaciуn de chantajear a alguien. Creo que un buen estudio de sus ъltimos movimientos en estos dнas podrнa revelar mucho. Por ejemplo, saliу del Jardнn Celestial durante esas semanas? — Ya… ya hemos iniciado esa investigaciуn. — En su lugar yo le darнa la mбxima prioridad. Tal vez Ba Lura se puso en contacto con su asesino. — O fue a la nave del asesino, que estб en уrbita, si…-. El momento tambiйn es revelador. Desde mi punto de vista, el asesinato tiene todos los visos de haber sido algo apresurado. Si el asesino hubiera tenido meses para planearlo, podrнa haber hecho algo mucho mбs cuidado, mбs sutil y menos conspicuo. Creo que se vio obligado a tomar muchas decisiones en poco tiempo, tal vez en una hora o menos, y algunas de esas decisiones fueron francamente desafortunadas. — No lo bastante — suspirу Benin-. Pero usted me interesa, lord Vorkosigan. Miles esperaba que esa frase no tuviera doble sentido. — Este tipo de cosas es el pan de todos los dнas para mн. Es la primera vez que tengo la oportunidad de hablar de negocios desde que lleguй a Eta Ceta. — Ofreciу a Benin una sonrisa de alegrнa-. Si tiene usted mбs preguntas para mн, por favor, venga cuando quiera… — No creo que usted estuviera dispuesto a contestarlas bajo pentarrбpida… o sн? — dijo Benin, sin demasiada esperanza. — Ah… — Miles pensу con rapidez-, sн, claro, con el permiso del embajador Vorob'yev. — Permiso que, por supuesto, nunca llegarнa. La leve sonrisa de Benin era un indicio de que habнa entendido la delicadeza de esa negativa no pronunciada. — De todos modos, espero encantado la ocasiуn de seguir conversando con usted, lord Vorkosigan. — Cuando usted quiera. Estarй aquн otros nueve dнas. Benin dirigiу a Miles una mirada inquisitiva, impenetrable… — Gracias, lord Vorkosigan. Miles tenнa un millуn de preguntas que formular a su nueva vнctima, pero en la primera sesiуn no se atrevнa a preguntar nada mбs. Querнa proyectar un aire de interйs profesional, no de obsesiуn frenйtica. Era tentador… y muy peligroso pensar en Benin como aliado. Pero Benin era sin duda una ventana hacia el Jardнn Celestial. Una ventana con ojos que devolvнan la mirada. Pero tenнa que haber alguna forma sutil y razonable de inducir a Benin a pegarse una palmada en la frente y exclamar: Vamos, Ўtengo que examinar mбs de cerca a esos gobernadores de satrapнas! No habнa duda de que ya estaba mirando en la direcciуn correcta: hacia arriba. Y por encima del hombro. Una posiciуn realmente incуmoda para cualquier trabajo. Cuбnta influencia podнan tener los gobernadores de satrapнas, todos parientes cercanos del emperador, en Seguridad Imperial Cetagandana? No demasiada… sin duda los consideraban amenazas potenciales. Pero tal vez uno de ellos habнa estado estableciendo contactos durante largo tiempo… Tal vez uno de ellos habнa sido totalmente leal hasta la primera tentaciуn. Era una acusaciуn muy grave; Benin tenнa que acertar en su primer intento porque no tendrнa una segunda oportunidad. A quiйn le importaba el asesinato de un esclavo? Cuбnto interйs tenнa Benin en la justicia abstracta? Si un cetagandano no podнa ser el primero en ningъn бmbito, le bastarнa con ser mбs— santo— que— los — demбs? Casi un impulso estйtico: el Arte de la Detecciуn. Cuбnto riesgo estaba dispuesto a correr el ghemcoronel? Cuбnto tenнa que perder? Tenнa familia, o era una especie de guerrero— monje, completamente entregado a su carrera? A decir verdad, hacia el final de la entrevista Benin habнa tenido los ojos fijos en la cara de Miles porque le interesaba lo que le estaba diciendo, no porque evitara mirarle el cuerpo. Eso le honraba. El anfitriуn se levantу con el huйsped e hizo una pausa: — Ghemcoronel… puedo hacerle una sugerencia personal? Benin inclinу la cabeza: curiosidad, permiso. — Tiene usted buenas razones para suponer que el problemita viene de mбs arriba. Pero no sabe de dуnde. Si yo estuviera en su lugar, irнa directo a la cima. Recurra directamente a su Emperador. Es la ъnica forma en que podrб pasar por encima del asesino. Palideciу Benin debajo del maquillaje? No habнa forma de saberlo. — Tan alto… Bueno, lord Vorkosigan, no puedo decir que vea a mi amo celestial todos los dнas. — No se trata de amistad. Es un asunto de negocios; negocios del Emperador. Si usted quiere serle ъtil, tiene que actuar deprisa. Los emperadores son humanos. — Bueno, el emperador Gregor era humano. El Emperador cetagandano era hauthumano. Miles esperaba que fuera mбs o menos lo misino-. Seguramente, Ba Lura fue para йl mбs que un mueble cualquiera; lo sirviу durante cincuenta aсos o mбs. No haga acusaciones, sуlo pнdale que proteja la investigaciуn, que no deje que la aplasten. Aseste el primer golpe, hoy, antes de que… alguien… empiece a tener… miedo de su… eficiencia. — Si piensa cubrirse la espalda, Benin, por Dios, hбgalo bien. — Tendrй en cuenta su consejo. — Buena caza. — Miles sonriу con alegrнa, como si el asunto no tuviera nada que ver con йl-. La caza mayor es la mejor. Piense en el honor que recibe el cazador. Benin se inclinу con una sonrisa leve, бcida, y saliу por el pasillo junto al guardia de la embajada. — Nos veremos pronto — le gritу Miles. — No le quepa la menor duda. — El gesto final de Benin fue casi un saludo militar. Casi, no del todo. El deseo de Miles de derretirse y convertirse en un charco exhausto sobre el suelo del corredor quedу interrumpido por la llegada de Vorob'yev, que sin duda habнa estado escuchando detrбs de las escaleras. Vino acompaсado por otro hombre. Ivan venнa detrбs de los dos con una expresiуn de ansiedad malhumorada. El hombre que acompaсaba al embajador era de edad madura, de complexiуn media y llevaba un traje holgado y varias tъnicas de buena hechura, como un ghemlord cetagandano, todas en colores neutros. Le caнan bien y eran cуmodas, pero no se habнa pintado la cara y el corte de cabello era el de un oficial de Barrayar. Tenнa una mirada… de interйs… — Una entrevista muy bien conducida, lord Vorkosigan — lo felicitу Vorob'yev. Miles respirу con alivio. Un tanto. En esa entrevista era difнcil decidir quiйn habнa interrogado a quiйn… — El ghemcoronel Benin tiene mucho en mente, dirнa yo — dijo Miles-. Ah… — Y mirу al compaсero de Vorob'yev. — Permнtame presentarle a lord Vorreedi — dijo el embajador-. Lord Vorkosigan, claro estб. Lord Vorreedi es nuestro experto en la comprensiуn de las actividades de nuestros ghemcamaradas, en toda una multitud de escenarios y campos… Lo cual era una forma diplomбtica de decir Jefe de espнas. Miles asintiу y le dirigiу un saludo deferente. — Me alegro de conocerlo por fin, seсor. — Y yo a usted — contestу Vorreedi-. Lamento no haber llegado antes. Se suponнa que las ceremonias por la muerte de la difunta emperatriz serнan un poco mбs tranquilas… No sabнa que usted tenнa tanto interйs en temas de seguridad civil, lord Vorkosigan. Le gustarнa que le concertбramos una visita a las organizaciones policiales de la ciudad? — Lamento decirle que no creo que tenga tiempo. Pero le dirй que si no hubiera podido entrar en la carrera militar, creo que mi siguiente opciуn habrнa sido el trabajo policial. Un cabo uniformado de la oficina de SegImp de la embajada hizo un gesto para separar del grupo a su superior. Hablaron en voz baja, y el cabo le entregу un pliego de papeles de colores. El oficial de protocolo se los entregу a su embajador con unas pocas palabras. Vorob'yev, con las cejas levantadas, se volviу hacia Ivan. — Lord Vorpatril. Le han llegado algunas invitaciones. Ivan tomу las hojas — los perfumes y colores contrastaron unos con otros— y las hojeу, extraсado. — Invitaciones? — Lady Benello lo invita a una cena privada; lady Arvin, a una fiesta con espectбculo de esquemas en fuego en el cielo, las dos esta noche, y lady Senden organiza danzas de salуn esta tarde. — Quiйn? — Lady Senden — explicу el oficial de protocolo— es la hermana casada de lady Benello. Eso supimos despuйs del incidente de anoche. — Mirу a Ivan, extraсado-. Quй hizo usted para recibir tantas atenciones, lord Vorpatril? Ivan levantу los papeles en la mano, temblу y sonriу un poco. Miles dedujo inmediatamente que el informe de su primo sobre la aventura de la noche anterior no incluнa todos los detalles. — No estoy seguro, seсor — dijo y captу la mirada disimulada de Miles. Se ruborizу levemente. Miles estirу el cuello. — Alguna de esas mujeres tiene alguna relaciуn interesante en el jardнn Celestial? O amigos que las tengan? — Tu nombre no aparece por aquн, primito. — Ivan seсalу los papeles cubiertos de letras manuscritas en tintas de colores diversos. Su mirada, libre por fin del miedo y la cautela que habнa mostrado antes, empezaba a llenarse de alegrнa. — Tal vez serнa necesario ampliar mбs los controles, milord? — murmurу el oficial de protocolo al embajador. — Por favor, coronel, si es posible… El oficial de protocolo se alejу con su cabo. Miles, con un gesto de agradecimiento a Vorob'yev, se alejу detrбs de Ivan, que aferraba los papeles con firmeza en la mano y lo miraba lleno de sospechas. — Son mнos — afirmу Ivan en cuanto estuvieron fuera del alcance del oнdo de sus superiores-. Tъ tienes al ghemcoronel Benin, que de todos modos es mбs de tu tipo que ellas. — Hay muchas ghemujeres en la capital que son damas de honor de las hautmujeres en el Jardнn Celestial, eso es todo — dijo Miles-. Me… me gustarнa volver a ver a la ghemlady que fue a pasear conmigo el otro dнa, pero no me dijo su nombre. — Dudo que los amigos de Yenaro tengan relaciones celestiales. — Creo que esa mujer era una excepciуn. Aunque en realidad estoy mбs interesado en conocer a los gobernadores de satrapнas. Quisiera verlos cara a cara. — Vas a tener mejores oportunidades en una de las ceremonias oficiales. — Ah, sн. Eso ya lo sй. Lo estoy planeando. 8 El jardнn Celestial no intimidaba tanto en la segunda visita, se asegurу Miles a sн mismo. Esta vez no estaban perdidos en un gran arroyo de enviados galбcticos: eran sуlo un pequeсo grupo de tres. Miles, el embajador Vorob'yev y Mia Maz entraron por una puerta lateral, casi en privado. Un solo servidor los escoltу a su destino. El trнo ofrecнa una buena imagen. Miles y el embajador llevaban uniformes de gala negros. Maz se habнa puesto unas tъnicas flotantes negras y blancas. Esa combinaciуn le permitнa usar los dos colores del duelo, hacer un homenaje al dolor de Cetaganda sin pasar los lнmites del hautprivilegio. No era casualidad que la ropa tambiйn le resaltara el cabello negro y la tez llena de vida y, de alguna manera, tambiйn a los dos hombres que la acompaсaban. El hoyuelo de la mejilla de la vervani relampagueу con su sonrisa de placer y alegrнa, dirigida, por encima de la cabeza de Miles, al embajador Vorob'yev. Entre los dos, Miles se sentнa como un chiquillo travieso escoltado con firmeza por sus padres. Vorob'yev no pensaba correr el riesgo de otra violaciуn de etiqueta. La ofrenda de poesнa elegнaca a la emperatriz muerta no era una ceremonia a la que asistieran delegados galбcticos, con excepciуn de unos pocos aliados cetagandanos de alto rango. Miles no contaba en ninguno de estos grupos, y Vorob'yev habнa tenido que mover todos los hilos que tenнa entre manos para conseguirles la invitaciуn. Ivan se habнa disculpado, con la excusa del cansancio por la prбctica de baile de salуn y las fiestas de fuegos del dнa anterior, por no mencionar los planes de cuatro invitaciones mбs para la tarde y la noche siguientes. Era un cansancio sospechosamente selectivo. Miles lo habнa dejado hacer: su deseo sбdico de obligar a su primo a sentarse con йl durante toda la tarde, que prometнa ser interminable, se habнa diluido con la reflexiуn de que su primo no tendrнa mucho que aportar a lo que йl habнa planeado como una expediciуn para la obtenciуn de datos. Y tal vez, sуlo tal vez, Ivan podrнa establecer algunos contactos ъtiles entre los ghem. Vorob'yev lo habнa sustituido por la mujer vervani. Eso habнa encantado a la elegida y favorecнa los planes de Miles. Para alivio de Miles, la ceremonia no se celebrarнa en la rotonda con sus asociaciones alarmantes y el cuerpo de la emperatriz todavнa a la vista de todos. Y los haut tampoco usaban auditorios, les hubiera parecido grosero y demasiado directo con sus filas eficientes de espectadores. El servidor los condujo a un… valle era la palabra mбs adecuada, supuso Miles, una hondonada llena de flores, plantas y cientos de pequeсos asientos como cajas, todos orientados hacia un conjunto complejo de plataformas y estrados en el fondo. Como correspondнa a su rango, o falta de rango, el servidor colocу a los barrayareses en la ъltima fila, la mбs alta, a tres cuartos de vuelta de la mejor vista. Eso convenнa a Miles: desde ahн, podrнa estudiar al pъblico sin que nadie lo viera. Los bancos del fondo eran de madera pulida a mano hasta conseguir un acabado perfecto. Mia Maz, a la que Vorob'yev acompaсу caballerosamente a un asiento, se arreglу las faldas del vestido y mirу a su alrededor con los ojos brillantes. Miles tambiйn echу un vistazo, atento pero con los ojos mбs cansados: habнa pasado gran parte del dнa anterior frente a la pantalla de la comuconsola estudiando datos con la esperanza de encontrar un final para ese laberinto. Los haut estaban llegando a sus lugares: hombres con tъnicas abiertas, nevadas, junto a burbujas blancas. El valle empezaba a parecer un gran banco de rosas trepadoras blancas que se abrнan todas al mismo tiempo en un frenesн de floraciуn. Finalmente, Miles descubriу el propуsito de los asientos tipo caja: proporcionaban lugar suficiente para las burbujas. Estarнa Rian entre ellas? — Las mujeres hablan primero o cуmo lo organizan? — preguntу Miles a Maz. — Las mujeres no van a hablar hoy — dijo Maz-. Ya realizaron su ceremonia ayer. Hoy empiezan con el hombre de menor rango y van subiendo por las constelaciones. Los gobernadores de satrapнas al final. Todos ellos. Miles se acomodу con la paciencia de una pantera en un бrbol. Los hombres que habнa venido a ver estaban en el fondo del valle. Si Miles hubiera tenido cola, la habrнa movido constantemente. Como no la tenнa, tuvo que contenerse para no golpear el suelo con la bota. Los ocho gobernadores de satrapнas, ayudados por los ghemoficiales de mбs alto rango de cada satrapнa, se hundieron en sus asientos junto a los estrados. Miles entornу los ojos y deseу haber llevado un larga vistas de gran alcance… aunque en realidad, no habrнa podido pasarlo por el rastreo de Seguridad. Con una mueca de simpatнa, se preguntу quй estarнa haciendo el ghemcoronel Benin y si, entre bastidores, Seguridad de Cetaganda se ponнa tan frenйtica como Seguridad de Barrayar en las ceremonias que incluнan al emperador Gregor. No le costaba imaginбrselos. Pero йl tenнa lo que habнa venido a buscar: a sus ocho sospechosos artнsticamente colocados uno junto a otro para el anбlisis. Estudiу a los cuatro primeros de la lista con mбs atenciуn que a los demбs. El gobernador de Mu Ceta era de la constelaciуn Degtiar, tнo del Emperador, aunque no tнo directo, hermanastro de la antigua emperatriz. Maz tambiйn lo estudiу con atenciуn cuando acomodу su viejo cuerpo en el asiento y alejу a sus ayudantes con movimientos temblorosos, irritados. Hacнa dos aсos que estaba en su puesto, sustituyendo al gobernador anterior que ahora estaba retirado en el exilio despuйs del fracaso de la invasiуn vervani. El hombre era muy viejo, tenнa mucha experiencia y lo habнan elegido explнcitamente para apaciguar los temores vervanнes de que se repitiera el intento. No era del tipo traidor, pensу Miles. Sin embargo, segъn el testimonio de la haut Rian, todos aquellos hombres habнan dado por lo menos un paso hacia la traiciуn, al recibir los bancos genйticos no autorizados. El gobernador de Rho Ceta, el vecino mбs cercano de Barrayar, preocupaba mucho mбs a Miles. Haut Este Rond era de edad madura, vigoroso, hautalto aunque extraсamente pesado. Su ghemoficial se mantenнa bien lejos de los amplios movimientos del gobernador. El efecto general que daba Rond era de autoritarismo. Y era tenazmente autoritario en sus esfuerzos, diplomбticos y de cualquier otro tipo: en ese momento sus esfuerzos estaban dedicados a mejorar el acceso comercial a Cetaganda a travйs de los saltos de agujero de gusano de Komarr, controlados por Barrayar. Rond era una de las constelaciones mбs jуvenes, una constelaciуn que necesitaba expandirse. El haut Este Rond era un punto caliente, de eso no cabнa duda alguna. Poco despuйs entrу el gobernador de Xi Ceta, vecino de Marilac, con la cabeza erguida. Haut Slyke Giaja era lo que Miles denominaba un tнpico hautlord, alto, delgado y vagamente afeminado. Arrogante, como correspondнa al hermanastro menor del Emperador. Y peligroso. Lo bastante joven como para tenerlo en cuenta, aunque era mayor que Este Rond. El sospechoso mбs joven, haut Ilsum Kety, gobernador de Sigma Ceta, era un muchachito de apenas cuarenta y cinco aсos. Tenнa una complexiуn muy parecida a la de Slyke Giaja, que en realidad era su primo por lнnea materna, y las dos madres eran hermanastras, aunque de diferentes constelaciones. Los бrboles genealуgicos de las hautfamilias eran todavнa mбs confusos que los de los Vor. Para rastrear a todos los hijastros y hermanastros habrнa hecho falta recurrir a un tйcnico en genйtica que investigara el asunto con dedicaciуn exclusiva. Ocho burbujas blancas flotaron hacia el valle y ocuparon un arco hacia la izquierda. Los ghemoficiales se colocaron en un arco similar a la derecha. Los oficiales se quedarнan de pie durante toda la ceremonia de la tarde, comprendiу Miles de pronto. Al parecer, ser ghemgeneral no era ninguna bicoca. Pero… alguna de esas burbujas serнa…? — Quiйnes son esas damas? — preguntу Miles a Maz, seсalando hacia el octeto. — Son las consortes de los gobernadores de satrapнas. — Pero… pensй que los haut no se casaban. — No hay nada personal en el tнtulo. Se las designa centralmente, como a los gobernadores. — No las nombran los gobernadores? Y quй funciуn cumplen? Secretarias sociales? — No. Las elige la emperatriz. La representan en los asuntos relacionados con el Criadero Estrella. Los haut que viven en las satrapнas mandan sus contratos genйticos a travйs de las consortes al banco genйtico central en el Jardнn Celestial, donde se realizan las fertilizaciones y alteraciones genйticas. Las consortes tambiйn supervisan la devoluciуn de los replicadores uterinos con los fetos vivos a sus padres. Estoy segura de que es el envнo mбs poco frecuente de todo el imperio cetagandano… un envнo anual para cada planeta. — Es decir que las consortes viajan a Eta Ceta una vez al aсo personalmente para supervisar los envнos? — Sн. — Ah… — Miles se acomodу en la silla, con una mirada fija. Ahora se daba cuenta de cуmo habнa funcionado el plan de la emperatriz Lisbet, ahora veнa los canales vivientes que habнa usado la emperatriz para comunicarse con los gobernadores. Si cada una de esas consortes no estaba involucrada hasta las cejas en el complot, йl era capaz de comerse las botas. Diecisйis, tengo diecisйis sospechosos, no ocho. Ay, Dios… Y йl que habнa venido a la ceremonia con la esperanza de reducir la lista… Pero la conclusiуn lуgica era que la persona que hubiera asesinado a Ba Lura tal vez no habнa tenido que robar ni pedir prestada una de las burbujas de hautlady. Tal vez tenнa una-. Y las consortes trabajan junto a los gobernadores de satrapнas? Maz se encogiу de hombros. — A decir verdad, no lo sй. No necesariamente, supongo. Sus бreas de responsabilidad son muy distintas. Apareciу un mayordomo en el centro del escenario. Hizo un gesto. Todas las voces del valle se acallaron. Todos los hautlores se dejaron caer de rodillas sobre almohadones que habнan dispuesto frente a los bancos. Todas las burbujas blancas se movieron en el aire hacia arriba y hacia abajo. Miles todavнa estaba preguntбndose cuбntas de las hautladies hacнan trampa y se saltaban las reglas de las ceremonias. Despuйs de un momento de silencio expectante, llegу el Emperador, escoltado por guardias vestidos de blanco y rojo sangre, con la cara pintada como el cuerpo de una cebra, un aspecto terrible si se consideraba frнamente. Miles los contemplу con ese espнritu no por el maquillaje sino porque sabнa los nervios y la ansiedad que recorrнan el нndice apoyado en el gatillo de los hombres que tenнan la terrible responsabilidad de la vida del Emperador en sus manos. Era la primera vez en su vida que Miles veнa al Emperador cetagandano en persona. Estudiу al hombre con la avidez con que habнa estudiado a los gobernadores de las satrapнas. El emperador haut Fletchir Giaja era alto, delgado, con la cara de halcуn que tambiйn tenнan sus primos, el cabello sin rasgos de gris a pesar de sus setenta y tantos aсos. Un superviviente: habнa llegado a su rango a una edad fantбsticamente temprana para un cetagandano, menos de treinta aсos y habнa pasado de una juventud titubeante a una madurez aparentemente sуlida como el hierro. Se sentу con movimientos seguros y armoniosos, serenos y confiados. Rodeado por traidores que le hacнan reverencias. A Miles se le escapу un resoplido y respirу hondo, aturdido por la ironнa. El mayordomo hizo otra seсal y todo el mundo volviу a su asiento guardando un silencio sorprendente. La presentaciуn de los poemas elegнacos en honor de la difunta haut Lisbet Degtiar empezaba con las voces de los jefes de las constelaciones menores. Los poemas estaba compuestos en media docena de tipos formales, todos cortos, por suerte. Miles quedу muy impresionado con la elegancia, la belleza y la aparente profundidad de sentimiento de las primeras tres ofrendas. El recitado tenнa que ser una especie de tortura formal, como hacer un juramento o casarse, uno de esos momentos en el que los preparativos son mucho mбs prolongados que la ocasiуn final. Se habнan tomado todas las precauciones posibles para cada uno de los movimientos, voces y variaciones imperceptibles de lo que para el ojo inexperto de Miles eran sуlo conjuntos idйnticos de tъnicas blancas. Pero gradualmente, empezу a darse cuenta de que habнa frases repetidas y estereotipadas, ideas viejas y para cuando llegaron al poema nъmero trece, se le estaba empezando a empaсar la vista. Su mayor deseo era que Ivan estuviera a su lado, sufriendo con йl. De vez en cuando, Maz le susurraba al oнdo una interpretaciуn, una crнtica y eso le ayudaba a controlar el sueсo. No habнa dormido bien la noche anterior. Los gobernadores de satrapнas estaban imitando bien a hombres de cera o momias, excepto el anciano gobernador de Mu Ceta, que se habнa dejado caer en un bulto de aburrimiento y miraba, con ojos sardуnicos y entornados, cуmo sus colegas jуvenes, es decir todos los demбs de la sala, se entregaban a la funciуn con varios grados de sudor y gracia. Cuando les tocaba el turno a los hombres mayores y mбs experimentados, cumplнan mejor que los jуvenes aunque los poemas que presentaran no fueran necesariamente los mejores. Miles meditу sobre el carбcter del lord X, intentando relacionarlo con una de las ocho caras que tenнa frente a йl. El traidor/asesino era algo asн como un genio tбctico. Le habнan ofrecido una oportunidad impensada de conseguir mбs poder, la habнa cazado al vuelo, creado un plan y dado el golpe. Cuбnta rapidez habнa necesitado? El primer gobernador de satrapнa habнa llegado a Eta Ceta sуlo diez dнas antes que Miles e Ivan, que estaban allн hacнa cuatro dнas. Yenaro, segъn informes del oficial de SegImp en la embajada, habнa terminado su escultura en dos dнas a partir de unos diseсos que le habнa entregado una fuente desconocida. Un trabajo contra reloj. El soborno a Ba Lura tenнa que haberse organizado despuйs de la muerte de su ama, hacнa menos de tres semanas. Los haut de mбs edad solнan elaborar planes que necesitaban dйcadas para madurar, planes con un margen de seguridad inaudito, del tipo no— puede— fallar. La emperatriz era ejemplo mбs que suficiente. A edad avanzada, los haut experimentaban el tiempo de manera diferente, Miles estaba casi seguro de eso. Esa cadena de hechos olнa a… a juventud. Si no fнsica, por lo menos de corazуn. El oponente de Miles tenнa que estar experimentando un estado de бnimo interesante en ese momento. Era un hombre de acciуn y decisiуn. Pero ahora se veнa obligado a permanecer quieto, agachado, acechando, sin llamar la atenciуn, mientras se hacнa cada vez mбs evidente que la muerte de Ba Lura no iba a pasar por suicidio. Se veнa obligado a quedarse sentado, inmуvil e inquieto sobre su banco genйtico y la Gran Llave hasta que terminara el funeral y йl pudiera deslizarse sin ruido hasta su base planetaria… porque no podнa empezar una revoluciуn desde Eta Ceta; no estaba preparado. Enviarнa la Llave a su planeta o la retendrнa en su poder? Si la enviaba a su satrapнa, Miles se enfrentaba a graves problemas. Bueno, problemas mбs graves de los que ya tenнa. Se arriesgarнa el gobernador a perder su amuleto? Seguramente no. Los poetas aficionados con sus voces monуtonas estaban dominando a Miles. Se dio cuenta de que su inconsciente no trabajaba al unнsono con el resto de su mente: sintiу cуmo esa parte de su ser se apartaba en pos de sus propios objetivos. Se le formу en la cabeza un poema en honor de la emperatriz, un poema que йl no habнa pensado en crear: Una emperatriz Degtiar de nombre Lisbet atrapу a un sбtrapa en su red. Tentado a la traiciуn sin ninguna razуn, pronto tendrб un choque con su propia sed. Miles controlу un horrible impulso: habнa sentido la tentaciуn de levantarse y saltar al centro del valle para recitar su ofrenda poйtica a la multitud haut. Mia Maz le dirigiу una mirada de preocupaciуn al oнr el resoplido ahogado. — Se encuentra bien? — Sн, lo lamento — susurrу йl-. No es nada. Ha sido un ataque de rima. Los ojos de ella se abrieron un poco y se mordiу el labio. Sуlo una arruga en la frente la traicionу. — Shhhh — dijo, con sentimiento. La ceremonia prosiguiу sin interrupciones. Por desgracia, habнa mucho tiempo para seguir componiendo versos… con el mismo nivel de mйrito artнstico por supuesto. Miles mirу los bancos que albergaban a las burbujas blancas. Una hermosa dama llamada Rian hipnotizу a un joven Vor galбn. El pequeсo de cuerpo increнble cree que es un detective, y no sabe que lo van a castigar. Cуmo lograban los haut soportar semejante tortura? Les habrнan modificado las vejigas con operaciones de ingenierнa genйtica para conseguir una capacidad inhumana, ademбs de los otros cambios que se rumoreaban? Por suerte, antes de que Miles hubiera pensado en dos palabras que rimaran con «Vorob'yev», se levantу el primer gobernador sбtrapa para situarse en el estrado de los oradores. De pronto, Miles se despejу por completo. Los poemas de los gobernadores de satrapнas eran excelentes, todos compuestos segъn los estilos formales mбs difнciles y, tal como informу Maz a Miles en un susurro, escritos por las mejores hautpoetisas del jardнn Celestial, que oficiaban como autores secretos que recibнan un pago por sus servicios. El rango tiene sus privilegios. Pero a pesar de lo mucho que lo intentу, Miles no detectу dobles sentidos siniestros en los poemas: su sospechoso no pensaba aprovechar ese momento para confesar sus crнmenes delante de todos, advertir a sus enemigos sobre sus intenciones ni cualquier otra posibilidad interesante. A Miles casi le sorprendiу. El lugar en que habнa colocado el cuerpo de Ba Lura parecнa sugerir que lord X tendнa al barroquismo, a pesar de que la simpleza hubiera sido mбs ъtil a sus fines. Sentirнa el complot como un arte? Durante toda la ceremonia, el Emperador habнa estado sentado con expresiуn solemne, serena e imperturbable. Como principal afectado por la tragedia, hizo gestos amables de aceptaciуn y agradecimiento a los gobernadores de satrapнas. Miles se preguntу si Benin habrнa seguido su consejo. Sinceramente, esperaba que hubiera hablado con su seсor. Y entonces, de pronto, la tortura literaria terminу. Miles contuvo el impulso de aplaudir. Por lo visto Eso-No-Se-Hacнa. El mayordomo saliу al escenario, hizo otro gesto enigmбtico y todos se arrodillaron de nuevo; el Emperador y sus guardias se retiraron, seguidos por las burbujas de las consortes, los gobernadores de satrapнas y sus ghemoficiales. Despuйs, todos los demбs quedaron libres… para ir al baсo inmediatamente, supuso Miles. Tal vez la raza haut se habнa librado de los significados y las funciones de la sexualidad, pero seguнan siendo lo suficientemente humanos para que el momento de la comida fuera parte de las ceremonias bбsicas de la vida. A la manera cetagandana, por supuesto. Las bandejas de carne venнan transformadas en esculturas florales. Las hortalizas parecнan crustбceos y la fruta, pequeсos animales. Miles mirу pensativo el plato de arroz hervido de la mesa principal. Todos y cada uno de los granos estaban convertidos en un elaborado esquema en espiral… un trabajo hecho a mano, evidentemente. La sorpresa lo dejу momentбneamente helado. Controlу la impresiуn y tratу de concentrarse de nuevo en el asunto que tenнa entre manos. Los refrescos informales — informales, dentro de los niveles del Jardнn Celestial— se sirvieron en un largo pabellуn abierto hacia el jardнn, donde en ese momento lucнa una tibia luz vespertina que invitaba a la relajaciуn. Las hautladies se habнan ido a otra parte con sus burbujas, tal vez a algъn lugar donde pudieran bajar de las sillas y comer. El grupo barrayarйs fue a parar al mбs exclusivo de los sitios de alimentaciуn pospoesнa que se hubiera dispuesto en el Jardнn Celestial. El emperador en persona se alimentaba en alguna parte de ese elegante edificio. Miles no tenнa la menor idea de cуmo habнa conseguido Vorob'yev que los admitieran allн, pero desde luego el hombre se merecнa una recomendaciуn por entrega al servicio mбs allб de lo que dicta el deber. Era evidente que Maz, con los ojos iluminados, la mano sobre el brazo del embajador de Barrayar, se sentнa en alguna especie de paraнso del sociуlogo. — Allб vamos — murmurу Vorob'yev y Miles levantу la cabeza. El grupo del haut Este Rond entraba en el pabellуn atestado de gente. Los otros haut, que no sabнan cуmo comportarse con esos intrusos extranjeros, habнan tratado de fingir que los barrayareses eran invisibles. Este Rond no podнa hacerlo. El corpulento gobernador, vestido de blanco, con su ghemgeneral maquillado y uniformado a un lado, se detuvo para saludar a sus vecinos de Barrayar. Detrбs del ghemgeneral de Rond avanzaba una mujer vestida de blanco, extraсa en esa reuniуn masculina. El cabello rubio, casi plateado, le bajaba por la espalda en una cola con vueltas hasta los tobillos y permanecнa de pie con los ojos bajos, sin hablar. Era mucho mбs vieja que Rian pero ciertamente era haut… Dios… quй bien llevaban los aсos… Seguramente era la esposa del ghemgeneral de Rond… cualquier oficial destinado a tan alto rango planetario habrнa esperado ganar a una hautmujer hacнa ya tiempo. Maz le estaba haciendo a Miles alguna especie de seсal urgente, un temblor leve y un ЎNo, no! formado con los labios, sin voz. Quй le estaba tratando de decir? La hautesposa no hablaba a menos que le hablaran… Miles nunca habнa visto a nadie que expresara con el lenguaje corporal una reserva tan extraordinaria, una contenciуn tan grande, ni siquiera la haut Rian. El gobernador Rond y Vorob'yev intercambiaron elaborados saludos y Miles supuso que Rond habнa sido la vнa de entrada a la ceremonia. Vorob'yev terminу su golpe diplomбtico presentando a Miles: — El teniente muestra un interйs gratificante por los principales aspectos de la cultura cetagandana — dijo y lo recomendу a la atenciуn del gobernador. El haut Rond asintiу, cordial; por lo visto, cuando Vorob'yev recomendaba a alguien, hasta los hautlores cetagandanos lo tomaban en cuenta. — Me mandaron a aprender tanto como a servir, seсor. Para mн es un deber y un placer hacerlo… — Miles ofreciу al hautgobernador una ceremoniosa reverencia-. Y debo decir que realmente estoy teniendo experiencias muy educativas. — Procurу que la sonrisa alerta y aguda le diera un doble sentido a sus palabras. Rond sonriу con frialdad. Pero claro, si Este Rond era lord X, tenнa que ser frнo. Intercambiaron unas palabras mбs sobre la vida diplomбtica, y despuйs, Miles se aventurу a decir: — Serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Ilsum Kety, haut Rond? Una sonrisa con el filo de una hoja de afeitar asomу en los labios de Rond mientras recorrнa la habitaciуn con la vista para buscar a su colega gobernador y superior genйtico. — Claro, claro, lord Vorkosigan. — Ya que estaba obligado a atender a esos extranjeros, supuso Miles, Rond se alegrarнa de compartir la carga de vergьenza con otros. Lo llevу como un pastor a una oveja. Vorob'yev se quedу hablando con el ghemgeneral de Rho Ceta, que estaba profesionalmente muy interesado en sus potenciales enemigos. Le dirigiу una mirada de advertencia a Miles, no del todo admonitoria, sуlo una arruga entre las cejas. Miles abriу la mano a un costado, en una promesa: Me portarй bien… Apenas quedaron mбs allб de los oнdos y la vista del embajador, Miles le murmurу a Rond: — Sabemos lo de Yenaro… espero que usted estй al corriente… — Cуmo dice? — dijo Rond en un tono de ignorancia bastante realista. Luego llegaron hasta el grupito del haut Ilsum Kety. De cerca, Kety parecнa todavнa mбs alto y delgado que desde el escenario, en la lectura de los poemas. Tenнa los rasgos aguzados y frнos tнpicos del molde haut: las narices aguileсas habнan estado de moda desde que Fletchir Giaja subiу al trono. Un poco de plata en las sienes hacнa resaltar el cabello oscuro. Como el hombre no tendrнa mбs de cuarenta aсos y era haut de pies a cabeza… Dios, claro… El toque de escarcha era perfecto, pero tenнa que ser artificial. Miles lo notу y le pareciу divertido, aunque disimulу cuidadosamente ese sentimiento. En un mundo en el que los viejos lo tenнan todo, un aspecto juvenil no tenнa ventajas sociales cuando se era joven de verdad. Kety tambiйn tenнa un ghemgeneral con una esposa haut a un costado, esperбndolo. Miles tratу de que sus ojos no lo traicionaran. Ella era extraordinaria incluso dentro de los niveles de los haut. Tenнa el cabello de un color chocolate espeso, una melena brillante, separada por una raya en medio y reunida en una trenza gruesa que le bajaba por la espalda hasta tocar el suelo. Su piel tenнa el color de la crema de vainilla. Los ojos, que se abrieron un poco al observar a Miles, eran grandes y lнquidos, de un color canela claro sorprendente. Un aspecto delicioso, casi comestible. No era mayor que Rian. Miles agradeciу en silencio su anterior exposiciуn a Rian, que le permitiу mantenerse de pie y no arrodillarse frente a ella. Ilsum Kety no tenнa tiempo que perder en un extranjero, eso era evidente, pero por alguna razуn no querнa ofender a Rond, o tal vez no se atrevнa del todo; Miles logrу intercambiar un saludo formal con йl. Rond aprovechу la oportunidad para sacarse de encima al barrayarйs y escapar hacia la mesa donde habнan servido la comida. El irritado Kety no tuvo mбs remedio que asumir el papel de anfitriуn. Miles tomу el asunto entre sus manos y le hizo una breve reverencia al ghemgeneral de Kety. Por lo menos, el general tenнa la edad que en Cetaganda se consideraba apropiada para su puesto, es decir, una edad avanzada. — General Chilian, seсor. Lo estudiй a usted en Historia. Es un honor conocerlo en persona. A usted y a su hermosa mujer. Creo que no sй su nombre… — Miles sonriу a la hautmujer, esperanzado. Las cejas de Chillan, que estaban alzadas, se reunieron ahora en un gesto leve de enojo. — Lord Vorkosigan — dijo rбpidamente. Pero no se dio por aludido con respecto a la hautlady. Despuйs de mirar a Miles con disgusto, ella permaneciу de pie como si no estuviera allн, o mбs bien como si no quisiera estar. Los dos hombres la trataban como si fuera invisible. Si Kety era lord X, quй estarнa pensando en ese momento, acorralado por aquel extranjero que йl querнa convertir en su vнctima? Habнa metido el cilindro en el vehivaina de Barrayar, habнa ordenado a Ba Lura que le dijera a Rian que Miles habнa robado el cilindro, habнa matado a su cуmplice y ahora esperaba los resultados. Y el resultado era… un silencio sobrecogedor. Aparentemente Rian no habнa hecho nada, no habнa dicho ni una sola palabra a nadie. Se preguntarнa Kety si al fin y al cabo no habrнa sido mejor mantener a Ba Lura con vida un poco mбs de tiempo, hacerlo confesar? Seguramente la situaciуn era muy difнcil de entender para ese hombre. Pero ese rostro haut no revelaba absolutamente nada, no lo perturbaba ni una sola mueca. Claro que tambiйn tendrнa la expresiуn serena si fuera completamente inocente Miles sonriу con afabilidad — Entiendo que tenemos una aficiуn en comъn, gobernador — ronroneу. — Ah, sн? — dijo Kety sin entusiasmo — Sн, el interйs por objetos reales cetagandanos. Esos artefactos tan… tan fascinantes y evocativos… toda la historia y la cultura de la raza haut esta en ellos, no le parece? Y su futuro tambiйn. Kety lo mirу sin expresiуn — No me parece que eso pueda considerarse un pasatiempo… No me parece un pasatiempo adecuado para un extranjero — Todo oficial debe conocer a sus enemigos — No tengo comentarios al respecto… Esas tareas son asunto de los ghem. — Como su amigo lord Yenaro? Un hilo muy frбgil para que usted se apoye en йl, gobernador. Creo que no tardarб en descubrirlo. La arruga de la frente de Kety se hizo mбs profunda. — Quiйn? Miles suspirу y experimentу el incontrolable deseo de inundar todo el pabellуn con pentarrбpida. Los haut se controlaban tanto… daba la impresiуn de que mentнan constantemente. — Me preguntaba, haut Kety, si serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Slyke Giaja. Como yo tambiйn soy pariente de mi emperador, siento que йl estб en un lugar muy semejante al mнo en Cetaganda. El haut Kety parpadeу, sorprendido. La sorpresa lo llevу a la honestidad. — Dudo que Slyke comparta su opiniуn… — Por su mirada parecнa estar calculando el disgusto que sentirнa el prнncipe Slyke Giaja cuando le impusieran la presencia del extranjero y comparбndolo con el alivio que sentirнa йl cuando se librara de Miles. Sus propios intereses inclinaron la balanza. El haut Kety hizo un gesto al ghemgeneral Chilian y lo despachу a conseguir el permiso del prнncipe para la transferencia. Con una despedida amable y un murmullo de agradecimiento, Miles se alejу tras los. pasos del ghemgeneral, con la esperanza de aprovechar cualquier indecisiуn para seguir con su misiуn. Los prнncipes imperiales no eran famosos por ponerse a disposiciуn de todo el mundo. En eso, eran peores que los hautgobernadores. — General… si el haut Slyke no tiene tiempo para atenderme… le darнa usted un mensaje corto de mi parte? — Miles tratу de mantener la voz tranquila a pesar de los pasos vacilantes y rбpidos que se veнa forzado a hacer para seguir al ghemgeneral; Chilian no se estaba esforzando en caminar despacio en consideraciуn al invitado de Barrayar-. Sуlo tres palabras. Chillan se encogiу de hombros. — Supongo que no habrб inconveniente. — Dнgale: Yenaro es nuestro. Nada mбs. El general alzу las cejas cuando oyу la enigmбtica frase. — Muy bien. El mensaje, por supuesto, pasarнa despuйs a oнdos de Seguridad Imperial Cetagandana. A Miles no le parecнa nada mal que el organismo echara una mirada mбs atenta a lord Yenaro… El haut Slyke Giaja estaba sentado con un grupito de hombres, ghem y haut, al otro lado del pabellуn. Habнa algo extraсo en el grupo y era que incluнa tambiйn una burbuja blanca, que flotaba cerca del prнncipe. Junto a ella habнa una ghemlady que Miles reconociу enseguida, a pesar del volumen formal de las ropas blancas que tenнa puestas: la mujer que habнa ido a buscarlo a la fiesta de Yenaro. La ghemujer le dirigiу una mirada, fijу la vista un segundo y luego mirу a otro lado con decisiуn. Quiйn estaba en la burbuja? Rian? La consorte de Slyke? Otra persona? El ghemgeneral de Kety se inclinу para murmurarle algo en el oнdo. Slyke Giaja echу una mirada a Miles, frunciу el ceсo y meneу la cabeza. Chillan se encogiу de hombros y se inclinу para murmurar de nuevo. Miles, que veнa cуmo se le movнan los labios, distinguiу su mensaje o algo parecido: la palabra Yenaro fue muy clara en esos labios. La cara de Slyke no traicionу ningъn sentimiento. El hautgobernador hizo un gesto al ghemgeneral para que se fuera. El general Chilian volviу junto a Miles. — El haut Slyke estб demasiado ocupado para verlo en este momento — informу en un tono de voz tranquilo. — Gracias de todos modos — entonу Miles, en el mismo tono. El general hizo un gesto y volviу junto a su amo. Miles mirу a su alrededor, preguntбndose cуmo abordarнa al siguiente gobernador. El de Mu Ceta no estaba presente: probablemente se habнa ido directamente desde el jardнn a dormir la siesta. Mia Maz se acercу a Miles, navegando por la fiesta con una sonrisa y mucha curiosidad en los ojos. — Alguna conversaciуn interesante, lord Vorkosigan? — preguntу. — Por ahora no — admitiу йl con tristeza-. Y usted? — No quiero presumir. Lo que hice fue escuchar. — Se aprende mбs escuchando. — Sн. Escuchar es el golpe conversacional invisible. Me siento bastante inteligente. — Y quй ha averiguado? — El tema haut de esta fiesta es la poesнa. Estбn cortando en rebanadas finas la poesнa de los demбs segъn estrictas lнneas de anбlisis. Y quй extraсa coincidencia: todo el mundo dice que las mejores ofrendas son las de los hombres de mayor rango. — A mн me parecieron todas iguales. — Ah, pero usted no es haut… — Quй querнa usted decirme hace un rato? — preguntу Miles. — Estaba tratando de advertirle sobre un raro punto de la etiqueta cetagandana: la forma de comportarse cuando se conoce a una hautmujer y se la ve fuera de su burbuja. — Fue la… la primera vez que vi una — mintiу Miles estratйgicamente-. Lo hice bien? — No del todo. Verб usted, las hautmujeres pierden el privilegio de los campos de fuerza cuando se casan fuera del genoma, entre los ghem. Se convierten en… ghemujeres o algo similar. Pero la pйrdida del campo se considera una vergьenza. Asн que lo mбs amable y considerado es actuar como si la burbuja siguiera estando ahн. Nunca debe usted dirigirse a una hautesposa aunque estй de pie delante de usted. Si quiere hacerle preguntas, tiene que hacйrselas a travйs de su esposo y esperar que йl transmita las respuestas. — Yo… no le dije nada a ninguna de esas mujeres. — Claro, muy bien, pero lamento decir que las mirу a la cara, y eso tampoco es correcto. — Yo creн que los hombres se estaban portando como bestias y que no las incluнan en la conversaciуn por desprecio. — Claro que no. Eran de lo mбs caballerosos. Al estilo cetagandano. — Ah. Por la forma en que se comportan, esas mujeres podrнan estar dentro de las burbujas. Burbujas virtuales, dirнa yo. — Йsa es la idea… sн. — Y lo mismo es aplicable a las hautmujeres que sн tienen burbujas… cuando no las llevan? — No tengo ni idea. No puedo imaginarme a una hautmujer hablando cara a cara con un extranjero. Miles notу una presencia fantasmal junto a su codo y, tratу de no saltar por el aire. Era ba como-se-llamara, ayudante de Rian Degtiar, que habнa recorrido la habitaciуn sin causar una sola onda de interйs entre los invitados. El corazуn de Miles se acelerу inmediatamente, reacciуn que tratу de disimular con un asentimiento de cabeza. — Lord Vorkosigan. Mi seсora quiere hablar con usted — — dijo la voz baja y tranquila. Maz abriу mucho los ojos en un gesto de asombro. — Gracias, serб un placer — contestу Miles-. Eh… — Mirу a su alrededor buscando al embajador Vorob'yev, que seguнa acorralado por el ghemgeneral. de Rho Ceta. Quй bien. Si no le pedнa permiso, tampoco podrнa negбrselo-. Maz, podrнa usted decirle al embajador que he ido a encontrarme con una dama? Mmm… Tal vez tarde un rato. Vбyanse sin mн. Nos veremos en la embajada si es necesario. — No creo… — empezу a decir Maz, con muchas dudas, pero Miles ya se alejaba. Le echу una mirada sobre el hombro y le dirigiу un gesto de buen humor mientras seguнa al ba hacia el jardнn. 9 Miles avanzу tras los pasos de su guнa ba, que caminaba con rostro inexpresivo, evitando cualquier comentario gestual sobre los asuntos de su seсora. Anduvieron un rato por los sinuosos senderos del jardнn, rodearon un par de estanques y siguieron exquisitos arroyos artificiales. Miles casi se detuvo con la boca abierta frente a un parque color verde esmeralda poblado por una bandada de pavos reales rojos como rubнes y diminutos como ruiseсores. Mбs adelante, en un lugar soleado sobre una especie de pequeсo risco, Miles vio algo parecido a un gato esfйrico, o tal vez una especie de flores con piel de gato, suave, blanco… sн, eso era un animal; un par de ojos azul turquesa parpadearon una vez, mirбndolo desde la piel blanca, y volvieron a cerrarse en un gesto de absoluta indolencia. Miles no hizo preguntas, no tratу de entablar una conversaciуn, Tal vez en su viaje anterior al jardнn Celestial, cuando era sуlo uno mбs entre miles de enviados galбcticos, Seguridad Imperial Cetagandana no lo estaba monitoreando, pero ahora las cosas habнan cambiado. Rezу porque Rian tomara las mismas precauciones. Lisbet lo habrнa hecho. Esperaba que Rian hubiera heredado los procedimientos y zonas de seguridad de Lisbet, junto con la Gran Llave y la misiуn genйtica. Una burbuja blanca esperaba en un claustro medio oculto. Miles vio que su guнa se inclinaba ante ella y se retiraba. Miles carraspeу. — Buenas tardes, milady. Deseaba usted verme? Cуmo puedo servirla? — Mantuvo el saludo lo mбs general posible. No sabнa lo que habнa dentro de esa maldita esfera opaca. Podнa ser el ghemcoronel Benin y un filtro de voz… por ejemplo. Le contestу la voz de Rian o una excelente imitaciуn: — Lord Vorkosigan. Usted expresу su interйs en asuntos genйticos. Pensй que le gustarнa hacer una visita guiada. Bien. Entonces, los estaban monitoreando y ella era consciente de aquel extremo. Miles suprimiу la pequeснsima parte de sн mismo que contra toda lуgica habнa estado esperando algo parecido a una cita de amor, y contestу: — Claro que me gustarнa, milady. Todos los procedimientos mйdicos me interesan. Considero que las correcciones que se efectuaron tras los daсos que sufriу mi cuerpo son extremadamente incompletas. Siempre que visito otras sociedades galбcticas, busco nuevas esperanzas y oportunidades. Caminу junto a la esfera flotante, tratando de recordar las vueltas y giros de la ruta, los edificios y arcos que atravesaban. Fracasу por completo. Consiguiу hacer algъn que otro comentario oportuno sobre el paisaje para que el silencio no resultara demasiado incуmodo. Cuando llegaron a un edificio blanco, largo, bajo, habнa calculado un kilуmetro de caminata desde la recepciуn del Emperador, pero no en lнnea recta. A pesar del encantador jardнn que lo rodeaba, el edificio tenнa la palabra «biocontrol» grabada en todos sus detalles: los sellos de las ventanas, las cerraduras de las puertas. La cerradura a prueba de aire requerнa cуdigos muy complejos, pero en cuanto el aparato identificу a Rian, admitiу a Miles tambiйn sin un murmullo de protesta. Ella lo condujo hasta una oficina espaciosa a travйs de corredores que, sorprendentemente, no tenнan nada de laberнntico. Era la habitaciуn mбs prбctica y menos artнstica que hubiera visto Miles en el jardнn Celestial. Una de las paredes era de cristal y daba a una larga pieza que tenнa mucho mбs en comъn con los bio-laboratorios habituales en el resto de la galaxia que con el jardнn exterior. La forma corresponde a la funciуn, y ese lugar era todo funciуn: todo propуsito, no la artнstica languidez de los pabellones. En ese momento estaba desierto, cerrado, a excepciуn de un servidor que se movнa por los bancos absorto en una tarea meticulosa de orden y limpieza. Pero claro… No habнa contratos haut que aprobar durante el perнodo de luto por la Seсora Celestial, dueсa putativa de ese dominio. Un dibujo de ave decoraba la superficie de una comuconsola y se alzaba sobre varios armarios cerrados con llave. Miles estaba en el centro del Criadero Estrella. La burbuja se acomodу junto a una pared y se desvaneciу sin un ruido. La haut Rian Degtiar se levantу de la silla-flotante. Ese dнa tenнa el cabello color йbano sujeto en poblados rizos que le caнan hasta la cintura. Las ropas, de un color blanco impoluto, le llegaban sуlo hasta los tobillos, dos capas simples y cуmodas sobre una malla que la cubrнa desde el cuello hasta los pies, calzados con sandalias blancas. Mбs real, menos etйrea y sin embargo… Miles habнa esperado que una exposiciуn constante a su belleza lo inmunizarнa contra el efecto de confusiуn y mareo que le producнa en la mente. Obviamente, necesitarнa mбs sesiones que las que habнa tenido. Muchas mбs. Muchas. Muchas… Basta. No seas mбs idiota de lo necesario. — Aquн podemos hablar — dijo ella, se deslizу hacia una silla de escritorio junto a una comuconsola y se acomodу con cuidado. Hasta sus movimientos mбs simples eran como una danza. Hizo un gesto con la cabeza hacia otra silla igual y Miles se acomodу con una sonrisa nerviosa, dolorosamente consciente de que sus botas apenas tocaban el suelo. Rian parecнa tan directa como cerradas las esposas de los ghemgenerales. Acaso el Criadero Estrella era algo asн como un campo de fuerza psicolуgico para ella? O era que consideraba a Miles tan subhumano que no lo interpretaba como amenaza? Lo consideraba tan incapaz para juzgarla como una mascota? — Con… confнo en sus decisiones — dijo Miles-, pero le parece que traerme aquн no provocarб repercusiones en Seguridad? Ella se encogiу de hombros. Si quieren, pueden pedirle al Emperador que me llame la atenciуn. — Y… no pueden llamarle la atenciуn ellos directamente? — No La palabra era dura, real, sуlida. Miles esperaba que ella no fuera demasiado optimista con respecto a su situaciуn. Pero… por la altura de la barbilla, la posiciуn de los hombros, era claro que la haut Rian Degtiar, Doncella del Criadero Estrella, creнa realmente que dentro de esas paredes ella era la emperatriz. Por lo menos durante los prуximos ocho dнas. — Espero que esto sea importante. Y corto. De lo contrario, saldrй de aquн directo a la sala de interrogatorios del ghemcoronel Benin. — Es importante. — Los ojos azules lo quemaban—. ЎYa sй cuбl de los gobernadores de satrapнas es el traidor! — ЎExcelente! ЎQuй eficacia! Y… cуmo? — La Llave, como usted dijo, era falsa. Era falsa y no tenнa nada dentro. Usted lo sabнa. — La sospecha le seguнa brillando en los ojos como una luz intensa que lo enfocaba directamente. — Sуlo porque lo deduje, milady. Tiene usted alguna prueba? — En cierto modo. — Ella se inclinу hacia delante, la expresiуn intensa-. Ayer, el prнncipe Slyke Giaja hizo que su consorte lo trajera al Criadero Estrella. Una visita, dijo. Insistiу en que yo le mostrara los objetos reales de la Emperatriz para inspeccionarlos. No comentу nada pero estudiу la colecciуn un largo rato, y despuйs se alejу, corno si estuviera satisfecho. Me felicitу por mi leal trabajo y se fue inmediatamente. Slyke Giaja estaba en la lista de principales sospechosos, eso no podнa negarlo. Dos puntos no bastaban para hacer una triangulaciуn, pero era mejor que nada. — No le pidiу que hiciera funcionar la Llave para probar que era la correcta? — No. — Entonces, lo sabнa. — Tal vez, tal vez-. Apuesto a que le dimos mucho en quй pensar, con su falsa Llave ahн a la vista de todos. Me pregunto cuбl serб su prуximo movimiento… Йl se da cuenta de que usted sabe que es falsa, o cree que usted se creyу el engaсo? — No estoy segura. Entonces no sуlo le pasaba a йl, pensу Miles con un alivio amargo: la expresiуn de un haut era inescrutable hasta para otros haut. — Seguramente se da cuenta de que sуlo tiene que esperar ocho dнas. Sabe que la verdad saldrб a la luz en cuanto su sucesora trate de usar la Gran Llave. O si no la verdad, sin duda la acusaciуn contra Barrayar. Pero cuбl es su plan? — No lo sй. — Quiere involucrar a Barrayar de alguna forma, de eso no me cabe duda. Tal vez incluso desea provocar un conflicto armado entre nuestros estados. — Esto… — Rian hizo girar una mano, la tenнa doblada como si estuviera aferrando la Gran Llave robada-. Esto es un insulto pero seguramente… seguramente no bastarнa para desencadenar una guerra. — Mmmm. Tal vez se trate sуlo de una Primera Parte. Si esto la jo… quiero decir la incуmoda, haut Rian Degtiar, tal vez la Segunda Parte sea algo que nos irrite a nosotros, que nos enfrente a usted. — Una nueva idea muy inquietante. Era evidente que lord X, lord Giaja?, todavнa no habнa terminado-. Aunque yo le hubiera devuelto la llave en esa primera hora, y no creo que eso estuviera en el guiуn, no podrнa probar que no la cambiй por la verdadera. Ojalб no hubiйramos saltado encima de Ba Lura mi primo y yo. Darнa cualquier cosa por saber la historia que Ba Lura tenнa que contarnos… — Yo tambiйn quisiera que no le hubieran saltado encima… — dijo Rian con algo de brusquedad, mientras se acomodaba de nuevo en la silla y se retorcнa el chaleco, el primer movimiento inconsciente que Miles le habнa visto hacer. Los labios de йl se torcieron en una breve mueca avergonzada. — Pero… es importante… las consortes, las consortes de los gobernadores… Nunca me dijo nada de ellas. Ellas tambiйn estбn en esto, verdad? Por quй no de los dos lados? Ella hizo un gesto de aquiescencia, que sin duda le dolнa. — Pero no sospecho que ninguna de ellas estй involucrada en la traiciуn. Eso serнa… imposible… — Pero sin duda su Seсora Celestial las usу para… por quй es imposible? Quiero decir, es una oportunidad para convertirse instantбneamente en emperatriz junto con el gobernador… O sin йl… La haut Rian Degtiar meneу la cabeza. — No. Las consortes no les pertenecen a ellos. Son nuestras. Miles parpadeу, algo confundido. — Ellos. Los hombres. Nosotras. Las mujeres. Sн? — Las hautmujeres son las guardianas… — Ella se detuvo. Evidentemente, era inъtil explicбrselo aun extranjero, aun bбrbaro-. No puede ser la consorte de Slyke Giaja. — Lo siento. No entiendo nada. — Es… una cuestiуn relacionada con el hautgenoma. Slyke Giaja estб intentando llevarse algo a lo que no tiene derecho. No se trata de que trate de usurpar el poder del Emperador. Hasta ahн todo es correcto. El problema es que estб tratando de usurpar el poder de la emperatriz. Eso es una vileza que estб mбs allб de… El hautgenoma es nuestro, solamente nuestro. Йl estб traicionando no sуlo al imperio, que no es nada, sino a los haut, que lo son todo. — Pero las consortes estбn a favor de descentralizar el hautgenoma… supongo. — Claro. La propia Seсora Celestial las designу como consortes. — Y…? Emmmm… Y rotan cada cinco aсos con los gobernadores? O el cargo se concede independientemente? — El puesto es vitalicio, y sуlo una orden directa de la Seсora Celestial puede cambiar eso. Entonces, sн Rian conseguнa captarlas para su bando, las consortes podнan ser unas aliadas poderosas en el corazуn del campo enemigo. Pero Rian no se atrevнa, claro, porque tal vez una de ellas tambiйn era traidora. Miles recitу mentalmente una ristra de tacos. — El imperio — seсalу— es la base de los haut. No creo que no valga nada, ni siquiera desde un punto de vista genйtico. La proporciуn de… presas y predadores es… bueno, elevada… Ella no sonriу con esa broma zoolуgica. Bueno, probablemente no valнa la pena ofrecerle una funciуn de sus versitos recitados. Miles lo intentу de nuevo. — Seguramente la emperatriz Lisbet no querнa fragmentar la base de los haut. — No. No tan deprisa. Tal vez ni siquiera en esta generaciуn — admitiу ella. Ah. Eso tenнa mбs sentido: ese cбlculo de tiempo casaba con el estilo de una anciana hautlady. — Pero ahora el complot estб en manos de otra persona, con otros propуsitos. Una persona con metas personales de corto plazo, alguien que ella no habнa previsto. — Miles se humedeciу los labios y prosiguiу-. Creo que los planes de la Seсora Celestial se han fracturado por el eslabуn mбs dйbil. El Emperador protege el control de las hautmujeres sobre el hautgenoma; a cambio de esa protecciуn, ustedes le dan legitimidad. Apoyo mutuo en interйs de ambas partes. Los gobernadores de satrapнas no tienen esos intereses. No se puede dar poder y retenerlo simultбneamente. Los labios exquisitos de ella se abrieron en un gesto de preocupaciуn, pero no lo negу. Miles respirу hondo. — En los intereses de Barrayar no figura que Slyke Giaja triunfe en su deseo de tomar el poder. Por ahora, estoy a su servicio en eso, milady. Pero a Barrayar tampoco le conviene que el Imperio de Cetaganda se desestabilice, como querнa su emperatriz. Creo que sй cуmo impedir que el complot de Slyke se lleve a cabo. Pero a cambio, usted tendrб que abandonar su intento de cumplir con la misiуn que le impuso su seсora. — Cuando ella lo mirу, atуnita, Miles agregу con voz dйbil-: Al menos, por ahora. Cуmo… cуmo impedirнa usted el complot del prнncipe Slyke? — preguntу ella lentamente. — Penetrando en la nave del gobernador y recuperando la Gran Llave, la verdadera. Sustituyйndola con la falsa, si es posible. Con un poco de suerte, ni siquiera se darб cuenta del cambio hasta que vuelva a su planeta y entonces, quй podrб hacer al respecto? Usted entrega la Gran Llave a la sucesora de la emperatriz, y asunto zanjado. Ninguna de las dos partes puede acusar a la otra sin incriminarse. Creo que serнa la mejor salida, dadas las circunstancias. Cualquier otra cadena de acontecimientos lleva directo a un desastre. Si no tomamos cartas en el asunto, el complot darб frutos dentro de ocho dнas y Barrayar quedarб involucrado. Si yo trato de cambiar la Llave y no lo consigo… bueno, yo dirнa que las cosas ya no pueden ir a peor. Estбs seguro de eso? — Cуmo lograrнa abordar la nave de Slyke? — Tengo un par de ideas. Las consortes de los gobernadores… y sus ghemladies y las servidoras…, pueden salir y entrar en la уrbita libremente? Se tocу el cuello con su mano de porcelana. — Mбs o menos, sн. — Consiga una lady con acceso legнtimo, preferentemente alguien que no sea demasiado conspicua. Esa persona puede llevarme hasta la nave. No me estarнa llevando a mн, por supuesto, yo tendrнa que disfrazarme de alguna forma. Cuando estй a bordo, me las arreglarй solo. Pero… tenemos un problema de confianza. En quiйn podrнa confiar? No creo que usted misma…? — Hace… aсos que no abandono la capital. — Entonces, el movimiento serнa demasiado evidente. Ademбs, seguramente Slyke Giaja la estб vigilando. Y la ghemlady que enviу a buscarme en la fiesta de Yenaro? Rian tenнa una expresiуn decididamente preocupada. — Alguien de la corte de la consorte serнa la mejor opciуn — dijo, sin convicciуn. — La alternativa — seсalу йl con frialdad— serнa que Seguridad cetagandana se encargara del trabajo. Si se acusa a Slyke, eso probarб la inocencia de Barrayar y yo ya no tendrй problemas… Bueno, no del todo. Slyke Giaja, si es que era lord X, era el hombre que de alguna forma habнa manipulado el control de trбnsito de la estaciуn orbital, y que habнa sabido exactamente dуnde estaba el punto ciego para dejar el cuerpo de Ba Lura. Tenнa mбs acceso a Seguridad del que le correspondнa… mierda… Era correcta la idea de que Seguridad de Cetaganda podrнa dirigir un ataque sorpresa contra la nave del prнncipe imperial? — Y de quй se disfrazarнa usted? — le preguntу ella. Йl tratу de convencerse de que el tono de la pregunta era sуlo de sorpresa, y no de desprecio. — De ba, probablemente. Son bajos, como yo. Y ustedes, los haut, tratan a esa gente como si fuera invisible, ciega y sorda… — ЎNingъn hombre se disfrazarнa de ba! — Tanto mejor. — Йl sonriу irуnicamente por su reacciуn. La comuconsola de Rian emitiу un ruidito, pidiendo atenciуn. Ella la mirу con breve gesto de disgusto sorprendido, despuйs tocу la almohadilla del cуdigo. En la placa de vнdeo se formу la cara de un hombre maduro de rostro atractivo. Llevaba puesto el uniforme de oficial de Seguridad de Cetaganda, pero Miles no lo conocнa. Sus ojos grises brillaban como cuentas de granito en la cara reciйn maquillada de rayas de cebra. Miles gimiу y dirigiу una mirada a su alrededor: no, por suerte estaba fuera de los lнmites de la imagen. — Haut Rian. — El hombre hizo un gesto deferente con la cabeza. — Ghemcoronel Millisor — respondiу Rian—. Ordenй que bloquearan mi comuconsola. Йste no es un buen momento. — Era obvio que ella trataba de no mirar a Miles. — He usado el acceso de emergencia, seсora. Hace un tiempo que trato de ponerme en contacto con usted. Mis disculpas, Haut, por interrumpir asн su duelo, pero la Seсora Celestial serнa la primera en pedнrmelo. Hemos conseguido rastrear el L-X-10-Terran-C perdido en el Agujero de Jackson. Necesito la autorizaciуn del Criadero Estrella para proseguir la persecuciуn fuera del imperio. Tenнa entendido que la recuperaciуn del L-X-10-Terran-C era una de las prioridades de la fallecida Seсora. Despuйs de las pruebas de campo, estaba pensando en agregarlo al hautgenoma. — Era prioritario, ghemcoronel, en efecto, pero… bueno, sн, deberнamos recuperarlo. Un momento, por favor. — Rian se levantу, fue hasta uno de los armarios y lo abriу con el anillo codificador que llevaba colgando de una cadena alrededor del cuello. Estuvo revolviendo algunos objetos y sacу un bloque transparente de unos quince centнmetros de lado con el dibujo del pбjaro grabado en la parte superior; volviу a su escritorio y lo colocу sobre la almohadilla lectora de la comuconsola. Tecleу algunos cуdigos y una luz parpadeу brevemente dentro del bloque-. Muy bien, ghemcoronel. Lo dejo en sus manos. Usted conoce la opiniуn de mi Seсora sobre este asunto. Estб autorizado. Saque los recursos que necesite de los fondos especiales del Criadero Estrella… lo que sea. — Gracias, Haut. La mantendrй informada. — El ghemcoronel asintiу y desapareciу de la pantalla. — Quй era todo eso? — preguntу Miles en tono alegre, tratando de no parecer demasiado un predador. Rian frunciу el ceсo. — Un asunto interno y antiguo del hautgenoma. No tiene nada que ver con usted, ni con Barrayar, ni con la crisis, se lo aseguro. La vida sigue… — Cierto. — Miles sonriу con amabilidad, como si estuviera totalmente satisfecho por la respuesta. Mentalmente, archivу la conversaciуn. Tal vez pudiera servirle como cebo para Simon Illyan. Tenнa la sensaciуn de que iba a necesitar alguna excusa de peso para Illyan cuando volviera a casa. Rian puso el Gran Sello del Criadero Estrella en su lugar, dentro del armarlo cerrado, y volviу a la silla. — Le parece posible? — siguiу diciendo Miles-. Podrб conseguir una dama de confianza, mandarla conmigo disfrazado de ba, ID reales, el cilindro falso y algъn medio para asegurarme de que la Llave que encuentre es la real? Y algъn pretexto vбlido para que ella vaya a la nave del prнncipe Slyke… conmigo como acompaсante? Cuбndo? — No… no estoy segura del momento. — Esta vez tenemos que fijar la reuniуn por adelantado. Si voy a escaparme de la supervisiуn de mi embajada durante varias horas, no puede llamarme cualquier dнa a cualquier hora, seсora… tengo que cubrirme las espaldas… y preparar una historia para venderla a mi propia Seguridad. Tiene usted copia de mis citas oficiales? Supongo que sн, ya me ha localizado usted varias veces. Tambiйn considero conveniente que nos veamos fuera del Jardнn Celestial. Maсana por la tarde iremos a un lugar llamado Exhibiciуn de Bioestйtica. Creo que podrнa inventar alguna excusa para escaparme… tal vez con ayuda de Ivan. — Tan pronto? — No me parece tan pronto, seсora. No nos queda mucho tiempo. Ademбs tenemos que prever la posibilidad de que haya que anular el primer intento por alguna razуn. Usted… Supongo que es consciente de que la prueba contra el prнncipe Slyke es… sуlo circunstancial. No concluyente. — Pero por ahora es lo ъnico que tengo. — Entiendo. Pero necesitamos todo el margen que podamos darnos en caso de que sea necesario un segundo intento. — Sн… tiene razуn… — Ella respirу hondo, frunciу el ceсo con ansiedad-. Muy bien, lord Vorkosigan. Le ayudarй. — Tiene alguna idea del lugar de la nave en que puede estar la Gran Llave? Es un objeto pequeсo y la nave, muy grande. La primera opciуn es el camarote privado del prнncipe. Una vez a bordo, hay alguna forma de detectar la Gran Llave? No creo que tengamos la fortuna de contar con un circuito de ruido… O sн? — No tanto. Pero el sistema de energнa de la Llave tiene un diseсo muy antiguo y muy poco frecuente. A corta distancia es posible detectarlo con un sensor apropiado. La dama que vaya con usted tendrб uno y si se me ocurre alguna otra cosa ъtil, la mandarй con ella tambiйn. — Todo es importante. — Por fin, habнa llegado. Por fin, estaban en movimiento. Miles suprimiу un impulso salvaje de rogarle que lo dejara todo y huyera con йl a Barrayar. Podrнa sacarla del Imperio de Cetaganda por conductos legales? No parecнa una tarea menos milagrosa que la que le esperaba al dнa siguiente. Cуmo afectarнa a su carrera, por no mencionar a la de su padre, la instalaciуn de una hautmujer cetagandana y pariente cercana del emperador Fletchir Giaja en la casa Vorkosigan? Cuбntos problemas acarrearнa? Aquel asunto le recordу la Guerra de Troya. Pero habrнa sido agradable que ella intentara sobornarlo, que lo hubiera intentado un poquito mбs. No habнa levantado ni siquiera un dedo para seducirlo, ni una ceja para hacerle una invitaciуn falsa. Su sinceridad era tan expuesta que a la mente de Miles, entrenada por SegImp y ya retorcida de natural, se le antojу ingenua. Cuando alguien se enamora desesperada, profundamente de otra persona, esa otra persona deberнa tener la cortesнa de notarlo… La palabra clave, muchacho, es desesperadamente. Recuйrdalo. Йl y Rian no compartнan amor, no compartнan la posibilidad futura de un amor. Ni compartнan objetivos. Lo que sн compartнan era un enemigo. Tendrнa que conformarse con eso. Rian se levantу como para dar por terminada la reuniуn. Miles tambiйn se esforzу por levantarse mientras decнa: — Ya vino a verla el ghemcoronel Benin? Tiene a cargo la investigaciуn de la muerte de Ba Lura. — Eso me han dicho. Ha solicitado una entrevista dos veces. Todavнa no lo he recibido. Parece… persistente. — Gracias a Dios. Todavнa tenemos la posibilidad de coordinar nuestras declaraciones. — Le resumiу rбpidamente su entrevista con Benin con йnfasis especial en la supuesta conversaciуn que habнan mantenido йl y Rian durante el primer encuentro-. Tenemos que pensar en una historia coherente para esta vez. Creo que Benin piensa seguir con esto. Lamento decir que yo lo alentй un poco. No supuse que el prнncipe Slyke se pondrнa tan pronto en evidencia. Rian asintiу, caminу hasta la pared-ventana y seсalу varios lugares dentro del laboratorio. Explicу brevemente la visita que habнa hecho el prнncipe Slyke el dнa anterior. — Con eso es suficiente? — Sн, gracias. Puede decirle que hice muchas preguntas mйdicas sobre… la correcciуn de problemas fнsicos y que usted no pudo ayudarme mucho y me dijo que habнa acudido al lugar equivocado. — No pudo evitar agregar-: Mi ADN es completamente normal, sabe usted? Son daсos teratogйnicos. Fuera de su campo de experiencia y todo eso. La cara de ella, siempre bella e inexpresiva como una mбscara, se hizo todavнa mбs frнa. Asustado, йl agregу: — Ustedes, los cetagandanos, se pasan tanto tiempo pensando en las apariencias… Seguramente, usted ha visto falsas apariencias antes. Basta. No digas ni una sola palabra mбs. Ella abriу la mano en un gesto de aceptaciуn sin compromiso y volviу a su burbuja. Agotado, sin confianza en su propio control, Miles caminу en silencio junto a la burbuja hasta la entrada principal. Salieron a un crepъsculo artificial luminoso. Unas pocas estrellas pбlidas brillaban en el hemisferio azul oscuro y aparentemente infinito del cielo. Sentados en un banco fuera del Criadero Estrella estaban Mia Maz, el embajador Vorob'yev y el ghemcoronel Benin, sumidos en una charla intrascendente. Todos levantaron la vista cuando apareciу Miles y las sonrisas de Vorob'yev y Benin adquirieron cierta acritud. Miles estuvo a punto de dar media vuelta y escapar corriendo al interior. Rian seguramente sintiу lo mismo porque la voz en la burbuja murmurу: — Ah, su gente lo estб esperando, lord Vorkosigan. Espero que la visita le haya resultado educativa, aunque no haya encontrado lo que esperaba. Buenas tardes. — Y se deslizу rбpidamente hacia el santuario del Criadero Estrella. Ah, todo este asunto es una experiencia educativa, milady. Miles esbozу una sonrisa amable y trotу hacia el banco donde sus guardianes se levantaban para recibirlo. Mia Maz tenнa su amable hoyuelo de siempre. Era su imaginaciуn, o la afabilidad diplomбtica de Vorob'yev habнa adquirido cierta tensiуn? La expresiуn de Benin era menos fбcil de interpretar tras los remolinos del maquillaje. — Hola — dijo Miles en voz alegre-. Usted… me ha esperado, seсor… No era necesario, gracias, gracias. — Las cejas de Vorob'yev se alzaron en un gesto de desacuerdo irуnico. — Le han otorgado un honor sumamente inusual, lord Vorkosigan — comentу Benin, haciendo un gesto hacia el Criadero Estrella con la cabeza. — Sн, la haut Rian Degtiar es una dama muy amable. Espero no haberla cansado con mis preguntas. — Y recibiу usted las respuestas que esperaba? — preguntу Benin-. Entonces es usted un privilegiado. No habнa error posible: ese comentario tenнa un lado amargo aunque, por supuesto, siempre podнa ignorarlo. — Ah, sн y no… El criadero es un lugar fascinante, pero por desgracia esta tecnologнa no ofrece grandes recursos a mis necesidades mйdicas. Creo que voy a tener que seguir pensando en la intervenciуn quirъrgica. No me gusta la cirugнa… siempre me sorprende lo dolorosa que resulta. — Parpadeу con gesto afligido. Maz mostraba una expresiуn comprensiva. Vorob'yev seguнa con su aire grave y taciturno. Estб empezando a sospechar algo. Mierda. En realidad, tanto Vorob'yev como Benin parecнan dos personas a quienes la presencia de otro impide saltar sobre un tercero, acorralarlo contra la pared y retorcerlo hasta arrancarle la verdad por la fuerza. — Si ya ha terminado — dijo Benin-, les acompaсarй hasta los portales del Jardнn Celestial. — Sн. El auto de la embajada estб esperбndonos, lord Vorkosigan — agregу Vorob'yev con severidad. Caminaron en grupo detrбs de Benin, siguiйndolo por los senderos del jardнn. — El verdadero privilegio de hoy ha sido toda esa poesнa — siguiу diciendo Miles de buen humor-. Y a usted, cуmo le van las cosas, ghemcoronel? Ha progresado en su caso? Benin torciу el gesto. — Sigue siendo muy confuso… — murmurу. Apuesto a que no. Por desgracia, o tal vez por suerte, йse no era el lugar ni el momento para olvidarse de todo y hablar con franqueza del trabajo de seguridad que ambos compartнan. — Ay, Dios — dijo Maz y todos dejaron de caminar para examinar lo que habнa descubierto de pronto en una curva del sendero. Un marco de bosques y una quebrada artificial. Bajo la luz del crepъsculo, entre los бrboles y a lo largo del arroyo, se agazapaban cientos de ranas arborнcolas, diminutas y luminosas, de colores acaramelados. Estaban cantando. Cantaban en acordes, acordes musicalmente perfectos: un acorde subнa y bajaba, e inmediatamente despuйs lo reemplazaba otro. La luz de las criaturas aumentaba y disminuнa de intensidad segъn el canto, y asн, la vista podнa seguir el progreso de cada una de las notas tanto como el oнdo. La acъstica de la quebrada llevaba esa mъsica que no era mъsica de un lado a otro, en tonos sinergйticos. Miles olvidу momentбneamente todos sus problemas, absorto por la belleza y el absurdo del espectбculo, hasta que una tosecita de Vorob'yev rompiу el hechizo y el grupo siguiу adelante. Fuera de la cъpula, la noche de la capital se extendнa tibia, hъmeda y brillante como un damasco; rugнa con el ruido subliminal de la vida. La noche y la ciudad, prolongadas hasta el horizonte y mбs allб. — Me impresiona el lujo haut… pero siempre termino pensando en el volumen de la base de sustentaciуn econуmica que tiene — comentу Miles a Benin. — Cierto — asintiу Benin con sonrisa irуnica-. Y segъn tengo entendido, la tasa de impuestos per cбpita de Barrayar duplica la de Cetaganda. El emperador cetagandano cultiva el bienestar econуmico de sus sъbditos tanto como su jardнn. Al menos eso dicen. Benin no era inmune a la tendencia cetagandana a la competencia. Y los impuestos eran un asunto muy variable en Barrayar. — Lamento tener que estar de acuerdo — le contestу Miles-. El problema es que estamos obligados a igualarlos a ustedes en lo militar con un cuarto de los recursos reales. — Se mordiу la lengua para no agregar: Por suerte, no es demasiado difнcil, o alguna otra frase irуnica. Pero en realidad Benin tenнa razуn, reflexionу Miles cuando el auto de superficie de la embajada se elevу sobre la capital. La gran semiesfera plateada resultaba impresionante hasta que uno miraba la ciudad que se extendнa cien kilуmetros a la redonda en todas direcciones, por no mencionar el resto del planeta y los otros siete mundos… y hacнa nъmeros. El jardнn Celestial era una flor, pero sus raнces estaban en otra parte, en el control haut y ghem de otros aspectos de la economнa. La Gran Llave le pareciу de pronto una palanca demasiado pequeсa para mover ese mundo. Prнncipe Slyke, creo que es usted un optimista. 10 — Tienes que ayudarme con esto, Ivan — susurrу Miles con urgencia. — Eh? — murmurу Ivan, en tono de extrema neutralidad. — No sabнa que Vorob'yev lo iba a mandar a йl. — Miles hizo un gesto hacia lord Vorreedi, que acababa de terminar su propia conferencia en voz baja con el conductor del auto, el guardia de paisano y el uniformado de la embajada. El uniformado llevaba el atuendo de fajina verde, como Miles e Ivan; los otros dos llevaban mallas y tъnicas largas hasta los tobillos en el tнpico estilo de Cetaganda. El oficial de protocolo tenнa mбs prбctica con la ropa cetagandana y se movнa con mayor soltura y comodidad. Miles siguiу diciendo en voz baja: — Cuando establecн esta cita con mi contacto, pensй que Vorob'yev nos mandarнa con Mia Maz… al fin y al cabo, esto tiene que ver con la Divisiуn de Damas o como se llame… No tiene por quй cubrirme. Lo que necesito es que lo distraigas un momento cuando llegue el momento de marcharme. El guardia de paisano hizo un gesto con la cabeza y se fue. Un hombre de perнmetro. Miles memorizу la cara y la ropa. Otra cosa de la que tenнa que cuidarse. El guardia se alejу hacia la entrada de la exhibiciуn, que por cierto no se desarrollaba en un recinto normal. Cuando le habнan descrito el espectбculo, Miles se habнa imaginado alguna estructura cavernosa y cuadrangular como la que albergaba la Feria Agrнcola de Distrito en Hassadar. Pero el Salуn del jardнn de la Luna, como lo llamaban, era otra cъpula, una imitaciуn burguesa y diminuta del Jardнn Celestial. Bueno, no demasiado diminuta, en realidad: tenнa mбs de trescientos metros de diбmetro y se arqueaba sobre un suelo empinado e irregular. Bandadas de ghems bien vestidos, tanto hombres como mujeres, se acercaban al tъnel de la entrada superior. — Y cуmo diantres voy a conseguirlo, primito? Vorreedi no es de los que se distraen con facilidad. — Dile que me fui con una dama. Propуsitos inmorales. Tъ siempre tienes ese tipo de propуsitos… por quй yo no? — Los labios de Miles se torcieron tratando de suprimir una burla a los ojos en blanco de Ivan-. Presйntale a media docena de tus noviecitas. Me parece difнcil que no te encuentres con alguna por aquн. Presйntalo como el hombre que te enseсу todo lo que sabes sobre el Arte de Amor Barrayarйs. — No es mi tipo — dijo Ivan entre dientes. — ЎUsa la iniciativa! — No tengo iniciativa. Yo sigo уrdenes, muchas gracias. Es mucho mбs seguro. — De acuerdo. Te ordeno que uses la iniciativa. Por todo comentario Ivan formу un taco con los labios, sin pronunciarlo. — Estoy seguro de que acabarй arrepintiйndome. — Aguanta un poco mбs. Unas pocas horas y todo habrб acabado. — Para bien o para mal… — Eso ya me lo dijiste anteayer. Y resultу falso. — No fue culpa mнa. Las cosas son un poco mбs complicadas de lo que suponнa. — Recuerdas aquella vez en Vorkosigan Surleau, cuando encontramos aquel viejo depуsito de armas y nos convenciste a mн y a Elena de que te ayudбramos a activar el tanque flotante? Y despuйs chocamos contra el granero? Y el granero se derrumbу? Y mi madre me puso bajo arresto domiciliario durante dos meses? — ЎIvan, tenнamos diez aсos! — Yo lo recuerdo como si fuese ayer. Ayer y anteayer… — Esa cosa ya se estaba cayendo. No hizo falta mucho para derrumbarla. Les ahorrу el precio de la demoliciуn. Por Dios, Ivan, Ўesto es serio! No puedes compararlo con… — Miles se interrumpiу cuando vio que el oficial de protocolo despedнa a sus hombres y se volvнa hacia los dos enviados con una leve sonrisa. Los tres entraron juntos al Salуn del jardнn de la Luna. Miles se sorprendiу al ver algo tan burdo como un cartel, aunque fuera de flores, sobre el arco de la entrada de un laberinto de caminos descendentes que bajaban por la ladera natural. Exposiciуn Anual de Bioestйtica Nъmero 149, Clase A. Dedicada a la memoria de la Seсora Celestial. Esa dedicatoria habнa convertido la ocasiуn en una cita obligada para la agenda de todos los enviados diplomбticos. — Las hautmujeres compiten aquн? — le preguntу Miles al oficial de protocolo-. Creo que esto estб dentro de su estilo. — Tanto que nadie podrнa ganarles si participaran — contestу lord Vorreedi-. No, no. Las haut tienen su propia competiciуn anual, muy privada, en el Jardнn Celestial, pero no este aсo, por lo menos hasta que termine el perнodo oficial de luto. — Asн que… estas exposiciones de las ghemujeres son… emmm, una imitaciуn de sus hermanastras haut? — Йsa es la idea, sн. Йse es el estilo de este planeta. Las presentaciones de las ghemladies no estaban dispuestas en filas, sino por separado, cada una en su propia curva o rincуn. Miles se preguntу quй tipo de discusiones se desatarнan para conseguir los lugares mбs favorables, quй tipos de estatus y poder serнan necesarios para obtener los mejores y si la competencia por los lugares podнa llegar al asesinato. Al asesinato verbal seguramente, a juzgar por algunos fragmentos de conversaciуn que alcanzу a oнr entre los grupos de ghemladies que pasaban lentamente entre crнticas y expresiones de admiraciуn. Le llamу la atenciуn un tanque lleno de peces. Tenнan las aletas muy finas y las escamas de colores seguнan el dibujo exacto de uno de los maquillajes que usaba uno de los ghem-clanes: azul brillante, amarillo, negro y blanco. Los peces giraban en una especie de gavota acuбtica. No era demasiado impresionante desde el punto de vista de la ingenierнa genйtica, excepto por el hecho de que la dueсa de la muestra, orgullosa y esperanzada, era una niсa de apenas doce aсos. Parecнa una mascota de las exhibiciones mбs serias de las damas de su clan. ЎYa verйis dentro de seis aсos! decнa su sonrisita infantil. Las rosas azules y las orquнdeas negras eran tan rutinarias que sуlo servнan de marco para las verdaderas obras. Pasу una joven, siguiendo a sus ghempadres con un unicornio de medio metro atado a una rienda dorada. Ni siquiera era una exhibiciуn… A diferencia de lo que pasaba en la Feria Agrнcola de Hassadar, era evidente que aquн nadie se preocupaba de la utilidad. La competencia era solamente artнstica; la vida, el medio, la biopaleta que suministraba efectos para las obras. Se detuvieron junto a una especie de balcуn que permitнa una vista general de la ladera del jardнn. Un brillo verde llamу la atenciуn de Miles, que bajу los ojos para mirar el suelo. Un grupo de hojas y zarcillos brillantes subнa en espiral por la pierna de Ivan. Unos pimpollos rojos se abrнan y se cerraban lentamente, exhalando un perfume delicado y profundo; el efecto era el de una boca y, en general, no parecнa una creaciуn afortunada. Miles lo mirу fascinado un buen rato antes de murmurar: — Ivan… no te muevas pero mira tu bota izquierda. Otro zarcillo se enredу lentamente alrededor de la rodilla de Ivan y empezу a subir. Ivan bajу la mirada y lanzу un juramento. — Quй diablos es eso? ЎSбcamelo de encima! — Dudo que sea venenoso — dijo el oficial de protocolo, sin mucha seguridad-. Pero tal vez sea mejor que se quede usted quieto, milord. — Creo… creo que es una rosa trepadora. Muy llena de vida, no les parece? — Miles sonriу y se inclinу, buscando las espinas antes de extender la mano. Tal vez eran retrбctiles o algo asн… El coronel Vorreedi hizo un gesto como para indicarle que no se acercara. Pero antes de que Miles reuniera el valor de arriesgar la piel y la sangre en el rescate, se acercу por el sendero una ghemlady regordeta con un gran cesto en el brazo. — ЎAh, ahн estбs, cosita mala! — exclamу-. Discъlpeme, seсor. — Se dirigiу a Ivan sin mirarlo mientras se arrodillaba junto a la bota y empezaba a desenredar su creaciуn-. Lo siento… esta maсana hay demasiado nitrуgeno. La rosa soltу el ъltimo zarcillo de la bota de Ivan con un movimiento decepcionado y la mujer la metiу sin ceremonias en la canasta donde se retorcнan otras fugitivas rosadas, amarillas y blancas. Despuйs, con la mirada perdida en los rincones y bajo los bancos, la concursante se alejу a toda prisa. — Creo que le has gustado a esa cosa — dijo Miles a Ivan-. Feromonas? — Por quй no te vas a la mierda? — le susurrу Ivan-. Me dan ganas de meterte a ti en nitrуgeno y guardarte debajo de… Dios… quй es eso? Habнan terminado de doblar una curva hacia un бrea abierta en cuyo centro se alzaba un бrbol lleno de gracia, con grandes hojas peludas en forma de corazуn. Tenнa dos o tres docenas de ramas que se arqueaban y volvнan a caer, sacudiйndose levemente con el peso de una fruta en forma de vaina que colgaba en manojos. La fruta estaba maullando. Miles e Ivan se acercaron. — Eso… es… horrible, claramente horrible — dijo Ivan, indignado. En cada vaina habнa un gatito encogido como un bulto, cabeza abajo, el pelaje largo, sedoso y blanco se esponjaba como un sol alrededor de la cara felina: un hermoso marco para las orejas y los bigotes y los brillantes ojos azules. Ivan levantу la mano hacia uno y tirу de la rama para examinarlo de cerca. Tratу de acariciar a la criatura con cuidado; el gato lo tocу con dos suaves garras juguetonas y blancas. — Un gatito como йste tendrнa que estar jugando con un ovillo, en el cйsped, y no pegado a un бrbol para darle unos puntos a una ghemputa… — opinу Ivan con furia. Mirу a su alrededor. Por el momento estaban solos; nadie los observaba. — Mmmm… no estoy seguro de que estйn pegados — dijo Miles-. Espera, no creo que… Tratar de impedir que Ivan rescatara un gatito de un бrbol era tan imposible como tratar de evitar que soltara un piropo ante una mujer bonita. Para йl era como un acto reflejo. Por el brillo que veнa en sus ojos, era evidente que estaba decidido a liberar a todas las pequeсas vнctimas para que despuйs jugaran con las rosas trepadoras. Ivan arrancу la fruta de la rama. El gatito emitiу un gemido, tuvo una convulsiуn y quedу inmуvil. — Gatito, gatito… — susurrу Ivan, asustado, con los labios junto a la mano donde sostenнa la fruta como en una copa. Un alarmante hilillo de lнquido rojo corrнa por la muсeca del salvador desde el tallo roto. Miles colocу las hojas en forma de corazуn alrededor del… «cadбver» le parecнa la mejor palabra. La bestia no tenнa cuartos traseros. Dos patas rosadas y desnudas se fundнan con la vaina misma. — … No creo que estйn maduros, Ivan… — ЎEso es horrible, horrible! — jadeу Ivan furioso, pero no lo dijo en voz muy alta. Por consentimiento mutuo y sin mediar palabra, se alejaron silenciosamente del бrbol gato y doblaron otra curva. Ivan mirу frenйtico a su alrededor, buscando un lugar para dejar el pequeсo cadбver y poner distancia entre йl y su pecado-. ЎGrotesco! Miles contestу, pensativo: — Ah, no estoy seguro. Si te paras a pensarlo, no es mбs grotesco que el mйtodo primitivo. Quiero decir, alguna vez has visto una gata dando a luz? Ivan se cubriу una mano con la otra y lo mirу, furioso. El oficial de protocolo estudiу el horror de lord Vorpatril con una mezcla de exasperaciуn y simpatнa. Miles pensу que si Vorreedi hubiera conocido a Ivan a fondo, la proporciуn entre la primera emociуn y la segunda habrнa sido distinta, pero Vorreedi se limitу a decir: — Milord… desea usted que yo me encargue de eso… discretamente? — Ah, sн, sн, por favor — dijo Ivan, muy aliviado-. Si no es molestia… — Puso la vaina inerte sobre la mano del oficial de protocolo, que la escondiу dentro de un paсuelo y se la guardу en el bolsillo. — Quйdense aquн. Enseguida vuelvo — dijo y se alejу a destruir la evidencia del crimen. — Excelente, Ivan — gruсу Miles-. Espero que a partir de ahora mantengas las manos en los bolsillos. Ivan se limpiу la sustancia pegajosa que le cubrнa la palma con el paсuelo, escupiу sobre la mano y volviу a sacudirla. Fuera, fuera, mancha maldita… — No empieces a hacer ruiditos como mi madre. No ha sido culpa mнa… Las cosas eran un poco mбs complicadas de lo que yo suponнa. — Ivan se metiу el paсuelo en el bolsillo y mirу a su alrededor, con el ceсo fruncido-. Todo esto no me gusta nada. Quiero volver a la embajada. — Tienes que quedarte hasta que yo me encuentre con mi contacto. — Y cuбndo piensas que…? — Pronto, creo yo. Caminaron juntos, despacio, hasta el final del pasillo donde otro pequeсo balcуn ofrecнa una vista de la siguiente secciуn. — Mierda — dijo Ivan. — Quй? — preguntу Miles, rastreando con la mirada. Se estirу de puntillas pero no consiguiу ver el lugar que habнa suscitado la protesta de su primo. — Nuestro amiguito Yenaro estб aquн. Dos niveles mбs abajo, hablando con unas mujeres… — Podrнa… podrнa ser una simple coincidencia. Este lugar estб lleno de ghemlores: esta tarde entregan los premios. Un galardуn en esta, competiciуn implica un honor para el clan y naturalmente los hombres quieren estar presentes. Este tipo de… cosa artнstica seguramente les gusta mucho, estб dentro de sus fantasнas, supongo. Ivan levantу la ceja. — Quieres apostar? — No. Ivan suspirу. — No creo que haya forma de tomar la iniciativa. — No sй. Pero mantйn los ojos bien abiertos… — Claro. Miraron a su alrededor. Una ghemlady madura y digna se les acercaba por el sendero. Dirigiу a Miles un gesto de reconocimiento casi amistoso. Abriу la palma de la mano y le mostrу un pesado anillo con el dibujo del pбjaro en filigrana. Estaba lleno de cуdigos complejos. — Ahora? — preguntу Miles con tranquilidad. — No. — Su voz bien modulada tenнa un tono agudo, pero no chillуn—. Dentro de media hora, en la entrada oeste. — Tal vez no pueda ser muy puntual. — No importa. Le esperarй — dijo ella y siguiу adelante. — Mierda — dijo Ivan, despuйs de un momento de silencio-. De verdad piensas hacerlo? Ten mucho cuidado, me oyes? — Ah, sн. Al parecer, el oficial de protocolo se estaba tomando todo el tiempo del mundo para encontrar la unidad de eliminaciуn de basura mбs cercana, pensу Miles. Pero justo cuando se estaba poniendo nervioso y pensaba en ir a buscarlo йl mismo, Vorreedi reapareciу caminando hacia ellos con rapidez. La sonrisa de bienvenida que les dirigiу parecнa un poco forzada. — Seсores — dijo-. Ha surgido un imprevisto. Voy a tener que abandonarles por un rato. Quйdense juntos y no salgan de este edificio, por favor. Perfecto. Tal vez, — Quй clase de imprevisto? — preguntу Miles-. Hemos visto a Yenaro. — El bromista? Sн. Sabemos que estб aquн. Mis analistas lo consideran mбs una molestia que un autйntico peligro. Tengo que dejarlos. Defiйndanse de йl como puedan. Pero mi hombre de perнmetro, uno de los mбs inteligentes que tengo, ha descubierto a otro individuo. Un profesional. En ese contexto, la palabra profesional significaba asesino profesional o algo por el estilo. Miles hizo un gesto de comprensiуn. Йl tambiйn estarнa alerta. — No sabemos por quй estб aquн — siguiу explicando Vorreedi-. He pedido refuerzos, y ya estбn en camino. Mientras tanto, nos proponemos… bueno, dejarnos caer por ahн, sorprenderlo y tener una charla… — La pentarrбpida es ilegal aquн para los cuerpos que no pertenecen a la policнa y los imperiales… no es cierto? — Dudo que esta persona quiera presentar una queja a las autoridades — murmurу Vorreedi, con una sonrisa levemente siniestra. — Diviйrtase, seсor. — Tengan cuidado. — El oficial de protocolo hizo un gesto con la cabeza y se alejу despacio, como si no tuviera un destino fijo. Miles e Ivan siguieron caminando y se detuvieron para admirar unas flores — con raнces— que tenнan aspecto de sentirse menos inseguras sobre su pertenencia al reino vegetal. Miles contaba los minutos mentalmente. Si se separaba de su primo al cabo de unos minutos, se encontrarнa con su contacto justo a tiempo. — Bueno, bueno, hola, encanto — chillу una voz musical a sus espaldas. Ivan girу en redondo un segundo antes que Miles. Lady Arvin y lady Benello estaban de pie en el sendero con los brazos enlazados. Se separaron y… a Miles le pareciу que la palabra correcta era fluyeron a ambos lados de Ivan. — Encanto? — murmurу Miles, divertido. Ivan le dedicу una mirada furiosa antes de volverse hacia sus conocidas. — Supimos que estaba usted aquн, lord Ivan — siguiу diciendo la rubia, lady Arvin. La alta lady Benello asintiу y la cascada de sus rizos бmbar se sacudiу con el movimiento-. Quй tiene usted pensado para mбs tarde? — Ah… no tengo planes… — dijo Ivan, con la cabeza siempre en movimiento mientras trataba de dividir su atenciуn en dos mitades exactas. — Aaahhh — suspirу lady Arviri-. Tal vez entonces acceda a cenar con nosotros, en mi casa. Lady Benello la interrumpiу. — O, si no estб de humor para la ciudad, conozco un sitio no muy lejos, un lago. Cada cliente recibe una islita propia y se le sirve un picnic… al aire libre. Es muy, muy privado. Las dos mujeres sonrieron; se repelнan mutuamente. Ivan tenнa aspecto de presa. — No sй si sabrй decidir — contemporizу. — Venga a ver las obras de la hermana de lady Benello mientras lo piensa, lord Ivan — sugiriу lady Arvin, con ecuanimidad. Su mirada reparу en Miles-. Ah, usted tambiйn, lord Vorkosigan. No estamos prestando la debida atenciуn al huйsped mбs importante, creo yo. Ya hablamos de ese tema, sabe?, y despuйs de discutirlo, llegamos a la conclusiуn de que tal vez tendremos que lamentarlo. — Apretу la mano sobre el brazo de Ivan y girу para dirigir a su compaсera una sonrisa radiante, muy significativa-. Esa podrнa ser la soluciуn del dilema de lord Ivan. — — En la oscuridad todos los gatos son pardos? — murmurу Miles-. O todos los barrayareses? Ivan esbozу una mueca: le habнa molestado la referencia a los felinos. Lady Arvin parecнa perpleja, pero Miles tuvo la desagradable sensaciуn de que la pelirroja entendнa la broma. Entendiera o no, se desprendiу de Ivan — el brillo en los ojos de lady Arvin, era una mueca de triunfo?— y se volviу hacia Miles. — Claro, lord Vorkosigan. Usted sн tiene planes? — Me temo que sн — dijo Miles con una pena no del todo fingida-. En realidad, tengo que irme en este mismo instante. — Ahora? Ah, vamos, por lo menos, venga a ver la exposiciуn de mi hermana. — Lady Benello no le dio el brazo pero estaba dispuesta a caminar a su lado aunque eso dejara a su rival en posesiуn temporal de Ivan. Tiempo. No estarнa mal darle al oficial de protocolo unos minutos mбs para concentrarse en su misiуn. Miles sonriу y dejу que lo arrastraran con el grupo. Lady Arvin abrнa la comitiva, llevando a Ivan como a un prisionero. A la pelirroja le faltaba la delicadeza de porcelana de la haut Rian. Pero, por otra parte, no era tan… imposible. Lo difнcil lo hacemos enseguida. Lo imposible lleva mбs tiempo… Basta. Estas mujeres estбn usбndonos y tъ lo sabes, muchacho. Ah. Dios, quiero que me usen, quiero que me usen… Vamos, vamos, Miles, concйntrate. Recorrieron el sendero y bajaron un nivel mбs. Lady Arvin girу hacia un pequeсo espacio abierto resguardado por бrboles en macetas. Tenнan las hojas brillantes, como joyas, pero eran sуlo un marco para lo que habнa en el centro del cнrculo. La obra principal era un poco confusa, desde el punto de vista artнstico. Parecнa estar compuesta de tres rollos de brocado que formaban suaves espirales desde lo alto de un poste de la altura de un hombre hasta la alfombra. La alfombra, densa, circular, era un eco de los verdes de los бrboles, en un esquema complejo y abstracto. — Alerta — murmurу Ivan. — Ya lo he visto — jadeу Miles. Lord Yenaro, de negro, sonriente, estaba sentado en uno de los pequeсos bancos curvos que enmarcaban el lugar. — Dуnde estб Veda? — preguntу lady Benello. — Acaba de salir — dijo Yenaro mientras se levantaba y saludaba a todos. — Lord Yenaro ayudу un poquito a mi hermana Veda en su trabajo para la exposiciуn confesу lady Benello a Ivan y Miles. — Ah, sн? — dijo Miles, mirando a su alrededor y preguntбndose dуnde estarнa la trampa esa vez. No la veнa-. Y… de quй se trata esto? — Ya sй que no tiene un aspecto muy impresionante — dijo lady Benello, a la defensiva-, pero tampoco lo pretende. La gracia esta en el olor. La tela emite un perfume que cambia segъn el humor de quien la lleva. Todavнa me pregunto si no habrнa sido mejor que la mostrara en un vestido completo. — Este ъltimo comentario parecнa dirigido a Yenaro-. Podrнamos hacer que uno de los criados se pusiera de pie aquн y posara todo el dнa. — Habrнa sido demasiado comercial — objetу Yenaro-. Esto nos darб mayor puntuaciуn. — Y… mmm, estб vivo? — dijo Ivan, con muchas dudas. — Las glбndulas del perfume estбn tan vivas como las sudorнparas de su piel, lord Vorpatril — asegurу Yenaro-. Pero tiene usted razуn, esto resulta un poco estбtico. Acйrquese y haremos una demostraciуn de los efectos. Miles husmeу el aire mientras en su paranoia, que se habнa despertado y lo atenazaba, lleno de terror, trataba de individualizar cada una de las molйculas volбtiles que llegaban a sus fosas nasales. La cъpula de la exposiciуn estaba saturada de perfumes de todo tipo y todos bajaban por la ladera, por no mencionar los perfumes de las ghemladies y los de Yenaro. Pero el brocado parecнa emitir una mezcla agradable de aromas. Ivan hizo caso omiso a la invitaciуn de Yenaro y no se acercу. Aparte de los perfumes, habнa algo mбs, un leve toque, una aspereza untuosa… Yenaro levantу una jarra del banco y avanzу hacia el poste. — Mбs zlati? — murmurу Ivan con sequedad. El reconocimiento y la memoria zumbaron en la mente de Miles, y lo asaltу una oleada de adrenalina que casi le dejу en seco el corazуn. Se lanzу en una carrera desenfrenada. — ЎLa jarra, Ivan! ЎNo dejes que la tire al suelo! Ivan tomу la jarra. Yenaro entregу el objeto con expresiуn de sorpresa. — ЎVamos, lord Ivan! Miles dejу caer una gota en la alfombra y oliу el aire desaforadamente. Sн. — Quй estб haciendo? — preguntу lady Benello, casi riendo-. ЎLa alfombra no tiene nada que ver… Ah. sн que tiene que ver… — Ivan — dijo Miles con urgencia, levantбndose-. Dame eso… cuidado, cuidado… y dime lo que hueles ahн abajo. Miles tomу la jarra con mucha mбs ternura que a una canasta de huevos reciйn recogidos. Ivan, con mirada asombrada, hizo lo que le pedнa su primo. Oliу: pasу la mano por la alfombra y se llevу las manos a los labios. Se puso blanco como el papel. Miles se dio cuenta de que habнa llegado a la misma conclusiуn que йl. Su primo se dio vuelta y siseу: — ЎAsterzina! Miles caminу de puntillas alejбndose de la alfombra, levantу la tapa de la jarra y oliу de nuevo. Un leve olor a vainilla y naranja, un poco rancio, se elevу desde el lнquido. El olor que esperaba. Yenaro lo hubiera derramado todo, por supuesto. A sus propios pies. Con lady Benello y lady Arvin de pie a un lado. Miles pensу en el destino de la ъltima herramienta del prнncipe Slyke, Ba Lura. No. Yenaro no lo sabe. Tal vez odie a los barrayareses, pero no estб tan loco. Le han tendido una trampa, igual que a nosotros. A la tercera va la vencida… Cuando Ivan se puso de pie con la mandнbula tensa y los ojos ardiendo, Miles le hizo un gesto y le entregу la jarra. Ivan la tomу con cuidado, nervioso, y retrocediу otro paso. Miles se inclinу y arrancу unos hilos del borde de la alfombra. Los hilos se estiraron y finalmente se rompieron, como si fueran de goma. Eso confirmу sus suposiciones. — ЎLord Vorkosigan! — objetу lady Arvin, con las cejas alzadas en una expresiуn de asombro divertido, ante ese comportamiento bбrbaro. Miles llevу los hilos a Ivan y los cambiу por la Jarra. Despuйs, volviу la cabeza bruscamente hacia Yenaro. — Trбelo… Discъlpenme, seсoras… Cosas de hombres… Para su sorpresa, esa frase funcionу. Lady Arvin arqueу las cejas y aceptу, aunque lady Benello hizo una especie de mohнn. Ivan puso una mano sobre el antebrazo de Yenaro y lo guiу fuera del бrea de la exposiciуn de Veda. Su mano se endureciу hasta convertirse en amenaza silenciosa cuando Yenaro tratу de desprenderse. Yenaro tenнa la cara furiosa y los labios tensos; parecнa un poquito avergonzado. Encontraron un lugar vacнo unos pocos espacios mбs abajo. Ivan se puso de pie en la entrada del cubнculo con su prisionero, los dos con la espalda hacia el sendero para que Miles fuera visible desde fuera. Miles puso la jarra en el suelo, se enderezу y se dirigiу a Yenaro con un gruсido ronco: — Le voy a hacer una demostraciуn. Esto es lo que iba a suceder hace unos minutos. Lo ъnico que quiero saber es si usted sabнa lo que pasarнa. — No sй de quй me estб hablando — ladrу Yenaro-. ЎSuйlteme, cerdo! Ivan no apartу la mano y frunciу el ceсo, furioso. — Primero la demostraciуn, amigo. — Muy bien. — El suelo era de algъn tipo de mбrmol artificial y no parecнa inflamable. Miles sacudiу los hilos que tenнa en la mano e hizo un gesto para que Ivan y Yenaro se acercaran. Esperу hasta que no hubo nadie en el sendero y dijo-: Yenaro. Tome dos gotas de ese lнquido inocuo que usted sacudнa a diestro y siniestro y rocнelas sobre esto. Ivan obligу a Yenaro a arrodillarse junto a Miles. El ghemlord, con una mirada frнa a sus captores, metiу la mano en la jarra y acatу las уrdenes. — Si usted cree que… Lo interrumpiу un brillo sъbito y una ola de calor que quemу las cejas de Miles. Por suerte, el ruido, suave, se desvaneciу contra los cuerpos que rodeaban los hilos. Yenaro se quedу helado, mirando. — Y eso fue sуlo un gramo — siguiу diciendo Miles-. Esa alfombra bomba tenнa… cuбnto? Cinco kilos? Estoy seguro de que usted lo sabe, la trajo usted personalmente. Con el catalizador habrнa estallado y se habrнa llevado toda esa parte de la cъpula, a mн, a usted, a las damas… habrнa sido lo mбs impresionante de la exposiciуn, se lo aseguro. — Esto es una trampa — mascullу Yenaro entre dientes. — Ah, sн, es una trampa. Pero esta vez tambiйn usted se habrнa contado entre las vнctimas. Usted no tiene entrenamiento Militar, verdad? De lo contrario, con su excelente olfato lo habrнa reconocido. Asterzina sensibilizada. La trampa perfecta. Se puede teсir, modificar, copiar el aspecto de cualquier cosa con ella. Y es totalmente inocua hasta que entra en contacto con el catalizador. Cuando eso ocurre… — Miles hizo un gesto hacia la mancha negra sobre el piso blanco-. Se lo preguntarй de otra forma, Yenaro. Quй efecto le dijo que tendrнa su buen amigo el hautgobernador? — Bue… — Yenaro se quedу sin aliento. Pasу la mano sobre el residuo negro y aceitoso, despuйs se lo llevу a la nariz. Inhalу, frunciу el ceсo, despuйs se sentу sobre los talones como si experimentara una repentina debilidad. Levantу la vista para buscar la mirada de Miles-. Ah… — La confesiуn es un consuelo para el alma. Y para el cuerpo tambiйn — dijo Ivan en tono amenazador. Miles respirу hondo. — Una vez mбs, Yenaro. Quй le dijeron? Yenaro tragу saliva. — Se… se suponнa que el lнquido liberaba un йster que simularнa los efectos del alcohol. Ustedes los barrayareses son famosos por esa perversiуn. ЎNada que no se hagan a ustedes mismos! — Y asн, Ivan y yo nos tambalearнamos pъblicamente toda la tarde medio borrachos… — Algo asн. — Y usted? Ingiriу el antнdoto antes de que apareciйramos? — No… era inocuo… se suponнa que era inocuo. Ya habнa previsto retirarme a descansar hasta que pasara… Pensй que tal vez… que tal vez serнa una sensaciуn interesante. — Pervertido — murmurу Ivan. Yenaro lo mirу, furioso. — Cuando me quemй esa primera noche… Esa disculpa escrita a mano… no era completa mente fingida, me equivoco? — dijo Miles lentamente-. Usted no esperaba que las cosas fueran tan lejos. Yenaro palideciу. — Esperaba… pensй que tal vez los marilacanos habнa hecho algo raro con la energнa. Se suponнa que debнa producir un shock, nada grave… — Eso le dijeron… — Sн — susurrу Yenaro. — Pero el zlati fue idea suya, no es cierto? — Lo sabнa usted? — No soy imbйcil, Yenaro. Algunos de los ghem que pasaban dirigieron una mirada sorprendida y curiosa al grupo de tres hombres arrodillados en el suelo, pero por suerte pasaron sin hacer comentarios. Miles hizo un gesto hacia el banco mбs prуximo en la curva de un lugar reservado para la exposiciуn. — Tengo algo que decirle, lord Yenaro, y creo que serб mejor que se siente. — Ivan llevу a Yenaro y lo empujу con firmeza para que se sentara. Despuйs de un momento de pensarlo un poco, volcу el resto del lнquido en una maceta cercana antes de ponerse de pie entre Yenaro y la salida del espacio vacнo-. No se trata de una serie de bromas graciosas contra los enviados estъpidos de un enemigo despreciable: no son cosa de risa. Lo estбn usando como instrumento en un complot de traiciуn contra el Emperador de Cetaganda. Lo van a usar, descartar y silenciar. Ya lo han hecho antes. Su ъltimo compaсero en el juego fue Ba Lura. Y supongo que ya sabe usted lo que le pasу. Los pбlidos labios de Yenaro se abrieron un poco, pero no fue capaz de articular ni una palabra. Luego se humedeciу la boca y volviу a intentarlo. — No puede ser. Serнa demasiado burdo. Habrнa sido mediante una guerra provocada entre su clan y los de… y observadores inocentes… — No. Habrнa sido con una guerra provocada entre esos clanes y el suyo lord Yenaro. A usted lo designaron como baja en esta lucha. Como asesino, sн, pero no sуlo eso: tambiйn como un asesino tan incompetente que cae vнctima de su propia bomba. Alguien que sigue los pasos de su abuelo… Y quiйn iba a quedar con vida para negarlo? La confusiуn no sуlo se extiende en la capital, sino tambiйn entre su Imperio y Barrayar; mientras tanto, la satrapнa de la persona que urdiу todo el plan aprovecha para declararse independiente. No, no es tosco en absoluto. Es elegante. — Lo de Ba Lura fue un suicidio. Me lo dijeron. — No. Asesinato. Seguridad Imperial Cetagandana estб investigando el caso… Y lo va a resolver… Lo va a resolver, pero lamentablemente, no creo que logren completar el rompecabezas a tiempo. — Ba Lura no cometiу traiciуn, eso es imposible… Los genes de los ha… — A menos que creyera que actuaba con lealtad en una situaciуn deliberadamente ambigua. Todavнa tienen mucho de humano, pueden equivocarse. No. — Yenaro levantу la vista hacia los dos barrayareses-. Tiene que creerme. Personalmente, no me importarнa que ustedes dos se cayeran por un acantilado. Pero nunca me empujarнa a mн mismo. — Eso… eso supuse — asintiу Miles-. Pero por curiosidad, quй iba a sacar usted de este trato, ademбs de una semana divertida ridiculizando a un par de bбrbaros? O fue por amor al arte? — Me prometiу un puesto. — Yenaro bajу la mirada-. Usted no entiende lo que es vivir sin un puesto en la capital. Sin puesto no hay posiciуn. No hay estatus. No se es… nadie. Yo ya estaba cansado de no ser nadie. — Quй Puesto? — Experto Imperial en Perfumerнa. — Los ojos negros de Yenaro brillaron levemente-. Sй que no resulta muy impresionante, pero me habrнa permitido la entrada al Jardнn Celestial, tal vez incluso a la presencia imperial. Habrнa trabajado… entre los mejores del imperio. Los grandes. Y sй que habrнa sido un excelente perfumista. A Miles no le costaba mucho entender la ambiciуn aunque adquiriera formas extraсas. — Entiendo. Los labios de Yenaro se torcieron en una sonrisa de gratitud. Miles mirу su reloj. — Dios, quй tarde es. Ivan… puedes ocuparte tъ de esto? — Creo que sн. Miles se levantу. — Que tenga un buen dнa, lord Yenaro. Mejor que el que estaba destinado a tener. Tal vez esta tarde haya usado toda la suerte que me correspondнa en un aсo, pero desйeme un poco mбs. Tengo una cita con el prнncipe Slyke. — Buena suerte — dijo Yenaro, con voz dubitativa. Miles se detuvo. — Usted estaba hablando del prнncipe Slyke, no es cierto? — ЎNo! ЎYo hablaba del hautgobernador Ilsum Kety! Miles se mordiу los labios y dejу escapar un siseo agudo entre los dientes. Bueno, no sй si me han jodido o me han salvado. Cuбl de las dos cosas? — Fue Kety quien le tendiу la trampa… con todo esto? — Sн… Se las habrнa ingeniado Kety para enviar a su amigo y primo, el gobernador Slyke, a ver los objetos imperiales al Criadero Estrella? Otro movimiento de distracciуn? Desde luego. O no. Y bien mirado, no era posible que Slyke hubiera manipulado a Kety para que Kety manipulara a Yenaro? No podнa descartarlo. Otra vez en la casilla de salida. Mierda, mierda, mierda. Mientras Miles dudaba y analizaba los datos, apareciу el oficial de protocolo por la curva del sendero. Su paso apurado se hizo mбs lento en cuanto descubriу a Miles e Ivan. Una mirada de alivio le cruzу el rostro. Para cuando llegу junto a ellos, proyectaba otra vez el aire de un turista, pero estudiу a Yenaro con una mirada tan penetrante como un cuchillo. — Hola, milores. — El gesto abarcу a los tres. — Hola, seсor — saludу Miles-. Ha mantenido usted una conversaciуn interesante? — Extraordinaria. — Ah… No creo que le hayan presentado formalmente a lord Yenaro, seсor. Lord Yenaro, le presento al oficial de protocolo de mi embajada, lord Vorreedi. Los dos hombres intercambiaron gestos de reconocimiento mбs ceremoniosos. La mano de Yenaro pasу al pecho en una especie de alusiуn rбpida a una reverencia, pero no se levantу. — ЎQuй coincidencia, lord Yenaro! — siguiу diciendo Vorreedi-. Precisamente estбbamos hablando de usted. — Ah, sн? — preguntу Yenaro, preocupado. — Ah… — Vorreedi se mordiу el labio, pensativo, despuйs pareciу llegar a algъn tipo de conclusiуn-. No sй si se da cuenta de que en este momento se encuentra usted en medio de una especie de vendetta, lord Yenaro. — Yo… Ўno! Quй le hace pensar eso? — Mmm. En general, los asuntos personales de los ghemlores no son de mi incumbencia, me intereso sуlo por los asuntos oficiales. Pero la… suerte… ha puesto en mi camino la oportunidad de hacer una buena acciуn, lord Yenaro, y no pienso desaprovecharla. Al menos por esta vez. Acabo de charlar con un… ah… caballero que, segъn me informу, habнa venido aquн para asegurarse de que usted… y ahora cito textualmente son propias palabras… de que usted no saliera del Salуn del jardнn de la Luna con vida. Fue un poco vago en cuanto al mйtodo que pensaba usar para llevar a cabo esta misiуn. Lo que me pareciу mбs raro es su identidad: el personaje en cuestiуn no es un ghem, sino que se gana la vida con su arte, un especialista. No sabнa quiйn le habнa pagado esta vez: esa informaciуn quedу muy lejos, bajo varias capas de intermediarios… Tiene usted alguna idea de quiйn podrнa estar interesado en pagar sus servicios? Yenaro escuchу impresionado, con los labios tensos, pensativo. Miles se preguntу si el hombre estaba sacando las mismas conclusiones que йl. Supuso que sн. El hautgobernador, quien quiera que fuese, habнa enviado refuerzos. Querнa asegurarse de que nada fallara. De que Yenaro no sobreviviera a su propia bomba y pudiera acusarlo, por ejemplo. — Yo… bueno… tengo una idea, sн. — Podrнa usted compartirla? Yenaro lo mirу, dubitativo. — No en este momento. — Como quiera. — Vorreedi se encogiу de hombros-. Dejamos al… caballero sentado en un lugar tranquilo. El efecto de la pentarrбpida desaparecerб en cuestiуn de diez minutos. Tiene usted ese tiempo para hacer… lo que considere conveniente. — Gracias, lord Vorreedi — dijo Yenaro con calma. Levantу la ropa negra que lo rodeaba y se puso de pie. Estaba pбlido pero mantenнa una serenidad admirable: no temblaba—. Ahora debo dejarles. — Seguramente йsa es una buena idea — asintiу Vorreedi. — Estaremos en contacto, eh? — dijo Miles. Yenaro bajу la cabeza en un gesto formal, breve. — Sн. Usted y yo todavнa tenemos un asunto pendiente. — Se alejу mirando a derecha e izquierda. Ivan se mordнa los dedos. Bueno, mejor eso que soltarle a Vorreedi todo lo que estaba pasando. Eso era lo que mбs temнa Miles. — Era cierto eso, seсor? — preguntу Miles al coronel. — Sн. — Vorreedi se frotу la nariz-. Pero tambiйn es cierto que no estoy tan seguro de que no sea de nuestra incumbencia. Lord Yenaro parece muy interesado en usted. Lo vigila. No puedo dejar de preguntarme si existe alguna relaciуn… Revisar la jerarquнa de los que pudieron haberle pagado a ese tug serнa un proceso tedioso y largo para mi departamento. Y quй encontrarнamos al final del hilo? — Vorreedi mirу fijamente a Miles-. Hasta quй punto se enfadу usted por la quemadura de la estatua de Marilac, lord Vorkosigan? — ЎNo tanto, por Dios! — negу Miles con rapidez-. Por lo menos deme un margen de crйdito… aъn no he perdido el sentido de la mesura. No. Yo no contratй al asesino. — Aunque sin duda habнa metido a Yenaro en esa situaciуn, al tratar de jugar esos jueguecitos mentales con su posible patrуn, Kety, el prнncipe Slyke o el Rond. Querнas una reacciуn… pues ya la tienes—. Pero… tengo la sensaciуn de que la investigaciуn sн valdrб la pena, aunque suponga dedicarle tiempo y recursos… — Una sensaciуn, eh? — Seguramente usted ha confiado en su instinto en mбs de una ocasiуn, seсor. — Bueno, yo uso mi instinto. No confнo en йl. Un oficial de SegImp tiene que conocer la diferencia. — Entiendo, seсor. Se levantaron para seguir el recorrido de la exposiciуn. Miles evitу cuidadosamente mirar la marca negra y quemada del suelo cuando pasaron junto a ella. Y cuando se acercaron al extremo oeste de la cъpula, empezу a buscar a su contacto. Ahн estaba, sentada cerca de la fuente, con el ceсo fruncido. Pero Miles sabнa que ahora nunca conseguirнa sacarse a Vorreedi de encima; lo tenнa pegado como una lapa, para siempre. De todos modos, lo intentу. — Discъlpeme, seсor. Tengo que darle un mensaje a una dama. — Irй con usted — dijo Vorreedi, en tono alegre. Correcto. Miles suspirу y compuso el mensaje mentalmente. La ghemlady, digna y tranquila, levantу la vista cuando йl se acercу con compaсeros no deseados. Miles se dio cuenta de que no sabнa su nombre. — Discъlpeme, milady. Querнa decirle que me es imposible aceptar su invitaciуn de… eh… esta tarde. Por favor, exprese mis mбs sinceras disculpas a su ama. — Entenderнan ella y la haut Rian que eso significaba ЎAnulen la operaciуn, anъlenla!? Tenнan que captar el mensaje. Lo deseу con todas sus fuerzas-. Pero si en lugar de lo que habнamos planeado, puede concertar una entrevista con el primo del seсor… creo que eso sн serнa educativo. El surco que tenнa la mujer en la frente se hizo mбs profundo. Pero lo ъnico que dijo fue: — Transmitirй sus palabras a mi seсora, lord Vorkosigan. Miles hizo un gesto de despedida, bendiciйndola por haberle evitado una conversaciуn mбs larga y compleja. Cuando volviу la vista atrбs, ella ya se habнa puesto de pie y se alejaba rбpidamente. 11 Miles aъn no habнa pisado el sagrado recinto de las oficinas de SegImp en la embajada de Barrayar. Por discreciуn, se habнa quedado arriba, en la zona destinada al cuerpo diplomбtico. Como habнa supuesto, las oficinas estaban en el segundo sуtano, el nivel mбs bajo del edificio. Un cabo uniformado lo rastreу con aparatos de seguridad y lo guiу hasta la oficina del coronel Vorreedi. No era tan austera como Miles habнa esperado: estaba decorada con pequeсas piezas de arte cetagandano; las esculturas que utilizaban energнa estaban apagadas. Tal vez algunas eran recuerdos, pero el resto sugerнa que el oficial de protocolo como lo llamaban oficialmente era un coleccionista de gusto excelente y medios limitados. El hombre estaba sentado ante una mesa desnuda y utilitaria. Llevaba las habituales tъnicas y la malla que correspondнan a un ghemlord de rango medio y preferencias dolorosamente sobrias. En una multitud de ghem, Vorreedi pasarнa prбcticamente desapercibido, aunque detrбs de una comuconsola de SegImp de Barrayar el efecto del conjunto resultaba ligeramente sorprendente. Miles se humedeciу los labios. — Buenos dнas, seсor. El embajador Vorob'yev me dijo que deseaba usted verme. — Sн, gracias, lord Vorkosigan. — Vorreedi despidiу al cabo con un gesto y el hombre se alejу en silencio. Las puertas se cerraron tras йl con un golpe pesado y definitivo-. Por favor, siйntese. Miles se acomodу en la silla que habнa ante el escritorio y sonriу; esperaba que la sonrisa hubiera sugerido un gesto de alegre inocencia. Vorreedi lo miraba con atenciуn penetrante, directa, constante. Mala seсal. Vorreedi era el segundo a bordo; sуlo Vorob'yev lo aventajaba en rango. Como a Vorob'yev, lo habнan elegido como jefe en uno de los puestos mбs conflictivos del cuerpo diplomбtico de Barrayar. Tal vez se podнa contar con que fuera un hombre muy ocupado, pero nunca con que fuera estъpido. Miles se preguntу si las meditaciones del jefe de SegImp habнan sido tan intensas como las suyas la noche anterior. Se preparу para un comienzo al estilo Illyan; por ejemplo: En quй diablos estб metido usted, Vorkosigan? Estб tratando de provocar una jodida guerra usted solo? En lugar de eso, el coronel Vorreedi lo favoreciу con una mirada pensativa, larga, antes de decir en tono tranquilo: — Teniente lord Vorkosigan. Por nombramiento, usted es correo oficial de SegImp. — Sн, seсor, cuando estoy de servicio. — Interesante raza de hombres, los correos. De absoluta confianza y lealtad. Van de un lado a otro, llevan lo que les piden sin comentarios ni preguntas. Y sin fracasar jamбs, a menos que se les cruce la muerte en el camino. — Generalmente no es tan dramбtico, seсor. Pasamos mucho tiempo en naves de salto. Tenemos mucho tiempo para leer. — Mmmm. Y excepto en un caso, estos glorificados correos dependen del comodoro Boothe, jefe de Comunicaciones de SegImp, en Komarr. La excepciуn es interesante. — La mirada de Vorreedi se intensificу-. Usted aparece en la lista como subordinado de Simon Illyan en persona. Que a su vez depende directamente del emperador Gregor. La ъnica persona que conozco en una cadena de mando tan corta es el jefe de Personal del Servicio Imperial. Una situaciуn reveladora. Cуmo la explica usted? — Que cуmo la explico yo? — repitiу Miles, tratando de ganar tiempo. Pensу en contestar Yo nunca explico nada, pero eso 1) era evidente y 2) claramente no era la respuesta esperada-. Bueno… en ocasiones, el emperador Gregor tiene alguna necesidad que resulta demasiado trivial, o demasiado personal, para confiarla a los militares de carrera. Por ejemplo, digamos que quiere… que le traigan un arbusto ornamental del planeta Pol para el jardнn de la Residencia Imperial. Entonces, me mandan a mн. — Esa es una buena explicaciуn — aceptу Vorreedi sin presionar. Se produjo un corto silencio-. Y podrнa darme una explicaciуn igualmente satisfactoria para la forma en que ha obtenido usted un trabajo tan agradable? — Nepotismo, por supuesto. — La sonrisa de Miles se hizo mбs corta y mбs amarga—. Como ya habrб descubierto a simple vista, no soy fнsicamente apto para el servicio habitual. Crearon el puesto especialmente para mн. Tengo parientes… — Mmmm. — Vorreedi se sentу y se frotу el mentуn. — Digamos — aсadiу en tono intrascendente— que usted es un agente de operaciones secretas y ha venido en una misiуn diseсada por Dios (es decir, Simon Illyan, Dios para el personal de SegImp), en ese caso, deberнa haber llegado con una orden del tipo Prйstesele toda la asistencia necesaria. Con esa orden, un pobre hombre de la oficina local de SegImp podrнa saber cuбl es su posiciуn con respecto a usted. Si no controlo a este tipo, me va a encerrar en la embajada por el resto del viaje (podrнa hacerlo, tiene poder suficiente) y el plan barroco de caos de lord X seguirб adelante sin obstбculos ni problemas. — Sн, seсor. — Miles respirу hondo-. Y todos los que vieran la orden tambiйn. Vorreedi levantу la vista, asustado. — El comando de SegImp sospecha que hay filtraciones en mis comunicaciones? — No tengo informaciуn al respecto, seсor. Supongo que no. Pero como correo inferior… no puedo hacer demasiadas preguntas, comprende? Vorreedi abriу un poco mбs los ojos. Entendнa la broma. Un hombre sutil, sн. — He sabido que, desde el mismo instante en que puso un pie en Eta Ceta, lord Vorkosigan, no ha dejado usted de hacer preguntas. — Una debilidad personal, seсor. — Y… tiene alguna prueba que apoye su explicaciуn de sн mismo? — Claro. — Miles mirу al aire, pensativo, como si estuviera sacando las palabras de la parte mбs leve de la atmуsfera-. Piйnselo, seсor. A todos los demбs oficiales de correo se les implanta alergia a la pentarrбpida para que no puedan someterlos a interrogatorios y preguntas ilegales. El precio, claro, es fatal. Debido a mi rango y mis relaciones particulares, se decidiу que ese procedimiento era demasiado peligroso para mн. Por lo tanto, sуlo pueden destinarme a las misiones de seguridad de nivel mбs bajo. Nepotismo, ya se lo he dicho. — Muy… muy convincente. — Si no fuera convincente, no servirнa, seсor. — Cierto. — Otra larga pausa-. Hay alguna otra cosa que quiera usted decirme, teniente? — Cuando vuelva a Barrayar presentarй un informe completo de mi… mi excursiуn a Simon Illyan. Me temo que deberб dirigir las preguntas a mi superior. Definitivamente, no estб dentro de mis atribuciones tratar de adivinar lo que йl quiere que yo le diga. Ahн estaba… listo. Tйcnicamente hablando, no habнa mentido. Ni siquiera por implicaciуn. Sн… claro… Tienes que acordarte de lo que has dicho cuando pasen una transcripciуn de esta conversaciуn en el consejo de guerra. Pero si Vorreedi decidнa que Miles era un agente de operaciones secretas que trabajaba en los niveles mбs altos, no dejaba de ser cierto. El hecho de que la misiуn fuera autodesignada y no decidida en un nivel superior era… otro aspecto del problema. Una cosa nada tenla que ver con la otra. — Podrнa… podrнa agregar una observaciуn filosуfica… — Por favor, milord. — Si se contrata a un genio para resolver un problema imposible, serнa una tonterнa limitarlo con reglas o bien ordenarle que se limite a investigar en el corto espacio de dos semanas de tiempo… Lo lуgico es dejar que actъe a su antojo. Si lo que hace falta es alguien que siga las reglas, siempre se puede contratar a un idiota. En realidad, el idiota serб mucho mбs capaz de seguir las reglas que un genio. Vorreedi tamborileу sobre el escritorio de la comuconsola. Miles tuvo la sensaciуn de que tal vez ese hombre habнa resuelto uno o dos problemas imposibles en su vida. Vorreedi alzу las cejas. — Usted se considera un genio, lord Vorkosigan? — preguntу con suavidad. Para Miles aquel tono de voz resultaba casi doloroso: le recordу muchнsimo el que empleaba su padre cuando estaba a punto de soltar una de sus trampas verbales. — Las evaluaciones de mi inteligencia estбn en mi expediente, seсor. — Ya las he leнdo. Por eso estamos conversando, lord Vorkosigan. — Vorreedi parpadeу, despacio, como una lagartija-. Entonces, para usted no hay reglas? Ninguna regla? — Bueno, en realidad existe una: o tienes йxito, o lo pagas con tu cabeza. — Usted estб en su puesto desde hace tres aсos. Ya veo, lord Vorkosigan… Su cabeza sigue intacta, no es cierto? — La ъltima vez que la controlй estaba ahн, seсor. — Tal vez siga ahн cinco dнas mбs, coronel… Despuйs, ya no sй. — Eso sugiere que tiene usted una autoridad y una autonomнa sorprendentes, seсor. — No tengo autoridad. Sуlo responsabilidad. — Ah, ah. — Vorreedi se mordiу los labios, cada vez mбs pensativo-. Tiene usted mis simpatнas entonces, seсor Vorkosigan. — Gracias, seсor. Lo necesitarй. — En silencio demasiado meditado que siguiу, Miles agregу-: Sabemos si lord Yenaro sobreviviу a la noche? — Desapareciу, asн que suponemos que sн. Lo vieron a la salida del Salуn del jardнn de la Luna con un rollo de alfombra en el hombro. — Vorreedi mirу a Miles con aire interrogativo-. No tengo explicaciуn para lo de la alfombra. Miles ignorу la indirecta. — Estб usted tan seguro de que su desapariciуn significa que ha salido con vida? Y el hombre que lo seguнa? — Mmm… — Vorreedi sonriу-. Cuando lo dejamos, lo interceptу la Policнa Civil de Cetaganda. Todavнa lo tienen en custodia. — Y lo hicieron por su propia cuenta? — Digamos que recibieron una llamada anуnima. Me pareciу que tenнa la obligaciуn moral de ponerlos sobre aviso. Pero debo admitir que los de la Civil respondieron con admirable eficiencia. Yo dirнa que tienen interйs… por alguno de sus trabajos anteriores. — Tuvo tiempo de informar a quien lo contratу? — No. Bien: esa maсana lord X estaba en medio de una laguna de informaciуn. Miles no creнa que eso le resultara cуmodo. El complot fracasado de la tarde anterior debнa haberlo frustrado. Seguramente no sabнa quй habнa salido mal, no sabнa si Yenaro se habнa enterado del destino que le habнa deparado, aunque la desapariciуn del ghemlord era una importante pista al respecto. Ahora, Yenaro era un cabo suelto, lo mismo que Miles e Ivan. Cuбl serнa el primero en la lista de lord X? Acaso Yenaro buscarнa la protecciуn de alguna autoridad, o el rumor de la traiciуn lo asustarнa demasiado? Y quй mйtodo elegirнa lord X para acabar con los enviados de Barrayar? Quй mйtodo podнa igualar a Yenaro en barroquismo y perfecciуn? Yenaro era una obra maestra en el arte del asesinato, una obra coreografiada en tres movimientos, una obra que iba en crescendo. Ahora que ese esfuerzo se habнa perdido, seguramente lord X estarнa tan enfurecido por el fracaso de su hermoso plan como por el del complot en sн. Miles estaba seguro de eso. Lord X era el tipo de artista que no puede dejar su obra inacabada y sigue agregando toques inteligentes. El tipo de persona que, como un chiquillo al que entregan su primer huerto, se pone a cavar para comprobar si las semillas ya han echado raнces. Miles sintiу algo parecido a una corriente de simpatнa por su enemigo. Sн, sн, lord X, el hombre que jugaba por grandes sumas y perdнa tiempo e inhibiciones con el curso de los dнas, estaba en situaciуn de cometer un tremendo error. Por quй no estoy tan seguro de eso como de lo demбs? — Tiene algo mбs que agregar, lord Vorkosigan? — preguntу Vorreedi. — Mmmm? No. Estoy… estoy pensando… — Ademбs, sуlo lo pondrнa nervioso, coronel — Como oficial de la embajada responsable de su seguridad personal, le pedirнa que se abstuviese de relacionarse con un hombre que parece involucrado en una vendetta cetagandana a muerte. Lo digo por usted… y por lord Vorpatril, por supuesto. — Yenaro ya no me interesa. No le deseo ningъn mal. Mi prioridad es identificar al hombre que le proporcionу la escultura. Las cejas de Vorreedi se elevaron en un gesto de reproche. — Podrнa habйrmelo dicho antes… — Siempre se entiende mбs cuando se contemplan los hechos con cierta perspectiva. — Eso es cierto — suspirу Vorreedi, con la voz de la experiencia. Se rascу la nariz y volviу a sentarse-. Hay otra razуn por la que le pedн que viniera, lord Vorkosigan. El ghemcoronel Benin ha solicitado otra entrevista con usted. — En serio? Igual que la anterior? — Miles mantuvo la firmeza de su voz, lo cual le resultу bastante difнcil. — No del todo. Pidiу especнficamente la presencia de lord Vorpatril. En estos momentos estб en camino. Usted puede negarse, si lo desea. — No… estб… estб bien. En realidad, tengo interйs en volver a hablar con Benin. Voy a buscar a Ivan, seсor? — Miles se puso de pie. Mala idea que los dos sospechosos se consultaran antes del interrogatorio, pero claro, el caso no era de Vorreedi, sino de Benin. Miles se preguntу hasta quй punto habrнa convencido a Vorreedi de que estaba cumpliendo una misiуn secreta. — Adelante — dijo Vorreedi con amabilidad-. Aunque tengo que decirle… Vorreedi hizo una pausa. — No veo cуmo puede estar involucrado lord Vorpatril. No es correo. Y su expediente es tan claro como el agua… — Mucha gente se confunde con Ivan, seсor… Pero a veces, hasta un genio necesita a alguien que cumpla уrdenes. Miles contuvo su impaciencia mientras se dirigнa a las habitaciones de Ivan. El lujo de intimidad que les habнa proporcionado su rango de funcionarios iba a terminar muy pronto, sospechaba Miles. Si Vorreedi no activaba los micrуfonos de las habitaciones es que el hombre tenнa un control sobrenatural sobre sн mismo o sufrнa algъn tipo de daсo cerebral agudo. El oficial de protocolo era del tipo curioso y voraz: deformaciуn profesional. Ivan abriу la puerta. — Entra — dijo con voz muy lenta, una voz que la impaciente llamada de Miles no conmoviу en absoluto. Miles descubriу a su primo sentado en la cama, a medio vestir con unos pantalones verdes y camisa color crema, hojeando distraнdamente una pila de papeles de colores manuscritos. No parecнa especialmente satisfecho. — Ivan. Levбntate. Vнstete. Vamos a entrevistarnos con el coronel Vorreedi y el ghemcoronel Benin. — ЎConfesiуn, por fin! ЎGracias a Dios! — Ivan tirу los papeles al aire y se dejу caer sobre la cama con un suspiro de alivio. — No. No exactamente. Pero necesito que me dejes hablar a mн y que confirmes mis palabras. — Mierda. — Ivan frunciу el ceсo y mirу el techo-. Quй pasa ahora? — Seguramente, Benin ha investigado los movimientos que realizу Ba Lura el dнa anterior a su muerte. Supongo que ya estarб al corriente de nuestro pequeсo encuentro en el vehivaina. No quiero joderle la investigaciуn. En realidad, me gustarнa ayudarle, por lo menos en lo referente a la identificaciуn del asesino o asesina. Asн que pienso darle tantos hechos reales como sea posible. — Hechos reales. Quй quieres decir? Reales, opuestos a quй otra clase de hechos? — No podemos decir absolutamente nada que tenga que ver con la Gran Llave o la haut Rian. Supongo que podemos soltar el resto de la informaciуn, pero no mencionemos ese pequeсo detalle en ningъn momento. — Supones…? Por lo visto estбs usando una matemбtica muy distinta de la que usa el resto del universo. Te das cuenta de lo furiosos que se pondrбn Vorreedi y el embajador cuando averigьen que les ocultamos ese pequeсo incidente? — Tengo a Vorreedi bajo control; al menos por el momento. Cree que estoy bajo las уrdenes de Simon Illyan. — Cree… quiere decir que no es cierto. ЎLo sabнa, lo sabнa! — gruсу Ivan, se puso una almohada sobre la cara y la apretу fuertemente con las manos. Miles se la arrebatу de un tirуn. — Ahora tengo una misiуn. La tendrнa si Illyan estuviera al corriente de todo. Coge el destructor nervioso. Pero no lo saques a menos que yo te lo diga. — No pienso disparar a tu superior. — No vas a dispararle a nadie. Y ademбs, Vorreedi no es mi superior. — Ese serнa un punto legal importante cuando llegara el momento-. Tal vez lo necesite como prueba. Pero no a menos que surja el tema en la conversaciуn. No vamos a dar informaciуn voluntariamente. — ЎClaro, claro, el truco es no dar informaciуn voluntariamente… eso jamбs! ЎPor fin lo entiendes, primito! — Cбllate y vнstete. — Miles le tirу el uniforme de fajina-. ЎEsto es importante! Pero tienes que estar sereno. Muy sereno. Tal vez me estoy preocupando sin motivo. A lo mejor no hay razуn para tener miedo. — No lo creo. Me parece que, en tu caso, el pбnico llega demasiado tarde… En realidad, si esperaras un poco mбs, el miedo te llegarнa posmortem… Yo ya hace dнas que estoy aterrorizado. Miles le tirу las botas bajas con un gesto terminante. Ivan meneу la cabeza, se sentу y empezу a ponйrselas. — Te acuerdas aquella vez en el jardнn de la Casa Vorkosigan — suspirу— cuando te pusiste a leer todas esas historias militares sobre los campos de prisioneros de Cetaganda durante la invasiуn y decidiste que tenнamos que cavar un tъnel de escape? Pero claro: tъ te encargaste del diseсo; en cambio yo y Elena tuvimos que cavarlo… — Tenнamos ocho aсos — objetу Miles, a la defensiva-. En aquella йpoca estaba sometiйndome a un tratamiento mйdico para los huesos. Me encontraba bastante mal. — … te acuerdas de que se me derrumbу el tъnel en la cabeza? — siguiу diciendo Ivan con la voz perdida en el recuerdo-. Y que me quedй sepultado durante horas…? — No fueron horas. Sуlo unos cuantos minutos. El sargento Bothari te sacу enseguida. — A mн me parecieron horas. Todavнa siento el gusto de la tierra en la boca. Tambiйn se me metнa por la nariz. — Ivan se la frotу al recordarlo-. Mamб todavнa estarнa en pleno ataque de nervios si tнa Cordelia no se hubiera sentado con ella. — Йramos niсos… unos niсos estъpidos. Quй tiene que ver eso con lo que estб pasando ahora? — Nada. Nada. No sй por quй me he despertado con ese recuerdo. — Ivan se puso de pie y se ajustу la guerrera-. Nunca creн que pudiera echar de menos al sargento Bothari, pero me parece que en este momento desearнa que estuviera conmigo. Quiйn me va a sacar del tъnel esta vez? Miles tuvo ganas de ladrarle, pero en lugar de eso se puso a temblar. Yo tambiйn echo de menos a Bothari. Casi habнa olvidado cuбnto lo echaba de menos hasta que las palabras de Ivan despertaron el dolor de antiguas cicatrices, ese pequeсo espacio secreto de angustia que nunca se agotaba. Errores fundamentales… Mierda, un hombre que camina sobre la cuerda floja no necesita que alguien le grite desde abajo lo lejos que estб del suelo o lo precario que es su equilibrio en un momento dado. Eso йl lo sabнa a la perfecciуn: lo que necesitaba era olvidarlo. En esa situaciуn de inercia y velocidad, cualquier pйrdida de concentraciуn o de confianza en sн mismo, aunque fuera mнnima, podнa resultar fatal. — Hazme un favor, Ivan. No trates de pensar. Serнa peor para ti. Sigue mis уrdenes. Con eso basta. Ivan mostrу los dientes sin sonreнr y lo siguiу hacia el pasillo. Se encontraron con el ghemicoronel Benin en la misma habitaciуn que la vez anterior, pero en esta ocasiуn Vorreedi prefiriу oficiar personalmente de guardia. Cuando entraron Miles e Ivan, los dos coroneles estaban ultimando los saludos de rigor y se estaban sentando. Miles esperaba que eso significara que no habнan tenido tiempo de comparar notas, por lo menos no mбs tiempo que йl e Ivan. Benin llevaba su habitual uniforme rojo, con la terrible pintura facial renovada y perfecta, reciйn aplicada. Para cuando terminaron de saludarse amablemente y todo el mundo volviу a sentarse, Miles tenнa el aliento y el corazуn bajo control. Ivan disimulу sus nervios bajo una expresiуn de benevolencia ausente que, segъn Miles, le daba aspecto de idiota. — Lord Vorkosigan — empezу diciendo el ghemcoronel Benin—. Entiendo que usted es oficial correo. — Cuando estoy de servicio. — Miles decidiу repetir la lнnea oficial para beneficio de Benin-. Es una tarea honorable que no me exige demasiado desde el punto de vista fнsico. — Y le gusta su trabajo? Miles se encogiу de hombros. — Me gusta viajar. Y… bueno… me permite pasar mucho tiempo en el extranjero, lo cual es una ventaja… relativamente. Ya conoce usted la reaccionaria actitud de los barrayareses hacia los mutantes… — Miles pensу en el deseo de Yenaro: tener un puesto en la capital-. Por otra parte, me da una posiciуn oficial, me transforma en alguien. — Eso sн que lo entiendo — aceptу Benin. — Sн, claro, estaba seguro de que lo entenderнa usted, ghemcoronel… — Pero ahora no estб de servicio? — No en este viaje. Nos dijeron que dedicбramos nuestro tiempo a tareas diplomбticas y que, de paso, adquiriйramos un poquito de mundo… — Lord Vorpatril es oficial de operaciones, verdad? — Trabajo de oficina — suspirу Ivan-. Sigo esperando un destino en una nave. No es cierto, pensу Miles. A Ivan le encantaba el cuartel general de la capital, donde podнa tener su propio apartamento y una vida social que era la envidia de los demбs oficiales. Lo que sн hubiera querido es que alguien destinara a su madre, lady Vorpatril, a una nave. A ser posible, a una nave que la llevara muy lejos… — Mmm. — Las manos de Benin se retorcieron como si estuvieran mezclando pilas de hojas de plбstico. Respirу hondo y mirу a Miles directamente a los ojos-. Entonces, lord Vorkosigan… la rotonda del funeral no fue el primer lugar donde vio usted a Ba Lura? Benin estaba intentando un disparo directo para poner nerviosa a su presa. — Asн es — contestу Miles, con una sonrisa. Benin esperaba que lo desmintiera y ya tenнa la boca abierta para el siguiente ataque, seguramente la presentaciуn de alguna evidencia oral que pondrнa al barrayarйs a la defensiva. Tuvo que cerrarla de nuevo y pensar un poco. — Si… si usted deseaba que fuera un secreto, por quй me dijo que buscara en el lugar donde sabнa que iba a encontrar sus huellas? Y… — El tono se llenу de curiosidad insatisfecha e irritaciуn-. Y si no querнa que fuera un secreto, por quй no me lo dijo directamente? — Fue una manera de probar sus habilidades, lord Benin. Querнa saber si valdrнa la pena convencerlo de que compartiera sus resultados conmigo. Crйame, mi primer encuentro con Ba Lura es tan misterioso para mн como para usted. Incluso debajo de la pintura, la mirada de Benin hizo que Miles pensara inmediatamente en la que le dedicaban con frecuencia sus superiores barrayareses. La Mirada. Era extraсo y retorcido, pero de alguna manera lo tranquilizу. La sonrisa que habнa en su cara se tiсу de alegrнa. — Y… cуmo conociу a Ba Lura? — dijo Benin. — Quй sabe usted? — le contestу Miles. Sabнa que Benin no se lo contarнa todo. Tenнa que guardarse algo para comprobar la historia del enviado de Barrayar. Pero eso le parecнa bien, porque Miles se proponнa contar la verdad, casi toda la verdad… — Ba Lura estaba en la estaciуn de transferencia el dнa que usted llegу. Saliу de la estaciуn por lo menos dos veces. Una vez desde un compartimiento de embarque donde se desactivaron los monitores durante cuarenta minutos, perнodo en el que no hubo nadie controlбndolos. El compartimiento y el perнodo coinciden con su llegada, lord Vorkosigan. — Nuestra primera llegada, quiere usted decir. — … Sн… Vorreedi abrнa unos ojos como platos mientras se le afinaban los labios. Miles lo ignorу, aunque la mirada de Ivan cambiу de foco con cautela y pasу revista a la cara del comandante. — Desactivados? No. Los habнan arrancado de la pared, ghemcoronel. Pero dнgame, el encuentro en el compartimiento, fue la primera vez que Ba Lura saliу de la estaciуn? O la segunda? — Segunda — dijo Benin, con una intensa mirada. — Puede probarlo? — Sн. — Bien. Tal vez eso sea muy importante. — Ja, Benin no era el ъnico que podнa dar vueltas para comprobar la veracidad de la informaciуn. Hasta el momento, el ghemcomandante no le habнa mentido. Miles no sabнa la razуn, pero no importaba mucho. Vueltas y mбs vueltas-. Bueno, йsta es nuestra versiуn… En tono inexpresivo, con muchos detalles fнsicos que corroboraban la historia, Miles describiу el confuso encuentro con Ba Lura. Sуlo silenciу el momento en que habнa visto la mano de Ba Lura en su bolsillo al principio del encuentro. Llevу los hechos hasta el momento de la heroica pelea de Ivan y su recuperaciуn del destructor nervioso y en ese punto dejу todo en manos de Ivan. Ivan lo mirу furioso pero retomу el relato en el mismo tono y ofreciу una descripciуn clara y concisa de la retirada de Ba Lura. Como Vorreedi no llevaba maquillaje facial, Miles vio cуmo su expresiуn se oscurecнa lentamente. El hombre ejercнa un fйrreo control sobre sн mismo, asн que no se ruborizу ni nada por el estilo, pero Miles hubiera apostado cualquier cosa a que el salto de presiуn sanguнnea del coronel en ese momento habrнa hecho sonar la alarma de cualquier monitor mйdico. — Y por quй no me informу en nuestra primera entrevista, lord Vorkosigan? — preguntу Benin de nuevo, despuйs de una larga pausa, como para asimilar los datos. — Yo podrнa hacerle a usted la misma pregunta, teniente — intervino Vorreedi en una voz levemente tensa por debajo de una superficie suave y tranquila. Benin le dirigiу una mirada y levantу una ceja. El maquillaje quedу casi en peligro. Teniente, no milord. Miles captу aquel detalle. — El piloto del vehivaina redactу un informe para el capitбn, quien seguramente lo pasу a su superior. — Es decir, a Illyan; en realidad, si navegaba por canales normales, el informe estarнa llegando al escritorio de Illyan en ese mismo instante. Tres dнas mбs y aparecerнa un interrogatorio de emergencia en el escritorio de Vorreedi, seis mбs para contestar y seguir adelante con la conversaciуn. Asн que todo habrнa terminado antes de que Illyan pudiera mover un dedo-. Sin embargo, con mi autoridad de enviado superior, suprimн el incidente por razones diplomбticas. Nos enviaron con instrucciones especнficas: no llamar la atenciуn y comportarnos con la mбxima cortesнa. Para mi gobierno, esta ocasiуn solemne es una importante oportunidad para transmitir el mensaje de que nos sentirнamos satisfechos si se estrecharan los lazos entre los dos imperios. No me pareciу conveniente empezar la visita con acusaciones de un ataque armado sin motivo perpetrado por un esclavo imperial contra los representantes especiales de Barrayar. La amenaza era obvia: a pesar del maquillaje, Miles se daba cuenta de que el ghemcoronel la habнa captado. Y Vorreedi lo estaba pensando. — Puede usted… probar sus palabras, lord Vorkosigan? — preguntу Benin con cautela. — Tenernos todavнa el destructor nervioso, Ivan? — Miles hizo un gesto hacia su primo. Ivan sacу el arma del bolsillo y la colocу sobre la mesa despacio, con cuidado, tocбndola apenas con las yemas de los dedos. Despuйs, volviу a poner las manos sobre las piernas. Evitу la mirada furiosa de Vorreedi. El coronel y Benin alargaron la mano hacia el destructor al mismo tiempo y se detuvieron, con el ceсo fruncido y una mirada desafiante. — Disculpe usted — dijo Yorreedi-. No lo habнa visto antes. — En serio? — preguntу Benin. El tono implicaba: Que extraordinario-. Adelante. — La mano cayу a su lado con amabilidad. Vorreedi levantу el arma y la examinу con cuidado: entre otras cosas, se fijу que el dispositivo de seguridad estaba puesto antes de entregarla con gesto amable a Benin. — Le devuelvo el arma con sumo gusto, ghemcoronel — siguiу diciendo Miles-, a cambio de la informaciуn que usted pueda deducir de ella. Si al final resulta proceder del Jardнn Celestial, no serнa de gran ayuda, pero si Ba Lura la consiguiу en su viaje… tal vez eso nos revele mucho. Usted puede investigar algo asн mucho mбs que yo. — Miles hizo una pausa y agregу-: A quiйn visitу Ba Lura cuando abandonу la estaciуn por primera vez? Benin levantу la vista, que tenнa fija en el destructor nervioso. — Fue a una nave anclada fuera de la estaciуn. — Podrнa ser mбs concreto? — No. — Discъlpeme. Me gustarнa volver a formular la pregunta. Podrнa usted ser mбs concreto si quisiera? Benin dejу el destructor sobre la mesa y se reclinу; aunque resultara imposible de creer, su expresiуn de interйs y atenciуn se intensificу. Se quedу callado durante un largo instante, mirando a Miles; despuйs contestу: — No, desgraciadamente, no. Mierda. Las tres naves de hautgobernadores ancladas fuera de la estaciуn de transferencia eran las de Ilsum Kety, Slyke Giaja y Este Rond. Йse podrнa haber sido el final de la triangulaciуn, pero Benin no tenнa el dato. Todavнa. — Me interesarнa particularmente entender la forma en que control de trбnsito o lo que se hizo pasar por control de trбnsito nos dirigiу al compartimiento errуneo… al compartimiento en el que atracamos en primer lugar. — Por quй entrу Ba Lura en su vehivaina? Cуmo lo explica usted? — preguntу Benin a su vez. — Fue un encuentro muy confuso, ghemcoronel. No podemos descartar que se tratara de un accidente. Al contrario, si el encuentro fue intencional, no hay duda de que algo les saliу muy mal. Chъpate йsa, decнa la cara silenciosa de Ivan. Miles lo ignorу. — De todos modos, ghemcoronel, espero que esto lo ayude a organizar sus investigaciones — siguiу diciendo Miles en tono terminante. Seguramente Benin estaba impaciente por correr tras su nueva pista: el destructor nervioso. Benin no se moviу. — Y quй fue lo que realmente discutieron usted y la haut Rian, lord Vorkosigan? — Si desea usted una respuesta, tendrб que formularle la pregunta a la haut Rian, ghemcoronel. Ella es tan cetagandana como el departamento que usted dirige. — Lбstima-. Pero a mi entender, el dolor de la haut Rian por la muerte de Ba Lura es bastante autйntico. Benin parpadeу una vez. — No entiendo cуmo puede usted juzgar la profundidad de su sufrimiento… La ha visto usted muchas veces? — Es una deducciуn… — Y si no terminaba con todo eso en ese mismo instante, meterнa la pata tan hasta el fondo que iban a necesitar una grъa para sacarla. A Vorreedi tenнa que tratarlo con la mayor delicadeza; pero a Benin, no…-. Todo esto es fascinante, ghemcoronel, pero por desgracia esta maсana no dispongo de mucho tiempo. Sin embargo, si llega a descubrir de dуnde procede el destructor nervioso y adуnde fue Ba Lura, le agradecerнa profundamente la oportunidad de seguir con esta conversaciуn. — Se sentу, cruzу los brazos y le ofreciу una cordial sonrisa. Lo que deberнa haber hecho Vorreedi era anunciar en voz bien alta que tenнan todo el tiempo del mundo y dejar que Benin se ocupara de todo. Eso habrнa hecho Miles en su lugar. Pero no cabнa duda de que Vorreedi estaba impaciente por hablar con Miles a solas, y en lugar de permitir una conversaciуn mбs larga, se levantу para seсalar el final de la entrevista. Benin, huйsped de la embajada en territorio ajeno, accediу con gesto amargo — no era su modo normal de proceder, de eso Miles estaba seguro— y se levantу sin comentarios. — Tenemos una conversaciуn pendiente, lord Vorkosigan. Esto no se termina aquн. Se lo aseguro — afirmу en tono oscuro. — Eso espero, seсor. Eli,… ha seguido usted mi consejo? Sobre bloqueo de interferencias? Benin hizo una pausa, con una expresiуn que de pronto se habнa vuelto un poco abstracta. — Sн, sн. — Y cуmo le fue? — Mejor de lo que esperaba. — Me alegro. A Miles le pareciу que la despedida de Benin, casi un saludo militar, era evidentemente irуnica pero no del todo hostil. Vorreedi escoltу a su invitado hasta la puerta, pero lo entregу al guardia y volviу a la pequeсa habitaciуn antes de que Miles e Ivan tuvieran tiempo de escapar. El coronel mirу a Miles a los ojos, y йste lamentу que su inmunidad diplomбtica no incluyera tambiйn al oficial de protocolo. Pensaba Vorreedi separarlo de Ivan y conseguir la informaciуn por su primo? Ivan estaba practicando el arte de la invisibilidad, deporte para el que le sobraba habilidad, por cierto. — En caso de que no se haya dado cuenta, teniente Vorkosigan, yo no soy un hongo — dijo en tono firme y peligroso. Un hongo: algo que crece en la oscuridad y se alimenta con informaciуn podrida, claro. Miles contuvo un suspiro. — Seсor, dirнjase a mi comandante. — Es decir, Illyan, quien tambiйn era el superior de Vorreedi-. Si йl le da vнa libre, soy todo suyo. Hasta entonces, lo mejor serб seguir adelante como hasta ahora. — Confiando en su instinto? — citу Vorreedi con sequedad. — Todavнa no dispongo de conclusiones que pueda compartir con usted, seсor. — Y su instinto… sugiere alguna conexiуn entre Ba Lura y lord Yenaro? Vorreedi tambiйn tenнa instinto, sн. Sin ese don no habrнa llegado a ocupar su puesto… — Ademбs del hecho de que los dos tuvieron un encuentro conmigo? No… ninguna sugerencia en la que se pueda… confiar. Estoy buscando pruebas. Cuando las tenga… bueno, habrй llegado a alguna parte. — Adуnde exactamente? Creo que si las cosas siguen asн, voy a estar metido en el secreto mбs grande que usted haya imaginado. — Cuando llegue lo sabrй, seсor. — Nosotros dos tambiйn tenemos una conversaciуn pendiente, lord Vorkosigan. Puede contar con ella. — Vorreedi le dedicу un gesto seco con la cabeza y saliу bruscamente. Sin duda iba a contarle las nuevas complicaciones de su vida al embajador Vorob'yev. En medio del profundo silencio que se apoderу de la habitaciуn, Miles dijo en voz baja: — Ha salido bastante bien, teniendo en cuenta las circunstancias. Ivan esbozу una mueca despreciativa. Subieron en silencio a la habitaciуn de Ivan, donde encontraron otro montуn de papeles de colores sobre el escritorio. Ivan los mirу uno por uno. Ignoraba abiertamente a Miles. — Tengo que ponerme en contacto con Rian — dijo Miles por fin-. No puedo esperar, no es posible. Se nos estб acabando el tiempo. — No quiero seguir mezclado en todo esto — dijo Ivan con voz distante. — Es demasiado tarde para eso, Ivan. — Sн, lo sй. — La mano de Ivan hizo una pausa-. Ejem… Eso ha llegado ahora. Y tiene tu nombre tambiйn. — Es de lady Benello? Lamento decir que Vorreedi la va a poner fuera de nuestro alcance por lo de Yenaro. — No. No es Benello. No conozco este nombre. Miles se lanzу sobre el papel y lo abriу. — Lady d'Har. Fiesta de jardнn. Quй cultivarб esta seсora en su jardнn? Podrнa ser un nombre con doble sentido? Una referencia al jardнn Celestial? Mmm… Tal vez sea mi contacto. Dios, odio estar a merced de la haut Rian… No puedo dar ni un paso sin que ella me controle. Bueno, de todos modos, acйptalo por si acaso. — No es mi primera opciуn para esta tarde — objetу Ivan. — He dicho algo sobre opciones? Es una oportunidad, no podemos dejarla escapar. — Y agregу con rapidez-: Ademбs, si sigues dejando tus muestras genйticas por toda la ciudad, tu progenie acabarб apareciendo en el prуximo concurso genйtico. Arbustos Ivan. Ivan temblу de arriba a abajo. — Tъ crees que…? Serб por eso…? Podrнan hacer eso? — Claro. Cuando te vayas, pueden recrear las partes de tu cuerpo que les interesen y hacerlas funcionar cuando quieran, en la escala que prefieran… un buen recuerdo. Y tъ que pensabas que el бrbol de gatitos era obsceno. — Esto es mucho peor que la obscenidad, mбs amplio… — afirmу Ivan con dignidad injuriada. Se le cortу la voz-. De verdad crees que pueden hacer eso? — No hay pasiуn menos йtica que la de un artista cetagandano en busca de nuevos materiales — afirmу Miles. Y agregуVamos a la fiesta de jardнn. Estoy seguro de que es mi contacto con Rian. — Fiesta de jardнn — aceptу Ivan con un suspiro. Se quedу mirando el vacнo con los ojos muy abiertos. Tras un instante, comentу en tono indiferente-: Es una lбstima que ella no pueda sacar el banco genйtico de esa nave. Asн nuestro enemigo tendrнa la llave pero no el cofre del tesoro. Y eso sн que lo destruirнa… Miles se sentу lentamente en la silla del escritorio de Ivan. Cuando consiguiу recuperar el aliento, susurrу: — Ivan, eso es… magnнfico, genial. Por quй no se me habrб ocurrido a mн? Ivan lo pensу un poco. — Porque no es un final que te permita aparecer como el ъnico hйroe a los ojos de la haut Rian? Intercambiaron miradas agresivas. Por una vez, Miles fue el primero en desviar los ojos. — Sуlo era una pregunta retуrica — -dijo, tenso. Pero no lo dijo en voz muy alta. 12 Lo de «fiesta de jardнn» no era del todo adecuado, decidiу Miles. Mirу mбs allб del embajador Vorob'yev y de Ivan cuando los tres salieron del tubo elevador con los oнdos tapados hacia el aire libre en el ъltimo piso del edificio. Un leve brillo dorado en el aire marcaba la presencia de una pantalla de fuerza liviana, que protegнa a los invitados de las molestias del viento, la lluvia o el polvo. Allн, en el centro de la capital, el crepъsculo era brillante y plateado porque el edificio, de medio kilуmetro de alto, daba a los anillos verdes de parque que rodeaban el jardнn Celestial. Parterres de flores y бrboles enanos, fuentes, arroyos, senderos y puentes de jade convertнan el techo en un laberinto descendente en el mejor estilo cetagandano. Cada recodo de los caminos revelaba y enmarcaba una imagen bella y distinta de la enorme ciudad que se extendнa hasta el horizonte, pero las mejores eran las que abarcaban el gran huevo brillante de ave fйnix del emperador en el corazуn de sus dominios. El vestнbulo del tubo elevador, que se abrнa sobre el panorama, tenнa un techo de enredaderas y el suelo adornado con un elaborado arreglo de piedras de colores: lapislбzuli, malaquita, jade verde y blanco, cuarzo rosado y minerales que Miles no conocнa ni de nombre. El oficial de protocolo les habнa indicado que se pusieran el uniforme de gala negro, aunque Miles hubiera supuesto que el verde de fajina era el correcto. Pero nadie podнa ser demasiado formal en ese lugar. Los anfitriones permitieron subir al embajador Vorob'yev como escolta de los invitados, pero todos los demбs tuvieron que quedarse abajo, incluyendo a Vorreedi. Ivan mirу a su alrededor y aferrу su invitaciуn. Lady d'Har, la anfitriona, estaba de pie en medio del vestнbulo. Aparentemente el interior de su casa contaba como una burbuja, porque estaba dando la bienvenida a sus invitados en persona. A pesar de su edad — era bastante mayor-, su hautbelleza hubiera deslumbrado a cualquiera. Se habнa puesto una docena de tъnicas de un blanco cegador que le bajaban por el cuerpo hasta el suelo. El abundante cabello plateado se arrastraba tras ella. Su esposo, el ghemalmirante Har, cuya imponente presencia habrнa dominado cualquier otra habitaciуn, parecнa casi invisible a su lado. El ghemalmirante Har comandaba la mitad de la flota cetagandana y su llegada a las ceremonias finales por la muerte de la emperatriz, retrasada por cuestiones de trabajo, era la razуn de esa fiesta de bienvenida. Llevaba su uniforme rojo sangre, que podrнa haber adornado con suficientes condecoraciones como para hacerlo naufragar si cruzaba un rнo. En lugar de eso, habнa preferido ser el mejor: lo ъnico que lucнa en el pecho era la cinta y la medalla de la Orden del Mйrito, un mйrito aparentemente simple y poco grandilocuente. Sin las demбs baratijas del йxito, nadie podнa evitar la imagen de esa medalla. Ni evitar ni igualar. Era un honor muy poco frecuente que entregaba el Emperador en persona. Habнa muy pocos premios superiores a йse en el Imperio de Cetaganda. La hautlady que tenнa a su lado podнa considerarse uno de ellos. Miles supuso que el lord tambiйn la habrнa colocado sobre su tъnica si hubiera podido, a pesar de que se la habнa ganado hacнa ya cuarenta aсos. El maquillaje del ghemclan Har tenнa colores como el anaranjado o el verde; los dibujos no eran muy definidos y se cruzaban con las arrugas de la edad sobre la cara del almirante, en un contraste francamente desagradable con el rojo del uniforme. Hasta el embajador Vorob'yev se sentнa cohibido en presencia del ghemalmirante Har. Miles se dio cuenta por la extrema formalidad de los saludos que le dispensу. Har se mostrу amable, pero saltaba a la vista que estaba sorprendido: Por quй estбn estos extranjeros en mi jardнn? Sin embargo, se limitу a hacer un gesto a lady Har, quien recibiу la invitaciуn del aliviado Ivan con un pequeсo gesto y les dio las indicaciones necesarias para llegar al sitio alto y dorado donde se servнa la comida y la bebida. La edad habнa suavizado su voz. El embajador y los dos enviados pasearon por el jardнn. Cuando se recuperу de la impresiуn que le habнa causado lady d'Har, Ivan empezу a buscar con la vista a las ghemujeres que conocнa, pero fue en vano. — Este lugar estб lleno de viejos carcamales — le susurrу a Miles, decepcionado-. Seguramente cuando hemos entrado nosotros, la edad promedio ha bajado de noventa a ochenta y nueve aсos. — Ochenta y nueve y medio, dirнa yo — susurrу Miles. El embajador Vorob'yev se puso un dedo sobre los labios, pero su mirada revelу que el comentario le habнa parecido gracioso. Sн. Йse era el lugar donde pasaban las cosas; en comparaciуn Yenaro y su cнrculo de amistades eran insignificantes, mezquinos y marginales: estaban excluidos por edad, por rango, por riqueza, por… todo. En el jardнn habнa una media docena de burbujas de hautladies que brillaban como antorchas pбlidas. Miles no habнa visto nada igual en ningъn sitio que no fuera el Jardнn Celestial. Al parecer, lady d'Har mantenнa contactos con sus hautparientes o exparientes. Rian estб aquн? Miles rezу por verla. — Ojalб hubiera podido traer a Maz — suspirу Vуrob'yev con pena-. Cуmo consiguiу usted esto, lord Ivan? — Yo no fui — contestу Ivan. Seсalу con el pulgar hacia Miles. Vorob'yev alzу las cejas con sorpresa. Miles se encogiу de hombros. — Me dijeron que estudiara a la jerarquнa. Y aquн estб el poder, no es cierto? — En realidad, ya no estaba tan seguro. Dуnde estaba el poder en esa enigmбtica sociedad? Lo tenнan los ghemlores, habrнa dicho йl hacнa un tiempo y no habrнa dudado ni un segundo: el poder es de quien controla las armas, lo controla la amenaza de violencia. O los hautlores, que dominaban a los ghem aunque fuera tangencialmente. Desde luego, no lo ostentaban las hautmujeres, tan recluidas y remotas. Acaso el conocimiento de ellas era un tipo de poder? Un poder muy frбgil. Poder frбgil? No serнa eso un oxнmoron? El Criadero Estrella existнa desde tiempos anteriores a la protecciуn del Emperador; el emperador existнa porque lo servнan los ghemlores. Sin embargo, las hautmujeres habнan creado al Emperador… habнan creado a los haut… habнan creado a los ghem tambiйn. Poder para crear… poder para destruir… Miles parpadeу, confundido y mordisqueу un canapй que tenнa la forma de un diminuto cisne; le arrancу la cabeza primero. Las alas eran de harina de arroz, a juzgar por el sabor, y el cuerpo, una pasta de proteнnas muy condimentada. Carne de cisne artificial? El grupo barrayarйs se sirviу unas bebidas y empezу un circuito lento de los senderos del jardнn, una comparaciуn de los distintos paisajes de la ciudad. Tambiйn recogieron miradas asombradas de los ghem y haut ancianos que los observaban; pero nadie se acercу a ellos para presentarse, hacer preguntas o entablar una conversaciуn. Por el momento, hasta Vorob'yev se limitaba a mirar, pensaba Miles, pero seguramente no desperdiciarнa las oportunidades de la velada para hacer algъn contacto. Miles no estaba muy seguro de cуmo iba a sacarse de encima al embajador cuando apareciera su contacto. Suponiendo que йse fuera el lugar del encuentro con quien fuera y que la idea de la velada como punto de reuniуn no fuera el resultado de su imaginaciуn desbocada. 0 el lugar del siguiente intento de asesinato. Doblaron un sendero que rodeaba un parterre y vieron a una mujer en ropa hautblanca pero sin burbuja, de pie, admirando la ciudad. Miles la reconociу por la gruesa trenza color chocolate que le caнa sobre la espalda hasta los tobillos, la reconociу a pesar de que ella le daba la espalda. La haut Vio d'Chilian. Entonces, el ghemgeneral Chilian estaba allн? Y Kety? Ivan contuvo el aliento. Claro. Sin contar a la anciana anfitriona, йsa era la primera vez que su primo veнa a una hautmujer fuera de la burbuja y al pobre le faltaba la… la inoculaciуn del suero de haut Rian. Miles descubriу que era capaz de mirar a la haut Vio sin un temblor. Acaso las hautmujeres eran una enfermedad que sуlo se padecнa una vez, como el legendario sarampiуn? Una dolencia que dejaba al paciente inmunizado? Si salнa con vida, claro, aunque fuera con cicatrices… — Quiйn es ella? — susurrу Ivan, hechizado. — La hautesposa del ghemgeneral Chillan — murmurу Vorob'yev al oнdo de lord Vorpatril-. El ghemgeneral tiene mucho poder: si quiere, puede pedirme su hнgado frito para desayunar, lord Vorpatril. Y yo se lo mandarнa en persona. Las ghemladies solteras y libres pueden distraerse como prefieran, pero las haut casadas estбn estrictamente fuera de los lнmites. Me ha entendido? — Sн, seсor — dijo Ivan, en voz baja. La haut Vio contemplaba la gran cъpula del jardнn Celestial, que brillaba, opaca, al otro lado. Parecнa hipnotizada. Echaba de menos su anterior vida?, se preguntу Miles. Habнa pasado aсos exiliada en las tierras de Sigma Ceta con su ghemesposo. Quй sentнa ahora? Felicidad? Nostalgia? Seguramente algъn movimiento de los barrayareses llamу la atenciуn de la mujer, porque volviу la cabeza hacia ellos. Durante un segundo, un segundo apenas, los sorprendentes ojos color canela adquirieron la tonalidad metбlica del cobre en una expresiуn de rabia tan absoluta que el estуmago de Miles se cerrу en un puсo. Despuйs el rostro se sumiу sъbitamente en un hautismo tan suave y vacнo como la inexistente burbuja, e igualmente poderoso y agresivo; la emociуn abierta desapareciу con tanta rapidez que Miles ni siquiera supo si los otros dos hombres la habнan percibido. Pero la mirada de furia no habнa sido para ellos; estaba en la cara antes de que ella se volviera, antes de que pudiera identificar a los barrayareses, vestidos de negro, entre las sombras. Ivan abriу la boca. Por favor, no, no, pensу Miles, pero Ivan tenнa que intentarlo. — Buenas noches, milady. Bonita vista, verdad? Ella dudу un momento muy largo — Miles se la imaginу en un gesto de huida-, pero despuйs contestу en una voz grave, perfectamente modulada: — No hay nada comparable en todo el universo. Ivan, alentado, sonriу y se aproximу. — Permнtame presentarme. Soy lord Ivan Vorpatril, de Barrayar… Y… йl… es el embajador Vorob'yev, y йl, mi primo, lord Miles Vorkosigan. Hijo de… ya sabe… Miles hizo una mueca y se encogiу. Contemplar el tartamudeo de Ivan en un momento de pбnico sexual hubiera sido divertido en otras circunstancias, pero en йsas era tan terriblemente embarazoso que ya no le resultaba gracioso. Le recordaba demasiado a… sн mismo. Fui tan estъpido la primera vez que vi a Rian? Le daba miedo pensar en la respuesta: seguramente era un sн. — Sн — dijo la haut Vio-. Lo sй. — Miles habнa visto a alguna gente hablando a las plantas con mбs amabilidad… Basta, Ivan, deseу Miles en silencio. El marido de esta mujer es el primer oficial del hombre que tal vez tratу de matarnos ayer, recuerdas? A menos que lord X fuera el prнncipe Slyke despuйs de todo… o el haut Rond o… Miles apretу los dientes. Pero antes de que Ivan pudiera hundirse todavнa mбs en sus palabras, apareciу por el sendero un hombre ataviado con el uniforme militar cetagandano. El maquillaje facial acentuaba los rasgos marcбndole el ceсo fruncido. El ghemgeneral Chilian. Miles se quedу frнo, pasу la mano por el brazo de Ivan y lo apretу con fuerza como advertencia. La mirada de Chillan se deslizу un momento sobre los barrayareses con un gesto de sospecha. — Haut Vio — se dirigiу a su esposa-. Acompбсame, por favor. — Sн, milord — dijo ella, bajу las pestaсas y escapу alrededor de Ivan con un breve gesto como despedida. Chilian se obligу a hacer el gesto que reconocнa la existencia de los forasteros; con esfuerzo, le pareciу a Miles. El general mirу otra vez por encima del hombro mientras se llevaba a su esposa. Quй pecado habrнa cometido el ghemgeneral Chilian para merecerla a ella? — Un tipo con suerte — suspirу Ivan con envidia. — No estoy tan seguro… — dijo Miles. El embajador Vorob'yev se limitу a sonreнr con amargura. Siguieron paseando. Miles tenнa en la cabeza un torbellino de ideas. El encuentro con Chilian, era casual? O se trataba de otra trampa? Lord X usaba sus herramientas humanas como pinzas, y asн mantenнa el peligro a raya. Seguramente el ghemgeneral y su esposa estaban demasiado cerca, la conexiуn era demasiado obvia. A menos, claro estб, que lord X no fuera Kety… Un brillo en el centro del camino captу la atenciуn de Miles. Una hautburbuja se acercaba por el sendero rodeado de verde. Vorob'yev e Ivan se apartaron para dejarla pasar, pero la burbuja se detuvo frente a Miles. — Lord Vorkosigan. — La voz de la mujer era melodiosa a pesar del filtro, pero no era la de Rian—. Puedo hablar con usted en privado? — Claro que sн — dijo Miles antes de que Vorob'yev pudiera objetar algo-. Dуnde? — La tensiуn le sacudiу el cuerpo. El asalto final al nuevo objetivo, la nave del gobernador Ilsum Kety, serнa esa noche? Demasiado prematuro, demasiado incierto-. Cuбnto tiempo necesitamos? — No es lejos, milord. Una hora, mбs o menos. No era suficiente para un viaje a la уrbita; entonces se trataba de otra cosa. — Muy bien. Caballeros, me disculpan? La mirada de Vorob'yev era tan desdichada como le permitнa su autocontrol habitual. — Lord Vorkosigan… — En realidad, las dudas del embajador eran una buena seсal; seguramente habнa mantenido una larga conversaciуn con Vorreedi-. Desea usted un guardia? — No. — Un comu? — No. — Tendrб usted cuidado? — Una diplomбtica manera de decir Estб seguro de que sabe en quй se estб metiendo? — Sн, sн, claro, seсor. — Y quй hacemos si no vuelves dentro de una hora? — dijo Ivan. — Esperar. — Miles les dirigiу un gesto cordial y siguiу a la burbuja por el sendero del jardнn. Cuando doblaron otro recodo hacia un rincуn privado, iluminado por luces de colores y escondido detrбs de un bosquecillo de arbustos llenos de flores, la burbuja rotу y desapareciу repentinamente. Miles se encontrу frente a otra belleza de blanco, sentada sobre la silla-flotante como en un trono. El cabello de esa mujer era de color rubio miel, y lo llevaba levantado alrededor de los hombros en un complejo peinado. Miles le calculу unos cuarenta y tantos aсos, lo cual significaba que probablemente tenнa el doble. — La haut Rian Degtiar me dio instrucciones — afirmу ella. Moviу la ropa a la izquierda de la silla, descubriendo un apoyabrazos muy bien acolchonado-. No tenemos mucho tiempo. — Su mirada pareciу medir el peso de Miles, o tal vez su baja estatura-. Puede usted… bueno… subirse aquн para el viaje… — Quй… quй fascinante… — Ah, si ella hubiera sido Rian… Pero por lo menos, el viaje servirнa para comprobar alguna teorнa sobre las capacidades mecбnicas de las hautburbujas…-. Eh… identificaciуn, milady? — agregу йl, como disculpбndose. La ъltima persona que habнa hecho ese tipo de viaje (por lo menos, en teorнa) habнa terminado en el suelo con el cuello cortado. Ella asintiу como si hubiera estado esperando esa reacciуn y abriу la palma de la mano para mostrarle el anillo del Criadero Estrella. Bueno, dadas las circunstancias, eso era lo mбs parecido a una identificaciуn a que podнa aspirar… Miles se acercу con cuidado, subiу a bordo y se aferrу a la parte trasera de la silla para mantener el equilibrio. Los dos trataban de mantenerse separados. La mano de dedos largos de la haut tocу el panel de control incrustado en el apoyabrazos derecho y el campo de fuerza volviу a conectarse. La luz pбlida y blanca reflejaba los arbustos floridos, destacaba los colores e iluminaba el camino frente a ellos. La visiуn era bastante clara; la ъnica molestia era una esfera fantasmal que marcaba la frontera del campo de fuerza y parecнa una niebla mбs tenue que la pelнcula interna de los huevos. El sonido tambiйn se transmitнa con mucha claridad, mucho mejor que el efecto inverso, deliberadamente opaco. Miles oyу voces y tintineos de copas un balcуn mбs arriba. Pasaron junto al embajador Vorob'yev e Ivan, que miraron la burbuja con ojos curiosos, llenos de incertidumbre, pero no tenнan modo de saber si se trataba de la misma burbuja. Miles reprimiу el absurdo impulso de hacerles un gesto de despedida con la mano. No se dirigieron al vestнbulo del tubo elevador, como Miles habнa esperado, sino hacia el lнmite del jardнn. La anfitriona de cabello plateado estaba de pie allн, esperando. Hizo un gesto con la cabeza y abriу el campo de fuerza del jardнn con un cуdigo especial. La burbuja saliу hacia una pequeсa plataforma de aterrizaje. El brillo del pavimento se oscureciу con la burbuja a una orden de su dueсa. Miles mirу hacia arriba, al cielo brillante de la noche, buscando un vueloliviano o un auto aйreo. Pero en ese momento, la burbuja se desplazу suavemente hacia el final del edificio y cayу por el borde. Miles se aferrу con fuerza al asiento, tratando de no gritar, aferrarse al cuello de la hautpiloto o vomitar sobre el vestido blanco. Estaban en caнda libre y йl odiaba, odiaba, odiaba las alturas… lo habнan destinado a esa muerte? Su asesina se sacrificarнa en el proceso? Ay… Dios… — Pensй que estas cosas sуlo alcanzaban un metro de altura — se ahogу Miles. La voz le saliу aguda y temblorosa a pesar de todos sus esfuerzos. — Si hay suficiente altura inicial, se puede realizar una caнda controlada — explicу ella, con calma. A pesar de la primera impresiуn horrorizada de Miles, no estaban cayendo como una piedra. Trazaban una parбbola hacia delante, atravesando las calles y los anillos verdes salpicados de luces, hacia la gran cъpula del Jardнn Celestial. Miles pensу en la bruja Baba Yaga de los cuentos folclуricos de Barrayar, la que viajaba volando en una bala de caсуn. La bruja que lo acompaсaba no era fea ni vieja. Pero en ese momento йl no estaba muy seguro de que no se comiera a los niсos traviesos en sus ratos libres. Unos pocos minutos despuйs, la burbuja aminorу la velocidad hasta el paso de un transeъnte. Estaban a unos pocos centнmetros por encima del pavimento, una de las entradas menores del jardнn Celestial. Un movimiento del dedo de la mujer devolviу el brillo blanco a la burbuja. — Ah — exclamу ella, en tono alegre-. Tendrнa que hacerlo mбs a menudo… — Casi dejу escapar una sonrisa: durante un momento pareciу casi… casi humana. Miles se quedу de una pieza cuando los sometieron a los procedimientos de seguridad de la cъpula celestial: era como si no estuvieran ahн, como si no hubiera procedimientos, nada, excepto un rбpido intercambio de cуdigos electrуnicos. Nadie los detuvo, nadie los registrу, nadie examinу la burbuja. Los hombres uniformados que habнan sacudido a los enviados galбcticos de arriba a abajo se apartaron respetuosamente, con la mirada baja. — Por quй no nos detienen? — susurrу Miles, incapaz de soportar la impresiуn de que era imposible que no lo vieran si йl los veнa. — Detenerme? — repitiу la hautmujer, sorprendida por la pregunta-. Detenerme a mн? Soy la haut Pel Navarr, consorte de Eta Ceta. Yo vivo aquн. Por suerte, el resto del viaje transcurriу a ras de suelo aunque a una velocidad un poco superior que la que Miles habнa visto en fiestas y reuniones. Reconociу los edificios y parques del Jardнn Celestial mientras se dirigнan hacia el edificio blanco que tenнa biofiltros en las ventanas. El paso de la haut Pel a travйs de los procedimientos automбticos de seguridad del edificio fue casi tan rбpido y silencioso como en la entrada a la cъpula. Recorrieron una serie de pasillos, pero esa vez iban en una direcciуn diferente. Esquivaron los laboratorios y oficinas del corazуn del edificio y subieron un nivel mбs. Una puerta doble se abriу para franquearles la entrada a una gran habitaciуn circular decorada en tonos suaves de gris y plata. A diferencia de todo lo demбs que habнa visto en el jardнn Celestial, el lugar no tenнa decoraciones vivientes, ni plantas, ni animales, ni ninguna de esas creaciones perturbadoras que parecнan encontrarse a medio camino entre los dos reinos. Era silencioso, concentrado, sin elementos que se prestaran a la distracciуn… Era una cбmara del Criadero Estrella; tal vez era algo asн como la Cбmara Estrella, supuso Miles. Habнa ocho mujeres vestidas de blanco esperбndolos en silencio. Estaban sentadas en un cнrculo. Miles sentнa que su estуmago ya deberнa haberse calmado: hacнa mucho que no estaban en caнda libre. La haut Pel detuvo la silla flotante en un espacio vacнo dentro del cнrculo, la apoyу en el suelo y desconectу la burbuja. Ocho pares de ojos extraordinarios se posaron en la cara de Miles. Nadie deberнa tener que exponerse a todas estas hautmujeres al mismo tiempo, pensу йl. Era como una sobredosis peligrosa. La belleza que tenнa frente a sн era variada; tres tenнan el cabello tan plateado como la esposa del ghemalmirante; una era de tez cobriza; otra tenнa la piel oscura y la nariz aguileсa, con una melena rizada de un negro azulado que le caнa sobre el cuerpo como un abrigo. Dos eran rubias: la guнa con sus ondas doradas, y otra con el cabello tan pбlido como el trigo maduro al sol, un cabello que le caнa lacio hasta el suelo. Otra tenнa los ojos oscuros y el cabello de un castaсo color chocolate como el de la haut Vio, pero peinado en nubes suaves y mullidas. Y ademбs, por supuesto, estaba Rian. El efecto de todas aquellas mujeres juntas iba mбs allб de la belleza; йl no sabнa cуmo llamarlo pero la palabra mбs apropiada hubiera sido terror. Se deslizу hacia el suelo y se separу de la silla, aliviado por el tranquilizador contacto de las altas botas rнgidas sobre la tierra firme. — Aquн estб el barrayarйs para testificar — dijo la haut Rian. Testificar. Entonces, estaba ahн como testigo, no como acusado. Un testigo clave, la Llave de la cuestiуn, por asн decirlo. Ahogу una risita histйrica. No sabнa por quй, pero le parecнa que la haut Rian no hubiera apreciado ese juego de palabras. Tragу saliva y consiguiу aclararse la voz. — Ustedes saben mбs que yo, seсoras. — Aunque en realidad, le parecнa que ya sabнa quiйnes eran. Su mirada recorriу el cнrculo y parpadeу para controlar el vйrtigo-. Sуlo conozco a la Doncella. — Hizo un gesto hacia Rian. Sobre una mesa baja, desplegada frente a ella, habнan dispuesto todos los objetos sagrados de la emperatriz, incluyendo el Sello y la Gran Llave falsa. Rian inclinу la cabeza como si admitiera lo razonable de su ruego y procediу a presentar a las damas con un conjunto sorprendente de hautnombres y hautнtulos. Sн… ahн estaban las consortes de las ocho satrapнas planetarias. Rian era la novena, la representante de la emperatriz. Las mujeres que controlaban y creaban el hautgenoma, las que tenнan el control de la raza del futuro, estaban reunidas allн en un consejo extraordinario. No cabнa duda de que la cбmara estaba preparada para esas reuniones, que sуlo podнan celebrarse cuando las consortes viajaban al Jardнn Celestial con los envнos de futuros bebйs. Miles intentу identificar a las consortes del prнncipe Skyle, llsum Kety y el Rond. La mujer de Kety, consorte de Sigma Ceta, era una de las de cabello plateado, la de edad mбs parecida a la emperatriz. Rian la presentу como la haut Nadina. La rubia trigueсa servнa al prнncipe Slyke de Xi Ceta y la morena era la consorte de Rho Ceta. Miles se preguntу otra vez por el significado de los tнtulos, que las convertнan en esposas de los planetas, no de los gobernadores. — Lord Vorkosigan — dijo la haut Rian-. Me gustarнa que usted les contara a las consortes su versiуn de cуmo llegу a su poder la Gran Llave falsa, y todos los hechos subsiguientes. Todos? Miles no la culpaba en absoluto por cambiar de estrategia, jugar con las cartas bien escondidas y pedir refuerzos. No les sobraba el tiempo, de eso estaba seguro. Pero le disgustaba que lo tomaran por sorpresa. Habrнa sido agradable que ella se lo consultara. Ah, sн? Cуmo? — Veo que captу usted mi indicaciуn de que anulara el ataque a la nave del prнncipe Slyke — dijo Miles, que querнa entender algo mбs la situaciуn. — Sн. Espero que me lo explique usted a su debido tiempo. — Discъlpeme, milady. No quisiera insultar a nadie aquн… Pero si una de las consortes es una traidora, si estб de acuerdo con el gobernador sбtrapa, esta sesiуn significarнa entregarle informaciуn sobre lo que sabemos… Estб usted segura de que estб entre amigos? La tensiуn que se sentнa en la cбmara podнa explicar infinitas traiciones, Miles estaba convencido de eso. Rian levantу una mano, como para dominar la situaciуn. — Lord Vorkosigan es extranjero. No entiende nuestra posiciуn. — Lo mirу y le hizo un gesto con la cabeza—. Hay traiciуn, sн, pero no en este nivel. Mбs abajo. — Ah, sн? — Hemos llegado a la conclusiуn de que el gobernador no es capaz de manejar el hautgenorna por sн solo, aunque tenga la Llave y el banco. La haut de su satrapнa no cooperarнa con esa usurpaciуn, esa perversiуn total de las costumbres. El gobernador estб pensando en designar una nueva consorte, una persona que estй bajo control. Todo indica que esa persona ya ha sido elegida. — Ah… y ya saben quiйn es? — No, todavнa no — suspirу Rian-. Todavнa no. Lamento decir que es alguien que no comprende el propуsito de los haut. Si supiйramos quй gobernador es, podrнamos deducir a cuбl de las hautmujeres ha sobornado. Si supiйramos quiйn es la mujer, entonces… Mierda, la triangulaciуn tenнa que darse pronto, pronto. Miles se mordiу el labio, despuйs dijo, despacio: — Milady. Si puede hacerlo, dнgame algo sobre las burbujas de fuerza. Eso de que estбn ligadas a una persona en particular… Por quй estбn todos tan convencidos de que son seguras? La almohadilla de esos paneles de control parece un detector de palma, pero eso no es posible: las almohadillas de detecciуn de palma son instrumentos fбciles de violar. — Ya comprenderб usted que no puedo darle los detalles tйcnicos, lord Vorkosigan, no a usted — dijo Rian. — No espero que lo haga. Sуlo informaciуn general. — Bueno… estбn programadas genйticamente, por supuesto. Se pasa la mano por la almohadilla para dejar algunas cйlulas cutбneas. La almohadilla las analiza. — Y rastrea todo el genoma? Seguramente eso significarнa mucho tiempo de anбlisis. — No, claro que no. El programa examina una docena de marcadores crнticos que identifican a una mujer haut. Empezando por la presencia de un par de cromosomas X y siguiendo luego por una lista dispuesta en un esquema en бrbol hasta obtener la confirmaciуn. — Quй posibilidad hay de que los marcadores se dupliquen en dos o mбs individuos? — Nosotras no hacemos clones, lord Vorkosigan. — No hablo de clones, me refiero a esa docena de factores, sуlo para engaсar a la mбquina. — La posibilidad es muy remota. — Incluso entre miembros muy cercanos de la misma constelaciуn? — Ella dudу, intercambiу una mirada con lady Pel, que levantу las cejas, pensativa-. Tengo una razуn para preguntar esto — prosiguiу Miles-. Cuando el ghemcoronel Benin me entrevistу, dejу escapar una informaciуn importante. Dijo que seis hautburbujas habнan entrado en la rotonda del funeral durante el intervalo en el que colocaron el cadбver de Ba Lura a los pies del catafalco y que eso le presentaba un problema de muy difнcil soluciуn. No enumerу las burbujas, pero no dudo que ustedes son capaces de hacerle escupir la lista. Esto significarнa un examen de muchнsimos datos pero… suponiendo que ustedes examinaran los marcadores de las seis hautmujeres en los archivos y controlaran los posibles duplicados casuales entre mujeres vivas… Si la mujer estб sirviendo al sбtrapa, tal vez haya colaborado tambiйn en el asesinato. Y en ese caso, tal vez podrнan encontrar a la traidora sin salir del Criadero Estrella. Rian, alerta de pronto, se sentу otra vez con un suspiro. — Su razonamiento es correcto, lord Vorkosigan. Podrнamos hacerlo… si tuviйramos la Gran Llave. — Ah — dijo Miles-. Sн, claro… — Cambiу de una posiciуn tensa y firme, casi de desfile, a una de descanso, desinflado-. No sй si servirб de algo, pero tanto mi anбlisis de la situaciуn como las escasas pruebas que conseguн arrancarle el ghemcoronel Benin apuntan al prнncipe Slyke o al haut Ilsum Kety. El haut Rond irнa en tercer lugar, pero mucho mбs lejos. Pero como Rho y Mu Ceta serнan los que soportarнan el golpe si se desatara un conflicto abierto con Barrayar, yo me inclino por Slyke o Kety, sin duda. Hechos… recientes… seсalan a Kety. — Dirigiу una mirada al cнrculo-. Hay algo que las consortes hayan visto u oнdo, algo que pueda ayudarnos a determinar el nombre del culpable con mayor certeza? Un murmullo de negativas. — Desgraciadamente, no — dijo Rian-. Ya discutimos el problema esta tarde. Por favor, empiece. Como usted quiera, milady, la responsabilidad es toda suya. Miles respirу hondo y se lanzу a contar la verdad completa de lo que le habнa pasado desde el momento en que Ba Lura se lanzу al vehivaina personal de los enviados de Barrayar. Suprimiу solamente sus opiniones personales. De vez en cuando, se detenнa para que Rian tuviera la oportunidad de hacerle alguna seсal, indicarle de alguna manera que mantuviera algo en secreto. Pero al parecer, ella no querнa secretos. En lugar de seсales, le formulaba hбbiles preguntas, le recordaba detalles como para que no se dejara nada en el tintero. Lentamente, Miles entendiу que Rian veнa que el problema del secreto era como un arma de dos filos. Lord X era capaz de asesinar a Miles, tal vez tambiйn a Rian. Pero hasta el polнtico cetagandano mбs megalomanнaco tendrнa grandes problemas en acabar con las ocho consortes al mismo tiempo. La voz de Miles cobrу seguridad. Sintiу que las teorнas que sostenнan sus frases se transformaban. Rian se parecнa cada vez menos a una damisela en peligro. En realidad, se preguntу si йl no estarнa tratando de salvar al dragуn. Bueno, los dragones tambiйn necesitan que los salven alguna que otra vez… Cuando йl relatу el intento de asesinato del dнa anterior, ninguna de las mujeres parpadeу siquiera. Lo que hubo, tal vez, fue un murmullo de apreciaciуn por la elegancia de forma y estilo del atentado y una leve desilusiуn por el fracaso. Sin embargo, las mismas juezas se negaron a apreciar la originalidad del gobernador en su intento de invadir el territorio de las mujeres haut. Las consortes de Sigma y Xi tenнan miradas cada vez mбs pйtreas e intercambiaban gestos expresivos de vez en cuando. Cuando Miles terminу, se produjo un largo silencio en la cбmara. Hora de presentar el plan B? — Tengo una sugerencia — dijo Miles con valor-. Recuperen todos los bancos genйticos de las naves de los gobernadores. Si lo entregan todo, el gobernador se quedarб con las manos vacнas. Si se resiste a entregar el banco sabremos quiйn es. — Recuperarlos? — dijo la haut Pel, con voz desmayada-. Tiene usted idea de cuбnto nos costу llevarlos hasta las naves? — Pero йl podrнa llevarse el banco y la Llave y huir — objetу la mujer morena, la Consorte de Rho Ceta. — No — dijo Miles-. Eso es lo ъnico que no puede hacer. Hay demasiados saltos de agujero de gusano con guardias del Emperador entre йl y su planeta. Militarmente hablando, la huida abierta es imposible. Nunca lo conseguirнa. No puede revelar nada hasta que estй a salvo en уrbita de… Algo Ceta. En cierto modo, lo tenemos acorralado hasta que termine el funeral. — Claro que ese momento ya casi ha llegado… — Pero asн, volvemos al problema de cуmo recuperar la Llave — seсalу Rian. — Una vez que el banco estй aquн, tal vez sea posible negociar la devoluciуn de la Llave a cambio de… digamos, una amnistнa. O decir que йl la robу… lo cual es cierto… y hacer que Seguridad de Cetaganda la recupere. Cuando los otros gobernadores se libren de la evidencia incriminatoria que tienen entre manos, tal vez ustedes, seсoras, consigan separar al traidor del rebaсo. Tal vez los otros gobernadores accedan a colaborar. Digamos que eso abre unas cuantas opciones tбcticas. — Lo que puede hacer es amenazar con destruir la Llave — se preocupу la Consorte de Sigma Ceta. — Seguramente usted conoce a Ilsum Kety mejor que nadie, haut Nadina — dijo Miles-. Le parece que lo harнa? — Kety es un joven… variable — dijo ella, sin ganas-. Todavнa no estoy convencida de que sea el culpable. Pero por lo que sй de йl, no puedo afirmar que sus acusaciones sean imposibles, lord Vorkosigan. — Y su gobernador, seсora? — Miles hizo un gesto a la Consorte de Xi Ceta. — El prнncipe Slyke es un hombre… decidido e inteligente. El complot que usted describe estб dentro de sus capacidades. No… no estoy segura. — Bueno, en ъltimo caso… la Gran Llave se puede reproducir, no es cierto? Ya fuera con un empujуn o con una frenada, el gran plan de la emperatriz estarнa guardado en un cajуn durante una generaciуn. Un resultado positivo desde el punto de vista de Barrayar. Miles sonriу con alegrнa. Un gruсido leve recorriу la habitaciуn. — Recuperar la Gran Llave intacta es prioridad uno — declarу Rian con firmeza. — Йl quiere implicar a Barrayar — dijo Miles-. Tal vez lo decidiу por cбlculo frнo, por anбlisis astropolнtico, pero estoy seguro de que en este momento el motivo es personal. — Si reclamo los bancos genйticos — apuntу Rian con lentitud-, perderemos para siempre la oportunidad de distribuirlos. La Consorte de Sigma Ceta, Nadina, de pelo plateado, suspirу: — Esperaba vivir para ver cumplido el plan de la Dama Celestial. Ella tenнa razуn… Sй que Cetaganda sufre un estancamiento, lo he visto crecer a lo largo de mi vida. — Ya habrб otras oportunidades — dijo otra dama de pelo plateado. — La prуxima. vez hay que hacerlo con mбs cuidado — dijo la Consorte de Rho Ceta, la de los bucles castaсos-. Nuestra Seсora confiу demasiado en los gobernadores. — No estoy segura de eso — dijo Rian-. Sus ъnicas уrdenes fueron que distribuyera copias inactivas como resguardo. Ba Lura sentнa los deseos de nuestra Seсora con mucha fuerza, pero no entendнa su sutileza. No fue idea mнa tratar de distribuir la Llave ahora y no estoy segura de que fuera idea de ella. No sй si Ba Lura llegу a algъn acuerdo con ella por separado o fue un malentendido. Y ahora es imposible saberlo. — Inclinу la cabeza-. Pido perdуn al Consejo por mi fracaso. — Su tono de voz sugiriу a Miles el dolor de una herida voluntaria. — Hiciste lo que pudiste, querida — dijo la haut Nadina con amabilidad. Pero luego agregу con mayor firmeza-. Pero no deberнas haberlo intentado sola. — Asн me lo pidieron. — La prуxima vez, pon un poco menos de йnfasis en el me y un poco mбs en la orden misma. Miles tratу de no encogerse ante la aplicaciуn general de esa amable admoniciуn. Un pesado silencio dominу la cбmara. — Tal vez podamos considerar una alteraciуn del genoma que haga mбs controlables a los hautlores — dijo por fin la Consorte de Rho Ceta. — Si queremos una expansiуn renovada, necesitamos todo lo contrario — objetу la consorte mбs morena-. Mбs agresividad. — El ghemexperimento, es decir, filtrar combinaciones genйticas favorables desde el resto de la poblaciуn hacia las clases altas, me parece suficiente en ese sentido — dijo la haut Pel. — Nuestra Seсora, en su sabidurнa, querнa mбs variedad, no mбs uniformidad — concediу Rian. — Creo que hace mucho tiempo, cuando dejamos a los haut machos librados a sus propios recursos, cometimos un error — insistiу la Consorte de Rho Ceta, obstinada. Y la de tez morena contestу: — Pero cуmo vamos a seleccionar entre ellos si no hay libre competencia? Rian levantу una mano para detener a las otras. — Estos temas mбs amplios tendrбn que ser discutidos en breve, pero йste no es el momento. Estoy convencida de que antes de proseguir con el plan de expansiуn, debemos depurarlo. Pero eso… — suspirу— es tarea de la nueva emperatriz. Lo que debemos hacer ahora es decidir con quй situaciуn se va a enfrentar ella cuando llegue. Cuбntas apoyan la recuperaciуn de los bancos de genes? Ganaron los votos a favor. Muchos tardaron en llegar, pero finalmente se consiguiу un voto unбnime a travйs de un intercambio de miradas inescrutables. Miles respirу, aliviado. Los hombros de Rian cayeron con pesadez. — Entonces, йsas son mis уrdenes. Que vuelva todo al Criadero Estrella. — Rуtulo de los envнos? — preguntу la haut Pel en tono prбctico. Rian mirу hacia arriba un segundo y contestу: — Colecciones de materiales genуmicos humanos de varias satrapнas, pedidas por la Seсora antes de morir, y que nosotras archivaremos en los bancos experimentales del Criadero Estrella. — Estб bien para este lado de la conexiуn — aceptу la haut Pel-. Y para el otro? — Los gobernadores recibirбn la noticia de que hemos descubierto un grave error en la copia, un error que debe corregirse. Sin la correcciуn, el genoma no sirve. — Muy bien. La reuniуn habнa terminado. Las mujeres activaron las sillas-flotantes, aunque no conectaron las burbujas, y se fueron en grupos de dos o tres, rodeadas por un murmullo de discusiуn. Rian y la haut Pel esperaron hasta que la habitaciуn quedу vacнa y Miles no tuvo mбs remedio que esperar con ellas. — Todavнa desea que trate de recuperar la Llave, milady? — preguntу Miles a Rian-. Barrayar seguirб siendo vulnerable hasta que atrapemos al gobernador sбtrapa con pruebas sуlidas de traiciуn, datos que йl no sea capaz de tergiversar. Y lo que menos me gusta de este asunto es la evidente relaciуn que tiene ese caballero con su seguridad interna, seсora. — No sй — suspirу Rian-. Necesitamos por lo menos un dнa para organizar la devoluciуn de los bancos de genes. Voy a… voy a mandar a alguien a buscarlo, como esta noche. — Pero entonces, sуlo nos quedarбn dos dнas. No es mucho margen. Me gustarнa que actuбramos cuanto antes. — No es posible. — Ella se tocу el cabello, un gesto nervioso a pesar de la gracia de sus movimientos. Miles la miraba y buscaba en su corazуn. El impacto de la primera locura de amor se estaba desvaneciendo en esa inundaciуn de reacciones y sensaciones. Lentamente, se convertнa en… en quй? Si ella hubiera saciado la primera sed de Miles con la mбs mнnima gota de afecto, lo habrнa tenido a sus pies, en cuerpo y alma. En cierto modo, Miles se alegraba de que ella no estuviera fingiendo, a pesar de la depresiуn que le causaba que lo tratara como a Ba Lura, es decir como a un ser cuya lealtad y obediencia se dan por sentadas. Tal vez el disfraz que йl habнa propuesto — de ba— era una sugerencia del inconsciente y las razones para la propuesta no eran sуlo prбcticas. Acaso su cerebro estaba tratando de decirle algo? — La haut Pel lo llevarб de nuevo a su punto de origen — dijo Rian. Йl se inclinу. — Segъn mi experiencia, milady, no se puede volver al punto de origen, a pesar de lo mucho que lo intentemos. Ella le devolviу sуlo una mirada extraсada y йl se alejу hacia la silla-flotante de la haut Pel. Pel lo llevу por el Jardнn Celestial hacia la salida. Miles se preguntу si ella estaba tan incуmoda como йl con la proximidad fнsica. Intentу algъn tipo de conversaciуn intrascendente. — Las hautladies crearon toda la vida vegetal y animal de aquн? Son competiciones, como la feria de bioestйtica? Me impresionaron particularmente las ranas cantarinas, sabe? — Ah, no — dijo la haut Pel-. Las formas de vida inferiores son asunto de los ghem. La mayor distinciуn que pueden recibir es que su arte se incorpore al jardнn del imperio. Los haut sуlo trabajan sobre material humano. Йl no recordaba ningъn monstruo. — Dуnde? — Lo que hacemos es aplicar nuevas ideas en seres ba. Eso impide que se liberen materiales genйticos a travйs de canales sexuales por accidente. — Ah… — Nuestra mayor recompensa es desarrollar un complejo genйtico que luego se incorpore al genoma haut. Era como una regla moral invertida: nunca te hagas a ti mismo lo que no has probado en otros. Miles sonriу, nervioso, y no siguiу preguntando. Un auto de superficie y su ba esperaba a la burbuja de Pel ante la entrada del Jardнn Celestial. Volvнan a casa de lady d'Har por rutas mбs normales. Pel lo dejу salir de la burbuja en un rincуn escondido del jardнn, a resguardo de miradas indiscretas, y se alejу lentamente. Йl se la imaginу informando a Rian: Sн, milady, soltй al barrayarйs en la selva, como usted lo ordenу. Espero que encuentre comida y una compaсera… Se sentу en un banco que daba hacia el Jardнn Celestial y meditу sobre la vista hasta que lo descubrieron Ivan y el embajador Vorob'yev. El uno parecнa asustado; el otro furioso. — Llegas tarde — dijo Ivan-. Dуnde diablos te habнas metido? — Estaba ya a punto de llamar al coronel Vorreedi y a los guardias — agregу el embajador Vorob'yev, con voz dura. — Eso habrнa sido… inъtil, seсor — suspirу Miles-. Ya podemos irnos. — Gracias a Dios — musitу Ivan. Vorob'yev no dijo nada. Miles se levantу, preguntбndose en quй momento el embajador y Vorreedi dejarнan de aceptar un No todavнa como respuesta. Todavнa no. Por favor, todavнa no. 13 Nada le hubiera gustado mбs que un dнa libre, pensу Miles, pero no tenнa tiempo. Lo peor era la seguridad de que se habнa metido en aquel atolladero йl solito. Hasta que las consortes consiguieran recuperar los bancos genйticos, lo ъnico que podнa hacer era esperar. Y a menos que Rian enviara un auto a la embajada a recogerlo, lo cual significaba un movimiento tan abierto que tal vez causarнa resistencias vigorosas en ambos grupos de Seguridad Imperial, Miles no podrнa volver a verla hasta las Ceremonias de Portal-Canciуn en el jardнn Celestial. Gruсу entre dientes y pidiу mбs datos a la comuconsola; despuйs, contemplу la pantalla sin verla realmente. No estaba seguro de que fuera prudente darle a lord X un dнa de ventaja, a pesar de que esa misma tarde el caballero en cuestiуn se verнa en un aprieto cuando su consorte se llevara el banco de genes. Eso eliminarнa su ъltima posibilidad se sentarse a esperar hasta el momento apropiado, y luego alejarse suavemente con el banco y la Llave y tal vez eliminar a la vieja consorte designada por el poder central en algъn lugar de la ruta. El hombre tenнa que darse cuenta de que Rian lo entregarнa aunque tuviera que incriminarse ella misma, tenнa que darse cuenta de que ella estaba dispuesta a todo para atraparlo. Asesinar a la Doncella del Criadero Estrella no habнa formado parte del Plan Original, de eso Miles estaba casi seguro. En el Plan Original, Rian era un tнtere mбs, cuyo papel principal era acusar a Barrayar y a Miles de robar la Gran Llave. A lord X le fascinaban los tнteres. Pero Rian se mantenнa leal a los haut mбs allб de sus propios intereses. Ningъn traidor sensato podнa permitirse el lujo de suponer que ella se quedarнa paralizada durante mucho tiempo. Lord X era un tirano, no un revolucionario. Querнa llegar al poder dentro del sistema, no cambiarlo. La verdadera revolucionaria era la fallecida emperatriz, con su intento de dividir a los haut en ocho ramas competitivas y dejar que ganara el mejor de los superhombres. Tal vez Ba Lura habнa estado mбs cerca de su ama de lo que Rian querнa suponer. No se puede entregar poder y retenerlo al mismo tiempo. Excepto despuйs de la muerte. Asн que… cuбl serнa el prуximo movimiento de lord X? Quй podнa hacer ahora excepto luchar hasta el final, intentarlo todo para no caer en el proceso? Eso o cortarse las venas, y Miles no creнa que fuera del tipo suicida. Seguramente seguнa buscando una forma de culpar de todo a Barrayar, preferentemente en la forma de un Miles muerto que no pudiera desmentirlo. Todavнa habнa una remota posibilidad de que pudiera salirse con la suya en eso, dada la falta de entusiasmo de los cetagandanos hacia los extranjeros en general y los barrayareses en particular. Sн, era un buen dнa para quedarse en la embajada. Habrнan sido mejores los resultados si Miles hubiera devuelto pъblicamente la Llave falsa y declarado la verdad desde el principio? No… en ese caso la embajada y los enviados habrнan estado inmersos en acusaciones falsas y escбndalos pъblicos, y ya no habrнa forma de probar su inocencia. Si lord X hubiera elegido cualquier otra delegaciуn para colocar la Llave falsa… digamos, la de Marilac, los aslunderos o los vervani… tal vez en este momento su plan estarнa funcionando a la perfecciуn, puntual como un reloj. Miles esperaba que lord X estuviera muy, muy arrepentido de haberse decidido por Barrayar. Era una esperanza amarga. Y voy a hacer que te arrepientas mucho mбs, imbйcil. Miles apretу los labios. Volviу a prestar atenciуn a la comuconsola. Todas las naves de los gobernadores sбtrapas estaban construidas segъn el mismo plano general y, por desgracia, lo ъnico que tenнa el banco de datos de la embajada de Barrayar eran esos datos poco precisos. Tal vez habнa mбs, pero Miles hubiera tenido que acceder a los archivos secretos. Recorriу los niveles y sectores de la nave en el holovнdeo. Si yo fuera un gobernador sбtrapa que urde una revuelta, dуnde esconderнa la Gran Llave? Debajo del colchуn? Seguramente no. El gobernador tenнa la Llave, pero le faltaba la llave de la Llave: Rian conservaba el anillo. Si lord X conseguнa abrir la Gran Llave podrнa volcar los datos, conseguir un duplicado de la informaciуn, y tal vez, en circunstancias tan complejas, decidirнa devolver el original y librarse de la prueba material de sus planes de traiciуn. O destruirla… claro. Pero si la Llave hubiera sido fбcil de abrir, deberнa haberlo hecho en cuanto sus planes empezaron a fallar. Asн que… si estaba tratando de acceder a la Llave, seguramente la tenнa en algъn laboratorio de decodificaciуn. Y dуnde se encontrarнa el laboratorio de decodificaciуn en esa vasta nave…? Un sonido en la puerta interrumpiу los pensamientos de Miles. La voz del coronel Vorreedi: — Lord Vorkosigan, puedo pasar? Miles suspirу. — Adelante. — Sн, tanta actividad en la comuconsola tenнa que atraer la atenciуn de Seguridad. Seguramente el oficial de protocolo habнa estado monitoreando desde abajo. Vorreedi entrу al trote, estudiу el holovнdeo por encima de los hombros de Miles. — Interesante. Quй es? — Un recorrido por las naves de guerra cetagandanas. Sigo con mi educaciуn de oficial y todo eso… La esperanza de que me destinen a una nave nunca desaparece del todo. — Ya. — Vorreedi se enderezу-. Supuse que le interesarнa recibir las ъltimas noticias sobre su amigo lord Yenaro. — No creo que le deba nada pero… no le habrб ocurrido nada grave, espero — dijo Miles con sinceridad. Tal vez Yenaro fuera un buen testigo mбs tarde; ahora que habнa reflexionado al respecto, Miles estaba empezando a lamentar no haberle ofrecido asilo en la embajada. — Todavнa no. Pero han emitido una orden de arresto contra йl. — Y de quiйn es la orden? De Seguridad de Cetaganda? Por traiciуn? — No. De la policнa civil. Por robo. — Es una acusaciуn falsa. Estoy seguro. Alguien estб usando el sistema para sacarlo de su escondite. Puede usted averiguar quiйn lo ha acusado? — Un ghemlord, un tal Nevic. Le dice algo este nombre? — No. Tiene que ser un tнtere. Lo que necesitamos es la identidad de quien ordenу a Nevic que acusara a Yenaro. El mismo que le dio los planos y el dinero para la fuente de Marilac. Pero ahora usted tiene dos pistas. Puede seguir ambos caminos. — Cree que se trata del mismo hombre? — Lo que estoy haciendo no tiene nada que ver con suposiciones, coronel — dijo Miles-. Necesito pruebas, pruebas que puedan utilizarse en un juicio. La mirada de Vorreedi lo estaba poniendo nervioso: una mirada constante, permanente, firme. — Por quй creнa que acusarнan a Yenaro de traiciуn? — Ah, bueno… en realidad era sуlo una suposiciуn. Si lo que quiere el enemigo de Yenaro es que la policнa civil lo ponga en un lugar donde йl pueda dispararle sin problemas, el robo es mejor, mucho menos escandaloso. Las cejas de Vorreedi se le crisparon en la frente. — Lord Vorkosigan… — Pero se interrumpiу, pensу mejor lo que estaba a punto de decir. Meneу la cabeza y se fue. Ivan entrу un rato despuйs, se echу en el sofб de Miles, puso las botas en el apoyabrazos y suspirу. — Todavнa estбs aquн? — Miles apagу la comuconsola. Las letras y los dibujos habнan empezado a nublarle la vista-. Pensй que estarнas por ahн, retozando o revolcбndote sobre la paja en un granero o algo asн. Son nuestros ъltimos dos dнas y todo eso… Te has quedado sin invitaciones? — Miles apuntу al techo con el pulgar. Tal vez nos estбn escuchando. Los labios de Ivan formaron tres palabras. Que se jodan. — Vorreedi nos puso mбs guardaespaldas. Es imposible ser… espontбneo con tanta gente mirando. — Contemplу el techo con ojos muy fijos y abiertos-. Ademбs tengo miedo hasta del suelo que piso. No fue una reina de Egipto la que trasladaron en una alfombra enrollada? Pienso que podrнa pasar otra vez. — Claro que sн. — Miles no podнa negarlo-. En realidad, estoy casi seguro de que va a pasar de nuevo. — Excelente. Recuйrdame que no me ponga muy cerca de ti. Miles hizo una mueca. Despuйs de un minuto, Ivan agregу: — Me aburro. Miles lo echу de la habitaciуn. Las Ceremonias de Portal-Canciуn, cuyo nombre completo era Ceremonias para Abrir el Gran Portal con Canciones, no tenнan nada que ver con la apertura de ningъn portal, pero sн con canciones. Un numeroso coro formado por varios cientos de ghem, tanto hombres como mujeres, vestidos de blanco sobre blanco, se situу cerca de la entrada este al Jardнn Celestial. Se trataba de hacer una procesiуn por los cuatro puntos cardinales y terminar en la puerta norte, durante las horas de la tarde. El coro se ponнa de pie para cantar en un бrea ondulante de terreno con propiedades acъsticas sorprendentes, mientras los enviados galбcticos y los ghem y haut de luto se quedaban alrededor para escuchar. Miles flexionу las piernas dentro de las botas y se preparу para aguantar. El espacio abierto permitнa que las burbujas de las hautladies se movieran con libertad y habнa muchнsimas en todas partes… cientos de burbujas esparcidas bajo el brillo del sol. Cuбntas hautmujeres vivнan en ese lugar? Miles echу una mirada a su pequeсa delegaciуn: йl, Ivan, Vorob'yev y Vorreedi, todos en uniforme de gala negro; ademбs de Mнa Maz, vestida con tanto gusto como en otras ocasiones, impresionante en blanco y negro. Ese dнa, Vorreedi parecнa mбs barrayarйs, mбs oficial y un poco mбs siniestro — Miles tenнa que admitirlo— ahora que no lucнa su ropa civil cetagandana deliberadamente anodina. Maz apoyaba una mano sobre el brazo de Vorob'yev. Cuando empezу la mъsica, se puso de puntillas. Esto quita el aliento hubiera sido una frase bastante literal: Miles tuvo que abrir la boca un poco y sintiу que se le erizaba el cabello cuando los increнbles sonidos de la mъsica lo baсaron de arriba abajo. — Armonнas y disonancias se persiguieron por la escala con tal precisiуn que el pъblico oнa todas y cada una de las palabras por lo menos cuando las voces no se convertнan en simples vibraciones inarticuladas que parecнan subir por la espina dorsal y resonar en la parte posterior del crбneo como una sucesiуn de emociones puras. Hasta Ivan estaba transfigurado. Miles hubiera querido hacer un comentario, expresar su asombro, pero romper la concentraciуn absoluta que exigнa la mъsica habrнa sido un sacrilegio. Despuйs de unos treinta minutos, la mъsica se detuvo de pronto y el coro se preparу para desplazarse con gracia hacia la siguiente parada, seguido con algo mбs de torpeza por los delegados galбcticos. Los grupos tomaron diferentes rutas. Guнas ba condujeron a los delegados a una mesa con comida bajo la direcciуn de un mayordomo ghemlord de mirada digna. La idea era que los invitados descansaran un poco y tambiйn que aguardaran hasta que el coro estuviera listo para la siguiente funciуn en la puerta sur. Miles mirу ansiosamente las burbujas de las hautladies, que no acompaсaron a los delegados ni al coro y se alejaron flotando en una tercera direcciуn. Se daba cuenta de que el Jardнn Celestial lo impresionaba cada vez menos. Era posible que alguien diera por sentado ese sitio? No cabнa duda de que los haut ya no se sorprendнan. — Creo que me estoy acostumbrando a este lugar — le confiу a Ivan, mientras caminaba entre йl y Vorob'yev siguiendo el desaliсado desfile de los extranjeros-. Sй que podrнa. — Ya — dijo el embajador-. Pero cuando a estos curiosos personajes se les ocurriу soltar a sus mascotas ghemlores para que buscaran propiedades mбs allб de Komarr, murieron cinco millones de los nuestros. Espero que no se le olvide, milord. — No — dijo Miles, tenso-. jamбs. Pero… ni siquiera usted tiene edad suficiente como para recordar la guerra, seсor. Estoy empezando a preguntarme si alguna vez verй un ataque cetagandano semejante. — Optimista — murmurу Ivan. — No, no, me gustarнa explicar lo que quiero decir. Mi madre dice siempre que si un comportamiento recibe recompensa, se repite. Y viceversa. Creo… creo que si los ghemlores no consiguen conquistas territoriales en nuestra generaciуn, tardarбn mucho tiempo en intentarlo de nuevo. Despuйs de todo… los perнodos aislacionistas que siguen a las expansiones son fenуmenos muy conocidos en la historia… — No sabнa que supieras tanto de ciencias polнticas — dijo Ivan. Miles se encogiу de hombros. — Es sуlo una intuiciуn. Si me das un aсo y un departamento, tal vez pueda ofrecerte un anбlisis razonado con grбficos y todo. — Admito que es difнcil imaginarse a… digamos, lord Yenaro, conquistando algo — aceptу Ivan. — No es que no fuera capaz de hacerlo, creo yo. Pero cuando se le presentara la oportunidad, serнa demasiado viejo y estarнa demasiado desinteresado. No sй… Claro que cuando termine el perнodo aislacionista este razonamiento perderб validez. Cuando los haut decidan dejar de manipularse a sн mismos, dentro de diez generaciones…, no sй en quй se habrбn convertido. — Y pensбndolo bien, ellos tampoco lo saben. Eso sн que es interesante. Nadie estб a cargo aquн?-. La conquista del universo parece un juego de niсos despuйs de eso… O tal vez… tal vez entonces nadie pueda detener el ataque — agregу con amargura. — Bonita idea — gruсу Ivan. Se habнa organizado un delicado desayuno en un pabellуn cercano. Al otro lado esperaban autos de superficie tapizados de blanco para llevar a los enviados dos kilуmetros mбs allб, hasta el Portal del Sur, cuando terminara la comida. Miles tomу una bebida caliente, rechazу con asco una bandeja de dulces — tenнa un nudo en el estуmago— y mirу los movimientos de la multitud ba con ojos de halcуn. Tiene que ser hoy, hoy. Ya no queda tiempo. Vamos, Rian… Y cуmo diablos iba a recibir el informe de Rian con Vorreedi pegado a sus talones como una lapa? El hombre tomaba nota de cada uno de sus gestos. Miles ya se habнa dado cuenta. El dнa prosiguiу con una repeticiуn del ciclo de mъsica, comida y transporte. Habнa una cantidad de delegados con cara de fatiga despuйs de varias comidas y hasta Ivan habнa dejado de aceptar bocados en un gesto de autodefensa despuйs de la tercera mesa. Cuando llegу el contacto, durante la comida que siguiу a la cuarta y ъltima actuaciуn del coro, Miles apenas se dio cuenta. Estaba charlando con Vorreedi sobre la cocina del distrito Keroslav y preguntбndose cуmo conseguirнa distraerlo y engaсarlo cuando llegara el momento. Habнa llegado a un punto tal de desesperaciуn que incluso consideraba la posibilidad de administrar un vomitivo al embajador Vorob'yev y ponerlo en manos del oficial de protocolo cuando vio por el rabillo del ojo que Ivan hablaba con Ba No Sй Quй en tono grave. No reconociу a la criatura; no era la favorita de Rian porque era joven y tenнa una leve capa de pelo rubio. Las manos de Ivan giraron en el aire con la palma hacia arriba, se encogiу de hombros y siguiу al servidor por el pabellуn, extraсado. Ivan? Para quй diablos quiere a Ivan? — Discъlpeme, seсor — Miles interrumpiу bruscamente a Vorreedi y pasу por su lado como una flecha. Para cuando el Jefe se volviу, Miles ya habнa pasado junto a otra delegaciуn y estaba a medio camino de la salida, detrбs de Ivan. No cabнa duda de que Vorreedi lo seguirнa, pero Miles se preocuparнa por eso mбs tarde. Emergiу, parpadeando, a la iluminaciуn vespertina de la cъpula justo a tiempo para ver cуmo desaparecнan la sombra oscura y el brillo de las botas de Ivan tras un arbusto florido, frente a un espacio abierto con una fuente en el centro. Trotу para alcanzarlo; las botas se le resbalaban sobre las piedras irregulares que enlosaban el camino. — Lord Vorkosigan? — llamу Vorreedi desde atrбs. Miles no se volviу pero levantу la mano sin detenerse. Vorreedi era demasiado educado para maldecir a gritos, pero Miles podнa imaginar los tacos sin dificultad. Los arbustos, altos como una persona, se abrнan hacia grupos artнsticos de бrboles, no exactamente un laberinto pero casi. La primera elecciуn de Miles lo llevу a una especie de prado desierto, con un arroyo que brotaba en la fuente y corrнa como una filigrana de plata por el centro del terreno. Miles volviу atrбs, maldiciendo sus piernas y su cojera, y se dirigiу hacia otro conjunto de arbustos. En el medio de un cнrculo de bancos bajo la sombra de los бrboles, habнa una silla-flotante cuya ocupante daba la espalda a Miles, con la pantalla activada. Ba Rubio ya no estaba. En ese momento, Ivan se inclinaba hacia la ocupante de la silla, con la boca abierta en una expresiуn fascinada, las cejas levantadas y llenas de sospecha. Un brazo cubierto de blanco se levantу en el aire. Una nube leve de niebla iridiscente golpeу la cara sorprendida de Ivan, quien puso los ojos en blanco y cayу sobre las rodillas de la ocupante de la silla. La pantalla de fuerza se cerrу sobre йl, opaca y blanca. Miles aullу y corriу hacia la pareja. Las sillas — flotantes de las hautladies no eran coches de carrera ni nada parecido, pero podнan desplazarse a mayor velocidad que Miles. En dos vueltas por los arbustos desapareciу por completo y cuando Miles saliу del ъltimo macizo de flores, se vio frente a uno de los caminos principales del Jardнn Celestial, tallados en jade blanco. Flotando en ambas direcciones por el sendero habнa media docena de hautburbujas y todas avanzaban a la misma velocidad digna y tranquila. Miles se habнa quedado sin aliento y le asaltу un torbellino de negros temores. Girу sobre los talones y se tropezу de bruces con el coronel Vorreedi. La mano de Vorreedi bajу hasta el hombro de Miles y lo agarrу con una fuerza decidida y firme. — Quй diablos estб pasando aquн, Vorkosigan? Y dуnde estб Vorpatril? — Eso quiero descubrir… seсor, si me lo permite. — Seguridad de Cetaganda tiene que saberlo. Voy a colgarlos de un бrbol si… — No… no creo que Seguridad pueda ayudarnos esta vez, seсor. Creo que tengo que hablar con ba… con alguien. Enseguida. Vorreedi frunciу el ceсo, tratando de procesar la informaciуn. Obviamente no le resultaba fбcil. Miles no lo culpaba. Una semana antes, йl tambiйn habrнa supuesto que Seguridad Imperial Cetagandana se ocuparнa. Pueden solucionar algunos problemas, sн. Pero no todos. Precisamente por ahн rondaban: mientras Miles y Vorreedi se volvнan para retroceder hacia el pabellуn, un guardia de uniforme rojo, con el maquillaje a rayas, avanzу rбpidamente hacia ellos. Un perro pastor, juzgу Miles, cuya misiуn era buscar a las ovejas perdidas y devolverlas al rebaсo de enviados galбcticos. Un hombre rбpido, aunque no lo suficiente. — Milores. — El guardia, que no tenнa un rango muy alto, hizo un gesto de respeto-. Les ruego que vuelvan al pabellуn. Los autos los llevarбn al portal sur. Vorreedi tomу una decisiуn rбpida. — Gracias. Pero me temo que hemos perdido a un miembro de nuestra delegaciуn. Harнa el favor de buscar a lord Vorpatril? — Claro. — El guardia tocу un comu de muсeca y transmitiу la informaciуn en tono neutral, mientras conducнa a Miles y a Vorreedi hacia el pabellуn como un ovejero. Evidentemente, suponнa que Ivan era un huйsped perdido; debнa de ser un hecho bastante frecuente: el jardнn estaba diseсado para distraer a los visitantes con sus delicias. Le doy diez minutos a Seguridad de Cetaganda para darse cuenta de que Ivan ha desaparecido en pleno Jardнn Celestial. Despuйs, todo se irб al diablo. El guardia se separу de ellos cuando avanzaban hacia el pabellуn. Miles buscу con la mirada en la multitud de ba que poblaba el pabellуn. — Discъlpeme, ba — dijo con respeto a la criatura de mayor edad. Ba Como Se Llamara levantу la vista. Le sorprendнa que alguien hubiera notado su existencia-. Debo ponerme en contacto inmediatamente con la haut Rian Degtiar. Una emergencia. — Abriу las manos y dio un paso atrбs. La criatura asimilу la informaciуn, se inclinу e hizo un gesto a Miles para que lo siguiera. Vorreedi fue con ellos. Al otro lado del pabellуn, en la intimidad que ofrecнa un бrea de servicio, el comu. de muсeca de Ba Mayor empezу a transmitir una serie incomprensible de palabras y cуdigos. La frente de Ba Mayor se arrugу de sorpresa al oнr el mensaje. Tomу el comu, se lo sacу y se lo pasу a Miles con una reverencia. Se retirу prudentemente. Miles hubiera querido que Vorreedi hiciera lo mismo — lo tenнa pegado al hombro-, pero el coronel no se dio por aludido. — Lord Vorkosigan? — llegу la voz de Rian desde el comu, sin filtro. Seguramente hablaba desde dentro de su burbuja. — Milady. Ha enviado a alguien de… de su gente a… para que recogiera a mi primo Ivan? Hubo una corta pausa. — No. — Yo lo vi. — Ah. — Se produjo otra pausa, mucho mбs larga. Cuando la voz volviу a surgir, sonу mucho mбs baja y temerosa-. Ya sй lo que estб pasando. — Me alegro de que alguien lo sepa. — Ahora mismo le envнo a mi criado. — Y quй pasa con Ivan? — Nosotras nos ocuparemos de eso. — La comu se cortу. Miles tuvo deseos de sacudir el aparato, frustrado; en lugar de eso, se dominу y lo devolviу a Ba Mayor, que lo tomу, se inclinу y finalmente se alejу. — Quй fue lo que vio, lord Vorkosigan? — exigiу Vorreedi. — Ivan… se ha ido con una dama. — Quй? Otra vez? Aquн? Ahora? Quй le pasa a ese chico, no tiene sentido del tacto? No sabe dуnde estб? Mierda, esto no es la fiesta de cumpleaсos del emperador Gregor… — Creo que podrй recuperarlo con discreciуn, seсor, si usted me permite. — Miles sintiу un escozor de culpa por la acusaciуn a Ivan, pero la culpa se perdiу en el miedo que le atenazaba el corazуn. El aerosol, habrнa sido una droga para dormirlo o un veneno letal? Vorreedi se tomу un minuto largo para pensarlo; mientras contemplaba frнamente a Miles. Miles se recordу que Vorreedi pertenecнa a Inteligencia, no al servicio de contraespionaje; la fuerza que lo impulsaba era la curiosidad, no la paranoia. Miles metiу las manos en los bolsillos de los pantalones y tratу de parecer tranquilo, despreocupado, apenas molesto por aquel lнo. El largo silencio lo impulsу a aсadir: — Si no confнa en lo demбs, seсor, confнe al menos en mi habilidad. Es lo ъnico que pido. — Con discreciуn, eh? — dijo Vorreedi-. Usted tiene amigos interesantes en este lugar, lord Vorkosigan. Me gustarнa saber algo mбs sobre ellos. — Pronto. Espero que pronto, seсor. — Mmm… De acuerdo. Pero sea rбpido. — Harй cuanto estй en mi mano, seсor — mintiу Miles. Tenнa que ser aquel mismo dнa. Si conseguнa alejarse de su guardiбn, tenнa que aprovechar para hacer el trabajo. Todo el trabajo. O nos iremos todos a pique. Hizo una venia y se alejу antes de que Vorreedi pudiera cambiar de parecer. Saliу por el costado abierto del pabellуn y caminу hacia el sol artificial. justo en ese momento, llegу un auto sin decoraciones fъnebres: una plataforma flotante simple de dos pasajeros con lugar para carga posterior. Esta vez le pareciу reconocer al guнa: en los controles habнa una criatura ba de edad avanzada, calva. En cuanto distinguiу a Miles, se acercу y detuvo el vehнculo. Un vehнculo rбpido con guardias vestidos de rojo frenу a un costado para interceptar el movimiento. — Seсor. Los invitados galбcticos no pueden circular por el Jardнn Celestial sin compaснa. Miles abriу palma y seсalу a su guнa ba. — Milady requiere y exige la presencia de este hombre. Tengo que llevarlo. El guardia hizo un gesto. No estaba satisfecho pero asintiу de mala gana. — Mi superior hablarб con su ama. — Por supuesto. — Los labios de su guнa se torcieron en lo que Miles interpretу como una mueca de desprecio. El guardia les dirigiу una mueca de furia y se alejу. Buscaba el comu mientras caminaba. Vamos, vamos, pensу Miles mientras subнa al vehнculo, que afortunadamente arrancу enseguida. Esta vez, el auto tomу un atajo, elevбndose sobre el jardнn y alejбndose hacia el sudoeste en lнnea recta. Se movнan tan rбpido que la brisa revolvнa el cabello de Miles. Unos minutos despuйs bajaron hacia el Criadero Estrella, que brillaba, pбlido, entre los бrboles. Una extraсa procesiуn de burbujas blancas se acercaba a una abertura, evidentemente la entrada trasera. Cinco esferas, dos a cada lado y otra por arriba, estaban… persiguiendo a una sexta que saltaba para escapar. Sin embargo, las otras la empujaron hacia la puerta ancha y alta del compartimiento de embarque. Las burbujas zumbaban como avispas enfurecidas cuando los campos de fuerza se tocaban. El pequeсo auto de Miles flotу con calma detrбs de la procesiуn y siguiу a las burbujas hacia el interior. La puerta se cerrу detrбs del grupo y se sellу con el chasquido sуlido y los chirridos tнpicos de los instrumentos de alta seguridad. Excepto por el revestimiento — de piedras pulidas en diseсos geomйtricos en lugar de cemento gris-, el compartimiento de entrada era utilitario y bastante normal. En ese momento estaba vacнo excepto por la haut Rian Degtiar, de pie en sus tъnicas blancas y holgadas, junto a su propia silla-flotante. La cara pбlida estaba tensa Las cinco burbujas que habнan perseguido a la sexta se acomodaron en el suelo y desconectaron la pantalla de fuerza. Aparecieron cinco de las consortes que Miles habнa conocido en la reuniуn nocturna. La sexta burbuja siguiу cerrada, blanca sуlida, impenetrable. Miles se apeу en cuanto el vehнculo se posу sobre el pavimento y corriу cojeando hacia Rian. — Ivan estб ahн? — quiso saber, seсalando la sexta burbuja. — Eso suponemos. — Quй estб pasando? — Shhh. Espere. — Ella hizo un gesto gracioso, un gesto con las palmas hacia abajo; Miles apretу los dientes. La impaciencia lo consumнa. Rian avanzу un paso con la cabeza erguida. — Rнndase y coopere — dijo Rian claramente-. Si lo hace, podemos llegar a un acuerdo. Si nos desafнa, no tendrб ninguna oportunidad. La burbuja siguiу en blanco; no se rendнa. No tenнa forma de escapar ni de atacar. Pero Ivan estб ahн dentro. — Muy bien — suspirу Rian. Sacу un objeto parecido a un lбpiz de la manga, con el dibujo del ave grabado en rojo en un lado; ajustу un control, lo apuntу a la burbuja y pulsу. La burbuja parpadeу y la silla-flotante cayу al suelo con un ruido seco que reverberу, sin energнa. Un aullido flotу de una nube de tela blanca y cabello castaсo. — No sabнa que eso fuera posible — susurrу Miles. — Sуlo la Seсora Celestial tiene el control — explicу Rian. Volviу a guardarse el objeto en la manga y avanzу otro paso. Luego, se detuvo. La haut Vio d'Chilian habнa recuperado el equilibrio casi instantбneamente. Se arrodillу a medias con un brazo bajo la manga uniformada y negra de Ivan, y levantу el cuerpo derrumbado; la otra mano armada con un cuchillo se apoyу sobre el cuello de su vнctima. Parecнa un cuchillo muy afilado, apretado contra la piel de Ivan, quien tenнa los ojos muy abiertos, dilatados pero con movimiento; estaba paralizado, no inconsciente. Y no muerto. Gracias a Dios. Todavнa no estб muerto. A menos que estuviera muy equivocado, Miles sabнa que la haut Vio d'Chilian le cortarнa el cuello a un hombre indefenso sin el menor reparo. Hubiera querido que el coronel Benin estuviera allн para ver eso. — Atбquenme — dijo la haut Vio— y su criado barrayarйs morirб ahora mismo. Miles supuso que el йnfasis en la palabra «criado» era algъn tipo de insulto hautesco. No estaba muy seguro del йxito del insulto pero… йsa era otra cuestiуn. Miles caminу espacio hacia Rian, trazando un arco alrededor de la haut Vio, sin acercбrsele, quien lo siguiу con ojos venenosos. Ahora que estaba directamente detrбs de ella, la haut Pel hizo un gesto a Miles con la cabeza; su silla-flotante se elevу en silencio y saliу del Criadero. A buscar ayuda? Un arma? Pel era la mбs prбctica… asн que la misiуn de йl era conseguirle tiempo. — ЎIvan! — dijo, indignado-. ЎIvan no era el que ustedes buscaban! El rostro de la haut Vio expresу sorpresa. — Quй? Pero claro, lord X siempre usaba a otros, nunca se ensuciaba las manos. Miles habнa estado en el punto de mira todo el tiempo, habнa actuado directamente: por lo tanto, lord X habнa supuesto que Ivan era el jefe. — ЎAj! — exclamу Miles-. Quй suponнan ustedes? Creнan que al ser mбs alto, y… y mбs guapo… tenнa que estar moviendo todos los hilos? Asн funciona entre los haut, eh? ЎEstъpidos, estъpidos…! Yo soy el cerebro. — Caminу hacia el otro lado, mientras seguнa farfullando-. Yo lo entendн todo desde el principio, sabнan? ЎPero no! ЎNo! Nadie me toma en serio… — Ivan moviу los ojos, la ъnica parte de su cuerpo que todavнa controlaba-. Han metido la pata con este secuestro… ЎHan puesto todo el plan en peligro para secuestrar al hombre mбs prescindible…! — De pronto, Miles temiу que la haut Pel no hubiese ido a buscar ayuda. Habнa ido al baсo a arreglarse el pelo y pensaba tomarse todo el dнa… Bueno, sin duda habнa conseguido captar la atenciуn de todas las presentes: asesina, vнctima, hautpolicнas y demбs. Y ahora quй? — Siempre ha sido asн, desde que йramos niсos, sabe? Cada vez que estбbamos juntos, le hablaban a йl primero, como si yo fuera un idiota de otro planeta, alguien que necesitaba un intйrprete… — La haut Pel reapareciу en el umbral y levantу la mano, la voz de Miles se convirtiу en un chillido-: Bueno, pues ya estoy harto, harto, harto, entiende? La haut Vio se retorciу como si se diera cuenta de todo justo en el momento en que Pel hacнa zumbar el bloqueador. La mano se tensу sobre el cuchillo cuando la tocу el rayo. Miles se lanzу hacia delante, vio una lнnea roja en el borde de la hoja y alcanzу a sostener a Ivan cuando ella cayу hacia atrбs, desmayada. El borde del rayo tambiйn habнa tocado a Ivan y se le pusieron los ojos en blanco. Miles dejу que la haut Vio golpeara el suelo sola, con toda la fuerza de la gravedad. A Ivan lo bajу lentamente. Era sуlo una herida superficial. Miles respirу de nuevo. Sacу el paсuelo del pantalуn y lo puso sobre las gotas de sangre, despuйs lo presionу contra la herida. Levantу la vista hacia la haut Rian y la haut Pel, que flotaban cerca para examinar a la prisionera. — Lo atrapу con una droga. Y ahora el rayo… corre algъn peligro? — No lo creo — dijo Pel. Desmontу de la silla, se arrodillу y buscу en las mangas de la inconsciente haut Vio. Sacу varios objetos que colocу en el suelo, en una ordenada hilera. Habнa un recipiente de plata, pequeсo, con un bulbo en la punta. La haut Pel lo sacudiу bajo su graciosa naricita-. Ah, eso… No, no corre peligro. El efecto pasa enseguida. Pero cuando despierte se encontrarб muy mareado… — Podrнa darle una dosis de sinergina, milady? — rogу Miles. — Sн, claro. — Me alegro. — Miles estudiу a la haut Rian. Sуlo la Seсora Celestial tiene el control. Pero Rian habнa usado el aparato como si estuviera en su pleno derecho y nadie habнa parpadeado, ni siquiera la haut Vio. Lo entiendes ahora, pequeсo? En este momento, Rian es la emperatriz de Cetaganda y todo lo que ha hecho hasta ahora ha tenido autoridad real y completa. Autoridad imperial. Doncella…, sн, claro… Otro de esos hautнtulos impenetrables y confusos que no decнan lo que significaban; habнa que saber para entenderlos. Seguro de la recuperaciуn de Ivan, Miles se incorporу y preguntу: — Quй estб pasando ahora? Cуmo han encontrado a Ivan? Tienen los bancos de genes? Quй…? La haut Rian levantу una mano para detener el alud de preguntas. Hizo un gesto hacia la silla-flotante. — Es la silla flotante de la Consorte de Sigma Ceta, pero como puede usted ver, no es la haut Nadina quien la ocupa. — ЎIlsum Kety! Sн? Quй ha pasado? Quй ocurre con la burbuja? Cуmo lo han detectado? Cuбnto hace que lo sabe? — Ilsum Kety, sн. Empezamos a sospechar anoche, cuando vimos que la haut Nadina no volvнa con el banco genйtico. Todos los otros bancos llegaron aquн antes de medianoche. Pero al parecer, Kety pensу que nadie advertirнa la ausencia de su consorte hasta las ceremonias de esta maсana. Asн que enviу a la haut Vio para engaсarnos. Nosotras sospechamos de inmediato y la vigilamos. — Y por quй Ivan? — Eso, no lo sй. Kety no puede hacer desaparecer a una consorte sin que se produzcan enormes repercusiones. Sospecho que pensaba usar a su primo para echarle la culpa de alguna forma. — Sн, eso estб dentro de su modus operandi. Se da cuenta de que seguramente la haut Vio matу a Ba Lura siguiendo las уrdenes de Kety? — Sн. — Los ojos de Rian, fijos sobre la forma postrada de la mujer de cabello castaсo, estaban frнos como el hielo-. Ella tambiйn es una traidora. Ha traicionado a los haut. El Criadero Estrella la juzgarб por eso. — Tal vez sea importante como testigo — dijo Miles, inquieto-, para limpiar la culpa de Barrayar y la mнa en la desapariciуn de la Gran Llave. No… se precipite, por favor… hasta que sepamos lo que necesitamos… — Ah… nosotras tenemos muchas preguntas que hacerle primero. — … Entonces, Kety todavнa tiene el banco. Y la Llave. Y estб sobre aviso. — Mierda. A quй imbйcil sй, le habrнa ocurrido la idea de los bancos…? Ah, sн… Pero no puedes echarle la culpa a Ivan por esto, compaсero. A ti tambiйn te pareciу que recuperar los bancos era el mejor movimiento tбctico. Y Rian tambiйn cayу. Idiotez por votaciуn unбnime del comitй, la mejor de las idioteces… — Y йl tiene a su consorte y sabe que no puede conservarla con vida. Tiene que matarla. No pensй… que estaba enviando a la haut Nadina a la muerte. — La haut Rian mirу la pared mбs lejana, evitando los ojos de Miles y Pel. Yo tampoco lo pensй. Miles tragу saliva. Tenнa ganas de vomitar. — Puede enterrarla en el caos de la rebeliуn cuando todo se desate. Pero todavнa no… — Hizo una pausa-. Si necesita a Ivan para arreglar su muerte e incriminar a Barrayar artнsticamente… no creo que la haya matado todavнa. La tiene a salvo, en la nave… No estб muerta. — ЎPor favor, que no estй muerta!-. Y ademбs, sabemos otra cosa. La haut Nadina estб ocultando informaciуn con йxito, tal vez hasta lo lleva en la direcciуn equivocada a propуsito. Estoy seguro: йl no habrнa intentado nada de esto si supiera… — En realidad, eso tambiйn podнa significar que la haut Nadina estaba muerta. Miles se mordiу el labio-. Pero el gobernador Kety ya ha hecho unos cuantos movimientos incriminatorios. Todas las pruebas apuntan contra йl, y no contra mн… no es cierto? Rian dudу. — Tal vez. No cabe duda de que es muy inteligente. Miles mirу con los ojos muy abiertos la silla-flotante inerte, levemente inclinada sobre el suelo y poco impresionante sin el halo del campo de fuerza. — Tambiйn nosotros lo somos. Esas sillas-flotantes… Alguien las relaciona electrуnicamente con sus ocupantes, verdad? Serнa muy tonto de mi parte suponer que la persona que establece la relaciуn es la Seсora Celestial? — Correcto, lord Vorkosigan. — Asн que usted tiene el aparato de control… podrнa conceder el cуdigo de esta silla a cualquiera… — A cualquiera no. Sуlo a cualquier hautmujer. — Ilsum Kety espera el regreso de esa hautburbuja. Espera a una hautmujer y un barrayarйs prisionero, verdad? — Miles respirу hondo-. Creo… creo que no deberнamos hacerle esperar. 14 — He encontrado a Ivan, seсor. — Miles sonriу a la comuconsola. El fondo que habнa detrбs de la cabeza del embajador Vorob'yev estaba borroso, pero los sonidos de la comida, voces bajas, tintineos de platos y cubiertos, llegaban con mucha claridad-. Estб visitando el Criadero Estrella. Nos quedaremos un rato… no podemos insultar a la anfitriona… ya me entiende. Pero seguramente voy a poder rescatarlo y volver con ustedes antes de que termine la ceremonia. Tenemos un guнa ba. La cara de Vorob'yev tenнa una expresiуn que hubiera podido definirse de cualquier manera menos con la palabra «felicidad». — Bueno. Supongo que no queda mбs remedio que aceptarlo. Pero al coronel Vorreedi no le gustan mucho estas transgresiones de la agenda, aunque tengan valor como contactos culturales, y debo decir que empiezo a compartir su opiniуn. No… No deje usted que lord Vorpatril haga nada… inapropiado, eh? Las haut no son ghem. Eso usted ya lo sabe. — Sн, seсor. Ivan estб bien. Se estб portando mejor que nunca. — Ivan estaba frнo y quieto, en el compartimiento de embarque, pero el color le volvнa lentamente a la cara gracias a la sinergina. — Y cуmo ha conseguido obtener ese extraordinario privilegio? — preguntу Vorob'yev. — Ah, bueno, ya conoce usted a Ivan. No podнa dejarme dar un golpe sin probar йl tambiйn. Mбs tarde se lo explicarй todo. Ahora tengo que irme. — Estarй esperando con impaciencia. Seguro que es fascinante — murmurу el embajador en tono seco. Miles cortу la comunicaciуn antes de que la sonrisa se desvaneciera. — Fiuuu. Eso nos da algo de tiempo, pero muy poco. Tenemos que actuar enseguida. — Sн — dijo la haut que lo escoltaba, la consorte morena de Rho Ceta. Hizo girar la silla y lo guiу fuera de la oficina con la comuconsola; йl tuvo que trotar para seguirla. Volvieron al compartimiento de carga justo cuando Rian y la haut Pel terminaban de codificar la silla flotante de la haut Nadina. Miles dirigiу una mirada ansiosa a su primo, tendido sobre el suelo labrado. La respiraciуn de Ivan parecнa profunda y normal. — Estoy listo — informу a Rian-. Mi gente tardarб por lo menos una hora en venir a buscarme. Si Ivan se despierta… bueno… no creo que usted tenga problemas en controlarlo. — Se humedeciу los labios-: Si las cosas salen mal… vaya a ver al ghemcoronel Benin. O a su emperador. No busque a nadie de rango intermedio en Seguridad. Lo que estб pasando, sobre todo el hecho de que el gobernador Kety haya podido meter mano en sistemas que todos creнamos inexpugnables, indica claramente que tiene una buena relaciуn en las altas esferas, probablemente muy arriba, en Seguridad, seсora, y esa relaciуn le ayuda y le apoya. Sospecho que si la rescata esa persona, sea quien fuere, la experiencia puede ser fatal. — Entiendo — dijo la haut Rian con seriedad-. Y estoy de acuerdo con su anбlisis, lord Vorkosigan. Ba Lura no habrнa llevado la Gran Llave a Kety para que йl la duplicara si no hubiera estado convencido de que era capaz de hacerlo. — Se enderezу sobre el brazo de la silla y dirigiу un gesto a la haut Pel. Ella se habнa llenado las mangas con los pequeсos objetos de la haut Vio. Se arreglу las tъnicas blancas y se sentу con gracia. Lamentablemente los objetos no incluнan armas de energнa y llevarlas hubiera alertado los sistemas de rastreo de Seguridad, sobre todo porque eran demasiado voluminosas. Ni siquiera un bloqueador, pensу Miles. Realmente lo lamentaba. Me voy a una batalla orbital con mi uniforme de gala y botas de montar, totalmente desarmado. Perfecto… Se acomodу otra vez a la izquierda de la haut Pel, sobre el apoyabrazos, y tratу de no sentirse como un muсeco de ventrнlocuo: lo que mбs se adecuaba a su aspecto. La pantalla de fuerza de la burbuja los envolviу; Rian retrocediу un paso y los saludу con la mano. Pel, con la mano derecha sobre el panel de control, hizo girar la burbuja y flotaron con rapidez hacia la salida, que se dilatу para franquearles el paso; otras dos consortes salieron al mismo tiempo y se alejaron en otras direcciones. A Miles le dolнa el corazуn, cuando pensaba en lo que hubiera sentido con Rian como camarada de armas. El corazуn, pero no la cabeza. Era esencial que Rian… la testigo mбs creнble de la traiciуn de Kety, no cayera en manos de Kety. Ademбs le gustaba el estilo de Pel. Ya habнa demostrado su capacidad para pensar con claridad y rapidez en una emergencia. Todavнa no estaba seguro de que la caнda desde el edificio hubiera sido realmente necesaria, le parecнa un gesto de mera diversiуn. Una hautmujer con sentido del humor, o casi… Por desgracia tenнa ochenta aсos, era una consorte, era cetagandana y… Quieres acabar con eso, por favor? No eres Ivan y nunca lo serбs. Bueno, en todo caso, йste es el ъltimo dнa para la traiciуn del hautgobernador Isum Kety… Se unieron al grupo de Kety, casi listo para partir en la puerta sur del Jardнn Celestial. La haut Vio habнa secuestrado a Ivan lo mбs tarde posible, por razones de seguridad. Como correspondнa a su dignidad de gobernador, el sйquito de Kety era numeroso: mбs de veinte ghemguardias, ghemladies, lacayos que no eran ba y, para horror de Miles, el ghemgeneral Chillan. Estarнa al corriente de la traiciуn de su amo, o pensaban matarlo con la haut Nadina en el camino de vuelta y reemplazarlo por algъn otro, designado por Kety? Tenнa que ser una cosa o la otra; el comandante de las tropas imperiales de Sigma Ceta no podнa mantenerse neutral en el golpe de Estado. Kety hizo un gesto a la burbuja de la haut Vio y la haut Pel entrу en el vehнculo personal del gobernador, que los llevarнa al puerto de transbordadores, lugar de aterrizaje exclusivo de los altos funcionarios del imperio. El ghemeneral Chilian subiу a otro auto; Miles y la haut Pel se encontraron solos con Kety en el espacio limitado de esa especie de camioneta cerrada, diseсada sin duda para las burbujas de las hautladies. — Llegas tarde. Has tenido problemas? — preguntу Kety, sin aclarar las cosas mientras se acomodaba en el asiento. Parecнa preocupado y tenso, como correspondнa a un deudo de la emperatriz muerta… o a un hombre montado sobre un tigre furioso y muy hambriento. Sн, sн… deberнa haberme dado cuenta de que era lord X apenas vi ese cabello teсido… decidiу Miles. Un hautlord que no estaba dispuesto a esperar para conseguir lo que podнa ofrecerle la vida. — Nada importante. Todo arreglado — Informу Pel. El filtro de voz, al mбximo de la interferencia posible, alteraba los tonos y los convertнa en una imitaciуn no del todo correcta de los timbres de la haut Vio. — Por supuesto, querida. No bajes el campo de fuerza hasta que estemos a bordo. — Sн. S… el ghemgeneral Chilian tiene una cita con un sello de aire no muy amistoso en el camino a casa… ahora lo sй. Pobre tonto, pensу Miles. Tal vez la haut Vio querнa volver a su hautgenoma. Era la amante de Kety o su ama? O tal vez funcionaban en equipo? El hecho de que hubiera dos cerebros detrбs del plan ayudarнa mucho a explicar la rapidez, flexibilidad y confusiуn de los hechos. La haut Pel tocу un control y se volviу hacia Miles. — Cuando lleguemos a bordo, debemos decidir si buscamos primero a Nadina o la Gran Llave. Miles casi se ahogу del espanto. — Em… — Hizo un gesto hacia Kety, sentado a menos de medio metro de sus rodillas. — No nos oye — le asegurу Pel. Parecнa cierto, porque Kety dirigiу una mirada distraнda hacia el paisaje que se veнa a travйs del techo descubierto del auto de superficie. — La recuperaciуn de la Llave — siguiу diciendo Pel— sigue siendo nuestro primer objetivo. — Mm… Pero si la haut Nadina estб viva, es un testigo importante desde el punto de vista de Barrayar. Y… tal vez sabrб dуnde estб la Llave. Yo supongo que estб en un laboratorio. Tienen que estar tratando de descifrarla, estoy seguro, pero la nave es muy grande y hay mucho espacio para montar un laboratorio de decodificaciуn. — Tanto la Llave como Nadina tienen que estar cerca de las habitaciones de Kety — dijo Pel. — No la habrб metido en un calabozo? — Dudo que Kety quiera que muchos de sus soldados y servidores sepan que su consorte estб presa. No. Seguramente la tiene en un camarote. Me pregunto dуnde tiene pensado poner en escena el crimen en que planea involucrar a Ivan. Las consortes se mueven dentro de lнmites muy estrechos. No puede hacerlo en su nave ni en su residencia. Y seguramente no se atreverб a repetir un asesinato dentro del jardнn Celestial… eso serнa demasiado. Supongo que ha tramado algo distinto… para esta misma noche. El gobernador Kety levantу la vista y mirу la burbuja. — Ya se estб despertando? — preguntу. Pel se tocу los labios con la mano y luego apretу los controles. — Todavнa no. — Quiero interrogarlo primero. Tengo que averiguar cuбnto saben… — Hay tiempo… — No tanto… Pel cerrу el sonido exterior otra vez. — La haut Nadina primero — votу Miles con firmeza. — Creo… creo que tiene usted razуn, lord Vorkosigan — suspirу Pel. No mantuvieron mбs conversaciones peligrosas con Kety porque la confusiуn del embarque del grupo que iba a entrar en уrbita absorbiу por completo a Kety. El gobernador se comunicaba constantemente con el comu. No volvieron a estar a solas con el gobernador hasta que la multitud entrу en el corredor del transbordador, pasу a la nave oficial de Kety y se alejу hacia sus muchas obligaciones y placeres. El ghemgeneral Chilian ni siquiera intentу hablar con su esposa. Pel siguiу a Kety, que le habнa hecho un gesto claro despuйs de despedir a sus guardias. Miles supuso que ahн empezaba la diversiуn. Limitar el nъmero de testigos tambiйn reduce la cantidad de asesinatos necesarios para mantener el secreto si las cosas salen mal. Kety los llevу a un corredor ancho, lujoso, evidentemente destinado a las habitaciones de clase alta. Miles tocу a la haut Pel en el hombro: — Mire. En el pasillo. Ve? Habнa un lacayo frente a la puerta de un camarote. Cuando pasу el dueсo de la nave, se puso firme, pero Kety entrу en otro camarote. El guardia se relajу. Pel doblу el cuello. — Puede ser la haut Nadina? — Sн. Bueno… Tal vez. No creo que se atreviera a poner un verdadero soldado. No si no estб al mando de las estructuras de comando. — Miles pensу que habнa sido una tonterнa no notar el cisma entre Kety y su ghemgeneral. Йsa habнa sido una gran oportunidad perdida… La puerta se cerrу detrбs del grupo y Miles se volviу para examinar aquel lugar. La habitaciуn estaba limpia y no tenнa decoraciones ni efectos personales: un camarote sin uso. — Podemos ponerlo aquн — dijo Kety, seсalando un jergуn en un rincуn del cuarto-. Puedes mantenerlo bajo control quнmico, o necesitamos guardias? — Bastarб con algunas sustancias quнmicas — contestу Pel-, pero necesito algunas cosas. Sinergina. Pentarrбpida. Y serб mejor que lo sometamos a algunas pruebas por si tiene alergia inducida a la penta. Se la producen a mucha gente importante, ya lo sabes… No creo que tъ quieras que Vorpatril muera en este lugar. — Clarium? Pel mirу a Miles con los ojos llenos de preguntas. No conocнa la palabra. El clarium era un tranquilizante de interrogatorio muy comъn entre los militares. Miles asintiу. — Buena idea — se arriesgу ella. — No hay posibilidad de que despierte antes de que yo vuelva? — preguntу Kety, preocupado. — Lamento decir que se me fue un poco la mano con la droga… — Mmm. Por favor, ten cuidado, mi amor. No tiene que haber demasiados residuos quнmicos en la autopsia. Aunque con suerte, no creo que tengan material para una autopsia. — No me gusta tentar demasiado a la suerte. — Bien dicho — dijo Kety, con una exasperaciуn especial-. Por fin estбs aprendiendo. — Te espero — dijo Pel con frialdad, como para que se fuera. Probablemente la haut Vio habrнa dicho lo mismo. — Dйjame que te ayude a acostarlo — dijo Kety-. Seguramente estбs muy incуmoda ahн dentro. — No, no. Lo estoy usando de apoyapiйs. La silla flotante es… tan cуmoda. Me gustarнa… bueno, disfrutar del privilegio de una haut un poquito mбs, mi amor — suspirу Pel-. Hace tanto que… Los labios de Kety se afinaron en una sonrisa divertida. — Muy pronto tendrбs mбs privilegios que la emperatriz, y todos los extranjeros que quieras a tus pies. — Hizo un gesto hacia la burbuja y saliу a toda prisa. Adуnde irнa un gobernador con una lista de drogas para interrogatorio? A la enfermerнa? A Seguridad? Y cuбnto tiempo tardarнa? — Ahora — dijo Miles-. Por el corredor. Tenemos que librarnos del guardia… Ha traнdo usted la sustancia que le dio la haut Vio a Ivan? Pel sacу el bulbo de la manga y lo levantу. — Cuбntas dosis quedan? Pel afinу la vista. — Dos. Vio preparу de mбs. — Habнa un tono de desaprobaciуn en su voz, como si Vio hubiera perdido puntos con esa redundancia. — Yo me hubiera llevado cien, por si acaso. De acuerdo. ъsela… no toda, si no es necesario. Pel sacу la burbuja del camarote y doblу por el corredor. Miles se deslizу detrбs de la silla y se aferrу al respaldo. Las botas le resbalaban un poco sobre la base que sostenнa la fuente de energнa de la silla. Escondido detrбs de las faldas de una mujer? Ese medio de transporte — y cualquier otra cosa que significara estar bajo el control de un cetagandano o cetagandana— era frustrante, pero la misiуn de rescate era su principal objetivo. Para el hambre no hay pan duro. Pel se detuvo frente al guardia de librea. — Servidor — le dijo. — Haut. — El hombre hizo una reverencia frente a la burbuja blanca-. Estoy de guardia y no puedo ayudarla. — No necesito mucho tiempo. — Pel bajу la pantalla de fuerza. Miles oyу un siseo y un ruido de toses. La silla se sacudiу y йl se deslizу hacia el suelo. Cuando se levantу, descubriу a Pel con el guardia caнdo sobre la falda en una posiciуn incуmoda y extraсa. — Mierda — — dijo Miles, con pena-, deberнamos haberle hecho esto a Kety en el primer camarote… Bueno, veamos quй hacemos con esta almohadilla de palma. Una almohadilla estбndar. Quй palmas la abrirнan? Muy pocas, seguramente: Kety, tal vez Vio, y el guardia, para casos de emergencia. — Levбntelo un poco — dijo Miles y apretу la palma del hombre inconsciente contra el lector. — Ah — suspirу, aliviado. La puerta se deslizу sin alarmas ni protestas. Miles le quitу el bloqueador al guardia y entrу de puntillas con la haut Pel detrбs. — Ay — gimiу Pel, furiosa. Habнan encontrado a la haut Nadina. La anciana estaba sentada en un jergуn similar al del otro camarote, cubierta sуlo con la malla blanca. Los efectos de un siglo de gravedad eran suficientes para daсar incluso ese cuerpo haut: sacarle las tъnicas exteriores, voluminosas y llamativas, era una indignidad deliberada que hubiera podido superarse sуlo con la desnudez absoluta. Le habнan sujetado el cabello al suelo a un metro de la punta con un aparato que no habнa sido diseсado para ese propуsito. No era una posiciуn cruel, fнsicamente hablando — el largo del cabello le dejaba dos metros para moverse alrededor-, pero habнa algo terriblemente ofensivo en el asunto. Idea de la haut Vio, tal vez? Miles pensу que ahora entendнa la reacciуn de Ivan frente al бrbol de gatitos. Estaba mal hacerle eso a la anciana seсora (aunque fuera una anciana seсora de una raza tan aborrecible como la de los haut). Y para colmo, Nadina le recordaba a su abuela betanesa… bueno, no exactamente, Pel era la que se parecнa mбs a su abuela Naismith en carбcter pero… Pel arrojу al guardia al suelo y corriу hacia su hermana consorte. — Nadina, te han hecho daсo? — ЎPel! — Cualquiera hubiera caнdo en brazos de la salvadora pero como Pel y Nadina eran haut, se limitaron a un apretуn de manos, aunque fue un apretуn muy afectuoso. — ЎAh! — — dijo Pel, furiosa por la situaciуn de Nadina. Se quitу algunas tъnicas, seis mбs o menos, y se las entregу a Nadina, que se las puso con gracia y se irguiу con mбs decisiуn. Miles completу la revisiуn del lugar para asegurarse de que estaban solos y se volviу hacia las mujeres que estaban de pie, mirando las puntas del cabello. Pel se arrodillу y tirу de algunos mechones, pero no pudo desprenderlos. — Ya lo he intentado — suspirу Nadina-. No salen ni de uno en uno. — Dуnde estб la llave de eso? — La tenнa Vio. Pel vaciу los bolsillos de su arsenal misterioso, pero Nadina meneу la cabeza. — Mejor lo cortamos — dijo Miles-. Tenemos que irnos de aquн cuanto antes. Las dos mujeres lo miraron, horrorizadas. — ЎLas hautmujeres nunca se cortan el pelo! — exclamу Nadina. — Mmm, discъlpenme, milady, pero esto es una emergencia. Si nos vamos ahora mismo a los compartimientos de emergencia de la nave, puedo llevarlas a terreno seguro antes de que Kety se dй cuenta. Tal vez incluso logremos salir de aquн sin hacer ruido. Cada segundo de retraso representa un grave peligro con este margen limitado de tiempo. — ЎNo! — dijo Pel-. Antes necesitamos la Gran Llave. Miles sabнa que no le serнa posible mandar a las dos mujeres de vuelta hacia el planeta y quedarse a buscar la Llave: йl era el ъnico piloto orbital calificado del trнo. Iban a tener que seguir los tres juntos, Mierda. Manejar a una hautlady ya constituнa un problema, pero tratar con dos iba a ser peor que intentar conducir un rebaсo de gatos. — Haut Nadina, sabe usted dуnde estб la Llave? — Sн. Йl me llevу a verla anoche. Se le ocurriу que a lo mejor yo sabнa cуmo abrirla. Se trastornу mucho cuando vio que no era posible. Miles levantу la vista; el tono de la anciana le habнa llamado la atenciуn. Por lo menos, no habнa seсales de violencia en sus hermosos rasgos. Pero los movimientos de Nadina eran tensos y rнgidos. Artritis por la edad, o trauma por el uso de algъn objeto contundente? Volviу al cuerpo del guardia inconsciente y lo registrу buscando ъtiles, tarjetas de cуdigo, armas… ah, un vibracuchillo plegable. Lo escondiу en la ropa y retrocediу hacia las damas. — Yo sй de animales que se arrancan una pierna para escapar de una trampa — explicу tentativamente. — ЎAj! — dijo Pel-. Barrayareses… — Usted no lo entiende — dijo Nadina, ansiosa. Por desgracia, Miles lo entendнa muy bien. Las dos mujeres iban a quedarse ahн de pie discutiendo sobre el pelo atrapado de Nadina hasta que Kety las atrapara a ellas… — ЎMiren! — dijo de pronto y seсalу la puerta. Pel se puso de pie de un salto y Nadina gritу: — Quй pasa? Miles sacу el vibracuchillo, tomу la melena plateada y la cortу lo mбs cerca del suelo que pudo. — Ya estб. Vбmonos. — ЎBбrbaro! — exclamу Nadina. Pero no se estaba poniendo histйrica; expresу su protesta indignada con bastante tranquilidad, dadas las circunstancias. — Un sacrificio por los haut — le jurу Miles. Habнa una lбgrima en los ojos de ella; Pel… Pel parecнa secretamente agradecida de que Miles se hubiera encargado del asunto. Subieron otra vez a la silla flotante. Nadina se acomodу sobre el regazo de Pel y Miles se colocу detrбs, como siempre. Pel saliу de la cбmara y volviу a conectar la pantalla de fuerza. Las sillas flotantes eran silenciosas, pero el motor de йsta protestaba por la carga. Avanzaba a trompicones. — Por ahн. Dobla aquн — les indicу la haut Nadina. A medio camino en el pasillo pasaron junto a un criado, que se apartу con una reverencia y no los volviу a mirar. Kety usу pentarrбpida con usted? — preguntу Miles a Nadina-. Cuбnto sabe de las sospechas del Criadero Estrella? La Pentarrбpida no funciona en las hautmujeres — le informу Pel por encima del hombro. — Ah. no? Y en los hauthombres? — No muy bien — dijo Pel. — De todos modos… — Aquн. — Nadina seсalу un tubo elevador. Descendieron una cubierta y siguieron por otro pasillo mбs estrecho. Nadina tocу el cabello plateado que tenнa sobre la falda, mirу las puntas cortadas con el ceсo fruncido, despuйs lo soltу con un sonido despectivo, desdichado y concluyente-. ЎQuй desagradable es todo esto! Espero que estйs disfrutando la oportunidad de divertirte, Pel. Y espero que la oportunidad sea muy breve. Pel hizo un ruido y no quiso comprometerse con una respuesta. Miles no entendнa muy bien por quй, pero йsa no era la misiуn heroica que habнa previsto — Una misiуn secreta, en la nave de Kety, con dos hautladies mayores y decorosas-. A decir verdad, se podнa sospechar de la alianza de Pel con la correcciуn y la decencia, pero Nadina parecнa intentar compensarla. Miles tenнa que admitir que la idea de la burbuja era mucho mejor que la de disfrazar sus peculiaridades fнsicas como ba, especialmente porque esas criaturas extraсas tenнan siempre un aspecto muy saludable. Habнa bastantes hautmujeres en esa nave y una burbuja en un pasillo no llamaba la atenciуn de nadie. No es eso. Es que hasta ahora hemos tenido suerte. Llegaron a una puerta sin indicaciones. — Aquн es — anunciу Nadina. No habнa guardias que custodiaran la puerta: йsa era la pequeсa habitaciуn inexistente. — Cуmo entramos? — preguntу Miles-. Llamamos a la puerta? — Supongo — dijo Pel. Bajу la pantalla un segundo, llamу y volviу a subirla. — ЎEra una broma…! — exclamу Miles, horrorizado. Seguramente no habнa nadie ahн dentro… se habнa imaginado la Gran Llave guardada a solas en un compartimiento con cerradura codificada… La puerta se abriу. Un hombre pбlido, enfundado en la librea de Kety, con grandes ojeras oscuras bajo los ojos, apuntу a la burbuja con un aparato, leyу la firma electrуnica y dijo: — Sн, haut Vio? — Traigo a la haut Nadina para que lo intente de nuevo — dijo Pel. Nadina hizo un gesto. No estaba de acuerdo. — No creo que vayamos a necesitarla — objetу el hombre de librea-, pero puede usted hablar con el general. — Se colocу a un costado de la puerta para dejarlos pasar. Miles, que habнa estado calculando cуmo dormir al hombre con el aerosol de Pel, empezу a urdir nuevas estrategias. Habнa tres hombres en… sн, era un laboratorio de decodificaciуn. Una gran cantidad de mбquinas, conectadas con cables provisionales, ocupaban hasta la ъltima superficie de la habitaciуn. Habнa un tйcnico con aspecto aъn mбs cansado, ataviado con el uniforme de fajina negro de Seguridad militar Cetagandana, sentado frente a una consola, con aire de haber permanecido en esa posiciуn durante dнas y dнas. A su alrededor habнa un cнrculo de envases de bebida con cafeнna y sobre una mesa cercana, un par de botellas de calmantes. Pero el que llamу la atenciуn de Miles era el tercer hombre, que se inclinaba sobre el hombro del tйcnico. No era el ghemgeneral Chillan, como habнa supuesto al principio. Era un hombre mбs joven, mбs alto, de rasgos severos y firmes, y llevaba el uniforme formal rojo sangre de Seguridad Imperial del Jardнn Celestial. Sin rayas de cebra en la cara. Tenнa la guerrera arrugada y abierta. No era el jefe de Seguridad — la mente de Miles revisу la lista que habнa memorizado hacнa semanas en un trabajo muy equivocado de preparaciуn para el viaje-, sн, sн, era el ghemgeneral Naru, tercero en la lнnea de mando. El contacto de Kety en Seguridad Imperial de Cetaganda. Aparentemente, estaba ahн para ayudar a romper los cуdigos que protegнan la Gran Llave. — De acuerdo — dijo el tec de cara agotada-, empecemos con la rama siete mil trescientos seis. Setecientos mбs y la tenemos, lo juro. Pel jadeу con fuerza y seсalу hacia adelante. Mбs allб de la consola, apiladas en un montуn desordenado sobre la mesa, habнa ocho copias de la Gran Llave. O una Gran Llave y siete copias… Estarнa Kety tratando de cumplir con el sueсo de la emperatriz Lisbet? Y entonces, acaso las ъltimas dos semanas habнan sido sуlo un enorme malentendido? No… no. Tenнa que ser otra trampa. Tal vez Kety planeaba enviar a los otros gobernadores a casa con copia y todo, o hacer que Seguridad Imperial tuviera que perseguir siete copias… y habнa muchas otras posibilidades… todas en la orden del dнa de Kety… sуlo Kety. Miles pensу que si disparaba el bloqueador empezarнan a sonar todas las alarmas… No, eso tenнa que reservarlo como ъltimo recurso. Mierda, si sus vнctimas eran inteligentes — y Miles suponнa que la inteligencia de los tres hombres que tenнa adelante estaba mбs allб de toda duda-, saltarнan sobre йl para que disparara. Йl lo hubiera hecho. — Quй mбs esconde usted en su manga? — le susurrу Miles a Pel. — Nadina — Pel hizo un gesto hacia la mesa-, cuбl es la Gran Llave? — No estoy segura — dijo Nadina, que miraba ansiosamente el montуn de aparatos. — Lo mejor serб que nos las llevemos todas — pidiу Miles con urgencia. — Pero tal vez todas son falsas — objetу Pel-. Tenemos que averiguar cuбl es la verdadera. Si no volvemos con la Gran Llave, nuestra misiуn habrб fracasado. — Buscу en la ropa y sacу un anillo conocido, un anillo con el dibujo de un ave chillando… Miles se quedу sin aliento. — ЎPor Dios santo!, cуmo se le ha ocurrido traer eso? ЎQue no lo vea nadie! Despuйs de dos semanas de tratar de reproducir lo que hace ese anillo, le aseguro que esos hombres estбn mбs que dispuestos a matarla por йl. El ghemgeneral Naru girу en redondo y se enfrentу a la burbuja blanca. — Sн, Vio, quй pasa ahora? — Tenнa la voz llena de aburrimiento y de desprecio. A Miles le pareciу que Pel trataba de dominar un ataque de pбnico. La vio ensayar la respuesta en la garganta, sin voz, y despuйs, descartarla definitivamente. — No vamos a poder mantener este asunto asн por mucho tiempo — urgiу Miles-. Propongo que ataquemos, tomemos lo que queremos y nos vayamos de aquн. — Cуmo? — preguntу Nadina. Pel levantу la mano para pedir silencio en la discusiуn y tratу de ganar algo de tiempo. — Su tono de voz es inadmisible, seсor. Naru hizo una mueca. — Volver a esa burbuja no le sienta bien, haut. Demasiado orgullo. Bueno, disfrъtelo mientras pueda. Despuйs de esto, vamos a sacar a todas las perras de sus fortalezas. Sus dнas de esconderse detrбs de la ceguera y la estupidez del Emperador estбn contados. Se lo aseguro, haut Vio. Bueno… Naru no habнa entrado en el complot por fidelidad a los planes de la emperatriz sobre el destino genйtico de los haut, eso era evidente. Miles comprendнa que los privilegios tradicionales de las hautladies se hubieran convertido en una ofensa irritante y profunda para la decisiуn y la paranoia que debe tener un hombre de Seguridad. Era йse el soborno que habнa ofrecido Kety a Naru por su cooperaciуn? La promesa de que el nuevo rйgimen abrirнa las puertas cerradas del Criadero Estrella y luces en cada rincуn secreto de las hautmujeres? La promesa de destruir la extraсa base del poder de las haut para ponerlo todo en manos de los ghemgenerales, es decir, al lugar que le correspondнa (segъn Naru)? Era Kety quien estaba manipulando a Naru, o los dos ocupaban un puesto similar en el complot? Tenнan el mismo grado de responsabilidad, decidiу Miles. Naru es el hombre mбs peligroso de la habitaciуn, tal vez de toda la nave. Puso el bloqueador en potencia baja. La esperanza de que de esta forma el arma no disparara las alarmas era muy remota pero… — Pel — dijo con urgencia-, use la ъltima dosis de droga contra el ghemgeneral Naru. Yo tratarй de amenazar a los demбs, de dominarlos sin disparar. Los atamos, cogemos las Llaves y nos vamos de aquн. No serб elegante, pero al menos lo haremos con rapidez, y en este momento el tiempo es un factor crнtico. Pel asintiу sin entusiasmo, recogiу las manos y preparу el bulbo de aerosol. Nadina se aferrу a la silla; Miles se preparу para saltar. Pel bajу la pantalla de fuerza y echу el aerosol sobre la cara asustada de Naru. El general tratу de no respirar y dio un paso atrбs, y la nube de droga apenas lo rozу. Cuando el general soltу el aliento retenido, emitiу un grito de advertencia. Miles maldijo, saltу al suelo y disparу tres veces, una detrбs de otra, con rapidez. Los dos tйcnicos cayeron al suelo; Naru casi consiguiу esquivar el rayo pero la nube lo paralizу. Por el momento. Se derrumbу sobre la mesa como un jabalн que se hunde en un pantano, la voz reducida a un gruсido incomprensible. Nadina corriу hacia la mesa de las Llaves, las puso sobre las tъnicas y se las llevу a Pel. Pel tomу el anillo y probу: — No… йsa no… Miles dirigiу una mirada a la puerta, que seguнa cerrada y se mantendrнa asн hasta que el lector recibiera a una palma autorizada. Quiйn estaba autorizado? Kety… Naru, que ya estaba dentro… algъn otro? Pronto lo averiguaremos. — No… — seguнa diciendo Pel-. Y si son todas falsas…? No… — Claro que son todas falsas — comprendiу de pronto Miles-. La verdadera tiene que estar… — Empezу a seguir los cables de la comuconsola del tйcnico en decodificaciуn. Todos iban hacia una caja, escondida detrбs del equipo y la caja tenнa… otra Gran Llave. Pero йsa estaba en un rayo-luz de comunicaciones, que llevaba las seсales de los cуdigos-. ЎAquн! — Miles la arrancу del lugar y se la devolviу a Pel-. Tenemos la Llave, tenemos a Nadina, sabemos lo que necesitamos de Naru, lo tenemos todo. Larguйmonos. La puerta siseу al abrirse. Miles girу sobre sus talones y disparу. Un hombre armado con un bloqueador y ataviado con la librea de Kety se tambaleу hacia delante. Gritos y golpes llegaron desde el corredor y una docena de hombres se apartу hacia un lado para no quedar en la lнnea de fuego. — Sн — gritу Pel con alegrнa cuando se abriу la tapa de la Gran Llave. Ahн estaba: la habнan encontrado. — -ЎAhora no! — aullу Miles-. Vuelva a la silla, Pel, y conecte la pantalla de fuerza. Miles se agachу a bordo de la silla; la pantalla se cerrу bruscamente a su alrededor. Una nube de fuego de bloqueador en masa atravesу el umbral. El fuego se extinguiу con un crujido sobre la esfera brillante, sin daсos: el ъnico efecto fue un brillo mayor alrededor de la silla. Pero la haut Nadina estaba fuera. Gritу y se tambaleу, dolorida, al recibir el impacto de la nube del rayo. Los hombres pasaron por la puerta. — ЎTienes la Llave, Pel! — gritу la haut Nadina-. ЎVete! Una sugerencia muy poco prбctica: los hombres del gobernador Kety apresaron a Nadina y bloquearon la puerta, y el triunfador pasу por el umbral y lo cerrу tras йl con la palma. — Bueno, bueno — dijo en tono muy lento, los ojos llenos de curiosidad frente a la carnicerнa que tenнa delante-. Bueno. — Por lo menos podrнa tener la cortesнa de maldecir y patear el suelo, pensу Miles con amargura, pero el gobernador parecнa tener… un control absoluto de la situaciуn—. Quй tenemos aquн? Un soldado de Kety se arrodillу junto al ghemgeneral Naru y lo ayudу a levantarse, sosteniйndolo por los hombros. Naru, que tuvo dificultades para sentarse, se pasу una mano temblorosa por la cara, que sin duda le dolнa y le picaba — Miles lo sabнa: habнa experimentado mбs de una vez la desagradable sensaciуn del bloqueo— y ensayу una respuesta inteligible. En el segundo intento, consiguiу articular unas palabras comprensibles: — Consortes Pel y Nadina. Y el… barray… ЎLe dije a usted que esas burbujas eran un peligro…! — Volviу a caer en los brazos del soldado-. Pero no im… Los tenemos a todos… — Cuando ese cerdo se someta a juicio por traiciуn — dijo la haut Pel con odio profundo-, pienso pedirle al Emperador que le saque los ojos antes de ejecutarlo. Miles se preguntу de nuevo por la secuencia de hechos de la noche anterior: cуmo habrнan conseguido el gobernador y el ghemgeneral sacar a la haut Nadina de la burbuja? — Creo que se estб adelantando, milady — suspirу. Kety caminу alrededor de la burbuja de la haut Pel, estudiбndola. Tenнa que romper ese huevo: un lindo rompecabezas para el gobernador. O no? Ya lo habнa hecho una vez. Escapar era imposible: los movimientos de la burbuja estaban fнsicamente bloqueados. Kety podнa sitiarlos, hacerlos morir de hambre si no le importaba esperar… pero no. Lo cierto era que Kety no podнa esperar. Miles sonriу con amargura y le dijo a Pel: — Esta silla tiene comunicaciуn con el exterior, verdad? Lamento decirlo, pero es hora de pedir ayuda. Por Dios, casi lo habнan conseguido, casi habнan acabado con el problema sin que nadie se enterara, sin dejar pistas. Pero ahora que habнan identificado a Kety y a Naru, el apoyo interno del gobernador estaba neutralizado. Seguridad Imperial no constituнa un peligro para las haut. Los cetagandanos tendrнan que terminar el asunto ellos mismos. Si es que consigo ponerme en contacto con ellos… El gobernador Kety hizo un gesto para que los hombres que sostenнan a Nadina la arrastraran hacia lo que consideraba la parte delantera de la burbuja. Estaba unos cuarenta grados desplazado pero… Pidiу el vibracuchillo a uno de los guardias, se acercу a Nadina y le levantу el cabello plateado. Ella aullу de terror, pero se relajу de nuevo cuando йl se limitу a ponerle el cuchillo en el cuello con mucha suavidad. — Baje usted la pantalla de fuerza, Pel, y rнndase. Inmediatamente. No me obligue a recitar amenazas sangrientas. — Mierda — gruсу Miles, angustiado-. Nos tiene. A nosotros, al anillo, a la Gran Llave… — La Gran Llave. Estaba llena de… informaciуn codificada. Informaciуn cuyo valor surgнa del hecho de que era ъnica y secreta. En cualquier otro lugar del universo, la gente caminaba vadeando rнos de informaciуn, la informaciуn les llegaba hasta las orejas: una masa enorme de datos, seсales y ruido… fбcil de transmitir y reproducir. Si nadie se lo impedнa, la informaciуn se multiplicaba como una colonia de bacterias siempre que hubiera dinero o poder detrбs de ella y, finalmente, se ahogaba en su propia duplicaciуn y el aburrimiento de los receptores humanos. — La silla flotante, el comu… es equipo del Criadero Estrella. Se puede usar para transmitir la informaciуn de la Gran Llave? — Quй? Pero… — Pel lo mirу, luchando con el asombro-. Supongo que sн, pero este comu. no tiene la potencia necesaria para transmitirlo todo al jardнn Celestial. — No se preocupe por eso. Pбselo a la red de comunicaciуn de emergencia, la red de navegaciуn comercial. Tiene que haber un elevador de potencia en la estaciуn de transferencia orbital. Tengo los cуdigos estбndar del elevador, son simples… tienen que ser fбciles de recordar. Y son cуdigos de mбxima emergencia: el elevador divide la seсal y la deposita en los ordenadores de todas las estaciones y naves, tanto comerciales como militares, que se encuentren dentro del sistema estelar de Eta Ceta. Estб pensado como sistema de socorro para naves en peligro. Que Kety se quede con la Gran Llave si quiere. Йl y doscientas mil personas mбs… A quй quedarб reducido el complot? Tal vez no podamos ganar, pero asн le robaremos la victoria… La mirada en la cara de Pel, que asimilaba rбpidamente esa sugerencia inconcebible, pasу de un gesto de horror a una expresiуn de alegrнa desmayada y despuйs, al espanto. — Para eso necesitamos tiempo… mucho tiempo, minutos… ЎKety no nos va a permitir…! No. Ya tengo la soluciуn. — Los ojos de Pel se iluminaron de rabia e inteligencia-. Cuбl es el cуdigo? Miles recitу los nъmeros y los dedos de Pel teclearon sobre el panel de control. Pel puso la Gran Llave abierta sobre el lector. Kety llamу desde fuera de la burbuja: — ЎAhora, Pel! — La mano se le tensу sobre el cuchillo. Nadina cerrу los ojos y permaneciу de pie, callada y digna. Pel marcу el cуdigo del comu, bajo la pantalla de fuerza de la burbuja y saltу del asiento, arrastrando a Miles con ella. — ЎDe acuerdo! — dijo en voz alta, alejбndose de la burbuja-. Estamos afuera. La mano de Kety se relajу. La pantalla volviу a cerrarse. La fuerza del golpe hizo que Miles se tambaleara. Tropezу y cayу en los brazos de los guardias del hautgobernador, que le dieron una afectuosa bienvenida. — Eso es molesto — dijo Kety con frialdad, mirando la burbuja con la Gran Llave dentro-. Pero es un inconveniente pasajero, nada mбs. Llйvenselos. — Hizo un gesto a los guardias con la cabeza y se alejу de Nadina-. ЎTъ! — dijo sorprendido, cuando descubriу a Miles entre los guardias. — Yo. — Los labios de Miles se abrieron en una mueca de dientes brillantes que no tenнa nada que ver con una sonrisa-. Siempre he sido yo, gobernador. De principio a fin, se lo aseguro. — Y usted estб en las ъltimas. Claro que tal vez yo estй demasiado muerto para disfrutar del espectбculo… Kety no se atreverнa a dejar con vida a los tres testigos. Pero le llevarнa tiempo disponer las muertes con cierta discreciуn. Cuбnto tiempo, cuбntas posibilidades de…? Kety apretу el puсo y se dominу justo antes de lanzarlo contra la mandнbula de Miles. Seguramente, el golpe habrнa quebrado algъn hueso. — No, tъ eres el que se rompe… — musitу para sн. Dio un paso atrбs e hizo un gesto al guardia con la cabeza—. Un poco de picana para йl. Para todos. El guardia sacу la picana, un instrumento militar corriente, dirigiу una mirada a las consortes vestidas de blanco y dudу. Mirу a Kety con ojos implorantes. Miles casi oyу los dientes apretados del gobernador. — De acuerdo… sуlo al barrayarйs. Muy aliviado, el guardia hizo girar la picana y tocу a Miles tres veces, primero en la cara, luego en el vientre y entre las piernas. El primer roce hizo gritar a Miles, el segundo lo dejу sin aliento y el tercero lo arrojу al suelo en agonнa, con los brazos y las piernas plegados en posiciуn fetal. No mбs cбlculos, al menos de momento. El ghemgeneral Naru, que se estaba levantando con algo de ayuda, riу en el tono de quien ve que por fin se hace justicia. — General — le dijo Kety e hizo un gesto hacia la burbuja-, cuбnto tardarб en abrir eso? — A ver… — Naru se inclinу junto al tйcnico de cara agotada y le sacу un aparatito que apuntу a la burbuja-. Han cambiado los cуdigos. Media hora. A partir del momento en que los tйcnicos empiecen a reaccionar. Kety hizo una mueca. Sonу la alarma del comu de muсeca. Las cejas de Kety se alzaron en la frente y dijo: — Sн, capitбn? — Hautgobernador — llegу la voz formal, inquieta, de un subordinado-, hemos detectado una comunicaciуn especial en canales de emergencia. Estбn transmitiendo una enorme cantidad de datos a los sistemas. Algъn tipo de mensaje codificado. Excede la capacidad de memoria del receptor y se estб volcando en todos los sistemas, como un virus. Viene marcado con el sнmbolo imperial de emergencia. Y la seсal parece provenir de nuestra nave… Es… son уrdenes suyas? Las cejas de Kety se alzaron mбs en un gesto de sorpresa. Despuйs observу la burbuja blanca, que brillaba en el centro de la habitaciуn. Maldijo entre dientes, una palabra larga, aguda, sibilante. — ЎNo! ЎGhemgeneral Naru! Tenemos que anular esa cortina de fuerza… Ўahora, ahora mismo! Se volviу para dedicar a Pel y Miles una mirada venenosa que prometнa una retribuciуn infinita; despuйs, йl y Naru se hundieron en una conversaciуn frenйtica. Inyectaron a los tйcnicos enormes dosis de sinergina que no consiguieron devolverles instantбneamente la conciencia, aunque los dos se sacudieron y gruсeron con movimientos muy prometedores. Kety y Naru estaban solos frente al problema. A juzgar por la luz malйvola que ardнa en los ojos de Pel, abrazada a Nadina, iban a llegar demasiado tarde. El dolor de los golpes de la picana se desvanecнa despacio en el cuerpo de Miles, pero se quedу en el suelo, encogido y quieto, para que al gobernador no se le ocurriera repetir sus atenciones. Kety y Naru estaban concentrados en la tarea, tan hundidos en discusiones airadas sobre la forma mбs rбpida de proceder, que sуlo Miles reparу en un redondel brillante que se formу en la puerta de entrada a la habitaciуn. Sonriу a pesar del dolor. Un segundo despuйs, la puerta se derrumbу hacia el interior en medio de una lluvia de plбstico y metal derretido. Otro segundo de espera, para prevenir alguna reacciуn rбpida desde el interior. Y despuйs, el ghemcoronel Benin, impecablemente vestido con su uniforme rojo, con el maquillaje reciйn aplicado, cruzу el umbral con paso firme. No iba armado, pero el escuadrуn de uniforme terracota que lo acompaсaba llevaba un arsenal suficiente como para destrozar cualquier obstбculo menor que un acorazado. Kety y Naru se paralizaron en mitad de una palabra; los criados del gobernador lo pensaron mejor, abrieron las manos, levantaron los brazos y se quedaron quietos. El coronel Vorreedi, impecable en uniforme negro de la Casa, aunque con el rostro no tan sereno como Benin, entrу en ъltimo lugar. En el corredor, mбs allб, Miles alcanzу a ver a Ivan, asomado detrбs de los hombres y las armas, con un pie en el aire y expresiуn preocupada. — Buenas noches, haut Kety, ghemgeneral Naru. — Benin se inclinу con cortesнa exquisita-. Por orden personal del emperador Fletchir Giaja, es mi deber arrestarlos bajo la acusaciуn de traiciуn al imperio. Y… — dijo mirando a Naru con una sonrisa afilada como una navaja— complicidad en el asesinato de Ba Lura, asistente imperial. 15 A la altura de los ojos de Miles, la cubierta floreciу en un bosque de botas rojas cuando el escuadrуn de Benin entrу en la habitaciуn, desarmу y arrestу a los soldados de Kety, y finalmente los sacу de allн con las manos sobre la cabeza. Kety y Naru se fueron con ellos, apretados como dos lonchas de jamуn entre hombres de ojos duros que no parecнan interesados en escuchar explicaciones. Kety gruсу y la procesiуn se detuvo un momento frente a uno de los enviados de Barrayar. Miles oyу la voz de Kety, frнa como el hielo: — Felicidades, lord Vorpatril, espero que pueda usted sobrevivir a su victoria. — Ajб? — dijo Ivan. Ah, dйjenlo tranquilo. Era demasiado difнcil tratar de explicarle a Kety su confusiуn con respecto a la pequeсa cadena de mando de Miles. Tal vez Benin sн lo veнa claro. Una palabra severa del sargento del escuadrуn y los hombres empujaron a los prisioneros hacia el corredor. Cuatro botas negras y brillantes se desprendieron de la multitud y se pararon frente a la nariz de Miles. Hablando de explicaciones… Miles torciу la cabeza y levantу la vista hacia el paisaje extraсo y distorsionado de las caras de Ivan y el coronel Vorreedi. Sentнa el suelo fresco bajo la mejilla y no podнa moverse. De todos modos, no tenнa ganas de levantarse. Ivan se inclinу. Miles vio la cabeza al revйs en el aire y oyу decir en tono tenso y preocupado: Estбs bien? — P-p-picana… No es-es… nada. — Bien — dijo Ivan y lo levantу tirбndole del uniforme. Miles colgу un momento, temblando y retorciйndose como un pez en un anzuelo, hasta que recuperу un equilibrio inestable. Se apoyу en Ivan porque no podнa sostenerse por sн mismo. Su primo le puso una mano bajo el codo para ayudarlo. No hizo comentarios. El coronel Vorreedi mirу a Miles de arriba abajo: — Voy a dejar que el embajador presente la protesta correspondiente por este tratamiento, teniente. — La expresiуn distante del coronel sugerнa que en realidad pensaba que el hombre de la picana se habнa quedado corto con sus agresiones-. Vorob'yev va a necesitar toda la municiуn disponible. Creo que usted ha creado el incidente diplomбtico mбs extraordinario de toda su carrera diplomбtica. — Ah, coronel — suspirу Miles-, pre-predigo que no tras-trascenderб nada de este incidente. Espere y ve-verб. El ghemcoronel Benin estaba inclinбndose frente a las haut Pel y Nadina en el otro extremo de la habitaciуn mientras les ofrecнa sillas-flotantes, pantallas de fuerza, ropas y asistentes ghemladies. Arrestбndolas en el estilo en que estaban acostumbradas? Miles dirigiу una mirada a Vorreedi. — Ivan le… le ha contado algo, seсor? — Eso espero — dijo Vorreedi con una voz cargada de amenazas. Ivan asintiу. Pero despuйs de un momento agregу: — Mmm… lo que pude… Teniendo en cuenta las circunstancias. Es decir, con los espнas cetagandanos dando vuelta alrededor, supuso Miles. Todo, Ivan? Lo mнo todavнa estб intacto? — Admito que sigo sin poder asimilarlo del todo… — dijo Vorreedi. — Q-quй pasу c-cuando me fui del Criadero Estrella? — le preguntу Miles a Ivan. — Me despertй y no estabas. Creo que fue el peor momento de mi vida… sabнa que te habнas ido en alguna de esas misiones locas que tanto te gustan, sin уrdenes, sin apoyo. — Ah, pero tъ eras mi apoyo, tъ has sido mi retaguardia, Ivan — murmurу Miles y se ganу una mirada furiosa-. Una retaguardia muy competente, como acabas de demostrar… — Sн, una retaguardia en tu estilo favorito… inconsciente en el suelo, sin posibilidad de poner algo de sentido comъn en los procedimientos. Viniste a que te mataran o algo peor, y todo el mundo me hubiera echado la culpa a mн. Lo ъltimo que me dijo tнa Cordelia cuando salimos de Barrayar fue: «Y trata de que no se meta en lнos, lo harбs, Ivan?" Miles oнa con toda precisiуn las cadencias cansadas e irritables de la condesa Vorkosigan en la parodia de Ivan. — Y… bueno, en cuanto comprendн lo que estaba pasando, me escapй de las hautladies… — Cуmo…? — Por Dios, Miles, son como mamб multiplicada por ocho. ЎAj! Y la haut Rian insistiу en que fuera a ver al ghemcoronel Benin, cosa que yo pensaba hacer de todos modos… Йl sн que tiene la cabeza en su sitio… — Benin caminу despacio hacia el grupo, posiblemente atraнdo por el sonido de su nombre en labios de Ivan-. Me escuchу, por suerte. Yo dirнa que entendнa mejor que yo todas las tonterнas que le soltй. Benin asintiу. — Es que yo estaba monitoreando las actividades inusuales que se detectaban alrededor del Criadero Estrella… — Alrededor, no dentro. Por supuesto-. Mis investigaciones me habнan hecho sospechar que pasaba algo con uno o varios de los hautgobernadores, asн que habнa preparado algunos escuadrones y los tenнa en уrbita, en estado de alerta. — Vamos, ghemcoronel, escuadrones… _ironizу Ivan-. Hay tres naves imperiales de guerra ahн afuera. Benin sonriу levemente y se encogiу de hombros. — El ghemgeneral Chi-Chilian no sabe nada, creo yo — interrumpiу Miles-. Pero tal vez u-usted qui-quiera interrogarlo sobre las actividades de su esposa, la haut Vio. — Ya lo hemos detenido — le asegurу Benin. Detenido, no arrestado. De acuerdo. Benin parecнa estar al corriente por ahora. Pero se habrнa dado cuenta de que todos los gobernadores estaban en el asunto? O habнa elegido a Kety como ъnico chivo expiatorio? Asunto interno de Cetaganda, se recordу Miles. No era trabajo suyo enderezar el gobierno cetagandano aunque la idea le resultara tentadora. Su deber se limitaba a sacar a Barrayar del atolladero. Sonriу mirando la burbuja blanca que protegнa a la Gran Llave. Nadina y Pel consultaban a un grupo de hombres de Benin; en lugar de tratar de bajar la pantalla de fuerza, estaban haciendo arreglos para transportar la silla y su precioso contenido hasta el Criadero Estrella. Vorreedi mirу a Miles con amargura. — Una cosa que lord Vorpatril no me explicу satisfactoriamente, teniente Vorkosigan, es la razуn por la que usted no nos contу el incidente inicial a pesar de la importancia del objeto que habнa caнdo en sus manos… — Kety estaba tratando de involucrar a Barrayar, seсor. Necesitaba pruebas para demostrar que… Vorreedi fue inexorable. — Sus razones personales, seсor… — Ah. — Miles pensу en fingir que aъn seguнa afectado por el daсo de la picana y quedarse sin habla. No, lбstima… Lo cierto era que sus motivos personales eran oscuros incluso para йl. Por quй habнa querido hacerlo? Por quй querнa estar al mando antes de que la complejidad de los hechos hubiera convertido a la supervivencia en el asunto prioritario? Ah, sн… un puesto en una nave. Era eso. Esta vez no, muchacho. Frases antiguas pero evocativas como control del daсo le pasaron por la cabeza. — En realidad, seсor, al principio no sabнa que se trataba de la Gran Llave. No la reconocн. Pero cuando la haut Rian se puso en contacto conmigo, los hechos pasaron con suma rapidez de lo aparentemente trivial a lo extremadamente delicado. Cuando me di cuenta de la profundidad y la complejidad del complot del hautgobernador, ya era demasiado tarde. — Demasiado tarde para quй? — preguntу Vorreedi con brusquedad. Miles no necesitу fingir una sonrisa enferma: aъn tenнa todo el cuerpo dolorido. Pero al parecer, Vorreedi se habнa convencido de que Miles no era un agente encubierto al mando de Simon Illyan, despuйs de todo. Eso es lo que tъ quieres que crean, recuerdas? Miles mirу la cara del ghemcoronel Benin, que escuchaba, fascinado, un poco separado del grupo. — Usted me habrнa sacado de la investigaciуn, seсor. Es asн y usted lo sabe. En el agujero de gusano, todos creen que soy un invбlido con un cуmodo puesto de correo al que he llegado por enchufe. La idea de que tal vez sirva para tareas mбs importantes es algo que el teniente lord Vorkosigan no hubiera tenido la oportunidad de probar en circunstancias normales. Frente al mundo en general, cierto. Pero Illyan sabнa el papel que habнa desempeсado Miles en el Centro Hegen y en otros lugares, y el primer ministro, lord Vorkosigan, padre de Miles, tambiйn lo sabнa y el emperador Gregor, y todos los que tenнan importancia en el gobierno de Barrayar. Hasta Ivan conocнa su extraordinario йxito como agente secreto. En realidad, los ъnicos que seguнan ignorбndolo eran… los que йl acababa de vencer. Los cetagandanos. Entonces para quй has hecho todo esto? Para brillar a los ojos de la haut Rian? Sуlo para eso? O estabas pensando en otro pъblico? El ghemcoronel Benin descifrу lentamente el parlamento de Miles. — Usted querнa ser un hйroe, no es eso? — Tanto que no le importaba de quй imperio? Le daba lo mismo ser hйroe de Cetaganda que de Barrayar? — agregу lord Vorreedi en voz baja. — Acabo de servir al imperio de Cetaganda, eso es cierto. — Miles ensayу una reverencia temblorosa en direcciуn a Benin-. Pero mi principal objetivo era Barrayar. El hautgobernador Kety tenнa planes muy desagradables para Barrayar. Y yo los desbaratй. — Ah, sн? — dijo Ivan-. Y dуnde habrнais acabado tъ y esos planes si no hubiera aparecido yo? — Ah. — Miles sonriу-. Pero yo ya habнa ganado. Kety no lo sabнa, eso es todo. Lo ъnico que seguнa siendo dudoso era mi supervivencia personal. — Entonces — dijo Ivan, exasperado-, por quй no entras en Seguridad de Cetaganda, eh, primito? Tal vez el ghemcoronel Benin te dй algъn puesto en una nave. Mierda, Ivan lo conocнa demasiado. — Poco probable — dijo Miles, como amargura-. Soy demasiado bajo. Las cejas del ghemcoronel Benin se torcieron un poco sobre su frente ancha. — En realidad — siguiу diciendo Miles-, la ъnica instituciуn que me aceptу como agente, si es que fui agente de alguien, es el Criadero Estrella, no el imperio. No servн al imperio de Cetaganda, servн a las haut. Pregъnteles a ellas. — Hizo un gesto hacia Pel y Nadina, que estaban a punto de salir de la habitaciуn mientras las asistentes giraban a su alrededor tratando de hacerlas sentir mбs cуmodas. — Mmmm. — El ghemcoronel Benin pareciу desinflarse un poco. Palabras mбgicas. Las faldas de una hautconsorte eran una fortificaciуn mбs fuerte de lo que Miles hubiera pensado hacнa tres semanas. Maniobrada por hombres con rayos tractores de mano, la burbuja de la haut Nadina se levantу en el aire y saliу de la habitaciуn. Benin le dirigiу una mirada, se volviу hacia Miles y abriу la mano frente a su pecho en un principio de reverencia. — De todos modos, teniente lord Vorkosigan, mi Seсor Celestial, el emperador haut Fletchir Giaja, me ha pedido que lo lleve a su presencia. Ahora. Miles era muy capaz de reconocer una orden imperial cuando la oнa. Suspirу e hizo una reverencia en honor de la orden de Benin. — Por supuesto… Ah… — Dirigiу una mirada a Ivan y a un Vorreedi sъbitamente inquieto. No estaba del todo seguro de que quisiera testigos de la entrevista. Tampoco estaba seguro de que prefiriese estar solo. — Sus… amigos pueden acompaсarlo — aceptу Benin-. Con la salvedad de que no tienen permiso para hablar a menos que se les invite a hacerlo. Invitaciуn que, si se hacнa, sуlo podнa provenir de labios del Seсor Celestial. Vorreedi asintiу, satisfecho en parte. Ivan empezу a practicar su truco de la invisibilidad. Los soldados de Benin condujeron y escoltaron al grupo barrayarйs sin arrestarlos, por supuesto: un arresto de enviados galбcticos habrнa violado el protocolo diplomбtico. Sostenido por Ivan, Miles se encontrу junto a la haut Nadina en el umbral. — Quй joven tan agradable — comentу Nadina en tono bajo y bien modulado mientras hacнa un gesto hacia Benin, que caminaba por el corredor dirigiendo a sus tropas-. Tan bien vestido… ese hombre entiende la forma correcta de hacer las cosas… Tenemos que hacer algo por йl, no te parece, Pel? — Claro, claro — dijo Pel y saliу por la puerta. Despuйs de un largo trayecto por la gran nave, llegaron al transbordador de Seguridad cetagandana. Benin no habнa perdido de vista a Miles en ningъn momento. Parecнa tan frнo y alerta como siempre, pero habнa cierto tono secreto… cierta complacencia que atravesaba el maquillaje facial. Seguramente, el arresto de su comandante por alta traiciуn habнa dado una satisfacciуn suprema a Benin. El ъnico punto alto de una carrera no muy destacada. Miles hubiera apostado dуlares betaneses contra arena a que Naru era el hombre que habнa asignado al decoroso y aseado Benin la tarea de cerrar el caso de la muerte de Ba Lura, es decir, le habнa asignado un fracaso. — A propуsito, general Benin — se atreviу a decir Miles-, le felicito por haber resuelto un asesinato tan complicado. Benin parpadeу. — Coronel Benin — corrigiу. — Eso es lo que usted cree. — Miles flotу hacia adelante y se acomodу en el asiento mбs agradable que encontrу, junto a una ventana. — No creo que haya visto esta cбmara de audiencias en toda mi vida — le susurrу el coronel Vorreedi a Miles mientras miraba todo a su alrededor-. No se usa para ceremonias diplomбticas ni pъblicas. No habнan ido a parar a un pabellуn sino a un edificio bajo y cerrado en el cuadrante norte del Jardнn Celestial. Los tres barrayareses habнan pasado una hora en una antecбmara tratando de descansar el cuerpo mientras por dentro crecнa la tensiуn. Los atendнa una docena de ghemguardias amables y solнcitos, que se ocupaban de todas sus necesidades fнsicas, pero se negaban a atender cualquier pedido de comunicaciуn con el exterior. Benin se habнa marchado con las haut Pel y Nadina. En vista de la compaснa cetagandana que los rodeaba, Miles no habнa informado a Vorreedi. Se habнa limitado a intercambiar algunas frases en voz baja con su superior. La habitaciуn le recordaba a Miles la Cбmara Estrella: sencilla, adornos superfluos, deliberadamente serena, de sonidos bajos, pintada en tonos frescos de azul. Las voces tenнan una cualidad sorda que sugerнa que la habitaciуn estaba encerrada en un cono de silencio. Los dibujos del suelo traicionaban la presencia de una gran mesa para comuconsola y asientos que se elevaban en caso de reuniones importantes. Por ahora, sin embargo, todos estaban de pie. Habнa otro huйsped esperando y Miles levantу las cejas, sorprendido. Ahн estaba lord Yenaro, de pie junto a un ghemguardia de uniforme rojo terracota. Yenaro parecнa pбlido; unas ojeras violбceas y oscuras le rodeaban los ojos, como si no hubiera dormido en tres dнas. Llevaba la misma ropa negra que le habнa visto Miles. en la exposiciуn de bioestйtica, pero ahora aparecнa toda arrugada y ajada. El ghemlord abriу mucho los ojos cuando vio a Miles y a Ivan. Volviу la cabeza y tratу de no mirarles. Miles le hizo un gesto alegre con el brazo y consiguiу que Yenaro le devolviera el saludo de mala gana. El gesto le provocу un terrible dolor de cabeza entre las cejas. Pero entonces, empezaron a pasar cosas, mejor dicho a llegar personas, y Miles se olvidу al instante del dolor. Primero entrу el ghemcoronel Benin, que se instalу y despidiу a los guardias. Lo seguнan las haut Pel, Nadina y Rian en sus sillas flotantes, con las pantallas desconectadas. Las tres se acomodaron a un costado de la habitaciуn. Nadina habнa escondido el extremo cortado del cabello entre el vestido. Era la ropa que Pel le habнa entregado: no se habнa cambiado. Todas habнan estado encerradas informando a los hombres y seguramente la reuniуn habнa transcurrido en el nivel mбs alto posible, porque poco despuйs entrу una figura conocida y los guardias se apostaron en el corredor exterior. De cerca, el emperador haut Fletchir Giaja parecнa mбs alto y mбs delgado que cuando Miles lo habнa visto de lejos en las ceremonias fъnebres. Tambiйn parecнa mбs viejo, a pesar del cabello negro. Por el momento, llevaba ropa informal, siempre dentro de los estбndares imperiales: apenas una media docena de capas de tela blanca sobre la malla masculina holgada, pero el blanco era cegador, como correspondнa a su papel como primer afectado por la tragedia de la muerte de la emperatriz. A Miles no le asustaban los emperadores, pero Yenaro casi se tambaleу como si fuera a desmayarse y hasta Benin se movнa con extrema formalidad frente a Fletchir. Miles se habнa criado como hermano adoptivo del emperador Gregor y en algъn lugar de su mente el tйrmino emperador estaba relacionado con una definiciуn como alguien con quien lugar al escondite. En el contexto de Cetaganda, esas suposiciones podнan ser algo asн como un campo psicolуgico minado. Ocho planetas y mayor que papб, se recordу Miles, tratando de inculcarse una deferencia apropiada frente a la ilusiуn de poder que pretendнa suscitar la parafernalia imperial. En un extremo de la habitaciуn, una silla se elevу del suelo para recibir lo que Gregor hubiera llamado sardуnicamente El Culo Imperial. Miles se mordiу los labios. Por lo visto, iba a ser una audiencia muy privada, porque Giaja dirigiу una indicaciуn a Benin para que se acercara y le hablу en voz baja. Benin despidiу al guardia de Yenaro. Sin йl, quedaron sуlo los tres barrayareses, las dos consortes planetarias, ademбs de Rian, Benin, el emperador y Yenaro. Nueve, el quуrum tradicional para un juicio. Bueno, siempre era mejor que enfrentarse a Illyan. Tal vez el haut Fletchir Giaja no solнa utilizar el sarcasmo como arma dialйctica. Pero cualquier pariente de esas mujeres haut tenнa que ser peligroso e inteligente. Miles tragу saliva para ahogar un estallido de explicaciones y balbuceos. Espera que te hablen primero, muchacho. Rian parecнa pбlida y grave, pero eso no significaba nada: Rian siempre parecнa pбlida y grave. Una ъltima punzada de deseo se convirtiу en una brasa furtiva y pequeсa en el corazуn de Miles, una brasa secreta y enquistada como un tumor. Pero todavнa temнa por ella. Ese miedo le enfriaba el pecho. Lord Vorkosigan — rompiу el silencio la voz de barнtono de Fletchir Giaja, una voz exquisita. Miles reprimiу la tentaciуn de mirar a su alrededor: despuйs de todo no habнa ningъn otro lord Vorkosigan presente; dio un paso adelante y se puso en posiciуn de descanso, como en un desfile. — Seсor. — Todavнa no… no entiendo cuбl ha sido su papel en los hechos de los ъltimos dнas. Y cуmo llegу a desempeсar ese papel. — Mi papel era el de chivo expiatorio, seсor; el gobernador Kety me lo concediу. Pero yo no cumplн con el papel que me asignaron. El emperador frunciу el ceсo frente a esa respuesta no del todo directa. — Explнquese. Miles mirу a Rian. — Todo? Ella inclinу la cabeza en un gesto casi imperceptible. Miles cerrу los ojos en una plegaria breve y confusa a cualquier dios que estuviera escuchбndole, los abriу de nuevo y se lanzу una vez mбs a la descripciуn de su primer encuentro con Ba Lura en el vehivaina personal; esta vez, el relato incluнa a la Gran Llave. Por lo menos, la escena tenнa la ventaja de ser la confesiуn que le debнa a Vorreedi, confesiуn extraсa en un lugar donde el jefe de Seguridad tenнa totalmente prohibido reaccionar o hacer comentarios. Vorreedi, un hombre sorprendente, no dejу traslucir emociуn alguna, excepto por un mъsculo rebelde que le saltaba por encima de la mandнbula. — En cuanto descubrн a Ba Lura en la rotonda del funeral, degollado — siguiу diciendo Miles-, me di cuenta de que mi desconocido oponente me habнa puesto en la posiciуn lуgicamente imposible de tener que negar una negaciуn. Ahora que me habнan obligado a meter las manos en la llave falsa mediante el truco de Ba Lura, no habнa forma de probar que Barrayar no habнa efectuado el cambio, excepto con el testimonio real del ъnico testigo ocular que ahora estaba frente a mн, en el suelo, muerto. O localizando la Gran Llave verdadera. Y eso fue lo que me propuse. Y si la muerte de Ba Lura no era un suicidio sino un asesinato sumamente complejo que se querнa hacer pasar por suicidio, era evidente que alguien de nivel muy alto en la Seguridad del Jardнn Celestial estaba cooperando con los asesinos. Eso significaba que no me convenнa acercarme a Seguridad Cetagandana y pedir ayuda. Pero despuйs alguien asignу el caso al ghemcoronel Benin, y seguramente le dijo que su carrera se verнa muy beneficiada si se conseguнa un rбpido veredicto de suicidio. Alguien que subestimу completamente las habilidades de Benin como oficial de Seguridad — — y sus ambiciones-. A propуsito, no fue el ghemgeneral. Naru? Benin asintiу; habнa un leve brillo en su mirada. — Por la razуn que fuera, Naru decidiу que el ghemcoronel Benin oficiarнa bien de chivo expiatorio. Recurrir a chivos expiatorios se estaba convirtiendo ya en un modus operandi de las operaciones del grupo, como usted sabrб si ya ha interrogado a lord Yenaro… — Miles levantу una ceja y mirу a Benin-. Veo que ha dado con lord Yenaro antes que los agentes de Kety. Creo que a pesar de todo, me alegro. — Tiene toda la razуn del mundo — le contestу Benin con tranquilidad-. Lo encontramos anoche… a йl y a su alfombra, un objeto muy interesante, por cierto. Su relato fue crucial para que yo respondiera como lo hice cuando llegу la… la sъbita explosiуn de informaciуn y demandas de ayuda por parte de su primo… — Ya veo. — Miles cambiу el peso del cuerpo de una pierna a la otra: su posiciуn de descanso se estaba torciendo un tanto. Se frotу la cara porque no parecнa el lugar ni el momento mбs adecuado para rascarse entre las piernas. — Su situaciуn fнsica le exige tomar asiento? — preguntу Benin, repentinamente solнcito. — No se preocupe. — Miles respirу hondo-. La primera vez que el ghemcoronel Benin me interrogу, tratй de dirigir su atenciуn hacia las sutilezas de la situaciуn. Por suerte, el ghemcoronel es un hombre sagaz y su lealtad a usted — y a la verdad— tuvo mбs peso que las veladas amenazas de Naru. Benin y Miles intercambiaron miradas francas y llenas de agradecimiento. — Kety tratу de entregarme al Criadero Estrella con la falsa acusaciуn de Ba Lura — prosiguiу Miles-. Pero por suerte, los tнteres volvieron a rebelarse. Quiero felicitar a la haut Rian por su reacciуn serena frente a una emergencia. No perdiу la cabeza y no se dejу llevar por el pбnico: eso me permitiу seguir adelante con mi plan para limpiar el honor de Barrayar. Ella… ella es una honra para los haut. — Miles la mirу, ansioso, tratando de encontrar alguna seсal de complicidad en esa cara impasible. Dуnde estamos?, pero ella siguiу mirando al frente, atenta y lejana, como si la pantalla de fuerza de la hautburbuja se hubiera incorporado a su piel-. La haut Rian sуlo tuvo una preocupaciуn: el futuro de los haut. No pensу en su propia seguridad ni en su carrera. — Aunque, claro, la definiciуn de el futuro de los haut era discutible-. Yo dirнa que la fallecida Augusta Madre eligiу bien a la Doncella. — Eso no es algo que le corresponde juzgar a usted, barrayarйs — dijo lentamente el haut Fletchir Giaja. Miles no supo descifrar si el tono de la frase era divertido o enojado. — Discъlpeme usted, seсor, pero le aseguro que yo no me ofrecн voluntario para esta misiуn. Me empujaron a ella. Para bien o para mal, mis juicios nos han traнdo hasta aquн. Giaja pareciу sorprendido, hasta cierto punto atуnito, como si nunca le hubieran devuelto en la cara una de sus amables insinuaciones. Benin se puso tenso y Vorreedi hizo un gesto de horror con el cuerpo. Ivan suprimiу una sonrisa de apenas un milнmetro y siguiу con su rutina de Hombre Invisible. El Emperador desviу la conversaciуn hacia otro terreno. — Y cуmo se vio usted involucrado con lord Yenaro? — Mmm… desde mi punto de vista, quiere usted decir? — Sin duda Benin ya le habнa presentado el testimonio de Yenaro y era evidente que el Emperador estaba controlando a sus testigos. Con frases cuidadosamente neutrales, Miles describiу las tres ocasiones en que los enviados de Barrayar habнan sido el blanco de las bromas cada vez mбs letales de Yenaro. Insistiу en sus propias teorнas sobre lord X. La cara de Vorreedi cambiу a un color cada vez mбs verdoso cuando Miles narrу el episodio de la alfombra. Miles agregу con cuidado-: En mi opiniуn, que creo probada por el incidente de la bomba de asterzina, lord Yenaro era una vнctima, tanto como yo e Ivan. Ese hombre no es un traidor. — Miles suprimiу por completo el principio de una sonrisa en su propia cara-. No podrнa hacer algo asн, no tiene arrestos suficientes. Yenaro se retorciу, pero siguiу guardando silencio. Sн, insistamos con la sugerencia de que se nos debe algo de piedad imperial a todos los presentes, asн tal vez haya alguna para el que mбs la necesita. Benin hizo un gesto a Yenaro que, con una voz inexpresiva, confirmу el relato de Miles. Benin llamу a un guardia y pidiу que se llevaran al ghemlord. Quedaron ocho en el centro del interrogatorio imperial. Seguirнan saliendo uno tras otro hasta que no quedara mбs que uno? Giaja permaneciу sentado en silencio durante un rato, despuйs hablу en cadencias muy formales y moduladas. — Creo que con esto es suficiente para juzgar lo que concierne al Estado. Ahora debemos dedicarnos a los haut. Haut Rian, puede usted quedarse con su criatura de Barrayar. Ghemcoronel Benin, por favor, podrнa esperar fuera con el coronel Vorreedi y lord Vorpatril hasta que yo lo llame? — Sire. — Benin hizo un saludo militar y se llevу a su grupito de barrayareses, todos insatisfechos. Oscuramente alarmado, Miles interrumpiу: — Pero… no desea usted que se quede Ivan, Seсor Celestial? Йl lo vio casi todo. — No — replicу Giaja, tajante. Bueno, eso era todo. Hasta que Miles e Ivan estuvieran fuera del jardнn Celestial, fuera del imperio y camino a casa, no habrнa lugar mбs seguro que junto al emperador. Miles se resignу con un suspiro. Y despuйs, de pronto, se quedу helado frente al enorme cambio en la atmуsfera de la habitaciуn. Las miradas femeninas, que antes habнan enfocado el suelo como correspondнa a su condiciуn, se elevaron hacia las caras de los demбs. Sin esperar un permiso, las tres sillas flotantes se acomodaron en cнrculo alrededor de Fletchir Giaja, que se sentу con la cara sъbitamente mбs expresiva: una cara mбs seca, mбs furiosa, mбs irritada que antes. La reserva cristalina de los haut se desvaneciу en una nueva intensidad. Miles se tambaleу. Pel le dirigiу una mirada. — Dale una silla, Fletchir — dijo-. El guardia de Kety lo sometiу a sus habituales tratos… ya sabes. En lugar de ensaсarse con Pel, sн. — Como quieras, Pel. — El Emperador tocу un control en el apoyabrazos de su silla. Una silla se elevу a los pies de Miles, que se derrumbу en ella, agradecido y mareado. — Espero que todas hayбis entendido ahora — dijo el haut Fletchir Giaja con mбs rigor— la sabidurнa de nuestros antepasados al decidir que el imperio y los haut tuvieran sуlo una interfaz. Yo. Sуlo un veto. El mнo. Las cuestiones relativas al hautgenoma deben permanecer al margen de la polнtica. De ese modo no caerбn en manos de polнticos que no entienden los propуsitos de los haut. Eso incluye a la mayorнa de nuestros amables ghemlores, como creo que te ha probado el ghemgeneral Naru, Nadina. — Un rayo de ironнa feroz, sutil… Miles empezу a dudar de su primera percepciуn de los asuntos sexuales en Eta Ceta. Y si Fletchir Giaja era haut primero y hombre despuйs… y las consortes eran hauts primero y mujeres despuйs…? Quiйn estaba a cargo en ese lugar, si Fletchir Giaja mismo se reconocнa producto del arte inestimable de su madre? — Desde luego — asintiу Nadina, con una mueca. Rian suspirу. — Quй se puede esperar de un mestizo como Naru? Pero el que sacudiу mi confianza en la visiуn de la Seсora Celestial es el haut Ilsum Kety. Ella dijo muchas veces que la ingenierнa genйtica sуlo es capaz de sembrar y que para seleccionar el grano se necesita la competencia. Pero Kety no era ghem, era haut. El hecho de que tratara de llevar a cabo su plan… me hace pensar que tenemos mucho que hacer antes de pasar a la etapa de selecciуn del grano. — Lisbet siempre mostrу cierta inclinaciуn por las metбforas primitivas — recordу Nadina con disgusto. — Pero tenнa razуn en cuanto a la diversidad — dijo Pel. — En principio — aceptу Giaja-. Pero esta generaciуn no es el momento adecuado. La poblaciуn haut aъn puede expandirse mucho en el espacio que ocupan ahora las clases bajas sin necesidad de conquistar mбs territorio. El imperio se encuentra ahora en un perнodo ineludible de asimilaciуn. — En las ъltimas dйcadas, las Constelaciones limitaron deliberadamente su expansiуn numйrica para conservar una posiciуn econуmica favorable — observу Nadina, quien sin duda desaprobaba esa idea. — Tъ ya lo sabes, Fletchir — interrumpiу Pel-, una soluciуn alternativa factible es exigir mбs cruces de Constelaciones por edicto imperial. Una especie de autoimpuesto genйtico. Serнa una decisiуn revolucionaria pero Nadina tiene razуn. Cada dйcada que pasa, las Constelaciones se hacen mбs decadentes y mбs lujosas, innecesariamente lujosas, quiero decir. — Creнa que el principal objetivo de la ingenierнa genйtica era evitar el desgaste natural de la evoluciуn al azar y reemplazarlo por la eficiencia de la razуn — interrumpiу Miles. Las tres hautmujeres se volvieron a mirarlo, atуnitas, como si una planta hubiera ofrecido una crнtica a una rutina de fertilizaciуn desde la maceta-. Bueno… eso creнa… — terminу Miles en una voz mucho mбs baja. Fletchir Giaja sonriу, una sonrisa leve, astuta y tormentosa. Un poco tarde, Miles se preguntу por quй lo habнan dejado quedarse por sugerencia/orden de Giaja. Tenнa la desagradable sensaciуn de estar en medio de una conversaciуn con una cantidad de corrientes subterrбneas y cruzadas que tiraban en tres direcciones diferentes al mismo tiempo. Si Giaja pretende transmitir algo, me. gustarнa que usara una comuconsola para enviar el mensaje. Miles sentнa que todo el cuerpo le latнa siguiendo la dolorosa pulsaciуn de la cabeza. Era mбs de la medianoche de uno de los dнas mбs largos de su corta vida. — Voy a llevar tu veto al Consejo de Consortes — dijo Rian con lentitud-, pero tienes que ocuparte del asunto de la diversidad, Fletchir. Me refiero a que te ocupes mбs directamente. Si esta generaciуn no es el momento, de todos modos hay que empezar a preparar una soluciуn. Y el mйtodo de la copia de seguridad es demasiado arriesgado: lo que pasу es prueba suficiente. — Minin — aceptу a medias Fletchir Giaja. Mirу a Miles con dureza-. De todos modos… Pel… cуmo diablos se te ocurriу vaciar el contenido de la Gran Llave por todo el sistema Eta Ceta? Como broma, no me parece divertida. Pel se mordiу el labio; sus ojos bajaron al suelo en un gesto nada habitual en ella. Miles dijo con firmeza: — No fue una broma, seсor. Nos enfrentбbamos a una muerte segura e inminente. La haut Rian habнa dicho que la primera prioridad era recuperar la Gran Llave. Los receptores del mensaje tenнan la Llave, pero no la cerradura; desde su punto de vista de ellos, era una chбchara informбtica sin ningъn valor. No tenнan los bancos genйticos. Pero eso nos aseguraba que usted podrнa recuperarla, tal vez de forma fragmentaria, despuйs de nuestra muerte, y en ese caso, lo que hiciera Kety ya no tenнa importancia. — El barrayarйs dice la verdad — afirmу Pel. — La mejor estrategia sigue estas pautas — asegurу Miles-. Hay que conseguir lo que se quiere, la vida tiene menos importancia. — Guardу silencio. La mirada de Fletchir Giaja parecнa decir que tal vez los bбrbaros de otros planetas no tenнan ningъn derecho a hacer comentarios que pudieran interpretarse como burla a las habilidades de la difunta madre del Emperador, aunque esas habilidades se hubieran dedicado en ъltima instancia al diseсo de un plan en contra del hijo. Esta gente es imposible. No se puede hablar con ellos. Quiero irme a casa, pensу Miles, cansado. — Quй va a pasar con el ghemgeneral Naru? — Serб ejecutado — dijo el Emperador. Habнa que darle crйdito: era evidente que la idea no le causaba mucha alegrнa-. El cuerpo de Seguridad tiene que ser… seguro. Miles no podнa discutir eso. — Y el haut Kety? Otra ejecuciуn? — Se va a retirar inmediatamente. Deberб someterse a una supervisiуn constante por motivos de salud. Si no estб de acuerdo, que se suicide. — Piensan obligarlo a suicidarse si es necesario? — Kety es joven. Va a elegir la vida y otros dнas y oportunidades. — Y los gobernadores? Giaja frunciу el ceсo con disgusto, mirando a las consortes. — Podemos concluir el caso cerrando los ojos. Pero no creo que consigan muchos puestos pъblicos en lo que les queda de vida. — Y… — Miles dirigiу una mirada a las damas-. Y la haut Vio? Quй pasa con ella? Los otros trataron de cometer homicidio. Ella lo consiguiу. Rian asintiу. — Le vamos a ofrecer la posibilidad de elegir — dijo con voz inexpresiva-. Reemplazar a Ba Lura, vivir sin sexo, sin pelo y en condiciуn de ba, con el metabolismo alterado, el cuerpo mбs grueso… y volver a una vida en el Jardнn Celestial como tanto deseaba. O un suicidio sin dolor. — Y quй… quй decidirб? — El suicidio, espero — dijo Nadina con sinceridad. Una justicia distinta para cada uno. Ahora que la excitaciуn de la caza habнa desaparecido, Miles sintiу un asco enorme frente a los despojos de la matanza. Y por esto he puesto en peligro mi vida? — Y la haut Rian? Y yo? Fletchir Giaja le dirigiу una mirada frнa y distante, a muchos aсos luz de distancia. — Voy a retirarme a pensar en ese… ese problema. Despuйs de una breve consulta en voz baja, el Emperador llamу a Benin para que escoltara a Miles, pero, escoltarlo adуnde? A casa, a la embajada o de cabeza a la mazmorra mбs cercana? Habнa mazmorras en el jardнn Celestial? A casa, segъn parecнa, porque Benin devolviу a Miles a la compaснa de Vorreedi e Ivan, y los llevу a la puerta oeste, donde los esperaba un auto de la embajada de Barrayar. Ahн se detuvieron y el ghemcoronel se dirigiу a Vorreedi. — No podemos controlar lo que ustedes incluyen en sus informes oficiales, coronel. Pero mi Seсor Celestial… — Benin hizo una pausa para seleccionar un tйrmino conveniente y delicado-. Mi Seсor Celestial espera que no aparezca nada de lo que han visto y oнdo hoy en los rumores sociales de la ciudad. — Eso puedo prometerlo, creo yo — dijo Vorreedi con sinceridad. Benin asintiу, satisfecho. — Puedo contar con su palabra de honor al respecto? Habнa hecho sus deberes con respecto a las costumbres de Barrayar, entonces. Los tres barrayareses dieron su palabra de honor y Benin los liberу al aire hъmedo de la noche. Faltaban unas dos horas para el amanecer, supuso Miles. El auto de la embajada estaba en sombras, por suerte. Miles se acomodу en un rincуn; envidiaba a Ivan por su habilidad para hacerse invisible, hubiera querido poder saltarse las ceremonias del dнa siguiente y volver a casa inmediatamente. Pero no. Si habнa llegado hasta aquн, era muy capaz de seguir hasta el amargo final. Vorreedi habнa llegado mбs allб de la emociуn y ahora viajaba en silencio. Sуlo una vez se dirigiу a Miles en tono frнo. — Quй diablos creнa usted que estaba haciendo, Vorkosigan? — Impedн que el imperio de Cetaganda se dividiera en ocho unidades agresivas. Hice fracasar los planes de provocar una guerra entre algunas de esas unidades y Barrayar. Sobrevivн a un intento de asesinato y ayudй a atrapar a tres traidores. No eran traidores a Barrayar, eso lo admito. Ah. Y resolvн un asesinato. Suficiente para un viaje, creo yo. Vorreedi luchу consigo mismo un momento y despuйs ladrу: — Es usted agente especial o no? En una lista de los que necesitaban saberlo… no figuraba el nombre de Vorreedi. No en ese momento. Miles suspirу por dentro. — Bueno, si no soy un agente especial… me he comportado como si lo fuera, no le parece? Ivan hizo un gesto de espanto. Vorreedi volviу a sentarse. No hizo ningъn comentario, pero todo su cuerpo irradiaba exasperaciуn. Miles sonriу con amargura en la oscuridad. 16 Miles se despertу de un sueсo tardнo y agitado, y descubriу que Ivan estaba a su lado, sacudiйndole el hombro con cuidado. Cerrу los ojos otra vez: querнa bloquear la poca claridad de la habitaciуn, bloquear la imagen de su primo. — Fuera, fuera… — tratу de volver a taparse la cabeza con las colchas. Ivan volviу a intentarlo con mбs energнa. — Ahora sй que era una misiуn — comentу-. Es el mal humor crуnico… que tienes siempre despuйs de las misiones. — No estoy de mal humor. Estoy cansado. — Estбs fantбstico… sabes? Con la mancha en el costado de la cara que te dejу ese bestia con la picana. Hasta el ojo. Se ve a la legua. Deberнas levantarte y mirarte en el espejo. — Odio a la gente que se encuentra bien por la maсana. Quй hora es? Por quй estбs levantado? Por quй estбs aquн? ЎMierda! — Miles perdiу las colchas. Ivan se las arrancу de las manos. — El ghemcoronel Benin viene a recogerte. En un crucero imperial de media manzana de largo. Los cetagandanos quieren que llegues a la ceremonia de cremaciуn una hora antes. — Cуmo? Por quй? No me pueden arrestar en la embajada, tengo inmunidad diplomбtica. Asesinarme? Ejecutarme? No es demasiado tarde para eso? — El embajador Vorob'yev tambiйn quiere saberlo. Me dijo que te levantara lo mбs pronto posible. — Ivan empujу a Miles hacia el baсo-. Empieza a depilarte. Te he traнdo las botas y el uniforme de la lavanderнa de la embajada. Si los cetagandanos quieren asesinarte, no creo que lo hagan aquн. Te van a meter algo sutil bajo la piel, algo que surtirб efecto dentro de seis meses y entonces, puf, te derrumbarбs para siempre donde quiera que estйs. — Una idea muy alentadora. — Miles se frotу la nuca, buscando disimuladamente golpes y chichones-. Te apuesto lo que quieras a que el Criadero Estrella tiene varias enfermedades terminales muy convenientes. Pero estoy casi seguro de no haber ofendido al Criadero… no a ellas… Miles dejу que Ivan fuera su ayuda de cбmara, aunque le costу bastante porque el trabajo de su primo venнa acompaсado de comentarios constantes y directos. Pero cuando Ivan le trajo una taza de cafй, Miles le perdonу todos sus pecados pasados, presentes y futuros. Se tragу la bebida caliente y examinу con cuidado la cara que le devolvнa el espejo por encima de la guerrera negra sin abrochar. La contusiуn que le cruzaba la mejilla izquierda se estaba convirtiendo en un dibujo policromado espectacular, dominado por un cнrculo negro bajo los ojos. Los otros dos golpes de picana no eran tan terribles porque la ropa lo habнa protegido un tanto. De todos modos, hubiera preferido pasar el dнa en cama. En el camarote de la nave de salto de SegImp, en un viaje a casa tan directo y rбpido como lo permitieran las leyes de la fнsica. Cuando llegaron al vestнbulo de la embajada, se encontraron no con Benin, sino con Mнa Maz, muy elegante en la ropa formal de duelo blanca y negra. Se habнa quedado con el embajador Vorob'yev hasta tarde, seguнa con йl cuando todos volvieron a la embajada en medio de la noche — bueno, mбs bien a principios de la maсana— y era evidente que no habнa dormido mбs que Miles. Pero parecнa muy fresca, hasta alegre. Les sonriу a los dos. Ivan le devolviу la sonrisa. Miles abriу los ojos lo mбs que pudo. — Vorob'yev no ha llegado? — Piensa bajar en cuanto termine de vestirse — le asegurу Maz. — Usted… usted nos acompaсarб? — preguntу Miles, esperanzado-. Bueno… no… supongo que tiene que estar con su delegaciуn. Como йste es el gran final… — Pienso acompaсar al embajador Vorob'yev. — La sonrisa de Maz se convirtiу en algo franco, alegre, con hoyuelos por todas partes-. Para siempre. Me ha pedido que me case con йl. Anoche. Creo que eso prueba lo preocupado que estaba. En medio del espнritu de locura que reinaba en el ambiente, aceptй. Si no puedes conseguir ayuda con dinero… Bueno, eso solucionarнa el problema de Vorob'yev:, que siempre habнa querido tener una experta femenina en el personal de la embajada. Por no mencionar una justificaciуn para tantos bombones e invitaciones. — Felicidades — dijo Miles. Aunque tal vez hubiera debido decir Felicidades a Vorob'yev y Buena suerte a Maz. — Parece raro… — le confiу Maz-. Quiero decir, lady Vorob'yev. Cуmo se las arreglу su madre, lord Vorkosigan? — Quiere decir siendo igualitaria, betanesa y demбs? No tuvo problema. Siempre dice que los igualitarios se ajustan bien a las aristocracias, siempre que vivan en ellas como aristуcratas, claro estб. — Espero conocerla algъn dнa. — Se llevarбn muy bien — predijo Miles con confianza. En ese momento apareciу Vorob'yev, abrochбndose la guerrera negra. En el mismo instante entrу el ghemcoronel Benin, escoltado por guardias de la embajada. Correcciуn: el ghemgeneral Benin. Miles sonriу entre dientes mirando el brillo del nuevo galуn sobre el uniforme rojo sangre de Benin. Ve? Ya se lo habнa dicho. Puedo preguntar de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — Vorob'yev no habнa pasado por alto el nuevo rango. Benin se inclinу. — Mi Seсor Celestial solicita la presencia de lord Vorkosigan. Ah… bueno, se lo vamos a devolver… — Me da usted su palabra? Para la embajada, serнa una terrible vergьenza si lo… perdiйramos de nuevo. — Vorob'yev se las arreglу para mirar a Benin con severidad y al mismo tiempo capturar la mano de Maz y acariciarla con cariсo. — Tiene usted mi palabra, embajador — prometiу Benin. Vorob'yev hizo un gesto de permiso no del todo decidido y el ghemgeneral se llevу a Miles. Miles echу una mirada atrбs. Se sentнa solo. Hubiera querido que Maz o Ivan o cualquier otra persona lo acompaсara. El auto de superficie no tenнa media manzana de largo pero en un vehнculo maravilloso, civil, no militar. Los soldados cetagandanos saludaron a Benin respetuosamente y lo acomodaron junto a Miles en el compartimiento posterior. El vehнculo arrancу y se alejу de la embajada: la sensaciуn era la de estar viajando en una casa. — Puedo preguntarle de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — preguntу Miles. La expresiуn de Benin era casi… la de un cocodrilo. Totalmente vacнa. Nula. — Me han ordenado que no le cuente nada hasta que lleguemos al jardнn Celestial. No le retendremos mucho tiempo, lord Vorkosigan, apenas unos minutos. Primero pensй que se sentirнa feliz con lo que vamos a hacer, pero despuйs reflexionй un poco y ahora he cambiado de opiniуn. Me parece que le va a resultar insoportable. En cualquier caso, se lo merece. — Tenga cuidado, ghemgeneral — gruсу Miles-, me parece que su creciente reputaciуn de sutileza se le estб subiendo a la cabeza. — Benin se limitу a sonreнr. A pesar de que era una sala pequeсa y no una enorme habitaciуn para reuniones como la de la noche anterior, no cabнa duda de que se trataba de una sala de audiencias imperiales. Sуlo tenнa un asiento y Fletchir Giaja ya se habнa acomodado en йl. La ropa blanca que lo cubrнa esa maсana era elaborada y pomposa y le impedнa algunos movimientos. Tenнa a dos servidores ba a su lado para ayudarle cuando se pusiera de pie. Ahora parecнa otra vez un icono y el maquillaje facial le daba expresiуn de porcelana. Tres burbujas blancas flotaban en silencio a su izquierda. De pronto, dos ba pusieron una cajita plana en manos de Benin, de pie a la derecha del Emperador. — Puede usted acercarse al Seсor Celestial, lord Vorkosigan — informу Benin. Miles avanzу dos o tres pasos, decidido a no arrodillarse. Йl y el haut Fletchir Giaja estaban frente a frente, aunque йl estuviera de pie y el Emperador, sentado. Benin entregу la caja al Emperador, que la abriу inmediatamente. — Sabe lo que es esto, lord Vorkosigan? — preguntу Giaja. Miles se quedу mirando el medallуn de la Orden del Mйrito, colgado de su cinta de colores, brillante y limpio sobre una cama de terciopelo oscuro. — Sн, seсor. Piensa usted meterme en una bolsa de seda con eso antes de tirarme por la borda? Giaja echу una mirada a Benin, que respondiу con un movimiento de hombros que parecнa decir Ya se lo advertн. — Incline usted la cabeza, lord Vorkosigan — Instruyу Giaja con firmeza-. Aunque no estй muy acostumbrado… Estarнa Rian en alguna de esas burbujas? Miles se mirу rбpidamente las botas bien lustradas mientras Giaj a le deslizaba la cinta sobre la cabeza. Retrocediу medio paso y no consiguiу detenerse: puso la mano sobre el metal frнo. No iba a hacer el saludo militar. No. — Creo… creo que me niego a recibir este honor, seсor. — Ah, no, usted no se niega — dijo Giaja en tono tajante, mirбndolo fijamente-. Me han dicho los observadores que necesita reconocimiento. Es una… — debilidad que puede explotarse…— cualidad comprensible que me recuerda mucho a nuestros ghem. Bueno, eso era mejor que una comparaciуn con otros descendientes de los haut, Ba Lura por ejemplo. Que al parecer no eran los eunucos del palacio, sino algo asн como un proyecto cientнfico interno de enorme valor; Miles no estaba seguro, pero por lo que sabнa, tal vez Ba Lura era pariente cercano de Giaja. Sesenta y ocho por ciento de material cromosуmico en comъn. O algo semejante. Miles decidiу que habнa que respetar mбs el silencio y la eficiencia de la raza ba. Respetarla y tambiйn tenerla en cuenta, cuidarse de ella. Todos estaban juntos en los negocios de los haut, servidores y amos. Con razуn el Emperador se habнa tomado tan en serio la muerte de Ba Lura. — Si estamos hablando de reconocimiento, seсor, esto no es algo que vaya a poder mostrar demasiado en casa… Mбs bien, supongo que lo guardarй en el cajуn mбs secreto que tenga. — Bien — dijo Fletchir Giaja en tono tranquilo-. Mientras guarde ahн tambiйn todo lo que se relacione con el incidente… Ah. Entonces, йsa era la explicaciуn: un soborno por su silencio. — Hay muy pocas cosas de las ъltimas dos semanas que pueda recordar con agrado, seсor. — Recuerde todo lo que quiera, pero no lo diga en voz alta. — Pъblicamente, no. Pero tengo que informar a mis superiores. Es mi deber. — Los informes militares secretos de Barrayar no son asunto de mi incumbencia. — Estoy… — Miles dirigiу una mirada a un lado, hacia lo que tal vez era la burbuja blanca de Rian, flotando en el aire a pocos pasos-. Estoy de acuerdo. Los pбlidos pбrpados de Giaja bajaron un segundo sobre sus ojos en un gesto de aceptaciуn. Miles se sentнa muy raro. Era soborno aceptar un premio por hacer exactamente lo que ya habнa decidido por su cuenta? Y ahora que lo pensaba… sospecharнan los barrayareses que habнa llegado a alguna especie de acuerdo con el Emperador de Cetaganda? La razуn verdadera por la que lo habнan traнdo a aquella charla sin testigos con el Emperador empezу a brillar por fin en su mente, aturdida por la falta de sueсo. No supondrбn que Giaja puede dominarme con veinte minutos de conversaciуn, o si. — Usted me acompaсarб en la ceremonia — siguiу diciendo el Emperador-, estarб de pie a mi izquierda. Ha llegado la hora. — Se levantу, ayudado por sus ba, que le recogieron las tъnicas y lo siguieron. Miles mirу las burbujas que flotaban a su alrededor con desesperaciуn silenciosa. ъltima oportunidad… — Puedo hablar con usted, haut Rian? — Se dirigiу a ellas en general, inseguro. No sabнa cuбl era la que buscaba. Giaja mirу por encima de su hombro y abriу la mano de dedos largos en un gesto de aceptaciуn mientras seguнa caminando sin cambiar el ritmo decoroso que le exigнa su atuendo. Dos de las burbujas se quedaron en la habitaciуn, una siguiу adelante con el Emperador y Benin se quedу de guardia Junto a la puerta abierta. No era exactamente un momento privado. Pero eso no le preocupaba. No eran muchas las cosas que Miles quisiera decir en voz alta. Echу una mirada a las dos esferas opacas y brillantes, sin saber a cuбl dirigirse. Una desapareciу en el aire y ahн apareciу Rian, sentada, bastante semejante a la dama que йl habнa visto por primera vez, con las tъnicas blancas y almidonadas orladas de cabello radiante. Cada vez que la veнa se quedaba sin aliento. Ella se acercу flotando y levantу una mano fina para acariciarle la mejilla. Era la primera vez que se tocaban. Pero йl pensaba que estaba dispuesto a morderla si ella le preguntaba Le duele? Rian no era tonta. — He recibido mucho de usted — dijo ella en voz tranquila-. Y no le he dado nada a cambio. — Йse es el comportamiento habitual de los haut, verdad? — dijo Miles con amargura. — Es el ъnico que conozco. El dilema del prisionero… Ella se quitу una espiral oscura y brillante de la manga, una especie de brazalete. Un delgado mechуn de cabello sedoso, muy largo, casi infinito. Se lo tendiу desde lejos. — Ahн tiene. Es lo ъnico que se me ha ocurrido. Eso es porque su cabello es lo ъnico que le pertenece realmente, milady. Todo lo demбs es un regalo de su Constelaciуn o del Criadero Estrella o de los haut o del Emperador. Usted vive en los intersticios de un mundo comunitario con una riqueza que estб mбs allб de los sueсos mбs ambiciosos de la avaricia, y sin embargo, personalmente, no tiene… nada. Ni siquiera sus propios cromosomas le pertenecen. Miles recibiу la espiral. Le pareciу suave y fresca cuando la tocу con los dedos. — Quй significa? Para usted… — A decir verdad no lo sй — confesу ella. Sincera hasta el final… Esta mujer no sabe mentir, por desgracia. — Entonces, me lo guardo, milady. Como recuerdo. En mi interior, lejos de todas las miradas. — Sн. Por favor. — Y cуmo piensa recordarme, milady? — Miles no tenнa absolutamente nada que darle, nada excepto la pelusa que le habнa dejado la lavanderнa de la embajada en los bolsillos. O prefiere olvidar? Los ojos azules de ella brillaron como el sol sobre un glaciar — No hay peligro de eso. Ya lo verб usted. — Rian se alejу lentamente. La pantalla de fuerza se levantу despacio a su alrededor y ella se desvaneciу como un perfume. Las dos burbujas flotaron tras los pasos del Emperador. El valle se parecнa al lugar donde habнan organizado las ofrendas poйticas, pero mбs espacioso, un gran cuenco abierto al cielo artificial de la cъpula. Los costados estaban atestados de haut y ghemlores vestidos de blanco acompaсados por las burbujas de las hautladies. Los mil delegados de la galaxia ocupaban la parte exterior, como un marco variado y colorido. En el centro, rodeada de una banda respetuosamente vacнa de cйsped y flores, habнa otra pantalla de fuerza redonda de unos doce metros de diбmetro. A travйs de la superficie translъcida, neblinosa, Miles veнa una gran cantidad de objetos apilados alrededor de una Plataforma, sobre la que descansaba la figura pбlida y frбgil de la haut Lisbet Degtiar. Miles se esforzу para distinguir la caja de madera pulida de la delegaciуn de Barrayar, pero la espada de Dorcas estaba enterrada en algъn lugar alejado, mбs abajo. En realidad, no tenнa importancia. Le habнan destinado un asiento en el cнrculo, una vista casi imperial de la ceremonia. El desfile final, que se realizarнa por un pasillo hacia el centro, respetaba un orden inverso: las ocho Consortes planetarias y la Doncella en sus nueve burbujas blancas; los siete — contadlos bien, muchachos, siete— hautgobernadores; luego el Emperador mismo y su guardia de honor Benin se colocу rбpidamente en el lugar del ghemgeneral Naru sin provocar ni una onda en el paisaje. Miles cojeу tras el sйquito de Giaja, intensamente consciente de sн mismo. Sin duda su figura resultaba extraordinaria en ese lugar: menudo, de poca estatura, siniestro, la cara de alguien que acaba de perder una pelea en un bar espacial. La Orden del Mйrito cetagandana resaltaba sobre el uniforme negro de la Casa Vorkosigan… casi nadie la pasarнa por alto. Miles supuso que Giaja lo estaba usando para enviar una seсal a sus hautgobernadores. No era una seсal muy amable. Evidentemente, Giaja no pensaba divulgar los hechos de las ъltimas dos semanas, asн que Miles tenнa que suponer que se trataba de una de esas expresiones del tipo entiйndelo si puedes, pensada para infundir no tanto una idea o un conocimiento como una sensaciуn de miedo. Una especie de terrorismo delicado y sutil. Sн… sн… Que traten de entender… Bueno, no se referнa a ellos. Miles pasу frente a la delegaciуn de Barrayar, ubicada bastante cerca del frente de la multitud galбctica. Vorob'yev le clavу los ojos, atуnito. Maz parecнa sorprendida pero contenta y seсalу el cuello de Miles mientras le decнa algo a su novio. Vorreedi tenнa la mirada torva, llena de sospechas. Ivan parecнa… en blanco… Gracias por tu voto de confianza, primito… Despuйs le tocу el turno a Miles: йl tambiйn se quedу de una pieza cuando vio a lord Yenaro en la ъltima fila de ghemlores. Llevaba puesta la ropa blanca y pъrpura de un ghemlord de compaснa de dйcimo rango en el jardнn Celestial, es decir el rango mбs bajo. Parece que finalmente ha conseguido el trabajo de perfumista ayudante… Y asн, el haut Fletchir Giaja habнa controlado a otra bala perdida. Excelente. El sйquito de Giaja tomу asiento casi en el centro. Una procesiуn de jуvenes ghemladies colocу una ъltima ofrenda floral alrededor de la pantalla de fuerza de la emperatriz. Un coro cantу una hermosa melodнa. Miles se descubriу calculando el precio de la mano de obra que se habнa empleado en las ceremonias del mes, con el salarlo mнnimo como ъnico costo de todos los involucrados. La suma era… desorbitada. Mientras hacнa el cбlculo, le pesaba cada vez mбs la falta de desayuno. Un solo cafй no era suficiente. No me voy a desmayar. No me voy a rascar la nariz. Ni el culo. No… Una burbuja blanca se deslizу hacia el Emperador. Su servidor ba — Miles lo reconociу— caminaba a su lado con una bandeja dividida en compartimientos. La voz de Rian repitiу las palabras rituales desde la burbuja: la ofrenda quedу a los pies de Giaja. Miles, sentado a la izquierda del Emperador, mirу los compartimientos y sonriу con amargura. La Gran Llave, el Gran Sello y los otros objetos ceremoniales de Lisbet volvнan al lugar que les correspondнa. La burbuja y su acompaсante se retiraron. Miles esperу, aburrido, que Giaja llamara a la nueva Emperatriz, la mujer que esperaba el nombramiento en algъn lugar en medio de la multitud de hautburbujas flotantes. El Emperador hizo un gesto para que Rian y su ba volvieran a aproximarse. Mбs frases formales, tan complejas que Miles tardу un instante en comprender el sentido. Rian hizo un gesto, su ba se inclinу y recogiу otra vez la bandeja. El aburrimiento de Miles se evaporу; de pronto, se sintiу ahogado por la intensidad de la sorpresa. Por una vez, hubiera querido ser todavнa mбs bajo o tener el talento de Ivan para desaparecer por completo o un aparato que pudiera teletransportarlo a alguna parte, a cualquier parte… Un movimiento de interйs, hasta de asombro, recorriу el pъblico ghem y haut. Los miembros de la Constelaciуn Degtiar parecнan felices. Los miembros de otras Constelaciones… miraban con correcciуn y modales perfectos. La haut Rian Degtiar tomу posesiуn del Criadero Estrella; esta vez como nueva Emperatriz de Cetaganda, cuarta Madre Imperial elegida por Fletchir Giaja, y ahora primera en importancia por virtud de su responsabilidad con respecto al genoma. Su primera obligaciуn genйtica serнa diseсar su propio hijo, el prнncipe imperial. Dios. Serнa feliz dentro de la burbuja? Tal vez su nuevo… no esposo, compaсero, pareja, el Emperador… no la tocara nunca. Tal vez terminaran siendo amantes. Tal vez Giaja quisiera enfatizar su posesiуn de ese modo. Aunque para ser justos, Rian seguramente sabнa lo que iba a pasar, no parecнa oponerse. Miles tragу saliva, descompuesto sъbitamente presa de un horrible cansancio. Le habнa bajado el nivel de glucosa. Tenнa que ser eso. Buena suerte, milady. Buena suerte… y adiуs. Y el control de Giaja se extendнa… suave y persistente… como la niebla. El Emperador levantу la mano y los ingenieros imperiales que lo esperaban pusieron en funcionamiento la central de energнa. Dentro de la pantalla de fuerza central empezу a surgir un brillo color naranja oscuro que se volviу rojo, despuйs amarillo, despuйs azul blanco. Los objetos de interior se movieron, cayeron, rodaron, las formas se desintegraron hasta convertirse en plasma molecular. Los ingenieros imperiales y los hombres y mujeres de Seguridad Imperial habнan tenido una noche tensa y difнcil, de eso no cabнa duda: habнan tenido que arreglar la pira de la emperatriz Lisbet con sumo cuidado. Si la burbuja estallaba, los efectos del calor se parecerнan bastante a los de una pequeсa bomba de fusiуn. No fue largo, tal vez diez minutos en total. Se abriу un cнrculo en la cъpula gris llena de nubes y apareciу el cielo azul del mundo exterior. El efecto era muy extraсo, como una visiуn de otra dimensiуn. Un agujero mucho menor se abriу en la pantalla de fuerza del centro del valle. Un fuego blanco se disparу hacia el cielo y la burbuja se ventilу. Miles supuso que el espacio aйreo sobre la ciudad estaba libre de trбnsito aunque la corriente de aire dispersу el humo con mucha rapidez. Entonces, la cъpula se cerrу otra vez, las nubes artificiales se alejaron con la brisa artificial, la luz brillу con mбs fuerza y alegrнa. La burbuja se desvaneciу en la nada, dejando sуlo un cнrculo de cйsped incуlume. Ni siquiera habнa cenizas. El Emperador recibiу una tъnica colorida de manos de su ba y la cambiу por la ъltima tъnica blanca de su vestido de ceremonias. Levantу un dedo y la guardia de honor se acercу a йl. El desfile imperial saliу del valle siguiendo un orden inverso al de la entrada. Cuando la ъltima figura saliу del anillo, los ghem y los haut exhalaron un murmullo de alivio; el silencio y la rigidez se quebraron en el murmullo de voces y crujidos de la retirada. Un gran auto de superficie abierto esperaba en la parte superior del valle para llevarse al Emperador… adonde quiera que se fueran los emperadores cetagandanos cuando terminaba la fiesta. A tomar un buen baсo y tirar los zapatos a un rincуn? Seguramente no. Sus ba habнan arreglado las ropas en el auto y se sentaban ahora en los controles. Miles se encontrу de pie junto al vehнculo, solo. Mientras el auto se elevaba, Giaja le dirigiу una mirada y lo favoreciу con un microscуpico movimiento de cabeza. — Adiуs, lord Vorkosigan. Miles se inclinу. — Hasta la prуxima. — Espero que no sea pronto — murmurу Giaja con sequedad y se alejу flotando, seguido por una multitud de burbujas de fuerza que ahora reflejaban todos los colores del arco iris. Ninguna se detuvo junto a Miles para despedirse. El ghemgeneral Benin, de pie junto al hombro de Miles, hizo un esfuerzo evidente para ahogar una expresiуn no definida. Risa? — Vamos, lord Vorkosigan. Le escoltarй hasta su delegaciуn. He dado mi palabra de honor a su embajador y quiero devolverle allн en persona… tengo que recuperar mi palabra, como dicen ustedes, los barrayareses. Curiosa expresiуn. Tiene un sentido religioso, o se usa como en el caso de un objeto empeсado? — Mmin… Yo dirнa que la idea estб relacionada con el sentido mйdico del tйrmino. Como cuando se dona un уrgano. — Promesas y corazones recuperados en ese dнa. — Ah. Llegaron junto al embajador Vorob'yev. El grupo estaba esperando a Miles mientras los otros delegados galбcticos subнan a los autos rumbo a un ъltimo banquete. Los asientos de seda blanca de los vehнculos habнan desaparecido, reemplazados a ъltima hora por tapizados de colores. Era el fin del perнodo de luto. No hubo una seсal visible, pero uno de los autos se acercу rбpidamente a Benin. Los barrayareses no iban a esperar en la cola como los demбs. — Si nos vamos ahora — hizo notar Miles a su primo Ivan-, podemos estar en уrbita dentro de una hora. — Pero… tal vez las ghemladies estйn en ese comedor — protestу Ivan-. A las mujeres les gusta la comida. Miles se morнa de hambre. — Entonces, vбmonos ahora mismo — dijo con firmeza. Benin, que tal vez estaba considerando las ъltimas palabras de su Amo Celestial, lo apoyу con una frase tranquila: — Eso parece una buena idea, lord Vorkosigan. Vorob'yev se mordiу los labios. Los hombros de Ivan bajaron perceptiblemente. Vorreedi hizo un gesto hacia el cuello de Miles, con los ojos brillantes de sospecha y curiosidad. — Quй es eso que tiene usted ahн… teniente? Miles tocу el collar de seda con la Orden del Mйrito cetagandana que le colgaba sobre el pecho. — Mi recompensa. Y mi castigo. Por lo visto el haut Fletchir Giaja muestra cierta tendencia a la ironнa de altos vuelos. Maz, que obviamente no habнa captado la segunda lectura de la situaciуn, protestу por su falta de entusiasmo. — ЎPero si es un honor increнble, lord Vorkosigan! ЎHay ghemoficiales de Cetaganda que morirнan por eso! Vorob'yev le contestу con frialdad: — Pero los rumores de un honor como йste no van a hacer popular a lord Vorkosigan en casa, querida. Sobre todo si no circulan con una explicaciуn adecuada. Y ten en cuenta que lord Vorkosigan trabaja en Seguridad Imperial de Barrayar. Desde el punto de vista de Barrayar esa Orden resulta… bueno, sumamente extraсa. Miles suspirу. Le estaba volviendo el dolor de cabeza. — Lo sй. Tal vez consiga que Illyan la clasifique como asunto secreto. — ЎPero si acaban de verla mil personas por lo menos! — dijo Ivan. Miles se revolviу como un animal atrapado. — Bueno, eso es culpa tuya. — ЎMнa! — Sн… Sн… Si me hubieras traнdo dos o tres tazas de cafй esta maсana, en lugar de una, tal vez mi cerebro se habrнa conectado mejor con la realidad y habrнa podido agacharme mбs rбpido y esquivarla. Tenнa los reflejos atrofiados… Todavнa estoy asimilando el significado de la cuestiуn. — Por ejemplo, si йl no se hubiera inclinado para recibir el collar de seda de Giaja, cuбnto habrнan aumentado las posibilidades de que la nave de salto de йl y su primo sufriera un desafortunado accidente al salir del Imperio de Cetaganda? Vorreedi levantу las cejas. — Sн — dijo-. De quй hablaron usted y los cetagandanos anoche, lord Vorkosigan, cuando lord Vorpatril y yo salimos de la estancia? — De nada. No me pidieron mi opiniуn sobre esto. — Miles sonriу con pesadumbre-. Y ahн estб la genialidad del asunto, por supuesto. Me gustarнa ver cуmo se negarнa usted, coronel. Intйntelo. Si alguna vez se enfrenta a una situaciуn parecida, quisiera estar ahн para verlo. Despuйs de una larga pausa, Vorreedi asintiу, despacio. — Ya veo. — Gracias, seсor — jadeу Miles. Benin los escoltу hasta la puerta sur y les dijo adiуs por ъltima vez. El planeta Eta Ceta se desvanecнa en la distancia, aunque a Miles la velocidad de la nave no le parecнa suficiente. Apagу el monitor de la nave correo de SegImp y se recostу a mordisquear su raciуn de barra y esperar el sueсo. Se habнa puesto un uniforme de fajina negro, arrugado y holgado; pero no llevaba las botas. Moviу los dedos de los pies, contento con esa desacostumbrada libertad. Si jugaba bien sus cartas, tal vez podrнa pasar las tres semanas del viaje a casa totalmente descalzo. La Orden del Mйrito de Cetaganda colgaba sobre su cabeza, balanceбndose sobre la cinta de colores, hermosa y brillante bajo la luz. Miles la mirу, despectivo y burlуn. Un golpecito doble y familiar en la puerta del camarote. Por un momento, Miles pensу en fingirse dormido. Finalmente, suspirу y se recostу en el codo mientras decнa: — Adelante, Ivan. Ivan tambiйn se habнa puesto el uniforme de fajina. Y las sandalias de fricciуn, ja, ja. Tenнa un fajo de papeles de colores en la mano. — Se me ocurriу que podнamos leerlos juntos — dijo-. El secretario de Vorreedi me los dio cuando salнamos de la embajada. Es todo lo que vamos a perdernos esta noche y la semana que viene. — Encendiу el conducto de basura de Miles sobre la pared. Un papel amarillo-. Lady Benello. — Lo metiу en el conducto; el papel silbу hacia el olvido. Uno verde. Lady Arvin. — Silbido. Uno color turquesa sugerente. Miles oliу el perfume desde la cama-. La inestimable Veda. — Silbido. — No montes un drama; ya te he entendido, Ivan — gritу Miles. — Y la comida… — suspirу Ivan-. Por quй estбs comiendo esa barra asquerosa? Hasta las cocinas de las naves de salto tienen algo mejor… — Querнa algo sencillo. — Indigestiуn, eh? Otra vez te duele el estуmago? Espero que no estйs perdiendo sangre. — Sуlo en el cerebro. Bueno, para quй has venido? — Querнa compartir mi satisfacciуn por haber abandonado el decadente lujo cetagandano — refunfuсу Ivan con furia-. Algo asн como afeitarme la cabeza y convertirme en monje. Por lo menos durante dos semanas. — Mirу de pronto la Orden del Mйrito que colgaba de la cinta y giraba lentamente-. Quieres que tire eso? — Seсalу el medallуn. Miles saltу de la cama como un tejуn hembra que defiende a sus crнas. — Por quй no te vas, Ivan? — ЎJa! Yo sabнa que esa bagatela significaba mбs de lo que le decнas a Vorob'yev y Vorreedi — se burlу Ivan. Miles metiу la medalla en un lugar oculto, lejos de las manos de su primo, bajo la cama. — Me la he ganado, hombre. Por cierto… Ivan hizo una mueca y dejу de dar vueltas y de revolver las posesiones de Miles. Se sentу con curiosidad en la silla de la comuconsola del pequeсo camarote. — He estado pensando, sabes? — siguiу diciendo Miles-. Cуmo serб dentro de diez o quince aсos, si alguna vez dejo de operar como agente encubierto y me conceden un puesto de mando en la lнnea de fuego. Tendrй mбs experiencia prбctica que ningъn otro soldado barrayarйs de mi generaciуn, pero mis oficiales no lo sabrбn. Todo secreto. Pensarбn que he pasado la ъltima dйcada saltando en naves correo y comiendo caramelos. Cуmo voy a mantener la autoridad con un grupo de brutos campesinos como subordinados… gente como tъ? Me van a comer vivo. — Bueno… — A Ivan le brillaban los ojos-. Supongo que tratarбn de comerte, sн. Y yo espero estar cerca. Me gustarнa verlo… te lo aseguro. Miles tambiйn esperaba que su primo estuviera allб, pero no pensaba confesarlo. Hubiera preferido dejarse arrancar las uсas, a la manera de los antiguos interrogatorios de SegImp, los interrogatorios de hacнa dos o tres generaciones. Ivan suspirу. — Pero… sigo aсorando a las ghemladies. Y la comida… — Hay comida y damas en casa, Ivan. — Cierto. — La cara de su primo se iluminу un poco. — Quй divertido… — Miles se recostу en la cama y se metiу la almohada bajo los hombros-. Si el Padre Celestial anterior a Fletchir Giaja hubiera mandado a las hautmujeres a conquistar Barrayar en lugar de a los ghemlores, creo que a estas alturas serнan dueсos del planeta. — Los ghemlores fueron muy brutos — le dijo Ivan-. Y nosotros tambiйn — Mirу al techo-. Cuбntas generaciones serбn necesarias para que los haut ya no sean humanos? — Creo que la pregunta mбs adecuada es cuбntas generaciones serбn necesarias para que los hautlores ya no nos consideren humanos a nosotros. — Bueno, yo ya estoy acostumbrado a este trato en casa. Digamos que he asistido a una funciуn de preestreno del futuro-. Creo… que Cetaganda serб potencialmente peligrosa para sus vecinos mientras los haut estйn en transiciуn hacia… hacia donde quiera que se dirijan. La emperatriz Lisbet y sus predecesoras — y sus herederas— corren una carrera evolucionista de dos niveles: los haut totalmente controlados, los ghem como depositarlos de posibles variaciones y fuente de naipes inesperados genйticamente hablando. Como una compaснa de semillas que mantiene plantaciones silvestres para desarrollar algo inesperado a pesar de comercializar sуlo un monocultivo elaborado. El mayor peligro serнa que los haut perdieran el control de los ghem. Cuando los ghem estйn al mando… bueno, Barrayar sabe lo que pasa cuando se deja que medio millуn de darwinistas sociales armados ataquen el planeta madre… Ivan hizo una mueca. — Claro. Como solнa decir tu estimado abuelo… con detalles francamente desagradables. — Pero si… si los ghem no consiguen triunfar militarmente en la prуxima generaciуn… en nuestra generaciуn, si sus aventuras expansionistas resultan derrotadas, como la debacle de la invasiуn a Vervain, tal vez los haut decidan emprender otras disciplinas de desarrollo y abandonen el бrea militar como campo experimental para la bъsqueda de la superioridad. Tal vez prefieran бmbitos mбs pacнficos. Tal vez бmbitos que ni siquiera alcanzamos a imaginar. — Buena suerte — se burlу Ivan. — La suerte es algo que uno se fabrica… si la quiere. — Y yo quiero mucha… Con un ojo atento a los movimientos de su primo, Miles volviу a colgar el medallуn. — Piensas usar eso? Te desafнo a que lo hagas. — No. No a menos que tenga que ser muy evidente. — Pero te lo vas a guardar. — Ah, sн… Ivan mirу al espacio otra vez, mejor dicho al techo del camarote y al espacio que se extendнa mбs allб. — El nexo de agujeros de gusano es un lugar muy grande en continua expansiуn. Hasta los haut van a tener problemas para llenarlo, creo yo. — Eso espero. Los monocultivos son aburridos y vulnerables. Lisbet lo sabнa. Ivan se riу. — No te parece que eres un poco canijo para rediseсar el universo? — Ivan. — Miles dejу que la voz adquiriera un tono inesperadamente frнo-. Por quй razуn el haut Fletchir Giaja decidiу ser amable conmigo? Realmente crees que fue por mi padre? — Tocу el medallуn, lo hizo girar y clavу los ojos en su primo-. No es un hombre convencional. Piensa en las cosas que hay detrбs: soborno, sabotaje y respeto real, todo en un solo paquete extraсo… Giaja y yo volveremos a vernos. Ivan bajу la vista primero. — Eres un hombre temible, un loco, lo sabнas? Despuйs de un minuto de silencio incуmodo, se levantу de la silla de Miles y se alejу, murmurando algo sobre una expediciуn en busca de autйntica comida. Miles se acomodу de nuevo con los ojos entornados y mirу el cнrculo brillante de la medalla que giraba como un planeta.